Los
jubilados amigos de Grandal, cada vez que se reúnen le preguntan qué novedades
hay sobre el desenlace del robo del Tesoro Quimbaya. Saben que fueron detenidos
y puestos a disposición judicial los atracadores del furgón blindado que
transportaba la parte del tesoro que había sido cedido para su exposición a un
museo parisino, pero del individuo o individuos que planearon el robo sigue sin
saberse nada, así como de las joyas quimbayas robadas. De ellas por ahora solo
se han recuperado las tres piezas que unos latinoamericanos, ahora se sabe que
eran miembros de la banda asaltante del furgón, mostraron a María Victoria
Martín-Rebollo para que las datara. Lo
último de lo que han tenido noticia es lo que le contó al excomisario el Jefe
de la Brigada de Patrimonio Histórico sobre que los autores intelectuales
residen, al parecer, fuera de España y que personalmente opinaba que en el caso
seguía habiendo claroscuros y que nada era lo que parecía ser.
De lo que mejor está informado el cuarteto
es de la marcha de las conversaciones de La Habana entre las FARC y el Gobierno
colombiano, acuerdos que según todos los indicios están relacionados
indirectamente con el robo del tesoro. Cuando a finales de junio los jubilados
están pensando en las vacaciones estivales se enteran de que en las citadas
conversaciones se ha definido el cese del fuego definitivo y la dejación de
armas. La paz parece cada vez más cerca, pero el cuarteto se marcha de veraneo
a Torrenostra sin que se hayn firmado los tan buscados acuerdos. Es a finales
de agosto, el veinticuatro exactamente, cuando se anuncia que el Gobierno colombiano
y las FARC rubricarán el acuerdo de paz tras casi cuatro años de negociaciones.
Asimismo, se proclama que el acuerdo solemne se firmará el veintiséis de
septiembre, día de San Pedro Claver gran defensor de los derechos humanos, en
la histórica ciudad de Cartagena de Indias. Con el verano ya finalizado, el dos
de octubre se realiza el plebiscito para aprobar los acuerdos entre el gobierno
y las fuerzas insurgentes con el sorprendente resultado de que la ciudadanía
colombiana vota no al pacto, bien que por escaso margen. Pese al resultado,
tanto el gobierno como los guerrilleros manifiestan que lo decidido por el
pueblo no afecta al acuerdo depositado en el marco de los Convenios de Ginebra.
Grandal, motivado por las continuas preguntas de los vejetes, trata de
enterarse de lo último que se conoce del robo, pero no logra ningún resultado
positivo. El equipo coordinador de la investigación del caso, el que formaban
Atienza, Bernal y Blanchard se ha disuelto y cada uno de los policías se ha
reintegrado a su antiguo trabajo. Antes de la disolución del grupo,
aprovechando la festividad de los Ángeles Custodios, que se celebra el tres de
octubre, patrón del Cuerpo Nacional de Policía, sus tres integrantes han sido
distinguidos con la Cruz al Mérito Policial con distintivo rojo. A dicho
acto ha sido invitado Grandal,
pero apenas si puede hablar con los Sacapuntas, solo darles la enhorabuena. En
el vino español que sigue al acto de la condecoración, el excomisario lo
aprovecha para lanzar varios sedales para ver si alguien picaba y le daba más
información, pero no consiguie nada. Después de eso, ha llamado varias veces a
Atienza, que es a quien más conoce, pero el policía de la Brigada de Patrimonio
no ha contestado a sus llamadas. También ha tratado de ponerse en contacto con
Pérez Recarte, pero el número que tenía del agente del CNI ya no existe según
informa Movistar. Incluso se ha puesto en contacto con su amigo, el coronel
Tresreyes, por si a través de la Guardia Civil podía enterarse de algo, pero
con el mismo resultado negativo.
Transcurrido el verano y casi un año después
del robo del tesoro, un buen día en la calle Princesa, esquina con Rey
Francisco, Grandal se topa con Anselmo Bermúdez, comisario jefe del distrito de
Moncloa/Aravaca y viejo amigo suyo.
- Hombre,
Jacinto, cuanto tiempo sin verte, ¿qué es de tu vida?
- Pues ya
puedes imaginar, Anselmo, de la vida de un jubilado poco se puede contar.
