"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 25 de junio de 2021

Libro II. Episodio 98. ¿Qué tramará madre?

   Desde su vuelta de Cáceres, donde acudió a la consulta de un especialista en enfermedades venéreas, Julio no ha vuelto a ver a su madre ni a Julia. Se comunica con ellas por medio de notas. La excusa que sigue manteniendo es que su comportamiento es el más idóneo para no incomodar a Julia con su presencia. Hay un problema a la vista que el mañego no sabe cómo resolver: la Navidad de 1901 está al caer y si hay una fiesta familiar por excelencia es esa. Piensa que lo mejor será pasarla fuera de la ciudad. Se le ocurre que podría hacer un viaje, hay muchas ciudades del país que no conoce y este sería un buen momento para visitarlas. Baraja la posibilidad de ir al norte, le gustaría conocer Bilbao, San Sebastián, quizá La Coruña, ¿pero qué va a hacer en cualquiera de esas capitales sin conocer a nadie?, aburrirse como un muermo. Además, en el norte y en diciembre debe de hacer frío; las desecha. Luego mira al sur, quizá sea mejor ir a Sevilla, a Málaga o a Cádiz, ciudades en las que posiblemente hará mejor tiempo, pero sigue existiendo el inconveniente de que tampoco conoce a nadie… Hasta que de pronto recuerda que hay una ciudad de clima templado y en la que si conoce a alguien: Palma de Mallorca. Allí sigue estando su amigo de la mili, Chimo Puig, con quien continúa manteniendo contacto por correspondencia y al que parece que los negocios le marchan divinamente. El único problema es que tendrá que viajar en barco, pero ya no es el medroso quinto del 89 que prácticamente nunca había salido de debajo de las faldas de su madre. Ahora ha crecido en todos los sentidos y los viajes, aunque sean en barco, ya no le producen la inquietud de antaño. Decidido, le escribirá a Chimo y le preguntará si le causa algún estorbo que vaya a verle en Navidad. Diez días después recibe la respuesta: el morellano se alegra muchísimo de que Julio le visite y añade que le espera con los brazos abiertos y que vaya encargando el pasaje porque en esas fechas los viajes a la isla están muy concurridos. Haciendo caso del consejo de Chimo, encarga un pasaje, vía telegráfica, Valencia-Palma. Se lleva la primera decepción, los vapores que realizan dicha ruta están completos. Le informan que tiene la opción de ir a Mallorca vía Barcelona en la que además hay vapores diarios. No se lo piensa y cierra el billete, de paso conocerá la Ciudad Condal, aunque sea a vista de pájaro.

   Julio piensa contar a su madre y a Julia por medio de sendas notas que no pasará la Navidad con ellas, como era su deseo. Y se inventa una excusa: su amigo Chimo Puig, del que tantas veces les ha hablado, le ha invitado que vaya a verle a Palma aprovechando las fiestas navideñas, y no ha sido capaz de negarse. Cuando ya tiene redactado el escrito, lo vuelve a pensar. Todas las Navidades de su vida, salvo cuando estuvo en la mili, las ha pasado con su madre y ahora le va a decir en una aséptica nota que este año no será así. Rompe el escrito, su madre merece algo más, irá a verla en un momento en que Julia no esté con ella y para ello lo mejor es visitarla en la escuela.

   -Julio, hijo, que alegría verte. Ven aquí que te doy un beso.

   El mañego se pliega al deseo de su madre, pero solo acerca la mejilla, no se atreve a besarla por si la contagia, aunque el especialista le especificó que la transmisión de la blenorragia solo era a través del sexo.

   -Tenemos que hablar de lo tuyo con Julia, pero no aquí y ahora. Ven a casa cuando ella esté en la tienda o, si lo prefieres, iré yo a verte cuando mejor te convenga.

   -Por supuesto que hemos de hablar, pero eso será en enero. Lo que vengo a decirte es que… -y Julio le cuenta la supuesta invitación que le ha hecho Chimo Puig.

