"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 17 de marzo de 2023

Libro III Episodio 187. El título

   Julia lo tiene más difícil para convencer a su marido. A Julio lo de irse a Madrid le sigue pareciendo un dislate y lo de montar una farmacia en la capital otro disparate aún mayor.

  -Todo eso que ha planeado Pilar me parece un cuento de niños. Una fábula en la que solo falta una princesa guapísima, un príncipe encantador y una bruja que les eche mal de ojo. Porque eso de montar una farmacia por las buenas no debe ser tan sencillo como lo pinta. Tengo un montón de preguntas sobre el montaje que ha urdido la peliculera de nuestra hija.

   -¿Por qué no hacemos una cosa? ¿Por qué no llamamos a Pilar y que ella trate de contestar a tus preguntas? –le reta Julia.

   -¿Y por qué no?, llámala –Julio acepta el reto.

   En cuanto llega Pilar, su padre comienza a formularle las dudas que tiene sobre el montaje de una farmacia en la capital de la nación.

   -En primer lugar, ¿qué se hace para abrir una farmacia? Supongo que habrá que buscar un local, hacer obras para adaptarlo al uso al que va a ser destinado, pedir al ayuntamiento o a quien corresponda los pertinentes permisos y licencias, etcétera. Recuerdo que por ahí es por donde comencé cuando abrí la droguería, hace de eso la friolera de treinta años. ¿Ahora también es así o han cambiado las normas?

   -Verás, papá. Si pretendes abrir una farmacia ex novo, el proceso es similar al que describes, con algunas salvedades. El primer requisito para abrir una farmacia es que el peticionario ha de ser licenciado en farmacia, luego hay que contar con un local, propio o alquilado, que cumpla la norma de las distancias respecto a otras farmacias cercanas, presentar la solicitud  y que se te conceda la apertura. Si hay más de una solicitud para la misma zona, el Colegio de Farmacéuticos realiza un concurso de méritos. En los municipios pequeños las aperturas están en consonancia con el número de habitantes.

   -Eso puede ser un procedimiento lento, las cosas de palacio van despacio –advierte Julio.

   -Así es, pero nosotros no escogeríamos ese camino sino otro mucho más rápido, el del traspaso.

   -Ah, ¿pero es que las farmacias también se traspasan?

  -Una farmacia se traspasa cómo cualquier establecimiento comercial. De hecho, conozco a un profesor auxiliar de la facultad que, por libre, se dedica a gestionar traspasos. Si aceptas que nos vayamos a Madrid me pondré en contacto con él y cuando se informe de algún traspaso me avisará.

   -¿Y de dónde sacaremos el dinero para pagar un traspaso? Porque supongo que los de las farmacias serán muy caros –Al oír la pregunta de su padre, Pilar cree intuir que puede convencerle.

   -Hay traspasos caros y baratos. El precio depende de lo que venda la farmacia y del potencial que tenga de incrementar las ventas. Las farmacias ubicadas en calles de mucho tránsito, cerca de una boca de metro o en la proximidad de hospitales o clínicas suelen vender más, por eso son más caras. Las que están en calles apartadas o en barrios marginales son más baratas.

   -Eso de más caro o más barato no me dice nada, concrétalo en cifras.

   -Con exactitud no lo sé, papá, pero estimo que los precios deben rondar entre los dos mil y los ocho o diez mil duros.

   -¡Cincuenta mil pesetas por una farmacia!, eso es mucha guita como diría un andaluz. ¿Y de dónde las íbamos a sacar? –Esa es la pregunta que Pilar ha estado esperando para darle otro giro de vuelta a la tuerca de la obcecación paterna.

   -Después de vender la casa de la abuela, creo que no nos queda más que un activo, la droguería.

   -¿Vender la tienda? Estas chiflada, chiquilla, ¿y de qué vamos a vivir?

   -Ya te lo he dicho, papá, de la farmacia que compraríamos.

   -¿O sea, que pretendes que vendamos un valor seguro que ha dado de comer a esta familia a lo largo de treinta años por una quimera de la que no sabemos lo que podrá rentar? Eso sería tanto como darle la vuelta al refrán de que más vale pájaro en mano que ciento volando.

   -Papá, si te obcecas en no atender a razones ya no sé qué más argumentos puedo darte, pero ten en cuenta que el problema no es solo tuyo, también lo es de mamá y de todos mis hermanos.

   Julia, que hasta el momento ha permanecido sin participar en el diálogo entre padre e hija, cree que ha llegado el momento de intervenir.

   -Lo que acaba de decir Pilar es tan cierto como que me llamo Julia. Y como es un problema de toda la familia, creo que todos sus miembros deberían intervenir, pues a todos afecta.

   -¿Y qué quieres, que votemos sobre el asunto como si estuviésemos en las Cortes Generales del Reino? –pregunta, con sarcasmo, Julio.

   -Pues ya que lo dices, marido, no sería mala idea. Y en cualquier caso, si no votar al menos si escuchar la opinión de todos.

   -¡Pero esto no son las Cortes, esto es una familia!

