"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 25 de marzo de 2022

Libro III. Episodio 137. ¿Los Reyes Magos existen?

 

   En septiembre, Álvaro se marcha a Cáceres para comenzar los estudios de bachillerato y Pili se queda de mandamás de la muchachada Carreño, aunque como es hembra tanto Julián como  Jesús no la obedecen con la misma docilidad como lo hacían con Álvaro.

   En la tertulia a la que asiste Carreño, preguntado el comandante Liaño por la oferta de paz hecha por Alemania su respuesta es contundente.

   -Quien pide primero árnica es el que ve peligrar su futuro.

   A Julio que la conflagración termine le viene francamente mal, consideraciones morales aparte. Desde que se metió en el mundo del chalaneo, nunca ganó tanto dinero como ahora con la compraventa de animales de tiro y carne para los ejércitos contendientes. Los que han sido capaces, como el droguero, de tener algo con lo que traficar se han hecho ricos, pero los que no han podido o querido lo están pasando mal porque, además de que hay carestía de muchos productos, la creciente inflación genera que, la capacidad adquisitiva de la mayoría de ciudadanos, se haya desplomado. La tertulia de hoy gira sobre ese tema: lo caro que está todo.

   -Mi mujer ha vuelto hoy del mercado indignada –comenta Galiana-; los precios se han puesto por las nubes.

   -¿Por las nubes? –repite don Raimundo-, eso es decir poco. Les traigo un recorte de La Ilustración Española que resume, mejor que cualquier explicación, lo que está pasando en España –El juez se pone las antiparras y lee-. Según los datos del Instituto de Reformas Sociales, en 1916 los precios de los productos básicos se han incrementado entre un 13,8 % la leche, hasta un 57,8 % el bacalao, pasando por un 24,3 % el pan, un 30,9 % los huevos y un 33,5 % la carne de vacuno. Con esas subidas ya me dirán qué podemos hacer los que vivimos de un sueldo fijo.

   Llegadas las vacaciones de Navidad, Álvaro ha vuelto de Cáceres hecho todo un señorito. El hecho de que la mayoría de sus compañeros de internado sean hijos de terratenientes y de familias acaudaladas le ha dado una pátina de burgués que antes no tenía. Sus hermanos le acosan para que les cuente como es la vida en la ciudad y en la residencia, están interesados porque, como les ha dicho Paca, en cuanto cumplan diez años todos seguirán el mismo camino que su tato. Álvaro se deja querer y les cuenta casi todo, aunque se guarda una noticia que no se atreve a desvelarla a los demás. Algunos de sus compañeros le han contado que los Reyes Magos no existen, que los juguetes y regalos del seis de enero son los padres quienes los dejan. Para el primogénito ha sido toda una revelación porque siempre había creído en los Reyes Magos a pies juntillas, y lo creía porque así se lo habían contado sus padres y ellos no mienten. Como le parece que es un descubrimiento demasiado importante para guardárselo, consulta con Paca si debería decírselo a sus hermanos.

   -Me lo han jurado y rejurado, Paca, los Reyes Magos no existen. Y lo que más vergüenza me dio es que parece que todos lo sabían menos yo.

   -Bueno, eso no tiene mayor importancia. Lo bonito es que el seis de enero, sean los Reyes o los padres, tendréis juguetes nuevos.

   -Pero no sé qué hacer, ¿se lo digo a mis hermanos?

   -Ni se te ocurra. Ya se harán mayores como tú y entonces será el momento de contárselo.

   Pese a la recomendación de Paca, a Álvaro le queda el gusanillo de si hará bien no compartiendo con sus hermanos tamaño descubrimiento. Para tantear el terreno, opta por contárselo primero a Pili, que es quien mejor puede comprenderlo. Ante su estupor, la respuesta de su hermana no es la que esperaba.

   -¿Pero tú eres tonto o qué? No sé si existen los Reyes Magos ni me importa, pero desde hace dos años sé que los juguetes los ponen los padres.

   -¿Y por qué no me lo contaste?

   -Porque Paca me dijo que si te lo decía no me traerían más regalos.

   -¿Y cómo te enteraste?

   -Una noche de Reyes me levanté a beber agua y vi como papá, mamá y Paca ponían los juguetes en los zapatos que habíamos dejado en el comedor. Y hasta se llevaron la alfalfa que habíamos dejado para los camellos de los Reyes para que pareciese que se la habían comido.

   Las preocupaciones del padre de los niños tienen otro cariz. Cuando Julio se entera de que los estadounidenses han entrado en la guerra se frota las manos pues, aunque la contienda es una inmensa tragedia, para algunos comerciantes como él es el cuerno de la abundancia. Con sus ganancias puede hacer realidad un sueño largamente acariciado: comprarse una finca en San Martín de Trevejo, su pueblo natal. Ha dado instrucciones a un corredor de bienes raíces que en cuanto haya una finca lo bastante grande, con casa incluida, se lo haga saber. Pronto recibe noticias.

   -Señor Carreño, acaba de ponerse a la venta una finca que es ni que pintada pa lo que usted anda buscando. Cuando le venga bien iremos a verla, pero no se demore mucho porque la han tasao a precio de mercao y se venderá en un abrir y cerrar de ojos.