   -Entonces, ¿no estarás conmigo en Navidad? –La desilusión de Pilar es patente-. Si lo haces para no ver a Julia no te preocupes, se va ir unos días a Malpartida con su familia. Exactamente se irá el 23 y volverá el 28.

   -Lo siento, madre, lo siento de verdad. De haberlo sabido no hubiese aceptado la invitación de Chimo, pero ya le mandé un telegrama diciéndole que voy y he encargado el pasaje.

   -Bueno, hijo. Me haré a la idea de que sigues en la mili. ¡Que se le va a hacer!, aunque lo que más me interesa es charlar contigo, sin prisas ni agobios sobre lo tuyo con Julia. ¡Eso sí que es  importante! ¿Y cuándo te vas?

   -Pasado mañana, vía Barcelona, desde Valencia ya no quedaban billetes. Volveré el tres de enero. Y cuando vuelva tendremos esa conversación sobre Julia todo el tiempo que haga falta, te lo prometo.

   Una vez solventada la papeleta de despedirse de su madre, solo le resta dejar en orden los asuntos del negocio. Le explica a Antonina lo que tiene que hacer en su ausencia y que si surgiera algún problema grave que le ponga un telegrama a la dirección de Chimo Puig. La incentiva indicándole que a su vuelta, si todo ha discurrido cabalmente, le dará además del aguinaldo una gratificación aparte. Además, ha ordenado a Argimiro que en su ausencia suspenda la venta ambulante y se quede en la tienda para ayudar en lo que pueda a Antonina.

   -Aunque todavía no conoce todos los artículos y no es un gran vendedor, siempre te podrá echar una mano y, en el peor de los casos, te hará compañía –le explica a Antonina a quien no le ha gustado demasiado el refuerzo que deja su jefe, pues lo ve más como una especie de controlador que otra cosa.

   El viaje hasta Madrid, le hace rememorar a Julio el que hizo hace unos doce años cuando partió a la capital en aquel incómodo convoy militar repleto de quintos que iban a la gran aventura de su vida: la mili. Ahora las circunstancias son muy distintas. Viaja en primera clase del exprés Cáceres-Madrid y, en vez de aquella maleta de madera que encargó su madre al carpintero de San Martín, las dos valijas que lleva son de cuero con cantoneras metálicas y cierres reforzados. Desde la estación de Delicias coge un coche de alquiler que le lleva a la nueva estación de Atocha. Como el trote del caballejo que tira del simón no es demasiado rápido, le da ocasión para, al recorrer el Paseo de las Delicias, la calle de Atocha, la Plaza del Emperador Carlos V y el principio de la avenida de la Ciudad de Barcelona, comprobar el dinamismo de la capital y lo deprisa que está creciendo. En Atocha coge el exprés con destino a Barcelona y, como viajará por la noche, ha reservado un coche-cama. Es su primera experiencia y le decepciona, comparte con otros tres pasajeros un compartimiento que cuenta con cuatro literas, lo que le resta privacidad. Se dice que a la vuelta comprará un compartimiento para él solo, aunque sea más caro. No viaja todos los días y una vez que lo hace aspira viajar a lo grande.

   Le cuesta dormirse hasta que el traqueteo del tren le cierra los ojos. Le despierta el ruido de sus compañeros de compartimiento al levantarse. Le indican que se dé prisa pues están llegando a la Ciudad Condal. En la estación de Sants, coge un coche de alquiler que le lleva al puerto. El recorrido, que calcula que es de unos cuatro quilómetros, le permite ver parte del centro y le gusta lo que ve, le parece una ciudad muy cosmopolita. En ese momento decide que a la vuelta se quedará dos o tres días para explorarla mejor. Además, tiene un par de direcciones de laboratorios de productos químicos y farmacéuticos que piensa visitar por si le ofrecen mejores precios y mayor gama de artículos. En el puerto embarca en el vapor que cubre la línea regular Barcelona-Palma. Esta vez se ha permitido un camarote para él solo que, aunque no es muy grande, le permite la privacidad que no tuvo en el coche-cama. Duerme como un bebé y al alborear el nuevo día comienza a perfilarse en el horizonte el contorno de la isla mayor de las Baleares. Esperando desembarcar localiza desde la cubierta a alguien en el muelle agitando un pañuelo, es Chimo.

