"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 9 de junio de 2015

5.10. El trayecto Senillar-Valencia



   En el café de Alejandro el Pipa el tema central de las tertulias, una vez terminada las cotidianas partidas, es casi siempre el mismo: el fútbol. Los que escucharon el partido por la radio cuentan a los demás tertulianos el triunfo del Real Madrid en la Copa del Generalísimo, al ganar por tres a uno al Valencia en el estadio barcelonés de Montjuich. Aunque en esa tarde del verano del cuarenta y seis las noticias que suscitan más comentarios son dos de alcance económico puesto que afectan a todos los bolsillos. Una es que, a primeros de julio, el Consejo de Ministros acuerda aumentar el racionamiento del pan empezando por las cartillas de tercera categoría.
- ¿Y de cuánto es la subida?
- Según el periódico, la ración sube a doscientos cincuenta gramos.
- Pues tampoco es que se hayan estirado mucho.
- Bueno, también dice el Gobierno que esa cifra podrá aumentarse en la medida que la cosecha de trigo mejore.
- Si es que con la jodida sequía llevamos unos años con unas cosechas que no alcanzan para nada.
- Habrá que dar por descontado que el pan del racionamiento seguirá sin ser blanco.
- ¡No te fastidia, pues claro! El que quiera pan blanco ya sabe adónde tiene que ir a buscarlo, a casa de los estraperlistas.
- Que seguirán haciéndose de oro. Y los que vivimos de un sueldo continuaremos pasándolas moradas para terminar el mes – se queja Clavé el telegrafista que, como casi todos los asalariados, se las ve y se las desea para salir adelante.
   La otra noticia económica es que la gasolina deja de ser un producto sujeto a estricto racionamiento y se decreta su libre comercialización. El precio de venta del combustible se fija en dos pesetas por litro y ese coste, que se considera escandaloso, es el que provoca la diatriba que está soltando Pepe Traverso, uno de los transportistas locales:
- No hay derecho. ¿Cómo tienen los santos huevos de poner la gasolina a dos pesetas? Con el combustible a ese precio, ¿a cuánto tendremos que subir los portes? Estos desgraciados se van a cargar el transporte por carretera. Claro, lo que les interesa es otra cosa...
- ¿Y qué es esa otra cosa? – pregunta uno.
- Os lo voy a decir: lo que le interesa al gobierno es favorecer el transporte por ferrocarril, por eso la subida escandalosa de la gasolina y el gasoil.
- ¿Y por qué le tiene que interesar al gobierno favorecer al tren?
- ¡Joder, pareces tonto! El motivo es más claro que el agua. ¿Quiénes son los propietarios de los camiones? Pues pequeños empresarios como yo, que a partir de ahora se las van a ver putas para poder sacar su negocio adelante. En cambio, ¿quién es el propietario de la RENFE? El gobierno. La cosa está más clara que la luz del día.
   Superando a esas noticias, lo que de verdad ha encendido de entusiasmo al pueblo es que el mejicano Carlos Arruza ha vuelto para torear por segunda vez en las fiestas de agosto. El día anterior a su visita lidió una corrida en Valencia y uno de los morlacos le pegó un puntazo en el pecho del que aún se resiente. Previendo que no pueda trastear al novillo que le han preparado, ha venido acompañado de otro matador, Julio Pérez el Vito, a quien acaba de dar la alternativa. La plaza revienta de personal, no cabe ni un alfiler en los carros que conforman el ruedo y en los balcones y ventanas que dan al rústico e improvisado coso. El diestro mejicano se ha convertido en el ídolo local por excelencia. La pasión levantada el año anterior es una nimiedad comparada con el paroxismo y la locura que ha despertado este año. Carlos ha tenido un detalle más: aprovechando que ha venido de Méjico su mamasita, como cariñosamente la llama, la ha convencido de que rompa el tabú, que se ha autoimpuesto su madre, de no ir a la plaza cuando su hijo es uno de los que forman el cartel. Doña Cristina Camino estará en el coso viendo torear a su hijo por primera vez. La sientan en el palco del Ayuntamiento, entre Fermín de Belda y Paco Vives. Las faenas de los diestros, que visten traje campero, resultan flojillas, pero ambos reciben los máximos trofeos entre olés, vivas y bravos. Las palmas echan humo y si fuera por los espectadores los toreros hubiesen dado un millón de vueltas al ruedo. Antes de marcharse los miembros de la comisión organizadora del evento le insisten al matador que el próximo año le esperan y que le van a montar una fiesta hispano-mejicana por todo lo alto, van a traer hasta mariachis y una vocalista que canta rancheras mejor que Jorge Negrete.                                                         