- Ah,
enhorabuena por lo de la Cruz. Sentí no haber podido ir. Y ya que hablo de esa
cuestión, te diré que en el Cuerpo no sentó demasiado bien que solo te hubieran
otorgado esa distinción cuando merecías mucho más. Esos cenutrios del
Ministerio no son más tontos porque no entrenan. Sin tu intervención, el Caso
Inca todavía estaría a remojo y los Sacapuntas viéndolas venir – opina
Bermúdez.
- Ya que
citas el Caso Inca, ¿qué se comenta en los mentideros del Cuerpo sobre la
detención de la banda que realizó el robo del tesoro?
- ¿Los
Sacapuntas no te lo han contado?
- Ni media
palabra. Les he llamado varias veces, pero no han contestado mis mensajes.
- Mira,
ahora voy con prisas pues tengo una vista en la Audiencia Nacional, pero
llámame cuando quieras y te cuento. Ah, y en todo caso, enhorabuena por la
Cruz.
Unos días después ante unas pintas de
cerveza y sendas cazuelitas de callos madrileños, ambos comisarios charlan
sobre el Caso Inca.
- De lo que
te voy a contar, Jacinto, ni una palabra. Lo hago porque creo que te has ganado
el derecho de conocer la verdad. Hay pocos compañeros en el Cuerpo que conozcan
todo el tinglado del Caso Inca. Si yo soy uno de ellos es porque al estar el
Museo de América en el ámbito de mi jurisdicción han tenido que remitir a mi
comisaria el expediente del caso y aun así está incompleto. Verás…
Bermúdez cuenta que la participación de la
policía española, concretamente del grupo de los Sacapuntas, en la localización
y detención de la banda que llevó a cabo el robo del tesoro fue meramente
testimonial. Lo que ocurrió realmente fue que la Drug Enforcement
Administration, decidió echar su cuarto a espadas que en español clásico significaba
intervenir en una conversación o dar una opinión en algún asunto sin que se lo
pidieran. En efecto, la DEA, agencia del Departamento de Justicia de los
Estados Unidos dedicada a la lucha contra el contrabando y el consumo de drogas
y que es la única responsable de coordinar y perseguir las investigaciones
antidroga en el extranjero, tenía en su punto de mira al cabecilla y a varios
miembros de la banda que llevó a cabo el robo pues algunos de sus integrantes pertenecían
a uno de los cárteles de narcotraficantes colombianos más activos, el llamado
clan de los Varelas. La DEA pactó con el líder del cártel, a quien le ofreció
inmunidad judicial ante la justicia norteamericana, que les revelara la
identificación y localización de la banda que cometió el robo. Cuando los
norteamericanos lo tuvieron todo bien amarrado, fue el momento en que montaron
la pantomima de organizar la redada contra los atracadores en la que las
policías española, francesa y hasta la Interpol participaron como si hubiesen
sido ellos los que habían localizado a los malhechores.
- Y ese
cártel al que has aludido, ¿fue el que organizó el robo?, es decir, ¿fue el
autor intelectual del asalto al furgón blindado? – inquiere Grandal
aprovechando una pausa de Bermúdez en su relato.
- Ese dato
es el que no figura en el expediente que me han mandado. Personalmente, creo
que sí, pero no te lo puedo asegurar al cien por cien. En el Caso Inca siguen
habiendo zonas de penumbra que continúan sin aclararse. Y el hecho de la
autoría intelectual del robo es una de ellas. Nuestros mandos, y me refiero a
los políticos, siguen manteniendo una postura bastante ambigua en lo que
respecta a los últimos flecos de la investigación. Cuando les preguntas sobre determinados
aspectos del caso notas que se ponen incómodos, con lo cual terminas no
preguntando.
- ¡Qué
curioso! Hace unos días, hablando con Chimo Ramos sobre este mismo asunto, me
comentó que le había preguntado al Secretario de Estado de Seguridad cuando se
devolverían al Museo de América las piezas robadas y no recibió respuesta.
También me dijo que en los muchos años que lleva en el Cuerpo nunca se había
tropezado con un caso que oliera tanto a chamusquina. Y remató su comentario
con una frase que es todo un compendio casi filosófico: aquí nada es lo que
parece y nada parece lo que es.
- Pues si
eso dice el bueno de Ramos que lo sabe casi todo, yo digo: amén.
- De todas
formas, me he prometido a mí mismo que no cejaré hasta que conozca el recorrido
de la última gota de esa especie de río con mil y un meandros que es Caso Inca
– afirma rotundamente Grandal.
- ¡Bienaventurados los jubilados que tenéis tiempo para todo!