   En tanto el mañego arriba a Palma, Julia se ha ido a su pueblo a pasar la Navidad con su familia. Como hace desde que trabaja, lleva a los suyos un montón de regalos. Su madre está especialmente cariñosa con ella y la colma de atenciones, incluso le confiesa, algo que no ha hecho con sus hermanos, que el viudo que la corteja quiere formalizar la relación.

   -Julina estás guapísima, te has hecho toda una mujer. En unos meses cumplirás veinte, ya ties edad de crear una familia. ¿Ties muchos mozos que te rondan?

   -Alguno hay, pero de ahí no les dejó pasar.

   -Lo que ties que hacer es buscarte un buen chico de una familia de posibles pa que no tengas que seguir doblando el lomo. Como han hecho tus hermanas Consuelo y Luisa.

   Pues Luisa no sé, pero lo que es Consuelo apenca de casada lo que no lo hizo de soltera, piensa Julia, pero se limita a sonreír y no replica. En la Nochebuena se han reunido todos los hermanos Barrado y la tía María tras la cena hace un aparte con Julia.

   -Julina, ¿tu madre te ha dicho algo? –al oír la negación de su sobrina le explica-. Está preocupá porque vas por los veinte y nunca has dicho ni mu de casamiento, ni siquiera si tienes algún pretendiente formal. Eres la única hija que le queda sin casar y se ha obsesionao en que no quiere morirse sin verte casá.

   -¿Madre está enferma?

   -Enferma no, pero algo pachucha sí. Te cuento esto porque está buscándote un buen partido como hizo con tus hermanos. Y, por lo último que me ha contao, algo se lleva entre manos. Te voy a pedir un favor muy grande: si te dice que le pongas buena cara a un chico, hazlo aunque no te pete. Dale ese gusto a tu madre y en cuanto pasen unas semanas, si sigue sin gustarte, lo despachas. ¿Lo harás por tu vieja tía que tanto te quiere?

   Julia no pregunta, conoce bien a su madre y mejor a su tía. De la primera sabe que una de sus obsesiones desde que enviudó ha sido encontrar pretendientes de familias con posibles para su prole. De su tía no desconoce que es más ladina que una raposa y que no da puntada sin hilo. Pese a ello, le tiene cariño a su tía María, y promete lo que le pide, aunque no deja de preguntarse: ¿qué tramará madre?

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 99. ¿Otro pretendiente para Julia?

 

viernes, 18 de junio de 2021

Libro II. Episodio 97. Si no eres casto, se cauto


   Como hace diariamente, Julia se dirige a la tienda con la tranquilidad de que doña Pilar haya cogido de su mano el embarazoso asunto de la declaración de Julio. En cuanto entra, su compañera Lupe le entrega un sobrecito.

   -Buenos días, Julina. Esto llegó ayer a última hora. Lo trajo un muchacho y dijo que no esperaba respuesta.

   Julia toma el sobre cerrado en el que se lee: A la atención de la Srta. Julia Manzano, y una línea más abajo: Personal. En cuanto reconoce la letra da un respingo, es de Julio. La joven se mete en la trastienda y, nerviosa, rasga el sobre. Dentro hay una nota del tamaño de una cuartilla. Con una mezcla de curiosidad y desasosiego la lee.

   Amada Julia: Olvídate del plazo que tan absurdamente te di, y te pido perdón por ello. Creo que me precipité. Todo cuanto te dije, y hablaba con el corazón en la mano, lo mantengo, pero tras pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que en el amor las prisas no son buenas compañeras. Por eso creo que no debe haber plazos para tu respuesta, pues estamos hablando de sentimientos, no de letras de cambio. Tómate todo el tiempo que necesites, sea una semana, un mes o un año. Y, de antemano, te prometo que entenderé y aceptaré la respuesta que me des, sea cual fuere. Mientras, no volveré a importunarte.

