Manuel Ponte, como hace habitualmente,
después de desayunar y lavarse los dientes se vuelve a meter en la cama, coge
el ordenador y se dispone a echar un vistazo a las portadas de alguno de los
periódicos que suele leer. Poco a poco ha ido restringiendo la lectura de la
prensa y ahora se limita generalmente a echar una ojeada a los titulares. Comienza
abriendo El País. El titular principal, como no podía ser de otro modo dada la
fecha, se refiere a las elecciones a Cortes Generales que precisamente se
celebran hoy, veintiséis de junio: España
vuelve a votar tras un largo bloqueo y sin pactos claros. Y en tipos más
pequeños: La polarización de la campaña y
la falta de propuestas generan dudas sobre la falta de gobernabilidad. La
crisis europea agrava la incertidumbre. Eso le retrotrae a la discusión que
mantuvo ayer con su hija Clara sobre si votar, además de un derecho, era o no un
deber cívico. Su hija mantenía que sí, él ponía en duda que fuera una
obligación ciudadana.
-Si no
votas, luego no te quejes de que el partido que salga elegido no hace las cosas
que debiera –apunta Clara.
-Me
conformaría que los que ganen, sean los que fueren, lleven a cabo la mitad de
sus promesas electorales, pero no caerá esa breva. Ya verás cómo una vez que
estén instalados en las poltronas se olvidarán de los curritos que los han
llevado al poder. Por eso hace tantos años que no voto, porque todos los
partidos políticos y repito, todos, me han defraudado. En la campaña electoral
prometen el oro y el moro y luego si te he visto no me acuerdo.
-O sea, que
una vez más, no piensas ir a votar –acusa Clara.
-No, hija,
no pienso y, además, cuando gobiernen quienes sean, si lo hacen mal, que puedes
apostar a que será así, naturalmente que me quejaré y les pondré a caer de un
burro.
En el fondo, piensa que posiblemente su hija
tenga razón y votar sea un deber cívico, pero son muchos sus años y está
cansando de que los políticos le sigan tomando el pelo; bueno, a él y a otros
cuarenta y tantos millones de españolitos. Deja los recuerdos y sigue con la
portada. De política internacional, un titular llama su atención: Europa presiona a Londres para que acelere
su salida de la Unión. El gobierno británico dice que se tomará “unas semanas
de reflexión”. La noticia le provoca
un comentario en voz alta:
-Estos
ingleses siguen en sus trece: si hay una tormenta en el Canal de La Mancha, el
que está incomunicado no es el Reino Unido sino el resto de Europa. Para mí lo
que pasa es que los británicos continúan creyéndose el gran imperio del mundo.
Se les paró el reloj hace mucho y todavía no se han enterado.
Está en un tris de abrir otros diarios, pero
se lo piensa mejor y opta por levantarse. A las doce ha quedado con Álvarez,
Ballarín y Grandal para tomarse unas cañas en una de las terrazas del Paseo de
Rosales y comentar cómo va la jornada electoral. Cuando sale de casa, en el
portal de la finca tropieza con su hija y su yerno que vienen del colegio
electoral, también están sus dos nietecillos a los que promete que les va a
traer unas chuches.
-Ya hemos
cumplido con nuestro deber cívico –dice su hija con retintín y suelta una puya
cuyo receptor no puede ser otro más que él -. A ver si otros aprenden.
Ponte se hace el sordo, lo está realmente, y
tras besar a los niños se despide, sus amigos le aguardan. Cuando llega a
Rosales, solo encuentra a Grandal. Jacinto es de su cuerda, otro de los que
tampoco creen en los políticos y que, por consiguiente, no vota o lo hace en
blanco. El motivo que da para justificar su posicionamiento es que después de
más de treinta años de trabajar codo a codo con gobernantes de todos los
colores, desde los jerarcas franquistas, pasando por los de la efímera Unión de
Centro Democrático, luego con los socialistas, después con los chicos del
Partido Popular, otra vez con el PSOE y nuevamente con el PP, ha llegado a la
conclusión de que no hay ninguno bueno, todos son ganado que no ha superado la
tienta y como no sirven para otra cosa se meten a políticos que es una forma de
vivir a costa de los demás.
-Que les
vote su santa madre, pero lo que es mi menda no voy a perder el tiempo con ese
hatajo de membrillos –remacha Grandal su discurso.
-Yo lo que
peor llevo no es que sean incompetentes, que lo suelen ser, sino que encima
muchos de ellos son corruptos. Su posición favorita es la del egipcio, con una
mano delante y otra atrás para ver que les cae –afirma, a su vez, Ponte.
