"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 27 de diciembre de 2016

91. El que algo quiere, algo le cuesta



   Grandal, sigue dándole vueltas a cómo romper con Chelo, pero no encuentra el modo de hacerlo sin herir a la mujer, algo que de ninguna manera pretende. Son muchos años juntos y aún le sigue teniendo cariño. Por eso el lunes no lleva a los Sacapuntas las conclusiones obtenidas en la reunión con sus jubilados amigos sobre las seis certezas y una duda. Los lunes sigue dedicándolos a Chelo, de momento. Es el martes cuando se acerca a la Brigada de Patrimonio para entregárselas a sus jóvenes colegas.
- Hemos estado reunidos unos días – Grandal prefiere no precisar el tiempo - en un exhaustivo debate y aquí tenéis los resultados. No he traído copias para los tres, pero eso ya es cosa vuestra.
- Gracias, una vez más, comisario. Tu colaboración y la de tus viejales es siempre bienvenida – Que el agradecimiento lo exprese Bernal es signo de cuánto han cambiado las relaciones entre el trío de policías y el cuarteto de colaboradores externos.
- Quiero que sepas, Jacinto, que fue Michel quien sugirió que te llamáramos para ver si salíamos del enésimo impasse en el que nos habíamos metido – explica Atienza -. Y ahora, si tienes tiempo, me gustaría que te quedases para que, tras la lectura de vuestras conclusiones, puedas aclararnos las posibles dudas que pudiesen surgir.
- Primero, quiero dar las gracias a vuestro colega galo por haberse acordado de un policía que ya no ejerce. Luego, recordaros que si algo tenemos en abundancia los jubilados es tiempo.
- Bien – dice Atienza -. Si os parece, voy a leer en voz alta las conclusiones de Jacinto y sus amigos y luego ya haremos copias para cada uno. Cuando queráis intervenir no tengáis reparos en interrumpirme. ¿De acuerdo? - Atienza imposta la voz y comienza la lectura del documento que les ha entregado Grandal:
1. Algún/algunos miembros de la banda estaban en Madrid, al menos hasta el asesinato de Romero y su cuñado. Pregunta: ¿seguirán estándolo?
2. Una organización que tiene su sede en Panamá y que parece disponer de grandes recursos no parece lógico que sea la que ha robado las piezas del tesoro para venderlas. Pregunta: ¿entonces para qué las robaron?
3. La pista de Panamá, el atracador que conminó a Ponte y el desconocido que captó a Martínez como cómplice sugieren que los organizadores pueden ser de nacionalidad/origen colombiano. Algo a comprobar.
4. El hecho de que se haya dado a entender que las piezas robadas eran copias, cuando parece que no es así, puede suponer alguna clase de acuerdo entre el gobierno francés y la administración española. Pregunta: ¿Qué clase de acuerdo y por qué?
5. Es muy probable que la banda tuviera algún cómplice en la dirección de uno o ambos museos para conocer la fecha del envío. Lo que refuerza la idea de su poderío económico. No descartar que el o los sobornados fueran mandos policiales.
6. El poco interés que muestran las autoridades galas y españolas en la solución del caso da a entender que saben datos, desconocidos por los investigadores policiales, que inducen a ambas administraciones a una cierta apatía. Pregunta: ¿Qué saben los gobiernos y por qué lo ocultan a su policía? Si supiéramos lo que sabe el gobierno, el caso estaría resuelto.
7. Es dudoso que la conexión entre gitanos, chinos y colombianos del incidente del polígono de Fuenlabrada afecte a la trama del robo, aunque no lo descartamos al cien por cien.
   El inspector de Patrimonio termina la lectura que ha sido seguida por sus oyentes con suma atención. Nadie le ha interrumpido, por lo que Atienza pide:
- Independientemente de que hagamos un análisis más reposado, a bote pronto ¿qué os ha llamado más la atención de estas conclusiones?
- Personalmente, lo que más interesante me parece son las preguntas – comenta Blanchard -. ¿Seguirán estando los atracadores en Madrid? Opino que no, ni en Madrid ni en España. No sería lógico. Los dos cómplices que dejaron aquí han sido amortizados. Más sugestiva parece la segunda pregunta: ¿entonces para qué las robaron? Acepto la teoría de que el robo no tuvo un móvil económico y ese ¿para qué? sigue siendo todo un enigma. Si supiéramos la respuesta, resolver el caso sería pan comido. Lo mismo digo de la pregunta: ¿qué clase de acuerdo y por qué? Estamos otra vez ante un posible pacto entre mi gobierno y el vuestro que complica extraordinariamente la investigación. ¿Y por qué y para qué ese hipotético pacto? ¿Qué nos ocultan ambos gobiernos? Si encontráramos ese hilo de Ariadna podríamos llegar hasta el ovillo de la trama. Y la última pregunta, más de lo mismo: ¿qué datos saben los gobiernos y por qué lo ocultan a sus policías?
