"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 29 de abril de 2016

22. Dejemos en paz a Kipling



   Tal como habían quedado, el día diecinueve los jubilados metidos a detectives se reúnen en casa de Grandal para que el anfitrión les cuente el plan de trabajo. Para esta primera sesión el excomisario tiene unas intenciones más didácticas que otra cosa, para ello ha repasado sus propias notas de un seminario sobre criminalística que impartió durante varios cursos en la Escuela Nacional de Policía de Ávila.
- Antes de meternos en harina, creo que es necesario explicaros algunas nociones elementales sobre criminalística. Se trata de una disciplina que usa un conjunto de técnicas y procedimientos de investigación cuyo objetivo es el descubrimiento, explicación y prueba de los delitos, así como la verificación de sus autores y víctimas – A continuación Grandal se extiende sobre las técnicas y procedimientos criminalísticos hasta que se da cuenta de que sus oyentes no le están prestando demasiada atención -. Me da la impresión de que no estáis atendiendo.
- Lo siento, Jacinto – se disculpa Álvarez -. No sé si Manolo y Amadeo están entendiendo lo que nos explicas, pero confieso que yo soy incapaz de seguirte.
   Grandal ya sospechaba que los tres vejetes no tienen las mismas capacidades que sus alumnos de Ávila. Tendrá que volver a intentarlo, pero rebajando el nivel técnico de sus explicaciones. El resultado es idéntico, al cabo de unos minutos constata que otra vez sus contertulios están perdiendo interés en lo que está explicando.
- Mira, Jacinto - Ponte, que ha percibido la desazón de Grandal, intenta justificar la situación -, creo que a mí me está pasando algo de lo que decía antes Luis, que no soy capaz de seguirte. Todo eso de la investigación criminal son conocimientos que, de algún modo, nos superan. Ten en cuenta que nuestras respectivas vidas profesionales han estado muy alejadas de la actividad policial. Ni Amadeo en su ferretería, ni Luis en el Canal, ni yo en Iberdrola jamás nos tuvimos que enfrentar a casos delictivos y si alguno ocurrió no tuvimos que investigarlos, para eso estaba la policía.
- Entonces, ¿qué propones, que deje de explicaros algunas de las reglas básicas que tendríais que saber si de verdad pretendéis que desentrañemos este robo? – inquiere Grandal, un tanto molesto al constatar su fracaso como profesor.
- Esas que llamas reglas básicas son harto complicadas para nosotros. Quizá nos bastaría con saber algunas normas mucho más elementales para aplicarlas al trabajo de investigación – insiste Ponte.
   Ballarín, que hasta el momento ha estado callado, toma en ese momento la palabra.
- No sé si viene a cuento, pero en cierta ocasión un representante de una empresa de tornillería me enseñó unas reglas muy simples que me han sido muy útiles en mi trabajo. Claro, no es lo mismo investigar un robo como el del furgón que organizar una determinada sección de una ferretería, pero creo que lo que me explicó aquel tipo se podría aplicar también a la investigación.
- ¿Y cuáles son esas reglas? – quiere saber Álvarez.
- Pues cuando te surge un problema o te encuentras ante alguna cosa que quieres organizar has de comenzar planteándote unas preguntas sobre el problema o asunto en cuestión. Las preguntas son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué. Las correspondientes respuestas te señalan el camino que has de seguir.
- Tiene razón Amadeo – confirma Ponte -. Me había olvidado del poema de Kipling – y recita -: Seis honrados servidores me enseñaron cuanto sé; sus nombres son cómo, cuándo, dónde, qué, quién y por qué. Lo escribió un poeta angloindio que también fue periodista llamado Rudyard Kipling.
- ¡Lo que me faltaba oír, mezclar la criminalística con la poesía! – exclama Grandal -. ¿De qué nos va a servir una poesía para investigar? Dejemos en paz a Kipling que aquí no se le ha perdido nada.
- Ese poema me lo enseñó hace años – se explica Ponte - mi hija Clarita que, como sabéis, estudió Ciencias de la Información. En periodismo se las conoce como las seis w, aunque hay una que empieza por h. En la facultad les enseñaron que para que un informe sea considerado completo debe responder a una lista de verificación de esas seis preguntas, cada una de las cuales comprende una de las palabras interrogativas del poema.
