"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 6 de julio de 2018

60. … y al que se interponga lo mato!


   La mañana del día de la Asunción Sierra llama a Pacheco para ponerse de acuerdo sobre cuándo irán donde Curro a pedirle que conteste a la propuesta que le hicieron. El ingeniero le responde que de momento no puede concretarle la hora de la visita porque está a expensas de lo que decida su mujer que todavía no ha resuelto si les acompañará o preferirá quedarse en la playa. Ante tal respuesta, Sierra piensa: “Está claro quien lleva los pantalones en esa pareja. Alfonso es un calzonazos de manual y Macarena una marimandona de mucho cuidado. He hecho bien no casándome, te juntas con una tipa así y te puede joder la vida”. Como no tiene paciencia para esperar pues está del caso ERE y sus derivadas hasta el gorro, opta por irse a Torrenostra por su cuenta. A su vez, Pacheco le cuenta a su esposa la conversación mantenida con el sevillano.
-Acabo de hablar con Jaime, pregunta que cuando vamos a ver a Curro, si ahora o por la tarde.
¿Te viene bien que vaya ahora o mejor que lo haga después del almuerzo? Y otra cosa, ¿quieres venir con nosotros?
-No me voy a perder la última mañana de playa, ve tú si quieres así, además de ver a tu amiguito –lo de amiguito lo ha dicho con evidente mordacidad-, me dejas aquí más sola que la una y eso teniendo una mujer que, sin falsa modestia, está de buen ver es correr un peligro cierto.
   Pacheco toma buena nota del mensaje y como conoce bien a su parienta le propone un acuerdo transaccional.
-Lo que podemos hacer es compaginar ambas cosas. Esta mañana vamos a la playa y por la tarde voy a ver a Curro y, si te apetece, vienes conmigo.
   La mujer por toda respuesta se encoge de hombros como si todo le diera igual. Alfonso lo toma como un sí y llama a Jaime para contarle que verán a Curro por la tarde.
   Otra persona de las llegadas desde Sevilla que está apurando sus últimas horas en la Costa de Azahar es Rocío Molina. Se ha trasladado a Torrenostra en espera de que de una vez por todas Anca la introduzca en la habitación de Curro. La mañana es muy movida en el hostal, el establecimiento está a tope y el servicio anda de cabeza, por eso la camarera rumana no ha tenido ni un segundo de respiro para llevar a cabo el acuerdo al que llegó con la andaluza. De hecho ni siquiera se ha acordado, tiene problemas más acuciantes en los que pensar, Vicentín la controla de forma cada vez más agresiva y sus celos rayan en el paroxismo. Ya no sabe qué hacer para quitárselo de encima, se ha convertido en un verdadero agobio. Piensa que de seguir así tendrá que romper definitivamente con el hereu o irse del pueblo al menos una temporada en espera de que al joven se le apacigüen los malos humores.
   Nicoleta, la otra camarera rumana del hostal a la que ha sobornado el Chato de Trebujena, tiene el mismo problema que Anca, no ha tenido tiempo de encontrar un resquicio para colar al expúgil en la habitación de Salazar. Y eso que el antiguo boxeador, que ya se encuentra en Torrenostra, le ha insistido en que solo necesitará estar unos minutos con el exsindicalista, los suficientes para dejarle muy clarito que la paliza que le dio no es más que un aperitivo de lo que le puede hacer si habla más de la cuenta en el juzgado.
   A su vez, Francisco José también se encuentra en la playa. Está resuelto a apretarle las tuercas a su padre para que le dé el dinero que le había prometido y así poder volverse a Sevilla. Además, visitar a su padre le sale a cuenta porque las consumiciones que hace en el hostal le salen gratis pues la cuenta se la cargan a Curro. En cuanto llega sube a la habitación de su padre para conminarle que le suelte la tela. Lo encuentra, como de costumbre en los últimos días, viendo la televisión.
-Buenos días, he venío a…
-¡Calla, leche, que estoy viendo esto! –le reprende Curro que está contemplando el programa de una cadena regional.
   Aprovechando una pausa publicitaria, Curro, sin dar pie a que el chico pueda decir algo, le cuenta que lo que está viendo es una fiesta popular llamada de Moros y Cristianos típica de la Comunidad Valenciana y específicamente de la provincia de Alicante. Ya ha visto otras retransmisiones similares y le encantan. Le explica que, por lo que le ha contado la patrona, esas fiestas conmemoran las batallas que se libraron durante la Reconquista y también las que se llevaron a cabo a causa de las rebeliones sarracenas y los ataques de los piratas berberiscos contra las costas levantinas. Las fiestas de Moros y Cristianos, que en algunos casos datan del siglo XVII, enganchan pues son unas celebraciones de gran atractivo visual, ya que en ellas confluyen elementos tan peculiares de la idiosincrasia del pueblo levantino como el gusto por la farsa, los disfraces, la música y la pólvora. El