"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 7 de mayo de 2021

Libro II. Episodio 91. Un paso adelante


   La mayor de las hermana Lavilla parece molesta porque la benjamina pretende plantear a Julio algo presuntamente relacionado con su vida, pero el mañego la anima a que lo haga.

   -Si me permitís…, os ruego que dejéis a Cristina que me pregunte lo que quiera. Si considero que la posible respuesta no es de recibo que la oigan los castos oídos de unas señoritas no responderé, pero para eso he de escuchar la pregunta. Cris, por favor…

   -Es un rumor que le han contado a mamá. Mejor dicho, no sabemos si es un rumor o un bulo como la Seo de grande, pero en fin… Se dice por ahí que tu madre quiere emparejarte con Julia Manzano, la pupila que vive con ella y que trabaja en la droguería vieja. Que quiere que os caséis, así podrás quitársela al señor Elías y llevártela contigo. Que es un buen arreglo, pues todos salís ganando: tu madre ganará una nuera, tú una esposa y la muchacha un marido. No es mal apaño.

   El rumor deja atónito a Julio, por lo que se da un tiempo para responder. Piensa que la imaginación de la gente a veces te sorprende con maquinaciones que pueden alejarse o no de la realidad, pero que muchas veces tienen un trasfondo de verdad. Antes de contestar fuerza un amago de carcajada como para dar a entender que se ha tomado el rumor a broma.

   -No había caído en ello, Cristina, pero tienes razón, no es un mal apaño. Mejor dicho, lo sería si fuese verdad, pero lamentablemente para las cotillas que se lo han inventado el chisme es absolutamente falso.

   -Pero estarás de acuerdo conmigo –quien habla es María Fernanda, la tercera de las Lavilla- en que hay hechos que dan pie a un rumor como ese. Te pasas los domingos metido en casa con tu madre y esa muchacha y eso no parece muy normal para un hombre soltero y todavía joven.

   Lo del todavía joven le ha escocido a Julio, aunque María Fernanda ha cuidado las formas y le ha calificado así en vez de llamarle solterón.

   -Admito que muy normal no es, pero ¿hay algo mejor qué hacer los domingos?

   -No sé si mejor, pero sí es más del común asistir a los tés del círculo o a los bailes del casino –apunta María Fernanda.

   -Y también a las reuniones o meriendas que algunas familias organizan los domingos –apostilla Maricarmen-. Sin ir más lejos, nosotras daremos una merienda el próximo domingo al que hemos invitado a varios amigos. Tú puedes ser uno de ellos.

   Julio no se lo piensa un segundo.

   -Te tomo la palabra y os agradezco la invitación. ¿A qué hora?

   Durante el tiempo que han estado en el café, todas las Lavilla han intervenido en la charla menos Amparo que no ha abierto la boca. De vuelta a casa, Julio se pregunta si el silencio de la joven ha de interpretarlo como buena o mala señal; tras pensarlo no se ve capaz de discernirlo.

   Llega el domingo y Julio, como acostumbra, almuerza con Pilar y Julia, y hoy también con Etelvina. Tras la sobremesa se despide, aunque les cuenta el motivo de su marcha.

   -Las hermanas Lavilla me han invitado a una merienda que ofrecen esta tarde. No he querido desairarlas y he aceptado la invitación, sobre todo por ti, madre, dada tu amistad con don Enrique.

   -Me parece bien, hijo, es una distinguida familia.

   -Que te diviertas –le desea Julia.

   Al oír a la muchacha a Julio se le ocurre algo en lo que no había pensado.

   -¿Quieres venir?, han invitado a más amigos.

   -Pero a mí, no. Y no sería correcto que me presentara allí por las buenas. Además las conozco muy poco, solo que de vez en cuando entran en la tienda a comprar alguna crema o un perfume. En cualquier caso, gracias por la invitación.

   En casa de los Lavilla se ha reunido un buen puñado de gente joven entre los veinte y la treintena. Hay más varones que féminas por lo que éstas andan muy solicitadas. A la hora de la merienda entra la señora Lavilla seguida de dos doncellas que portan unas bandejas con canapés y medianoches. Julio aprovecha la aparición de la anfitriona para saludarla.

   -Doña Agustina, es un placer volverla a ver. Mi madre le envía saludos, así como para don Enrique.

   -Gracias por las flores, Julio, es todo un detalle por tu parte –y bajando la voz murmura-: Has sido el único que lo ha hecho, lo cual dice mucho de ti.

   Al parecer, la mayoría de los asistentes son habituales a reuniones como la de hoy y todos parecen conocerse. Al ser Julio un invitado inusual recibe más atenciones, especialmente por parte de algunas invitadas. Hay un par de jovencitas que lo han acaparado y no cesan de preguntarle hasta que Amparo viene a salvarle del acoso.

   -Chicas, chicas, no seáis pesadas y dejad en paz a Julio. Desde que ha llegado no le habéis dado ni un segundo de respiro. Por ahí hay unos caballeretes que os están esperando como agua de mayo.

   -Gracias, Amparo. Solo les ha faltado preguntarme que traje llevaba en mi primera comunión. ¡Qué manera de interrogarme!

   -Discúlpalas, pero debes entenderlas. Ten en cuenta que hace mucho que no venías y además no sé si sabes que, en ciertos ambientes, se te conoce como el soltero de oro, y también cuenta que tu fama de casanova te precede. Es natural que quieran averiguar de qué pie cojeas, y para eso lo mejor es preguntar.