   -¿Y qué pasa en la familia, uno decide y los demás dicen amén? Así no hemos educado a nuestros hijos. Les hemos enseñado a que piensen por su cuenta.

   -Exacto, les hemos enseñado a pensar por su cuenta, pero también les hemos inculcado que la familia es lo primero y que para eso hay que actuar como una piña, todos unidos.

   Pilar se ha cansado de la obstinación de su padre y piensa que continuar discutiendo con él, de la forma en que se ha enrocado, no tiene sentido, por lo que opta por hacer mutis. Ya llegará el momento oportuno de volver a remachar el hierro, se dice. Julia hace lo mismo, no quiere ahondar en un debate que puede acabar mal dada la terquedad de su marido.

   Sin que se sepa de dónde ha salido, el rumor de que los Carreño están pensando en irse a vivir a Madrid se propaga por la ciudad a la velocidad del rayo. Julio se entera en el casino al preguntarle su medio amigo Manuel Galiana el ferretero.

   -Oye, Carreño, si de verdad pensáis iros a Madrid, antes de traspasar la tienda habla conmigo. Mi hijo Fernando quiere ampliar el negocio y podría interesarle quedarse con tu tienda. Creo que te puede hacer una buena oferta –Julio, se queda tan sorprendido que de momento no sabe ni qué contestar. Cuando se repone su respuesta es para poner en solfa el rumor.

   -Hay que ver la imaginación que tiene la gente. ¿Quién te ha contado ese chisme?

   -Será un chisme como dices, pero a Fernando le ha llegado el rumor por dos fuentes distintas y a mí una clienta también me lo ha referido. Entonces, ¿no es cierto?

   -No que yo sepa. Y si no lo sabe el que se tiene que ir, ya me dirás…

   En la tertulia se habla más que nada de la inminente Navidad que está al caer. La única novedad la aporta don Raimundo, en Nueva York se acaba de inaugurar el primer canal de un nuevo sistema de comunicación llamado televisión. Salvo don Enrique, los demás nunca han oído tal palabreja y no tienen ningún interés en saber lo que significa. Más de uno piensa que debe de ser una de esas chorradas que solo se les ocurre a los yanquis.

   La Navidad de 1929 es para la familia Carreño una celebración que no tiene nada que ver con las de años anteriores. Es más espartana que otras veces, las penurias económicas comienzan a notarse. También hay una cierta tensión en el ambiente que se palpa en la tirantez que se percibe entre el matrimonio y entre Julio y Pilar. Todos tienen un recuerdo para el hijo que falta que, al otro lado del mundo, también piensa en ellos. Es precisamente una extensa carta de Álvaro, desde Buenos Aires, lo que les alegra. Les cuenta que otra vez ha sido el Centro Gallego la institución que se acordó de ellos y el fin de año organizó una cena con baile en su honor. Y el teatro Colón, haciendo una excepción en su programación habitual, les obsequió con un recital de la artista española Concha Piquer que les entusiasmó, al extremo de que tras cantar Tatuaje, una copla que trata sobre un marinero, los guardiamarinas se pusieron en pie y estuvieron ovacionándola hasta que las manos les dolieron. Y por último, que la hija de unos emigrantes asturianos de Pravia se encariñó con él y le está consolando para que no se sienta tan solo.

   Pasados los Reyes, Pilar se dice que va a plantear a su padre un ultimátum: o acepta traspasar la droguería y marcharse todos a Madrid o la que se va a ir es ella. A tomar esa drástica decisión le ha empujado un hecho trivial: acaba de recibir por correo certificado con acuse de recibo su flamante título de licenciada en farmacia. Con orgullo mal disimulado, enseña a los suyos el documento que, con una cuidada tipografía, reza:

                                              Su Majestad el Rey Alfonso XIII

                                                            y en su nombre

                                     El Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes

Considerando que, conforme a las disposiciones y circunstancias prevenidas por la legislación,

                                                   Doña Pilar Carreño Manzano

                              nacida el día 18 de mayo de 1908, en Plasencia (Cáceres)

ha hecho constar su suficiencia en la Universidad Central de Madrid, expido el presente

                                              Título de Licenciado en Farmacia

que faculta al interesado para ejercer la profesión y disfrutar de los derechos que a este grado le otorgan las disposiciones vigentes.

   Y al final, de izquierda a derecha, las firmas: El interesado. Por el señor Ministro, El Subsecretario. El Jefe de la Sección.

   -¡Qué chuli! –exclama Eloísa-, ¿y cuando termine Magisterio también me darán un título así?

   -Mi título de bachiller es una birria al lado del tuyo –confiesa Jesús.

   El 31 de diciembre Julián parte hacia Madrid, pues el 1 de enero del nuevo año ha de presentarse en la Caja de Reclutas número 1 de la capital para confirmar su alistamiento como voluntario y ser destinado al correspondiente centro de instrucción. Antes de partir, su padre le hace un regalo de fuerte carga emotiva: una maleta de madera con unas pegatinas de Mallorca.

   -Papá, ¿y esta reliquia de dónde la has sacado?

  -La hizo confeccionar tu abuela Pilar cuando me fui a la mili. Espero que te dé suerte.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 188. Julio tantea vender la droguería