   Tu amigo del alma y que aspira a ser algo más,

    Julio

   El contenido de la nota le produce asombro, sorpresa y hasta un punto de decepción. Tras releerla un par de veces, cree intuir entre líneas como si Julio hubiese tirado la toalla, incluso antes de comenzar la pelea. El texto tiene un cierto aire de derrota, de abandono, de fracaso, sensaciones que no cuadran en absoluto con la personalidad del mañego que es un luchador nato. Algo le ha pasado a Julio, se dice la joven, si no fuera porque es su letra diría que esto lo ha escrito otra persona. Como no tiene más datos en que apoyarse, guarda la nota y se dice que a mediodía la comentará con doña Pilar. En cuanto Julia entra en casa, y antes de que pueda decir nada, la maestra le interpela.

   -Cuando he llegado me he encontrado con esta nota de Julio –dice Pilar mostrando una nota de factura similar a la que ha recibido Julia.

   Por toda respuesta, la joven echa mano al bolso y saca la nota recibida.

   -Y a mí me mandó anoche esta, pero no me la han dado hasta esta mañana. ¿Quiere leerla?

   Pilar coge la nota que le tiende Julia al tiempo que le da la suya.

   -Puedes leerla.

   La joven lee la nota que Julio ha enviado a Pilar.

   Madre: No te lo había contado porque creí que primero debía decírselo a la afectada, pero hace tres días me declaré a Julia. Me he ido enamorando de ella poco a poco sin enterarme, hasta que hace unas semanas descubrí que era la mujer de mi vida, la media naranja perfecta que tanta falta me hacía. Estoy hablando de una relación honesta y sincera, como tú querías: formal, sin mentiras ni medias verdades, para convertirla en mi esposa ante Dios y ante los hombres. Cometí el error de darle tres días de plazo para que me contestara, error que ya he subsanado. Como posiblemente le resultará embarazoso verme y tratarme como si no hubiese pasado nada, voy a estar una temporada sin ir por casa, sin que ello suponga que os olvido. Os voy a echar mucho de menos, pero creo que es lo mejor que puedo hacer hasta que Julia tenga una respuesta decidida, sea cual fuere.

   Tu hijo que te quiere con toda su alma y que nunca podrá pagarte cuanto has hecho.

   Julio

   La joven queda pensativa tras leer la nota. Rezuma el mismo aire de tristeza y frustración que la suya, pero sigue sin saber a qué se debe el cambio.

   -Entonces, Pilar, ¿no ha hablado con Julio?

   -No he podido, anoche ya viste que no vino a cenar y todo lo que sé de él es la nota que acabas de leer. Que, por cierto, no es de su estilo, como si la hubiese escrito en un momento de bajón.

   -¡Qué curioso!, eso mismo he pensado cuando he leído la nota que me mandó. Es como si la hubiese escrito otra persona.

      Será por lo que lo se dice de la intuición femenina, pero el instinto de ambas mujeres no las engaña. En sus notas, Julio no ha contado toda la verdad, ni mucho menos. Sus motivos para estar una temporada desaparecido no son los que cuenta, son bastante más prosaicos y, sobre todo, más vergonzosos. Desde hace algo más de una semana, el mañego ha estado experimentando dolor al orinar, escozor en la uretra y tiene los testículos algo inflamados. Al principio no le dio mayor importancia hasta que hace dos días se encontró con la desagradable sorpresa de que el pene supuraba una secreción mucosa y purulenta que le dio muy mala espina. Pese a sus muchas aventuras, nunca ha sufrido enfermedades de transmisión sexual porque siempre ha tenido presente lo que les repetía el páter castrense que tuvo en la mili: si no eres casto, se cauto. Pero ahora los indicios parecen evidentes, algo tiene en sus partes pudendas y no son ladillas, parásitos que sí tuvo en una ocasión.