inicio del festejo lo marca el hecho de que cada uno de los dos bandos toma simbólicamente la ciudad un día, es lo que se denomina Entrada Mora y Entrada Cristiana. Los momento álgidos de la fiesta son los desfiles de las peñas de moros y cristianos, llamadas comparsas o filaes, donde los participantes van lujosamente ataviados con trajes de época. Desfilan asimismo rondallas de dulzainas y bandas de percusión, y en los sitios de más tradición o en localidades grandes también participan carrozas y animales montados como caballos, elefantes y dromedarios. Los desfiles constan esencialmente de filas o escuadras de diez a catorce festeros dirigidos por un cabo de escuadra o bien por un bloque de varias escuadras con un cabo al frente. El ritmo del desfile y la forma de ejecutarlo varía según se haga al ritmo de un pasodoble ligero y alegre como el archipopular Paquito el Chocolatero, de una cadenciosa marcha mora alzando cada paso o de una contenida y vigorosa marcha cristiana. Se acaba la fiesta con la reconquista de la ciudad por parte de los cristianos. Esto sucede en la batalla final en la que se producen disparos con armas de avancarga como arcabuces, espingardas y trabucos. Antes de la última pelea el embajador cristiano intercambia unas palabras amenazantes con el defensor moro del castillo, tras lo cual se toma dicho castillo y si no lo hay, que es lo que suele suceder, se toma uno fabricado de cartón piedra.
   El joven Salazar escucha la explicación paterna tirando de paciencia a la par que piensa: “Quien iba a desirlo que er famoso Curro er Conseguidor terminaría así: viendo embobao, como si fuera un niño chico, una fiesta en la que los catetos der pueblo van vestios como payasos de sirco. Desde luego, rasón tiene la mama, vivir para ver”. Aprovecha un resquicio en la explicación de su padre para insistir en lo suyo.
-Quería que me dieras la guita prometía porque me tengo que vorver a Sevilla.
   La petición coincide con la finalización del espacio publicitario y la retransmisión de Moros y Cristianos torna a enseñorearse de la pantalla, por lo que Curro vuelve a hacer callar a su hijo. El joven, más cabreado que un novillero principiante al que no le embiste el morlaco de turno, sale de la habitación dando un portazo y jurando en arameo.
   El azar, los hados o vaya usted a saber qué ha ocasionado que en poco más de mil metros se hayan juntado casi todas las personas que por una u otra causa tienen cuentas pendientes con Curro Salazar: el georgiano Grigol Pakelia, el malagueño Carlos Espinosa, los sevillanos Jaime Sierra y Francisco José Salazar, los trebujeneros Rocío Espinosa y El Chato. Solo falta el zahareño Alfonso Pacheco y su sevillana esposa. Curiosamente, salvo Espinosa que a mediodía ha visto casualmente a Pakelia y a Francisco José, ninguno de los demás se ha percatado de la presencia del resto de interesados en la evolución de la salud del antiguo Conseguidor.
   Mientras en unos centenares de metros cuadrados se han congregado los emisarios de varios lobbies que presionan a Curro, sus transitorios amigos del dominó están almorzando en el hostal. Lo hacen por consejo de Anca que el día anterior les alertó de que seguramente el día de la Asunción no podrían echarse su cotidiana partida porque las mesas de la terraza iban a estar todas reservadas para comensales. Y que al ser comidas copiosas lo usual es que no se desocuparán hasta bien avanzada la tarde.
-Pues nos hacéis la santísima –se lamentó Álvarez.
-Bueno, podemos ir al Perero -propuso Ponte.
-Ni soñarlo. Los días festivos contrata a un cantante que monta unos bafles que hacen que retruene todo como si fuera una sala de fiestas y se monta tal follón que no hay quien se entienda –señaló Ramo.
   Anca les ofreció una solución: que hicieran una reserva para comer y que después de comer montasen la partida en la misma mesa en la que hubieran comido. La joven añadió que estaba todo reservado, pero ella les podía montar otra mesa en la parte de la terraza que da a una calle interior sin circulación. Y así lo han hecho, por eso son testigos de que Vicentín ha acorralado a Anca en una esquina de la terraza y mantiene con ella una tensa conversación. Los jubilados no oyen el diálogo entre los novios, pero a juzgar por la gesticulación debe de tratarse de una conversación nada agradable. A Vicentín se le ve agitado y nervioso y acompaña lo que dice con una gestualidad brusca y hasta un punto amenazante. La rumana no cesa de mover la cabeza en sentido negativo e intenta desesperadamente deshacerse del joven. Ante lo que parecen negativas de Anca, el hereu da media vuelta no sin antes proferir a voz en grito que se oye en toda la terraza lo que suena como una amenaza:
-¡Estás avisada, o eres mía o no lo serás de nadie… y al que se interponga lo mato!

PD.- Hasta el próximo viernes.