"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 2 de junio de 2015

5.8. ¿A qué puñetas jugáis en Senillar?



   La conversación que mantienen Lolita y José Vicente acerca de qué deberían hacer, respecto al proyecto de Vives de solicitar que se desvíe la carretera nacional que discurre por el interior del pueblo, está teniendo unos tintes de sincera profundidad desconocidos hasta ahora entre ellos, aunque la joven sigue manteniendo ciertas reservas hacia su jefe político. Por eso, cuando Gimeno dice que no solo es una mujer maravillosa sino también la persona más inteligente que conoce, Lolita se queda mirando fijamente al hombre, trata de descubrir el más pequeño signo que delate falsedad o ironía en sus palabras, pero solo ve sinceridad. Y eso le conmueve. No está acostumbrada a que la traten como una persona capaz de pensar por su cuenta y al mismo tiempo como una mujer. Y descubre que le gusta. Sabe muy bien lo qué suelen valorar los hombres en las mujeres, no hay más que observar adónde van sus miradas: a los pechos, al culo, a las piernas, a la cara y casi siempre por ese orden. José Vicente es una excepción, salvo en sus primeros contactos, en los que tuvo que ponerle en su sitio, nunca más le dirigió una mirada salaz y la trató siempre como a una igual. Recuerda que Rafael nunca se comportó así, solo veía en ella a la mujer, jamás a la persona. En la comparación gana Gimeno por goleada, aunque a los sentimientos eso les traiga sin cuidado.
- Gracias por tus palabras, José Vicente, pero como sigas así – acompaña su respuesta con una generosa sonrisa - tendré que volver a llamarte jefe. Vamos a centrarnos en la próxima reunión de Vives y su pandilla. Me contaste que tienes un topo infiltrado entre ellos. No, no quiero saber quién es, no me interesa… por el momento. Se me ocurre que podrías pedirle que en esa reunión plantease alguna sugerencia para que tomasen aquellas medidas que previamente hubiésemos estudiado. Con lo cual, seríamos nosotros quienes marcaríamos el camino a seguir y el ritmo del proceso.
- Me parece una idea cojonuda… Perdona el vocabulario, pero no se me ocurre otro calificativo más expresivo.
- ¡Ay los hombres!, siempre a vueltas con vuestros atributos. Creo que deberías sugerirle a tu topo que deje caer la idea de que, como en Valencia no les hicieron caso, lo mejor sería cursar la solicitud del desvío directamente al ministerio. El no ya lo tienen, pero a lo mejor en Madrid hay más suerte y cambia la tortilla. Si lo hacen los tendremos atrapados.
- Ya veo por dónde vas. Si llega la solicitud al ministerio lo más probable es que pregunten a Obras Públicas de Valencia qué pasa con esa petición del Ayuntamiento de Senillar, con lo cual el delegado se cabreará todavía más por haberlo puenteado.
- Muy bien José Vicente, ya le vas cogiendo el aire a las añagazas políticas. Ese es uno de los efectos que podríamos obtener. Y pudiera ser que consiguiéramos un trofeo más valioso, si el Gobierno Civil también se enterara de que el Ayuntamiento se dirige directamente al ministerio sin pasar por su filtro el rebote que seguramente cogerían nos vendría de perlas.
- Pienso que también nos interesará primar a Severino para que nos pase una copia de la solicitud que haga el Ayuntamiento.
- Excelente idea. Me siento como una Mata Hari. Te prometo que no me lo pasaba tan bien desde... – sabe perfectamente cuándo se lo pasaba bien y con quién -; bueno, desde que llevaba trenzas.
   El infiltrado de Gimeno juega sus cartas y Vives se traga el cebo con anzuelo y todo. Elaboran y envían al Ministerio de Obras Públicas una solicitud formal pidiendo la construcción del desvío. Veinticuatro horas después de su redacción, Gimeno tiene en su poder copia del escrito y de la documentación aneja que le acompaña. Su topo ha sido quien, bajo mano y con la promesa de total discreción, le ha pasado copia del expediente. Sin esperar a que desde Madrid haya respuesta, José Vicente lleva la documentación a su camarada y amigo Germán Peláez, secretario de la Jefatura Provincial del Movimiento. La ruleta del juego sucio de la política se ha puesto en marcha, solo falta averiguar quién ganará la partida.
   Transcurrido casi un mes, Gimeno es convocado al Gobierno Civil. Tras una espera de cerca de una hora, el Gobernador y Jefe Provincial le recibe. Su cara es inexpresiva, pero el tono de su voz corta como un bisturí:
- Buenas tardes, Gimeno – coge un expediente que tiene encima de la mesa y le echa un vistazo -. Te he llamado para que me expliques a qué puñetas jugáis en Senillar al dirigiros directamente a Madrid sin que en Gobierno Civil, ni en la correspondiente delegación se tenga noticias de ello. ¿Es qué no sabéis cómo funciona la administración? ¿Acaso pensáis que el Gobernador Civil es una especie de florero puesto por el gobierno de la nación como decorado? ¿Os imagináis qué pasaría si cada uno de los casi nueve mil municipios del país se pusieran a pedir obras a la administración central sin ton ni son? Pero, hombre de Dios, yo te hacía mucho más inteligente que todo eso, pero visto este expediente ya no estoy tan seguro.