   Julio se dice que ha de visitar a un médico y mejor si es experto en enfermedades venéreas. Su primera intención es acudir al doctor Lavilla que tiene fama de ser muy bueno diagnosticando, pero inmediatamente la descarta. Es una mala idea acudir con semejante dolencia, aunque todavía no sepa lo que tiene, a la consulta de quien pudo llegar a ser su suegro. Piensa en otros galenos, pero se dice que como le vean entrar en la consulta de cualquier médico de la ciudad antes de una hora ya estará circulando la especie de que Carreño el droguero algo tiene, ha estado en la consulta del doctor equis. No debe hacerlo si es lo que sospecha, pues no es lo mismo que tener una gripe o una indigestión, es algo más humillante. Irá a ver a un médico de Cáceres.

   En todo ese proceso, el mañego no ha cesado un solo segundo de pensar en lo que su posible dolencia puede suponer para la respuesta que está esperando de Julia. Se ha dado cuenta que ha pecado de prepotente al darle a la joven un plazo para que responda a su declaración y más en las condiciones en que se encuentra. Claro que, cuando se declaró, no habían comenzado las manifestaciones más patentes de su posible enfermedad. Ahora la situación ha cambiado drásticamente y no está en condiciones de imponer nada. No cuenta con los conocimientos necesarios para saber hasta que punto la más que posible infección que tiene puede transmitirse por medio del simple contacto, por lo que lo más prudente es poner tierra por medio y estar una temporada sin relacionarse con sus seres queridos. Tras pensarlo detenidamente, decide que lo más adecuado es escribir sendas notas a las dos mujeres de su vida contándoles una excusa que parezca creíble sobre su inmediata ausencia.

   Otra cuestión que se plantea sobre su dolencia es cuál de sus últimas amantes ha debido ser la transmisora. En quien primero piensa es en Aurora, que fue su última aventura, pero hace meses que no la frecuenta. Lo más probable es que sea alguna de las pupilas de la señorita Vero o de algún otro burdel de la ciudad. Bueno, se dice, y qué importa quién me lo ha pegado, el hecho es que tengo algo y debo curármelo antes de que se me caiga la polla a cachos. Tras indagar discretamente que médicos de la capital son especialistas en enfermedades de origen sexual, resulta que solo hay uno, un tal doctor Cobos. No se lo piensa dos veces y coge el tren para Cáceres. Antes de partir ha escrito sendas notas a su madre y a Julia dándoles explicaciones del porqué de su ausencia en los próximos días. Todavía desconoce la posible cuarentena que puede recomendarle el especialista.

   Cuando ve la consulta del doctor Cobos se le cae el alma a los pies. Es cochambrosa, con unos muebles pintados de blanco del año de Maricastaña y unas revistas médicas en la salita de espera que debieron editarse poco después del invento de Gutenberg. No hay enfermera que atienda las visitas, lo hace la que es la propia esposa del médico y no le ha preguntado por sus dolencias ni siquiera por su nombre. Solo le ha dicho que se siente, que el doctor le recibirá en cuanto acabe con el paciente al que está atendiendo.

   -Puede pasar –le indica la mujer.

   El médico, viejo, calvo y con gafas, está sentado tras una mesa llena de cachivaches y papeles.

   -Usted dirá, joven.

   Julio le da una detallada explicación de los síntomas que tiene.

   -Bien. Bájese los pantalones y los calzones y levante los faldones de la camisa. No, no es necesario que se descalce…

   Tras ponerse unos guantes de goma, el galeno se acerca a Julio y le coge con tiento el pene, luego sopesa el escroto, después descapulla el miembro y aprieta suavemente el glande lo que le hace dar un grito de dolor.

   -Puede vestirse –dice el doctor mientras se quita los guantes-. Amigo mío, tiene usted una hermosa blenorragia.

   -¿Una qué?

   -Una gonorrea, unas purgaciones, como prefiera llamarla –De todos los sinónimos que ha utilizado el médico el que más le suena a Julio es el de purgaciones.

