"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 25 de junio de 2021

Libro II. Episodio 98. ¿Qué tramará madre?

   Desde su vuelta de Cáceres, donde acudió a la consulta de un especialista en enfermedades venéreas, Julio no ha vuelto a ver a su madre ni a Julia. Se comunica con ellas por medio de notas. La excusa que sigue manteniendo es que su comportamiento es el más idóneo para no incomodar a Julia con su presencia. Hay un problema a la vista que el mañego no sabe cómo resolver: la Navidad de 1901 está al caer y si hay una fiesta familiar por excelencia es esa. Piensa que lo mejor será pasarla fuera de la ciudad. Se le ocurre que podría hacer un viaje, hay muchas ciudades del país que no conoce y este sería un buen momento para visitarlas. Baraja la posibilidad de ir al norte, le gustaría conocer Bilbao, San Sebastián, quizá La Coruña, ¿pero qué va a hacer en cualquiera de esas capitales sin conocer a nadie?, aburrirse como un muermo. Además, en el norte y en diciembre debe de hacer frío; las desecha. Luego mira al sur, quizá sea mejor ir a Sevilla, a Málaga o a Cádiz, ciudades en las que posiblemente hará mejor tiempo, pero sigue existiendo el inconveniente de que tampoco conoce a nadie… Hasta que de pronto recuerda que hay una ciudad de clima templado y en la que si conoce a alguien: Palma de Mallorca. Allí sigue estando su amigo de la mili, Chimo Puig, con quien continúa manteniendo contacto por correspondencia y al que parece que los negocios le marchan divinamente. El único problema es que tendrá que viajar en barco, pero ya no es el medroso quinto del 89 que prácticamente nunca había salido de debajo de las faldas de su madre. Ahora ha crecido en todos los sentidos y los viajes, aunque sean en barco, ya no le producen la inquietud de antaño. Decidido, le escribirá a Chimo y le preguntará si le causa algún estorbo que vaya a verle en Navidad. Diez días después recibe la respuesta: el morellano se alegra muchísimo de que Julio le visite y añade que le espera con los brazos abiertos y que vaya encargando el pasaje porque en esas fechas los viajes a la isla están muy concurridos. Haciendo caso del consejo de Chimo, encarga un pasaje, vía telegráfica, Valencia-Palma. Se lleva la primera decepción, los vapores que realizan dicha ruta están completos. Le informan que tiene la opción de ir a Mallorca vía Barcelona en la que además hay vapores diarios. No se lo piensa y cierra el billete, de paso conocerá la Ciudad Condal, aunque sea a vista de pájaro.

   Julio piensa contar a su madre y a Julia por medio de sendas notas que no pasará la Navidad con ellas, como era su deseo. Y se inventa una excusa: su amigo Chimo Puig, del que tantas veces les ha hablado, le ha invitado que vaya a verle a Palma aprovechando las fiestas navideñas, y no ha sido capaz de negarse. Cuando ya tiene redactado el escrito, lo vuelve a pensar. Todas las Navidades de su vida, salvo cuando estuvo en la mili, las ha pasado con su madre y ahora le va a decir en una aséptica nota que este año no será así. Rompe el escrito, su madre merece algo más, irá a verla en un momento en que Julia no esté con ella y para ello lo mejor es visitarla en la escuela.

   -Julio, hijo, que alegría verte. Ven aquí que te doy un beso.

   El mañego se pliega al deseo de su madre, pero solo acerca la mejilla, no se atreve a besarla por si la contagia, aunque el especialista le especificó que la transmisión de la blenorragia solo era a través del sexo.

   -Tenemos que hablar de lo tuyo con Julia, pero no aquí y ahora. Ven a casa cuando ella esté en la tienda o, si lo prefieres, iré yo a verte cuando mejor te convenga.

   -Por supuesto que hemos de hablar, pero eso será en enero. Lo que vengo a decirte es que… -y Julio le cuenta la supuesta invitación que le ha hecho Chimo Puig.

   -Entonces, ¿no estarás conmigo en Navidad? –La desilusión de Pilar es patente-. Si lo haces para no ver a Julia no te preocupes, se va ir unos días a Malpartida con su familia. Exactamente se irá el 23 y volverá el 28.

   -Lo siento, madre, lo siento de verdad. De haberlo sabido no hubiese aceptado la invitación de Chimo, pero ya le mandé un telegrama diciéndole que voy y he encargado el pasaje.

   -Bueno, hijo. Me haré a la idea de que sigues en la mili. ¡Que se le va a hacer!, aunque lo que más me interesa es charlar contigo, sin prisas ni agobios sobre lo tuyo con Julia. ¡Eso sí que es  importante! ¿Y cuándo te vas?

   -Pasado mañana, vía Barcelona, desde Valencia ya no quedaban billetes. Volveré el tres de enero. Y cuando vuelva tendremos esa conversación sobre Julia todo el tiempo que haga falta, te lo prometo.

   Una vez solventada la papeleta de despedirse de su madre, solo le resta dejar en orden los asuntos del negocio. Le explica a Antonina lo que tiene que hacer en su ausencia y que si surgiera algún problema grave que le ponga un telegrama a la dirección de Chimo Puig. La incentiva indicándole que a su vuelta, si todo ha discurrido cabalmente, le dará además del aguinaldo una gratificación aparte. Además, ha ordenado a Argimiro que en su ausencia suspenda la venta ambulante y se quede en la tienda para ayudar en lo que pueda a Antonina.

