"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 10 de abril de 2015

4.7. Creo que encontré la novia que buscábamos



   Otro problema de pareja, pero de distinta índole al que acaban de protagonizar José Vicente Gimeno y Pepita Arnau es el que preocupa a Maruja, señora de Blanquer como a ella le gusta que la llamen. Sigue empeñada en casar a su hijo Rafael antes de que vuelva a las andadas y preñe a cualquier jovencita, que a lo peor no tiene un padre tan interesado como el de Esperanza, la muchacha a la que el cabeza loca de Rafa ha dejado encinta. El problema es que todas las muchachas casaderas en las que pone los ojos le parecen poca cosa para su hijo. En algún momento llega a pensar en Lolita. Es una buena chica y tiene el carácter que le falta a su chico, pero fue ella la que rompió la relación y reiniciar ese noviazgo sería tragarse un sapo. Si su hijo no era bueno para ella hace unos años, tampoco lo va a ser ahora. En todas esas cavilaciones anda cuando aparece su hermana Lidón que ha ido a verla. Mientras charlan en la cocina, Maruja prepara la cena.
- Cuéntame los últimos rumores, Lidón.
- Poca cosa. El boticario joven, el sobrino de don José, parece que le tira los tejos a la que iba para nuera tuya, aunque por lo que cuentan parece que ella no le hace demasiado caso.
- Esa noticia es vieja. Si eso se confirma será el mejor partido que va a encontrar Lolita. Espero que esta vez no lo eche todo a rodar – y casi  está por decir: como hizo con mi hijo.
- Lo último con sustancia es la ruptura del noviazgo de la chica de los Arnau y del secretario de la cooperativa.
- Ya me lo contaste. ¿Has oído algo de si Camila Tena está esperando otra vez?
- No, pero tampoco me extrañaría. Con lo beata que es, esa parirá todos los críos que Dios quiera enviarle. Y hablando de cosas de iglesia, ¿sabes lo que se dice del nuevo cura?
- Que es capaz de encontrar cuartos hasta debajo de las piedras.
- Además de eso, cuentan que si le da al coñac a modo. Parece que más de uno le ha visto más que contento.

   Hay algo de la charla con su hermana que a Maruja se le ha quedado enredado en el caletre, pero no consigue recordar qué. Está poniendo un vaso de leche en la mesita de noche cuando de pronto encuentra lo que se le quedó en el subconsciente. Se da una palmada en la frente y exclama:
- ¡La chica de los Arnau!
- ¿Qué chica? – pregunta su marido.
- Me parece, Antonio, que acabo de encontrar la novia que buscábamos para nuestro hijo.
- ¿Y quién es? – se interesa el marido.
- Lo acabo de decir, la niña de Braulio el del duro.
- ¿Piensas hablar con el Braulio?
- ¡Quita por Dios!, ese ni pincha ni corta, en esa casa quien lleva los pantalones es Águeda, al fin y al cabo no deja de ser una Arbós.

   Al día siguiente Maruja se pone en marcha. Como si se tratara de un general planificando la estrategia de una acción militar: fija los objetivos, programa los medios y activa las pertinentes maniobras. La operación: casar a su retoño con la hija de los Arnau. Como se fía poco de su Rafael, decide que hará las cosas al modo tradicional: el noviazgo lo cocinarán los padres y se lo darán hecho a los hijos, éstos siempre podrán negarse, pero si se les presenta adecuadamente lo más probable es que lo acepten. Tiene que aprovecharse de que Rafa está viviendo horas bajas y puede estar más predispuesto a decir amén a lo que ellos propongan. En cuanto a la joven, sabe que tiene fama de caprichosa y de ser la que ordena y manda en su casa, pero todo será cuestión de trabajársela bien, porque al fin y al cabo no es más que una chiquilla y, por lo que sabe, tampoco es una lumbrera. Lo primero que hay que hacer es buscar una buena casamentera. En cuanto hace el repaso mental de los árboles genealógicos del matrimonio Arnau-Gasulla, rápidamente encuentra la persona más idónea para iniciar los primeros contactos exploratorios con la Águeda. Le pedirá la mediación a Elisa, la mujer de Antonino Arbós, con la que le une una vieja amistad. Águeda es sobrina de los Arbós y seguro que Elisa tendrá ascendiente sobre ella. Si no para decir amén a todo lo que le proponga, sí para escucharla. Y si atienden su propuesta, Maruja intuye que ya tiene mucho ganado.