En esas están, poniendo a caldo a la mal
llamada clase política, cuando aparecen Álvarez y Ballarín que vienen
discutiendo; el último de modo más sereno, pero Álvarez de manera acalorada.
-A ver,
caballeros, haya paz –proclama Grandal en plan grandilocuente-. Que no llegue
la sangre al río. ¿Se puede saber a qué viene tanta palabra subida de tono?
-Este
merluzo que a estas alturas de la película cree que votar a otro partido
distinto al PP es una opción a considerar –explica Álvarez, enojado.
-¿Y por qué
no puede ser así? Vivimos en un país libre, al menos eso es lo que cuenta la
propaganda oficial aunque yo tengo serias dudas. Como otra opción es no votar a
nadie como hacemos Jacinto y yo –replica Ponte.
-Bueno, y a
todo esto, ¿a quién coño has votado? –pregunta Grandal encarándose con
Ballarín.
-El voto es
secreto –se defiende el exferretero.
-Os lo diré
yo, ha votado a los marxistas de Podemos –acusa Álvarez.
-No jodas,
¿en serio que has votados a esos muchachitos? Pues como se entere tu mujer te
va correr a gorrazos –advierte Grandal que sabe lo católica que es la esposa de
Ballarín.
-No es
cierto, he votado a Ciudadanos y mi mujer también –confiesa Ballarín al verse
acorralado.
-Entonces
tranquilo, Luis, los chicos de Rivera no son marxistas. No corres peligro con
ellos –Ponte intenta calmar a Álvarez.
-No serán
comunistas, pero no son ni carne ni pescao que es casi tan peligroso como si
fueran rojelios.
-Bueno, y a
todo esto, ¿quién creéis que va a ganar? –pregunta Grandal desviando la
conversación para eludir la controversia.
-Según las
últimas encuestas ganará, como minoría mayoritaria, el PP, seguido por Podemos
y muy cerca de éste quedará el PSOE. El resultado que pueda sacar Ciudadanos
está por ver porque las empresas de encuestas no se ponen de acuerdo –informa
Álvarez.
-Entonces,
¿ningún partido tendrá mayoría absoluta? –inquiere Ponte.
-Con la
aparición de Ciudadanos y Podemos se ha alterado el tablero político y creo que
los tiempos de las mayorías absolutas de socialistas o populares han pasado a
la historia. Ahora habrá que ir a coaliciones, lo complicado es saber a cuáles
–afirma Ballarín.
-Lo que sea,
sonará –resume Grandal que decide dejar atrás el tema político para ir a otro más
pragmático y gratificante- ¿Y qué hay del veraneo?, ¿lo tenéis todo preparado?
Chelo y yo nos vamos a Marina d´Or este fin de semana, ¿vosotros cuándo pensáis
viajar?
-Manolo y yo
hemos decidido que nos iremos el uno de agosto –informa Álvarez.
-Yo pasado
mañana llevo a mi mujer a Huesca. Me quedaré allí unos días para hacer el
paripé de que me llevo de maravillas con mi yerno, pero en cuanto tenga la
mínima oportunidad me reuniré con vosotros. Calculo que en los primeros días de
agosto….
-Estoy
pensando que ¿por qué no nos volvemos a juntar mañana? –pregunta Álvarez que
añade-. Así podríamos comentar los resultados de las elecciones y algunos
merluzos podrían comprobar que han echado su voto a la alcantarilla –dice sin
mirar a Ballarín que es el objetivo de su puyazo.
-Yo, por la
mañana no puedo, tengo que cuidar a los nietos –les informa Ponte.
-Bueno, pues
nos juntamos por la tarde. Casi mejor, lo hacemos en el Centro y así nos echamos
unas partidas, igual son las últimas hasta que nos reunamos en la playa –sugiere
Álvarez.
Grandal pone alguna pega, los lunes es el
día en el que Chelo descansa de su trabajo de escort de lujo y lo pasa en casa
del excomisario como si fuera su mujer, por lo que propone otra alternativa:
-¿Por qué en
vez de juntarnos en el Centro no lo hacemos en mi casa? Le diré a Chelo que
prepare algo para merendar. Así matamos tres pájaros de un tiro: jugamos,
merendamos y ponemos a parir a los que hayan ganado las elecciones porque son
los que nos joderán en los próximos cuatro años.
Y en eso quedan, se juntarán al día
siguiente en casa Grandal para ver que ha dado de sí el día de las elecciones.
PD.- Hasta
el próximo viernes