- Eso último, que los gobiernos sepan algo y que nos lo oculten es lo que más me toca los cojones – Bernal, como siempre, aludiendo a sus partes viriles -. Porque no sé vosotros, pero yo estoy convencido de que es así. Entonces, ¿a qué estamos jugando? No sé, comisario – y se dirige a Grandal – si alguna vez tuviste que lidiar a un morlaco como éste que cuando sale al ruedo ya está más toreado que un novillo de los que echan en las capeas.
  Grandal, al verse aludido, se siente en la obligación de responder.
- No creas, Eusebio, que lo que os está pasando sea una novedad. Es tan antiguo como el chocolate a la taza. En cuanto los políticos, sean rojos, azules o morados, meten sus narices en un asunto estrictamente policial embarullan las pistas, ocultan hechos, ponen palos en las ruedas y terminan jodiéndolo todo. Y es algo contra lo que es difícil luchar porque al fin y al cabo son los que mandan. También yo me he visto ante investigaciones así, me he llevado muchos berrinches y me he roto muchos cuernos sin sacar nada de provecho.
- Ya sé que mal de muchos, consuelo de tontos – Blanchard apela al socorrido refranero -, pero si os sirve de algo, en mi país ocurre lo mismo. Cuando los muchachos de la École nationale d'administration, que son los que cortan el bacalao en mi patria, meten sus delicadas pituitarias en un caso puedes darlo por perdido o en el supuesto de que lo saques adelante te costará sangre, sudor y lágrimas.
- O sea, que por enésima vez estamos ante lo mismo – resume Atienza -, que tenemos más preguntas que respuestas.
- Es posible – admite Grandal -, pero estas preguntas se acercan cada vez más a lo que podemos llamar el núcleo duro del caso. Y ante esa convicción, creo que solo os queda un camino que recorrer.
- ¿Un camino, qué camino? – inquiere Bernal muy interesado.
- El más español de todos, el de coger el toro por los cuernos – Es la críptica respuesta de Grandal.
- Como frase queda tan rotunda como castiza – afirma Blanchard -, pero si jugamos a la Sibila nos van a dar las campanadas de la nochevieja del 2020 y seguiremos como estamos.
- Te lo cuento con bolas de colores, como decía un viejo amigo, - Grandal se pone en plan didáctico -. El toro es el Gobierno y los cuernos son todas esas preguntas que antes has glosado.
- ¿Y tú crees, comisario, que nos va a recibir alguien del Gobierno? No nos van a dejar ni acercarnos. ¡Si hemos pedido que nos reciba nuestro Director General y nos han echado un broncazo de tres pares de cojones! – explica un cabreado Bernal -. ¿Sabes que nos contestaron? Pues que teníamos que seguir los procedimientos establecidos. Así, ya me dirás tú a que toro le vamos a coger los cuernos, a ninguno.
- Bueno, a grandes males, grandes remedios. Hace unos días, uno de mis amigos dijo algo a lo que quizá, solo quizá, tendríais que recurrir. Habló de que en última instancia una jugada efectiva sería la de hacer llegar al Gobierno el aviso de que la prensa está en un tris de publicar una serie de reportajes contando las oscuras tramas que se mueven detrás del robo. Sería algo así como sacudir el nogal a ver cuántas nueces caen.
- Me parece una gran idea, comisario, si no fuera porque veo algunos peros – replica Atienza -. ¿Quién le hace llegar al Gobierno ese aviso? Quien lo hiciera sería triturado en un santiamén. ¿Qué medios iban a publicar esos reportajes? Porque sería lo primero que preguntarían. ¿Qué oscuras tramas iba a contar la prensa? Y no sigo, pero seguro que hay más peros.
- El que quiera peces que se moje el culo – responde Grandal echando otra vez mano del inabarcable refranero español.
- Eso mismo decía mi santa madre – recuerda Banchard – cuando me aconsejaba que para lograr determinadas metas hay que tomar riesgos y aventurarse.
- Sí pero esos riesgos pueden costarnos la carrera o algo peor si vienen mal dadas – recuerda Atienza.
- Juan Carlos, el que algo quiere, algo le cuesta – sentencia Grandal.