"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 26 de mayo de 2015

5.6. Eres maquiavélica



   Gimeno ha encontrado en Lolita la persona a la que puede contar sus dudas y a quien pedir opinión sobre casi todo, incluidas las cuestiones políticas. Ya metido de lleno en el camino de las confesiones, se sincera con la joven y ante su pregunta de ¿qué quieres hacer con tu vida? le da cumplida respuesta: le ha cogido gusto a la política, quiere ser el número uno del pueblo, quiere ser quién decida también en el Ayuntamiento, para ello ha de ser alcalde y al mismo tiempo necesita desprenderse de la tutela de los Arbós. Todo eso para empezar y luego, ¿quién sabe?, dar el salto a un puesto de más responsabilidad y mayor futuro en el ámbito provincial y al mismo tiempo mejorar profesionalmente.
- ... y eso es lo que quiero. Otra cosa es que pueda conseguirlo.
   Lolita no se sorprende demasiado sobre lo que está oyendo. Intuía las ambiciones políticas de su amigo, pero no creía que tuviera proyectos de futuro tan firmes. A sus ojos, Gimeno crece, es más maduro y luchador de lo que suponía, por eso su respuesta es la que es:
- Si pones voluntad y corazón estoy convencida de que lo conseguirás.
- No digo que no, pero ahora que te he abierto mi almario, ¿qué opinas? Sobre el problema concreto del proyecto del desvío.
- En principio, lo del desvío creo que sería positivo para el pueblo, por tanto opino que no deberías de oponerte. Dicho eso añadiré que tengo la impresión de que hay muchas más probabilidades de que la administración rechace la propuesta. El gobierno no tiene un duro, las pocas divisas que ingresa las tiene que gastar en carburantes y en productos de primera necesidad. Dudo mucho de que tenga capacidad para invertir en proyectos que no son prioritarios, como puede ser construir un desvío para un pequeño pueblo como éste.
- Opino lo mismo, pero en cualquier caso aunque digan que no, Vives se apuntará el tanto político de que ha sido quien ha cursado la petición.
- Es cierto y eso habría que contrarrestarlo. Y antes de que me preguntes cómo, te diré que no lo sé. Es cuestión de pensarlo. Posiblemente se te ocurrirá la solución antes que a mí.
   Deciden continuar la charla al día siguiente, a ver si mientras tanto encuentran alguna solución a los dilemas políticos que suscita el proyecto del desvío. Lolita se marcha a su casa excitada. La conversación le ha hecho sentir sensaciones que creía muertas o, en el mejor de los casos, dormidas. Se siente más viva, con más ganas de pelea, con hambre de comerse el mundo. La inmersión que acaba de tener en el escenario de la política real, aunque sea en un contexto tan modesto como el municipal, le ha sentado maravillosamente. Hasta siente un cierto cosquilleo en sus partes íntimas como hacía tiempo que no sentía y lo que le resulta más embarazoso es que nota una ligera humedad en las mismas. ¡Dios mío, se dice, si ahora va a resultar que vuelvo a la adolescencia! Debe de ser eso que algunos llaman la erótica del poder, piensa. Hacía mucho que no se lo pasaba tan bien, desde los añorados días de sus primeros años con Rafael. El recuerdo le cambia el semblante y su cara adopta, casi como si fuera un acto reflejo, la máscara de hosquedad y acritud que ha sido la constante en los últimos tiempos.
   Gimeno se queda en el despacho pensando por enésima vez que las mujeres en general y Lolita en particular son como esos arcones que te encuentras en los desvanes de la casa de los abuelos llenos de misterios y sorpresas, nunca sabes que vas a encontrar en ellos. Te puedes topar con una tonta de pomelo como la niña del tío Braulio, con una tímida discreta y amable como Merceditas la Estanquera o con una leona, toda energía y astucia, como ha demostrado ser Lolita. Tener al lado una mujer con ese empuje sería tanto como contar con una bandera de la Legión o una brigada de panzers: el éxito al alcance de la mano. ¡Qué lástima que le caiga tan mal como hombre! Porque es verdad que se han hecho muy amigos, pero nada más. Debe de tener razón Guillermo, se dice, puede que siga encoñada con el guaperas de Rafael Blanquer, que será un figurín pero también es tonto de baba, porque ya me dirás el trueque que ha hecho el fulano: cambiar a una tigresa como Lolita por una caniche como Pepita, por muchas fincas que vaya a heredar.
   Al día siguiente vuelven a encontrarse. Gimeno es el primero en confesar:
- Te soy sincero, no se me ha ocurrido nada que sea medianamente potable.
- Algo parecido me ha pasado. Solo un par de simplezas.
- A ver, cuéntamelas.