- Muy bien, pero aquí no tratamos de escribir ninguna crónica ni artículo, lo que pretendemos es llevar a cabo una investigación policial – rebate Grandal.
- Lo que acaba de afirmar Manolo va a misa – afirma Ballarín -. El uso de esos seis servidores, yo desconocía que era un poema, sirve para mucho más que para redactar una información. Y os lo voy a demostrar con un hecho que me ocurrió cuando trabajaba en mi ferretería, en ese caso el problema era almacenar un gran lote de tornillos que acababa de comprar.
- ¿Y por qué precisamente tornillos? – inquiere Álvarez con un tonillo ligeramente impertinente.
- Porque hay tantos tipos de tornillos que hacen que la tornillería sea un mundo en sí misma. Solo por sus características básicas los tornillos se pueden clasificar en cientos de tipos. Según el diámetro exterior de la caña, el tipo y paso de rosca, el sentido de la hélice de la rosca, el material de que están hechos, la resistencia mecánica que tienen, el tipo de cabeza, si son para madera o para chapa metálica… Podría estar una hora enumerando clases y tipos de tornillos y no acabaría. Bueno, pues un día hice un gran pedido de tornillos porque había una fábrica que, a punto de cerrar, estaba vendiendo grandes lotes a precios de saldo.  El volumen del pedido fue tal que tuve que reorganizar la superficie del almacén y hasta la de la tienda para dar cabida al nuevo stock. No sabía cómo hacerlo, hasta que el viajante que me había vendido el lote me dijo lo de las seis preguntas a plantearse. Las mismas que Manolo ha dicho del poeta ese. Pues bien, aplicando esas preguntas y sus correspondientes respuestas el trabajo organizativo fue mucho más eficaz, cómodo y rápido de lo que imaginé al principio. De ahí que piense que, para empezar, nos podría servir también a nosotros.
   Grandal mueve la cabeza haciendo un gesto negativo.
- No lo veo claro. Tengo todas las dudas del mundo de que esas preguntas nos sirvan de algo.
Por ejemplo: sabemos qué hay que investigar, sabemos cuándo y dónde, ¿quién?, pues nosotros, ¿por qué?, porque nos sale de las pelotas. Y ¿cómo?, esa es la pregunta del millón y es lo que pretendo explicaros y no habéis querido entenderme.
- Jacinto, no es justo eso que dices. No es cierto que no hemos querido entenderte, más bien tendrías que decir que no hemos sabido – se excusa Ponte.
- La verdad es que entre unos y otros la hemos liado parda. Jacinto con lo de la criminalística, Amadeo y Manolo con los versos del tío ese de las seis preguntas y al final, ¿hemos adelantado algo? Nada, ni pizca. – se lamenta Álvarez.
   Un silencio incómodo se cierne sobre los reunidos, son conscientes de que lo que acaba de resumir Álvarez se acerca mucho a lo que les está pasando. Grandal ha estado reflexionando y se da cuenta de que su posición respecto a la investigación del robo ha cambiado. Ahora, la idea le va pareciendo más atractiva por momentos, podría ser una ocasión pintiparada para comprobar si sus dotes detectivescas se han enmohecido o siguen tan frescas como antaño. Por eso es quien propone una salida al impase al que parecen haber llegado.
- Lo que dice Luis es cierto, no vamos a ninguna parte si nos enfrentamos por una cuestión de método. Os propongo que nos olvidemos de unas pautas predeterminadas y que vayamos solucionando los problemas a medida que vayan apareciendo. Aplicaremos el sentido común y en cada momento si alguien propone una determinada forma de encarar un problema en la que estemos los cuatro o, al menos tres, de acuerdo será la que pongamos en práctica. ¿Os parece bien?
   La propuesta es aceptada unánimemente. Acaban de poner los primeros cimientos de la investigación del robo y, algo más importante aún, han constatado que son capaces de debatir asuntos sin tensionar excesivamente la armonía del grupo, así como de llegar a acuerdos desde puntos de vista encontrados. Son buenas noticias que Ponte sintetiza en una frase:
- ¡Caballeros, ya somos un equipo!