"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 23 de enero de 2015

2.12. Eso sería todo un braguetazo



   Tras el patinazo con Lolita en el que la joven le dejó claro que ni se le ocurriera el menor atisbo de flirtear con ella, Gimeno piensa que ha llegado la hora de dejar de mariposear y de soñar con r   elaciones que quizá fueran excitantes, pero que no conducen  a nada. Después de no pocas vacilaciones y de pensárselo detenidamente, el joven político se decide: se va a echar novia, pero en plan serio, para casarse. Vuelve a pasar revista a las mejores opciones que tiene en el ámbito local y, como ya hizo anteriormente, su mirada se posa en las futuras herederas de las familias con mayor poderío económico. Se dice que para alguien que quiera hacer carrera política el dinero es un poderoso aliado.
   Como si se tratara de adquirir algún bien material: selecciona, compara, descarta y al final opta. La joven elegida, aunque ella todavía no lo sabe, es Pepita Arnau. Tiene dieciocho años, es bien parecida, tiene buen tipillo y parece simpática. Su amigo Guillermo le ha informado de que no tiene novio pese a que no le faltan pretendientes. Aunque las cualidades de la chica que Gimeno valora más son dos: que es hija de una prima carnal de los Arbós, con lo cual los nexos con el poderoso clan se convertirían en lazos de sangre; la otra cualidad, no menos importante, es que sus padres cuentan con una saneada fortuna, tienen muchos bienes raíces y, se comenta, que muchos duros en el banco; dado que la elegida es hija única algún día será la heredera de un montón de dinero. Dentro de lo que ofrece el panorama local es una de las mejores opciones que ha encontrado. Ahora es cuestión de pasar a la acción, aunque le da en la nariz de que no va a tener grandes problemas para conquistar a Pepita. Solo habló con ella una vez, un día que acompañó a su padre para que les explicara el contenido de una derrama que la cooperativa había hecho para comprar un tractor. El padre de su elegida, prácticamente semianalfabeto, no había entendido nada del contenido del recibo. Luego le contaron que en el pueblo se le conoce como el tío Braulio el del duro, le apodan así porque siempre repite que si trabaja tanto es para poder ganar un duro. Por lo que constató en la visita, Pepita tampoco es una lumbrera, cursó la enseñanza primaria en la escuela del pueblo y mal que bien se defiende con las letras, siempre y cuando no se le exija demasiado. Uno de sus contados amigos íntimos, Guillermo Bruñó, que por trabajar en la sucursal de la Caja de Ahorros de Valencia en el pueblo conoce bien la verdadera dimensión de la fortuna familiar de los Arnau-Gasulla, le resume en una castiza frase lo que supondría cazar a la niña de los Arnau:
- Si te ligas a la chica del tío Braulio el del duro eso sería todo un braguetazo.