   -Aunque todavía no conoce todos los artículos y no es un gran vendedor, siempre te podrá echar una mano y, en el peor de los casos, te hará compañía –le explica a Antonina a quien no le ha gustado demasiado el refuerzo que deja su jefe, pues lo ve más como una especie de controlador que otra cosa.

   El viaje hasta Madrid, le hace rememorar a Julio el que hizo hace unos doce años cuando partió a la capital en aquel incómodo convoy militar repleto de quintos que iban a la gran aventura de su vida: la mili. Ahora las circunstancias son muy distintas. Viaja en primera clase del exprés Cáceres-Madrid y, en vez de aquella maleta de madera que encargó su madre al carpintero de San Martín, las dos valijas que lleva son de cuero con cantoneras metálicas y cierres reforzados. Desde la estación de Delicias coge un coche de alquiler que le lleva a la nueva estación de Atocha. Como el trote del caballejo que tira del simón no es demasiado rápido, le da ocasión para, al recorrer el Paseo de las Delicias, la calle de Atocha, la Plaza del Emperador Carlos V y el principio de la avenida de la Ciudad de Barcelona, comprobar el dinamismo de la capital y lo deprisa que está creciendo. En Atocha coge el exprés con destino a Barcelona y, como viajará por la noche, ha reservado un coche-cama. Es su primera experiencia y le decepciona, comparte con otros tres pasajeros un compartimiento que cuenta con cuatro literas, lo que le resta privacidad. Se dice que a la vuelta comprará un compartimiento para él solo, aunque sea más caro. No viaja todos los días y una vez que lo hace aspira viajar a lo grande.

   Le cuesta dormirse hasta que el traqueteo del tren le cierra los ojos. Le despierta el ruido de sus compañeros de compartimiento al levantarse. Le indican que se dé prisa pues están llegando a la Ciudad Condal. En la estación de Sants, coge un coche de alquiler que le lleva al puerto. El recorrido, que calcula que es de unos cuatro quilómetros, le permite ver parte del centro y le gusta lo que ve, le parece una ciudad muy cosmopolita. En ese momento decide que a la vuelta se quedará dos o tres días para explorarla mejor. Además, tiene un par de direcciones de laboratorios de productos químicos y farmacéuticos que piensa visitar por si le ofrecen mejores precios y mayor gama de artículos. En el puerto embarca en el vapor que cubre la línea regular Barcelona-Palma. Esta vez se ha permitido un camarote para él solo que, aunque no es muy grande, le permite la privacidad que no tuvo en el coche-cama. Duerme como un bebé y al alborear el nuevo día comienza a perfilarse en el horizonte el contorno de la isla mayor de las Baleares. Esperando desembarcar localiza desde la cubierta a alguien en el muelle agitando un pañuelo, es Chimo.

   En tanto el mañego arriba a Palma, Julia se ha ido a su pueblo a pasar la Navidad con su familia. Como hace desde que trabaja, lleva a los suyos un montón de regalos. Su madre está especialmente cariñosa con ella y la colma de atenciones, incluso le confiesa, algo que no ha hecho con sus hermanos, que el viudo que la corteja quiere formalizar la relación.

   -Julina estás guapísima, te has hecho toda una mujer. En unos meses cumplirás veinte, ya ties edad de crear una familia. ¿Ties muchos mozos que te rondan?

   -Alguno hay, pero de ahí no les dejó pasar.

   -Lo que ties que hacer es buscarte un buen chico de una familia de posibles pa que no tengas que seguir doblando el lomo. Como han hecho tus hermanas Consuelo y Luisa.

   Pues Luisa no sé, pero lo que es Consuelo apenca de casada lo que no lo hizo de soltera, piensa Julia, pero se limita a sonreír y no replica. En la Nochebuena se han reunido todos los hermanos Barrado y la tía María tras la cena hace un aparte con Julia.

   -Julina, ¿tu madre te ha dicho algo? –al oír la negación de su sobrina le explica-. Está preocupá porque vas por los veinte y nunca has dicho ni mu de casamiento, ni siquiera si tienes algún pretendiente formal. Eres la única hija que le queda sin casar y se ha obsesionao en que no quiere morirse sin verte casá.

   -¿Madre está enferma?

   -Enferma no, pero algo pachucha sí. Te cuento esto porque está buscándote un buen partido como hizo con tus hermanos. Y, por lo último que me ha contao, algo se lleva entre manos. Te voy a pedir un favor muy grande: si te dice que le pongas buena cara a un chico, hazlo aunque no te pete. Dale ese gusto a tu madre y en cuanto pasen unas semanas, si sigue sin gustarte, lo despachas. ¿Lo harás por tu vieja tía que tanto te quiere?

   Julia no pregunta, conoce bien a su madre y mejor a su tía. De la primera sabe que una de sus obsesiones desde que enviudó ha sido encontrar pretendientes de familias con posibles para su prole. De su tía no desconoce que es más ladina que una raposa y que no da puntada sin hilo. Pese a ello, le tiene cariño a su tía María, y promete lo que le pide, aunque no deja de preguntarse: ¿qué tramará madre?

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 99. ¿Otro pretendiente para Julia?