   Julio no entra al trapo sobe su supuesta fama de donjuán, ese es un terreno resbaladizo y no quiere tener un tropezón en su visita a casa de los Lavilla. Sobre lo del soltero de oro sabe que, efectivamente, en algunos estamentos de la sociedad placentina se le llama así, de ahí su pregunta.

   -Así que el soltero de oro. ¿Tú también lo crees?

   La joven se encoge de hombros y por toda respuesta sonríe.

   -No eres muy parlanchina y eso, según opinan muchos, en una mujer es una gran virtud.

   Amparo vuelve a sonreír, pero ahora si contesta.

   -Papá, cuando se enfada con alguna de nosotras, suele decirnos aquello de: calladita estás más mona –y cambiando el sentido del diálogo pregunta-: ¿Te apetece un canapé o prefieres beber? He notado que no has podido acercarte al ambigú –En ese momento es cuando Julio valora la muy diferente formación que tienen las Lavilla respecto a la mayoría de jóvenes lugareñas. Usar la palabra ambigú tiene su aquel.

   -He almorzado con mi madre y últimamente le ha dado por preparar recetas regionales, lo que supone que voy bien servido hasta mañana. Tomaré una copa, ¿qué puedes ofrecerme?

   -Tenemos café, té, tisanas y de licores solo anisete y ponche.

   -El ponche es…

   -Con algo de ron y mucha agua, limón y azúcar. Mamá lo del alcohol lo lleva a rajatabla. Hablando de mamá, debes saber que te la has ganado. El ramo que le has enviado la ha epatado, no se lo esperaba y además has sido el único que ha tenido el detalle. Desde hoy pasas a ser uno de sus invitados preferidos –y como hablando para sí musita-. Vivir para ver.

   Tras la merienda, María Fernanda se ha puesto al piano y acompañada por el violín de Cristina se ha organizado un baile en el que, ante la general sorpresa, Julio ha podido exhibir sus dotes de bailarín. Ha tenido buen cuidado de bailar con todas las asistentes, pero ha sido Amparo con quien más se ha prodigado. Antes de irse, una de las amigas de las Lavilla, María Eugenia Quirós, le ha invitado a la reunión que el siguiente domingo va a celebrar en su casa. Julio acepta agradecido la invitación y cuando se despide de Amparo le susurra:

   -Espero tener el placer de volver a verte el domingo.

   La respuesta de Amparo es un tanto enigmática.

   -Si es un placer para ti, espero que también lo sea para mí.

   Al fin Julio se ha decidido y ha dado un paso adelante. Aunque no de manera oficial, pues todavía no ha pedido su mano, su cortejo con Amparo Lavilla se ha hecho real. La joven ha aceptado de buena gana que se vean más a menudo de lo que lo hacen los simples amigos. Han quedado en salir a pasear cuando el trabajo del mañego lo permita, por supuesto siempre acompañada por alguna de sus hermanas, y que Julio le dedique los domingos. El mañego ha ido con tiento y no ha dicho a la joven que la quiere, ni le ha pedido que sea su novia, pero sí que le gusta mucho y que desea conocerla mejor para que, si ella lo acepta, en unos meses puedan llegar a ser algo más que buenos amigos. A Amparo la declaración le ha parecido tan correcta como prudente y ha aceptado el cortejo del mañego. La nueva relación ha supuesto que Julio tenga que explicar a su madre y a Julia el importante cambio que va a sufrir su vida.

   -… y, como comprenderéis, no voy a poder continuar acompañándoos a misa de doce, ni pasar la tarde con vosotras. En cambio, alguna vez vendré a almorzar.

   -Vaya sorpresón, hijo. Sí que te lo tenías callado.

   -¿Acaso te parece mal, madre?

   -¡Quía, estoy contentísima! Ya era hora de que sentaras la cabeza, y Amparo me parece una chica encantadora y de muy buena familia. Y hablando de familia, ¿qué te han dicho don Enrique y su señora?, ¿les parece bien que cortejes a su hija?

   -La relación aún no es oficial y no lo será hasta que pida su mano, aunque de momento parecen complacidos. Don Enrique me ha dejado caer que hace mucho que suspira porque en la casa haya más pantalones que los suyos, y doña Agustina, a pesar de que es un tanto estirada, desde que le envíe un ramo de rosas el día que me invitaron me pone mejor cara. En cuanto a las hermanas parecen contentas, salvo la mayor que me da la impresión de que le ha cogido algo de pelusa a Amparo.

   A todo esto, Julia asiste al diálogo sin intervenir. Solo ha sido capaz de musitar felicidades, Julio. El nuevo estado de su amigo le ha pillado por sorpresa y no hace más que diseccionar lo que está contando. Le sorprende que no haya dicho una sola palabra sobre que esté enamorado de Amparo, que la quiere, que… ¿Así son las relaciones entre la gente mayor?, se pregunta, porque para ella tanto a Julio como a Amparo los encuadra en esa indefinida categoría de la gente mayor, de más de veintimuchos años. Unas relaciones tan frías, tan cerebrales, tan desapasionadas… No las quiero para mí, se dice. Cuando alguien me diga que desea cortejarme quiero que lo haga con el alma saliéndole por la boca. No así.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 92. ¡Y duele, vaya si duele!