   -¿Y eso es grave, doctor? –pregunta un preocupado Julio.

   -Depende. De momento, le dolerá al orinar, seguirá teniendo secreción uretral e inflamación testicular. En principio, no debería pasar de ahí porque la hemos cogido a tiempo. En caso de no tratarse corre el riesgo de quedarse estéril.

   -¿Estéril?, ¿quiere decir que no podré tener hijos? –inquiere Julio cada vez más atemorizado.

   -Es una posibilidad en el caso de no curarse, pero eso no va a ocurrir, para eso se ha puesto en mis manos. ¿Está usted casado?

   -No.

   -Eso facilita las cosas. Mientras dure el tratamiento, entre uno y tres meses dependiendo de la evolución de la infección, se abstendrá de mantener relaciones sexuales sean vaginales, anales o bucales. La mayoría de mis respetables colegas tratan la blenorragia con nitrato de plata, yo soy el único de la región que utilizo el protargol, un preparado elaborado por el laboratorio alemán Bayer y cuyos resultados son espectaculares. Quédese tranquilo, se pondrá bien, pero recuerde: sea casto hasta su completa curación.

 

 PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 98. ¿Qué tramará madre?

viernes, 11 de junio de 2021

Libro II. Episodio 96. La penúltima bala

   Es oír a su hermana preguntarle si está enamorada de otro y Julia salta como una ballesta.

   -No estoy enamorada de nadie. Hay un par de chicos de los que me rondan que me caen muy bien, pero de enamorada nada de nada.

   -Entonces, tú misma -Y ahí termina la conversación entre ambas hermanas.

   El coloquio no acaba de despejar las dudas de Julia. Comprende los temores que siente su hermana por su futuro, por el día que pueda quedarse sola. Es consciente de que Consuelo enfoca el problema no solo desde un punto de vista fraternal, sino también desde el de una mujer cuya experiencia matrimonial ha sido poco gratificante.

   El último día del plazo que le ha dado Julio, nada más levantarse la joven piensa que necesita contrastar su opinión con alguien de su edad, que pueda entender mejor sus anhelos, sus inquietudes y sus dudas. Lo más parecido que tiene a una amiga íntima es María Rosa, Rosi para los amigos, que trabaja de dependienta en la mercería más antigua de la ciudad y que es algo mayor que ella. Le envía un recado para verse antes de la jornada vespertina. Primero le pide que guarde el secreto de lo que va a contarle y luego, sin ninguna clase de preámbulo, le hace un resumen de la declaración de Julio.

   - … y eso es lo que me dijo. Le he dado mil vueltas y lo único que he conseguido es un buen dolor de cabeza. Sigo sin saber qué hacer.

   -Chica, me dejas de piedra. Así que Carreño te ha pedido en matrimonio. Nunca me lo hubiese imaginado. Porque vaya cambios que ha dado, desde ser el tenorio más conocido de Plasencia, a cortejar a una hija del doctor Lavilla, y ahora a declararse a Julia Manzano.

   -¡Rosi, por amor de Dios, tómatelo en serio! Te he llamado para que me ayudes, no para que hagas bromas a mi costa. ¿Si estuvieses en mi lugar qué harías?

   -Ya me gustaría estar en tu lugar, bonita, pero ni mi Plácido ni mi hijo me iban a dejar –al ver el gesto contrariado de su amiga, Rosi cambia de registro-. De acuerdo, se acabaron las bromas. Vamos a ver, o yo no te conozco o tienes tanta vocación de soltera como una novicia de cabaretera. Por tanto lo que tienes que hacer es casarte. Las dos sabemos que no es tu príncipe azul, pero tampoco está tan mal.

   -Pero no le quiero.

   -Perdona que me muestre dura, pero alguien ha de decirte las verdades del barquero. Carreño, aunque se ha puesto algo fondón no está mal, sigue siendo un buen mozo. ¿Qué no le quieres? Pues muy bien, no te cases con él, siempre tienes a mano a alguno de esos palurdos que te ponen ojitos de cordero degollado. De ninguno de ellos estás enamorá, pero piensa que entre esos garrulos y Julio no hay comparación posible. ¿Tienes algún otro pretendiente que desconozca?, ¿no?, pues ya sabes, no hay más cera que la que arde.