   La carretera nacional que atraviesa el pueblo, y gracias a la cual han conocido al diestro mejicano, es motivo de orgullo para los lugareños que alardean de que su pueblo tiene buenas comunicaciones. En la realidad no lo son tanto. Solo dos transportistas realizan pequeños portes a los pueblos cercanos y a la capital. Y únicamente un par de empresas de transportes prestan servicios de viajeros entre el pueblo y la capital. Hay otro medio de comunicación: el ferrocarril, pero a la gente los aproximadamente ochocientos metros que separan el centro de la villa de la estación les parece una considerable distancia; el resultado es que pocas personas utilizan el tren, solo los familiares de aquellos que trabajan en la RENFE. En cambio, el coche de línea, como el pueblo llano denomina al autobús que enlaza el pueblo con la capital, sale del mismo centro de la localidad, de las Cuatro Esquinas, que junto con la Plaza Mayor conforman el corazón de la villa. Por eso es habitual la escena de hoy. Apenas faltan unos minutos para que el reloj del campanario marque las ocho de la mañana, pero ya hay un grupo de personas que aguarda la llegada del coche de línea que cubre el trayecto Albalat-Senillar-Valencia. La mayoría son adultos que van al mercado que los lunes se celebra en la capital. Es el más popular de la provincia, tanto que cuando se dice voy al mercado todos sobreentienden de cual hablan. De ahí que los lunes, los autobuses de primeras horas de la mañana con destino a la ciudad van abarrotados. En el mercado hay, básicamente, dos zonas netamente diferenciadas: la de ropa, complementos y cachivaches y la de frutas y verduras. En la zona de ropa se pueden encontrar prendas de marca de temporadas anteriores o con alguna tara a precios muy baratos, o ropa sin marca aún más económica. En la zona de las verduras, son los propios huertanos los que ofrecen sus productos, frescos y a mucho mejor precio que en cualquier verdulería. El único inconveniente que tiene el mercado es su dependencia del tiempo. Al ser al aire libre, cuando llueve todo el mundo sale corriendo, y en verano se pasa un calor casi insoportable, a pesar de los toldos tendidos entre los puestos.
   Además de la gente mayor, un reducido grupo de muchachos también espera el autobús. Son chicos que estudian en la ciudad o en el instituto de bachillerato de la vecina Benialcaide. El floreciente cultivo del boniato y el dinero que genera el estraperlo han sido los causantes de que unas pocas familias se hayan planteado darles estudios a sus retoños para que sean algo en la vida, como suelen repetir. También hay algunos poquitos padres que, aunque no naden en la abundancia, hacen un meritorio esfuerzo para que su prole tenga un título con el que ganarse la vida. En el pueblo solo se puede cursar la enseñanza primaria o el bachillerato por libre, lo que siempre resulta particularmente duro. Si se quieren realizar otros aprendizajes hay que desplazarse fuera. Una de las estudiantes que aguarda el autobús, Beatriz Villangómez, que es la mayor de todos y que está preparando las oposiciones de magisterio en una academia de la ciudad, se aparta del grupo de jovencitos que la rodean al ver acercarse a Lolita.
- Buenos días, Lolita. ¿Dónde vas?
- A Valencia, tengo que visitar algunos almacenes para reponer existencias.
- ¿Te importa si me siento contigo?
- Ya puedes imaginarte que no, Bea, pero creo que deberías hacerlo con tus amigos. Fíjate con que desconsuelo te miran en cuanto les has dejado.
- No son más que unos críos. Prefiero ir contigo y que me cuentes esas historias de cuando la guerra que sabes contarlas como nadie. Ah, terminé la novela que me dejaste, me encantó, ¡qué bonitas son las historias de amor!
- En la literatura, quizá; en la vida real, las historias de amor provocan más penas que alegrías; o sea, que de bonitas lo justito – es la amarga respuesta de Lolita.