- Pues verás. Antes que nada, me reafirmo en que el desvío es algo bueno para el pueblo, por tanto no deberíamos torpedear el proyecto allí donde reside la capacidad para llevarlo a cabo; es decir, en Madrid o, en su caso, en Valencia. Algo distinto es que, tanto si se realiza como no, podemos utilizar su efecto propagandístico para llevar el agua a nuestro molino – y ya lanzada en su exposición política, Lolita sigue argumentando -. ¿Qué habría qué hacer? Si aprueban el proyecto, algo poco probable, habría que lanzar el rumor de que la construcción del desvío traerá al pueblo más inconvenientes que soluciones. Problemas del tipo de indemnizaciones por las expropiaciones, que estarán muy por debajo del valor real de las fincas, perderán los comercios del centro que ahora se benefician con el tráfico, etcétera. Y, lo más importante, los rumores a la contra: los únicos beneficiados serán los de siempre, Vives y sus amigos. Ahí funciona lo que te dije ayer, lo de los tuertos y los ciegos; es decir, algo tan español como la envidia.
- Oye, pues para ser una simpleza es de lo más retorcido y astuto que he escuchado. Si hubieras leído a Maquiavelo no lo habrías hecho mejor.
- Lo leí.
- Lolita, eres..., eres la caraba, aunque te tratara mil años seguirías sorprendiéndome. Anoche pensaba en ti; bueno, en lo que habíamos hablado, y te comparaba mentalmente con un arcón de esos de los abuelos en los que te encuentras lo que menos podías imaginar. Y en tu caso todas las sorpresas que deparas son a cual mejor. Si estuvieras de premio en una tómbola – dice con una amplia sonrisa para paliar la seriedad de su parrafada anterior – ten por cierto que sería el que me pediría.
- Bueno, ya solo me faltaba eso, que me rifen en una tómbola – también contesta humorísticamente, pero evidentemente halagada al detectar que los elogios de su amigo rezuman sinceridad a quintales.
- Bien. Has pensado una sugerencia soberbia sobre qué hacer si aprueban el proyecto. Ahora, por favor, cajita de las sorpresas, cuéntame la otra que se le ocurrió a esa cabecita tan maravillosamente amueblada que tienes.
- Eres incorregible, José Vicente, que forma de tomarle el pelo a una pobre muchacha como yo, pero te perdono. Pues he pensado otra simpleza, porque no merece otro calificativo. Si deniegan el proyecto tendríamos – Sin darse cuenta ya utiliza el plural de primera persona – que dejar correr el rumor de que la petición ha molestado no solo a los del Ministerio, sino también a Gobierno Civil, motivo por el cual han situado a Senillar en la cola de las localidades solicitantes, no solo para futuros desvíos sino para toda clase de obras públicas. Con lo que Vives y compañía, quizá sin pretenderlo, han podido hacer un daño irreparable al pueblo.
   Gimeno no puede evitar que se le escape un silbido admirativo.
- Lolita, no tengo palabras, de verdad que no sé cómo calificarte. Decirte que eres maquiavélica, en su mejor sentido, se queda corto. El día que decidas meterte en política vas a acabar con todos. No me importa confesar que, a tu lado, el aficionado soy yo.
- Al final has conseguido que me ponga colorada – Y sorprendentemente lo está -. Lo de maquiavélica no me pega ni con cola. Sigo insistiendo que lo más probable es que denieguen la petición. Quizá te preguntes que de donde saco esa impresión. De la simple lectura de la prensa diaria y sobre todo de escuchar Radio París.
- Ah, pero ¿sabes francés? Yo lo estudié en el bachillerato, pero ni lo hablo ni lo entiendo, siempre fui malo para las lenguas. Y hablando de formación, muchas veces tuve la tentación de preguntártelo, pero nunca me atreví, creo que, además de la escuela del pueblo, solo estuviste un par de años en un colegio de monjas cursando cultura general. Tan pocos estudios no se corresponden con la culturaza que tienes. Yo estudié más años y no tengo ni la mitad de tus conocimientos. ¿Cómo es posible que sepas tanto?
- No seas modesto, José Vicente. Sabes mucho más que yo. Además, no sé tanto como dices, mi bagaje cultural tiene más agujeros que un queso suizo. Lo que pasa es que he sido, y sigo siendo, una lectora voraz, leo cuanto cae en mis manos y durante los últimos años he tenido mucho tiempo libre. Encima tengo buena memoria. Si a todo eso añades que uno de mis maestros me inculcó una curiosidad enciclopédica y me enseñó a utilizar los instrumentos para buscar toda suerte de conocimientos, el puzle se completa.
- Lo que cuentas explica las muchas cosas que sabes, pero no por qué eres tan maquiavélica.