   -No sé por qué te cuento mis problemas. A veces me da la impresión de que en lugar de ayudarme me los restriegas por la cara.

   -No, Julia, no. Estás equivocá, me confundes con alguna otra amiga. Yo te quiero bien, creo que no hace falta que te lo diga. ¿Desde cuándo nos conocemos? Desde que llegaste, hecha una paleta, a la ciudad, ¿te acuerdas? Has sido la mejor de mis amigas y me gustaría que lo siguieras siendo, pero alguien ha de decirte las verdades. ¿Te ves llevando una vida cómo la que llevo?, ¿te gustaría?, ¿crees que a mí me gusta? Tú no estás hecha pa una vida así de aperreá. Tú necesitas un hombre de la clase del droguero, del que todos aseguran que acabará haciendo fortuna.

   -Sí, pero el amor…

   -Mira, bonita de cara, creo que ya va siendo hora de que entierres las ilusiones juveniles y dejes de comportarte como una niñata. Hazte un favor: olvídate de una puñetera vez de tus sueños de adolescente y pórtate como lo que eres, una mujer hecha y derecha. Y no tires a la basura la que puede ser una oportunidad inmejorable. Sé realista, las dependientas no tenemos tantas opciones, y la que ahora se te presenta la puedes considerar como un regalo del cielo. ¿Sabes qué?, me voy a comprar el vestido más caro que encuentre en Cáceres pa tu boda, porque espero que me invites y no es cuestión de desentonar. 

   Tampoco su amiga Rosi le ha ayudado a resolver el crucial dilema que la atormenta. El tiempo se agota para Julia, al día siguiente vence la moratoria que le dio el mañego y continúa sin saber qué hacer. Lo que le pide el cuerpo es decirle que no, que todavía es muy joven para tomar una decisión de ese calibre. El matrimonio es para toda la vida y casarse sin estar enamorada puede ser el mayor error que cometa. Sabe que a su edad son mayoría las jóvenes que se desposan, pues esa es la costumbre, para luego convertirse en criadas de sus maridos, en cuidadoras de sus hijos y en las fregonas de la casa. Se dice que con Julio, eso no tiene que ser forzosamente así, pero tampoco está tan segura. También piensa en su trabajo, si acepta la propuesta de Julio, ¿qué pasará con su empleo en la tienda del Bisojo? No cree que pueda seguir desempeñándolo. ¿Cómo va a compaginar ser la novia del mayor competidor de su patrón y al tiempo la encargada de la tienda que compite con la de su novio? Tendrá que dejar de trabajar y eso es algo que no le apetece nada, le ha cogido gusto a lo de ser encargada y a dirigir el negocio como crea. Julio le cae bien, le considera y le respeta, pero también hay en él rasgos que no le gustan. Le revienta que sea un donjuán o, al menos, que lo haya sido, porque en los últimos tiempos cuentan que ya no visita otras camas que las de los burdeles de la ciudad. Y si es cierto aquello de que la cabra siempre tira al monte, ¿quién le dice que como los instintos son más fuertes que la razón no acabará volviendo a las andadas? Y tampoco le gusta nada que siga jugándose dinero a las cartas. Doña Pilar le explicó una vez que la ludopatía es el vicio que más cuesta erradicar, que aunque pasen los años los ludópatas continúan atados a su vicio. Al pensar en su maestra, una idea altera el monólogo. ¡Doña Pilar!, ¿cómo no ha pensado en ella?, es lo más parecido a una madre que tiene a mano. Siempre le ha aconsejado bien, aunque… también es la madre de Julio, lo que la convierte en un arma de doble filo, pero… ¿y qué puede perder si le consulta sobre la petición de su hijo? Entonces recuerda la expresión que usó Julio en su declaración: de perdidos, al río. Y en ese momento toma la decisión: hablará con doña Pilar, será su última bala.