   José Vicente quiere saber más detalles de la vida y milagros de la jovencita, en la que ha puesto sus ojos como futura señora de Gimeno, e insiste a su amigo Guillermo para que le cuente cuanto sabe.
- ¿Pepita Arnau? Ya te lo he dicho, todo un braguetazo. El tío que se la calce se llevará un porrón de millones solamente en fincas. No te digo más – asegura tajante Guillermo.
- ¿Y dices que no hay nadie que la esté rondando?
- No me extrañaría que más de uno lo tenga en mente, es una fruta apetitosa y encima con el riñón bien cubierto, pero de momento es una plaza sin dueño. Solo has de fijarte en una cosa: cuando pasea con sus amigas por el Rabal es de las que siempre va por la parte de dentro. Muy interesado te veo por la moza. No me digas que te ha hecho tilín.
- Hombre, Guillermo, no te voy a mentir. No es que se trate de un flechazo, pero sí que es cierto que la chavala parece maja y también es guapina, como diría un amigo asturiano.
- La verdad es que resulta bastante mona, aunque no está ni la mitad de rica que tu jefa de la Sección Femenina. A esa sí que le haría yo un favor y un millón si hiciera falta…
   A Gimeno le molesta el calor que pone Bruñó cuando habla de Lolita y le interrumpe para reconducir el diálogo:
- Bueno, pero ahora no estamos hablando del cardo borriquero de Lolita, sino de la niña de los Arnau. ¿Qué más me cuentas de ella?
- Pues poco más de lo que te he contado, que es un buen partido, uno de los mejores del pueblo. ¿Ya le has dicho algo?
- Precisamente por eso mismo no me he atrevido a decirle nada. No vaya a haber mal pensados que crean que si me acerco es por interés.
- No tienes que hacer ni puñetero caso de lo que diga la gente. Hagas lo que hagas o dejes de hacerlo igual murmurarán. Por lo tanto, si la chavala te gusta lo que debes de hacer es abordarla sin que te importe el qué dirán.
- ¿Y tú crees que si me acerco me pondrá buena cara?
- Coño, José Vicente, ¡pues no me vas a salir ahora tímido!
- No es eso, Guillermo, pero me da corte pensar que me pueda acercar y la chica me rechace. ¿Te imaginas lo bien que se lo iban a pasar Vives y sus amigos? Pues no se iban a cachondear ni nada. Podría quedar desprestigiado. Ten en cuenta que para bien o para mal ya no solo soy uno de los solteros del pueblo, soy algo más.
- En eso llevas razón. Y puestas así las cosas, te puedo hacer un favor: ¿quieres que averigüe si a los padres de la moza les pareces bien?
- ¿Y cómo vas a lograr que al final no se enteren todos? Si los padres dicen que no, el cachondeo será general y mi prestigio por los suelos.
- Hombre, seguro al cien por cien de que alguien no se vaya de la lengua nadie puede estarlo, pero los Arnau son bastante discretos. Si no les parece bien que te acerques a su hija estoy convencido de que no irán por ahí soltando el cuento. Y chico, al final ya sabes: el que no se moja no pasa el río.
- ¿Y qué piensas hacer, hablar con los padres?
- ¿Estás loco? No sé si me harían ni caso. Si todo sale bien ya te diré quién va a hacer de embajador. Es alguien que está muy acostumbrado a guardar secretos y a trabajarse esta clase de encargos, por tanto es persona de toda confianza sea cual fuere el resultado final.
   Los argumentos de Guillermo acaban convenciendo a José Vicente. Tampoco tiene otras vías para explorar sus posibilidades de éxito.

   La embajada montada por Bruñó es tan rápida como fructífera. Los padres de la joven han dicho al casamentero que si Gimeno va en plan formal y no para pasar el rato ellos no tienen nada que objetar, pero que la última palabra la tendrá su hija. Será lo que ella decida.
- ¿Qué te parece mi gestión? – se pavonea Guillermo cuando termina de contarle el resultado de la misma.
- Pues que has estado sembrado. ¿Y qué más te comentaron?
- A mí, nada. Ya te expliqué que no iba a ser yo quien hablase con ellos.
- Entonces, ¿quién ha hecho de embajador?
- Quien menos puedes figurarte... mosén Amancio.
- No fastidies, ¿de verdad? ¿Has tenido la cara de meter al párroco en este fregado?
- ¿Y por qué no? Si a él le encanta hacer de casamentero, como a casi todos los curas. Y así está garantizado el secreto de la gestión, independientemente de que al final la historia salga bien o mal.
- Oye, pero si han dicho que la última palabra la tendrá la moza, ¿cómo voy a saber si está o no dispuesta a que la ronde? – inquiere, un tanto inquieto, Gimeno.
   Bruñó, como oriundo senillense, le da la clave:
- Lo que vas a hacer es lo siguiente: espera unos días, digamos una semana, y luego te fijas si cuando la niña Arnau pasea con sus amigas por el Rabal va en el centro: entonces no hay nada que hacer. En cambio, si se sitúa en uno de los extremos es que está dispuesta a charlar contigo.
- ¿Solo a charlar? 
- ¡Macho!, no esperarás que te lo den todo hecho.