    Ni corta ni perezosa, Maruja se presenta en casa de Elisa.
- Que bien estás Elisa. Ya me dirás qué haces para conservarte así.
- Tú sí que estás bien. Cada día se te ve más joven.
   Tras unos minutos de charla insustancial, Maruja entra en materia:
- Vengo a pedirte que me hagas un gran favor.
- Si está en mi mano…
- Lo está. Es más, eres de las poquitas personas en el pueblo que puede lograrlo. ¿Te sigues haciendo mucho con Águeda la de Braulio?
- Claro. Es sobrina de mi marido y ya sabes que para los Arbós la familia es siempre lo primero.
- Bueno. Te voy a hablar con el corazón en la mano. Lo que te voy a pedir no es para mí, es para mi hijo. Y como madre que eres lo entenderás mejor que nadie.
   Maruja le hace a Elisa un resumen edulcorado de los últimos malos tragos por los que les ha hecho pasar su chico, sin decir una palabra del episodio sobre la preñez de la Esperanza. Temen que, como les ha salido enamoradizo, se tropiece con alguna buscavidas que se le abra de piernas, le haga un crío y se tenga que casar con ella. La única salida que ven para salvar a su hijo de una boda no deseada es encontrarle una buena chica, a ser posible del pueblo, y de una familia como Dios manda. Su Rafael, no es por qué sea hijo suyo, pero es una joya: joven, guapo, con el título de bachiller y además están gestionando ponerle un negocio, un almacén de materiales de construcción con el que seguramente ganará sus buenos duros ahora que tantas casas se están construyendo en el pueblo.
- … y pensamos que Pepita, la hija de Águeda, es la mejor chica que nuestro Rafael puede encontrar en el pueblo y en toda la provincia. Las dos familias somos de aquí y nos conocemos de siempre, los chicos hacen una estupenda pareja y seguro que cuando se traten harán buenas migas. Y todos estamos al cabo de la calle de que los Arnau tienen muchos cuartos, pero nosotros, aunque esté mal decirlo, tampoco estamos descalzos. En ese terreno, los chicos poco tendrán que echarse en cara el uno al otro.
   Elisa ha oído rumores sobre las andanzas no muy santas del chico de la Maruja y que lo que ésta teme que le pueda pasar a su hijo es algo que, según cuentan las correveidiles bien enteradas, posiblemente ha estado a punto de sucederle. De todas formas, piensa, lo pasado, pasado está y la tontorrona de su sobrina no haría mala boda con el chico de los Blanquer. Si consigue que el arreglo prospere mataría dos pájaros de un tiro: tendría a la Maruja comiéndole de la mano y a los Arnau-Gasulla agradecidos por llevarles a casa un buen partido. Resuelve entrar en el juego.
- ¿Qué quieres, que lo hable con Águeda?
- Si me hicieras ese favor siempre te estaré agradecida. Tú sabes lo que sufrimos las madres cuando un hijo se nos tuerce. No es que mi Rafael se haya torcido, pero antes de que pueda ocurrir algo irremediable estamos dispuestos a hacer lo que haga falta. Por eso me he atrevido a pedirte que intervengas.
- Maruja, hoy por ti, mañana por mí. Nunca se sabe lo que nos aguarda. Y a lo mejor dentro de un tiempo soy yo la que tengo que pedirte un favor. Cuenta con mi ayuda. Hablaré con la Águeda.
- Si no te importa, cuando hables insístele en que la mujer que se case con mi Rafael será toda una señorona. Tendrán su propia casa y, si falta hace, criada y lo que sea menester.
- Oye, Maruja, y si esto va para delante qué tenéis pensado ¿un noviazgo largo o corto?
- Lo que le parezca mejor a Águeda, pero si he de serte sincera preferiría que fuera corto. Unos meses de noviazgo para que los chicos se conozcan mejor y evitar las habladurías, y a pasar por la sacristía que como mejor están las parejas son casadas. 
- Bueno, pues déjalo de mi mano. No sé si lograré algo, pero te prometo que haré todo lo posible. De entrada, una cosa si es segura: Águeda me escuchará, otra cuestión es lo que vaya a decidir. Por cierto, me decías antes que pensáis montarle al chico un almacén de materiales. Dame más detalles, ya sabes lo interesados que son esa pareja.
- Te cuento más. Se trata de un almacén de materiales de construcción. Antonio ha conseguido la concesión de una fábrica de cementos de Buñol y el chico va a ser el único representante para toda esta zona de la provincia. Desde aquí hasta Gandía el que necesite cemento de esa marca, que no me acuerdo como se llama, tendrá que pasar por el almacén de mi hijo. Mi marido dice que se va a ganar muy bien la vida y que, por tanto, la que sea su mujer llevará una vida muy regalada. Eso también se lo puedes decir.