   Julio aprovecha un fin de semana y se desplaza a San Martín para ver la finca. Desde el primer vistazo le entra por los ojos. Tiene, aproximadamente, las hectáreas que había calculado que puede permitirse, por una esquina pasa un arroyuelo de los que descienden del monte Jálama y además cuenta con un deteriorado caserón, pero que una vez reparado podrá servir. Tras los obligados regateos se hace con la propiedad.

   A mediados de marzo, Julio encuentra alborotada la tertulia del casino. Al parecer hay noticias importantes. Creyendo que son acciones bélicas, pregunta:

   -Esta vez, ¿quién ha ganado, los Aliados o los de la Entente?

   -Qué va, ahora el follón ha estallado en Rusia –le explica don Mauricio-. Ha abdicado el zar Nicolás II.

   -Bien, ¿y qué? –inquiere Julio, que de Rusia solo sabe dónde se encuentra y que hace mucho frío.

   -Tenga en cuenta, Carreño, que el zar pertenece a la dinastía Románov que llevan gobernando Rusia desde hace trescientos años –Ahora quien habla es el doctor Lavilla-. Y ha pasado algo más, que posiblemente termine siendo más importante, y es la creación del Sóviet de Petrogrado.

   -¿Y qué coño es eso del sóviet? –pregunta el droguero.

   -Una agrupación de los diputados de obreros y soldados que puede acabar en nada, pero que también puede ser la semilla de un movimiento revolucionario más importante. Está por ver cómo va a terminar, pero no habrá que perderlo de vista –comenta Lavilla.

   -Y entonces, si no está el zar ¿quién manda ahora en Rusia? –quiere saber Galiana.

   -Un gobierno provisional que no se sabe cuánto durará –informa el médico.

   La Semana Santa de este año comienza el domingo de Ramos, uno de abril. Aprovechando que durante las festividades religiosas las ventas decaen, los Carreño, por primera vez desde que tienen las tiendas, deciden echar el cierre de sus comercios desde el jueves al domingo y toda la familia se traslada a San Martín para conocer la finca recién comprada. Durante el viaje, el padre cuenta a los niños anécdotas de cuando transitaba por esos caminos con el carro de la droguería del Bisojo tirado por la Pelona.

   -¿Quién era la Pelona, papá? –pregunta Álvaro, interesado en el relato del padre.

   -La Pelona era la mula que tiraba del carro. Le puse ese nombre porque cuando el Bisojo la compró acababan de esquilarla y estaba pelada. Tenía un genio vivo, pero acabé cogiéndole cariño.

   -¿A los animales también se les puede coger cariño? –vuelve a preguntar Álvaro con cierto asombro.

   -Pues claro, tonto, ¿no te acuerdas de aquel pajarillo que cogiste en el huerto del tío Floriano y que no nos dejabas ni tocarlo porque le cogiste cariño? –La respuesta la ha dado Pili, que es la única que se atreve a meterse en un coloquio entre su padre y su tato.

   En San Martín, la familia Carreño se hospeda en la posada ocupando tres habitaciones: una para los padres, otra para Paca y las niñas y la tercera para los chicos. Por la tarde, Julio enseña a sus hijos el pueblo. Mientras recorren las empedradas calles, el padre les va explicando aspectos de la localidad y su comarca.

   -El pueblo pertenece a la comarca del Valle de Jálama, que es el monte más alto de estas tierras. El valle también es conocido como Os tres lugaris porque en él hay tres municipios: San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno. Estos pueblos se diferencian de los demás de la provincia por las lenguas que hablan sus habitantes: en Eljas se habla el lagarteiru, en San Martín el mañegu y en Valverde el valverdeiru Son dialectos mitad gallegos, mitad portugueses y aunque tienen sus diferencias todos se entienden entre sí.

   -¿Y tú hablabas cómo ellos? –indaga Álvaro.

   -Cuando era pequeño sí, hablaba el mañego con mis amiguitos, pero en cuanto entraba en casa o en la escuela lo hacía en castellano porque si no la abuela me regañaba. ¡Menudas broncas me he ganado!

   -¡¿Qué la abuela te regañaba?! –pregunta Pili con ojos como platos.

   -Claro, cuando me portaba mal me reñía. Tened en cuenta que he sido niño como vosotros y hacía travesuras como todos los niños.

   Los pequeños miran a su padre, por quien sienten veneración, con cara de no acabar de creérselo. ¿Será posible que haya alguien que se atreva a reñir a papá?, aunque saben por propia experiencia que la abuela Pilar es capaz de enmendarle la plana al más pintado. Al día siguiente la familia al completo se dirige a ver la nueva propiedad familiar. Allí les recibe el tío Venancio, el campesino que ha buscado Julio y que irá a medias con él en la explotación de la finca. De momento, Venancio solo cuenta con un mulo, una borrica, una cabra con unas ubres que casi se arrastran por el suelo de grandes que son, un par de guarros, un puñado de gallinas y conejos y un chucho; todos ellos andan sueltos por el corral anejo al cortijo a excepción del perro y los conejos, estos están encerrados en unas rústicas jaulas, hechas con listones de madera y malla de alambre.

   -¿Y estos conejos por qué están encerraos, han hecho alguna trastada? –pregunta Pili.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 138. Pinkety