"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 24 de noviembre de 2015

9.8. Eso no es una obra, es toda una orquesta



   Una vez superado el desconcierto por la agresiva actitud de su esposa y de su intemperante pregunta, Gimeno le explica a Lola las principales actividades que desarrolla la Obra Sindical de Educación y Descanso, obra que el Gobernador quiere que dirija.
- Te dará una idea de la importancia de Educación y Descanso los departamentos que la componen: deportes, extensión cultural, turismo social, promoción, orientación y programación, inversiones, además de poseer una red de residencias.
- ¡Virgen del Amor Hermoso, eso no es una obra, es toda una orquesta! ¿Y en cada uno de esos departamentos qué es lo que se lleva a cabo? Porque la simple enumeración no basta para hacerse una idea.
- Se hacen actuaciones muy variadas. En deportes se realizan campeonatos y concursos de todo tipo que tienen su exponente anual en las demostraciones sindicales del uno de mayo. La sección de extensión cultural agrupa coros, bandas de música, rondallas, teatro, agrupaciones folclóricas para recoger las canciones y danzas más tradicionales, etcétera. Ahí me podrías ayudar muchísimo.
- ¿Y eso es todo?
- No, mujer. También están los concursos literarios, los fotográficos, la creación de grupos de cineclub…Y el departamento de turismo social permite a los trabajadores recorrer España y hasta visitar el extranjero. Asimismo, están los hogares del productor que son centros de reuniones laborales y culturales. También las residencias de verano, sobre ellas me ha comentado Germán que podríamos veranear gratis. Imagínate que chollo.
-¿Y tú qué sabes de cosas tan dispares como deporte, concursos fotográficos o bailes folclóricos?
- Lo sabes igual que yo, poco o nada.
- ¿Y quieren que dirijas una organización de cuyas actividades no tienes ni idea? ¿Pero en qué país vivimos?
- Ten en cuenta que no es imprescindible ser un experto en las materias o actividades que lleva a cabo Educación y Descanso. Es suficiente con tener capacidad organizadora, que creo que la tengo, y ser persona de confianza del mando, y lo soy. Por tanto, sí estoy cualificado para dirigir esa organización y, si me apuras, cualquier otra.
- ¿Y ese cargo supone que tendrías que dejar la secretaría de la cooperativa?
- Por descontado. El puesto exige dedicación total. Y tendríamos que irnos a vivir a Valencia.
   Esto último era lo que Lola estaba temiendo oír.
- ¿Has pensado en lo que puede significar ese cambio? – inquiere la mujer.
- Lo he pensado, pero muy por encima. Y por supuesto, no pensaba tomar ninguna decisión sin hablarlo contigo y sin que de común acuerdo adoptemos la resolución que sea mejor para los tres.
   Tras esta última frase, se produce una pausa en el diálogo. Da la impresión de que ambos cónyuges se dan un tiempo para madurar su posición. Gimeno es consciente de que el cargo que acaban de ofrecerle, además de las múltiples posibilidades que conlleva, podría convertirse en trampolín para saltar a otros puestos más importantes. No es lo mismo estar en el núcleo dónde se cuecen todos los asuntos políticos de la provincia que en un pueblecito alejado del auténtico poder. Las posibilidades de seguir promocionando se multiplicarán estando en la capital y más con la mujer que tiene. La capacidad para el análisis y el talento estratégico de Lola unido a su habilidad para el cabildeo pueden reportarles jugosos dividendos. Piensa también en su hija: evidentemente tendrá mejores posibilidades para estudiar y relacionarse si viven en la ciudad que en el pueblo. Ahora bien, si acepta el puesto la cara negativa será que de ser el número uno del pueblo pasará a convertirse en uno más de los muchos mandos intermedios que pululan por la capital. Todos esos pensamientos le traen a la memoria una frase hecha: se trata de elegir entre ser cabeza de ratón o cola de león. A bote pronto parece que es mejor ser cabeza que cola, pero un análisis más profundo le lleva a la conclusión que en este caso no es así. En el pueblo ya alcanzó todo el poder posible, se acabaron los retos y, por tanto, también los esfuerzos para superarse. Terminará acomodándose a la situación y convirtiéndose en otro Benjamín Arbós. ¿Eso es lo que quiere? Su cabeza le dice que no. Si acepta la propuesta tendrá que plantearse nuevos retos, esforzarse, pelear, sentirse más vivo. Está convencido de que tiene dotes para llegar más arriba en el mundo político y en el profesional, pero si no los pone a prueba nunca podrá confirmar su intuición. Su análisis le inclina a aceptar la propuesta.