   Gimeno aguanta el chaparrón lo mejor que puede. En cuanto el poncio le da la primera oportunidad se apresura a explicarle que los documentos, que el Gobernador ha arrojado encima de la mesa, los aportó él precisamente para subsanar una falta, en su opinión imperdonable, del Ayuntamiento de Senillar y en la que la jefatura local no ha tenido ni arte ni parte. Cuenta al jerarca la historia del proyecto y de cómo se enteró del mismo por casualidad. En el momento que tuvo noticia cierta de la falta de lealtad del alcalde hacia la jerarquía, se apresuró a hacer llegar la documentación a la provincial. A él también le ha dolido profundamente el hecho, que es prueba de una carencia total de fidelidad hacia los principios de Falange y de que se hayan saltado la cadena de mando. Actuaciones así jamás las hubiese realizado un verdadero falangista.
- Bien..., perdona mis exabruptos de antes, Gimeno, pero estos chicos de la secretaría no siempre me lo cuentan todo correctamente. No sabía que te habías limitado a denunciar el hecho, creía que también eras partícipe de esta..., no sé cómo tipificarla.
- Lo entiendo, camarada, y no hay nada que perdonar. Me considero, ante todo, un hombre de partido y jamás hubiese consentido que este disparate se llevase a cabo de haberlo sabido. Esto se ha producido porque, como antes afirmaba, lo han llevado a cabo individuos que no sienten nuestro ideario.
- Sí, pero el alcalde también es afiliado. ¿Cómo alguien con carné se mete en aventuras que pueden salirle tan caras?
- Esa es la cuestión, camarada. El alcalde es un afiliado de pacotilla. Le daría igual tener el carné de socio de un club de fútbol. No es un falangista auténtico. Solo es un comerciante que hizo mucho dinero con el mercado negro y que cree que todo vale. Actúa como los nuevos ricos y está convencido de que el dinero abre todas las puertas. Por eso hace lo que hace.  
- ¿No hay ninguna duda de que la iniciativa de esta descabellada petición ha partido del alcalde? ¿Cómo se llama? – hojea el expediente -. ¿Ha sido Vives el autor?
- Hasta dónde he podido averiguar parece que sí. Y, naturalmente, la solicitud lleva su firma.
- Te pregunto esto porque ya sabes lo que pasa en los pueblos. Siempre hay un listo, con intereses personales, que coge al alcalde de turno, que en muchos casos es medio analfabeto, y le calienta la cabeza sobre lo interesante que sería realizar tal o cual obra. Convence al pobre hombre y le hace firmar lo que sea. ¿Ha podido pasar algo de eso en este caso?
- No lo creo, camarada. Francisco Vives no es hombre de estudios, pero tampoco es un ignorante y sabe pensar por su cuenta. Lo que le ocurre es que pretende gobernar el pueblo como si fuera un cacique de los años veinte, de aquéllos contra los que clamaba tu paisano Joaquín Costa. Cree que el Estado Nacionalsindicalista no es más que una mera formulación retórica. Está convencido de que todo vale y de que la cadena de mando no es más que un estorbo. Yo sufro en mi jefatura actuaciones de ese tipo constantemente, que no te he denunciado porque sé que tienes asuntos mucho más importantes que resolver y no vas a perder tu valioso tiempo en enmendarle la plana a un alcalde de pueblo.
- Pues quizá hiciste mal, Gimeno. La prudencia es una virtud, pero si hubiésemos intervenido antes, actuaciones tan desordenadas como ésta acaso no se hubiesen producido.
- Tienes toda la razón, camarada, pero de verdad me da no sé qué venirte con cuentos de esa índole. No sé si te acuerdas, pero hace un tiempo ya hubo un problema con motivo de la puesta en marcha del coto arrocero y en aquel momento tuve que recurrir a ti porque se trataba de lo que consideré un auténtico golpe de mano contra el partido.
- Siii, algo recuerdo – no recuerda absolutamente nada, pero lo del coto le suscita otra cuestión -. Por cierto, y a propósito del arroz, quiero felicitarte por tu magnífico informe sobre el aumento de la producción cerealista en Senillar. Se lo he mostrado a más de un jefe local poniéndolo como modelo de buen hacer. Y te lo adelanto: te he propuesto al Ministerio de Agricultura para que te concedan la medalla al Mérito Agrícola. Enhorabuena por adelantado.
- Muchas gracias, jefe. Mi única aspiración es servir al partido y a la patria con total entrega. En cuanto a lo del expediente del desvío, ¿quieres que haga alguna gestión? – Gimeno teme que el jefe se haya olvidado de por qué está allí.
- No, no hace falta. Ya me encargo de tirarle de las orejas al cantamañanas de tu alcalde y de hacerle saber que de ésta se va a librar, pero que va a ser su última oportunidad. Puedes retirarte. 
- A tus órdenes, camarada. ¡Arriba España!