   Pese a todo torna a repensarse lo de hablar con su mentora. Sabe el inmenso cariño que profesa a su hijo pues, al fallecer su marido cuando Julio era un niño, ha tenido que hacer de padre y madre. Y a lo mejor, Julio ya le ha contado lo que pasa… Bueno, ¿y qué?, se dice, si doña Pilar ya sabe lo que pasa me ahorro la explicación. Finalmente, se decanta: la maestra será su última bala.

   -Pilar –Tras mucho insistir la maestra ha logrado que le apee el tratamiento, pero Julia sigue hablándole de usted, no lo puede remediar-, ¿le ha contado Julio lo que le pasa?

   -No me ha dicho nada, pero intuyo que algo anda mal. ¿No te has fijado que en las últimas semanas está como ido?

   Julia le cuenta a Pilar lo que está ocurriendo y no se deja nada en el tintero. Le explica que ha hablado con su hermana y con su mejor amiga, pero sigue sin saber que repuesta darle. Por eso quiere conocer su opinión. La maestra la ha escuchado, entre el asombro y la esperanza, pero no la ha interrumpido en ningún instante. Piensa que es casi un milagro que el tenorio de su hijo haya ido a enamorarse de la persona a quien más quiere después de él. Como madre le duele que Julio no le haya contado su mal de amores, y también entiende las dudas de la muchacha teniendo en cuenta que ella no le ama. Solo cuando la joven termina su narración le pregunta.

   -¿Y qué te han aconsejado Consuelo y Rosi?, si puede saberse -Julia que no esperaba tal pregunta se siente decepcionada, pero responde.

   -Que lo acepte, aunque no esté enamorada de él.

   -¿Julio te desagrada de alguna manera?

   -En absoluto, me parece un hombre con muchas cualidades y posiblemente pueda ser un buen marido y un mejor padre, pero…

   -Pero no le quieres y en los sentimientos no se manda. Mira, Julia, está es la conversación que más he deseado mantener contigo y ahora que está ocurriendo no sé muy bien qué decirte, quizá tendría que pensarlo más detenidamente.

   -No tengo tiempo, mañana he de contestar a Julio.

   Pilar vuelve a quedarse pensativa, pero solo breves instantes.

   -En este asunto no sirven las prisas, querida chiquilla. Si Julio ha esperado treinta y tres años a decidirse a dar este paso, también podrá esperar unos días o unas semanas, lo que sea necesario. Tanto tú como él tenéis que valorar que en este envite os jugáis mucho, muchísimo, no solo vosotros sino también los que os queremos. Y no querría dar un paso en falso antes de darte mi parecer. Vamos a ver, Julia, ¿tienes algún inconveniente de que hable con mi hijo antes de darte mi opinión?

   Julia vacila, lo que le pide su maestra no es lo que esperaba de ella. Creía que doña Pilar, al igual que hicieron Consuelo y Rosi, le hablaría de los pros y contras de aceptar a Julio, pero su mentora ha salido por donde menos esperaba. Pilar intuye el titubeo de la muchacha y se adelanta.

   -Verás, Julia, no hay nada que me gustaría tanto como veros desposados. Te confieso que en más de una ocasión lo he soñado y ha sido el sueño más placentero que he tenido. Sois las dos personas a las que más quiero en el mundo y sería mi mayor felicidad veros convertidos en marido y mujer, pero hay un obstáculo determinante, tú no le quieres y eso es algo concluyente. Si solo pensara en mi hijo te diría que lo aceptes a ojos cerrados, pero también te quiero a ti. Y porque os quiero a ambos, y deseo con toda mi alma que seáis felices, es por lo que necesito más tiempo para reflexionar y hablar con la otra parte, de ahí que ¿me das tu permiso para hablar con Julio antes de pronunciarme?

   No era la última bala, se dice Julia tras dar su permiso a Pilar, era la penúltima.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 97. Si no eres casto, se cauto