   Por su parte, Lola se encuentra angustiosamente turbada. Siempre pensó que le gustaría marcharse del pueblo, vivir en otros lugares, conocer nuevas gentes, tener otras amistades… y ahora que dicha posibilidad puede convertirse en real no parece que la haga muy feliz. De ahí su turbación y hasta su desconcierto porque es consciente de que su malestar ante el posible cambio no nace de la cabeza sino del hondón dónde anidan los sentimientos más profundos. Trata de ser lógica, de analizar el problema con frialdad, de olvidarse de los oscuros impulsos que le empujan a oponerse al cambio. Es consciente de que la carrera política y hasta profesional de su marido puede recibir un considerable impulso si se van a la capital, además la niña tendrá más posibilidades de todo tipo viviendo en la ciudad que en el pueblo. Entonces, ¿por qué esa desazón cuándo contempla el posible cambio? Es verdad que hay motivos objetivos para oponerse al traslado. Tendría que dejar sola a su madre que empieza a estar mayor. Tendría que dejar la tienda y duda de que su madre sea ya capaz de llevarla sola. Tendría que despedirse de sus amigas, de su pasado, de sus recuerdos; no, eso no, los recuerdos se llevan encima allá donde estés. Dejaría de ser la mujer casada con el hombre más poderoso del pueblo…. De pronto su mente echa la vista atrás y recuerda la de veces que imaginó su vida con Rafael: terminaría la carrera de ingeniero, se casarían y se irían a vivir donde él trabajara. Podía ser cualquier lugar del país o del extranjero, a miles de kilómetros del pueblo, y eso nunca le importó. Este último pensamiento le revuelve el estómago: acaba de descubrir cuál es la real causa por la que no quiere marcharse del pueblo.                                                                   
   La discusión del matrimonio es la más dura que han tenido desde que se casaron. Ha comenzado de forma suave y ha ido subiendo de tono. José Vicente ha desgranado las razones para aceptar la propuesta poniendo por delante las ventajas que reportaría para madre e hija. Lola ha contrapuesto sus argumentos sobre los inconvenientes que supondría irse en estos momentos. Es perfectamente consciente de que son muy débiles al lado de los su marido, pero no encuentra otros mejores.
- ¿Qué vas a dejar sola a tu madre? – contraataca José Vicente -. Cualquiera diría que es una anciana. Está perfectamente de salud y no tiene ningún problema para vivir sola. De hecho lo está haciendo desde que nos casamos que, por cierto, fue idea tuya. En cuanto a la tienda, estoy cansado de oírte decir que para las ganancias que da no pasaría nada si la cerrarais. Si esos son todos los motivos que tienes para que no acepte el puesto…
- Hay más – contrataca Lola -. Leito es muy pequeña y necesita tener siempre alguien que la vigile y la cuide cuando yo no estoy. Aquí, tengo a Laurita, a mamá y, si hace falta, mis amigas me echan una mano. En Valencia no tendría ninguna de esas ayudas.
- ¡Por Dios, Lola!, ¿pero qué dices? No tendrás a tu madre ni a tus amigas, pero sí a Laurita.
- Dudo mucho de que quiera irse del pueblo.
- Pues buscaremos otra muchacha. Ese no es el problema.
   La discusión se atasca y se vuelve más agria por momentos. Los pros y contras de la oferta rebotan como si el trinquete de un frontón se interpusiera entre ambos cónyuges.