"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 6 de octubre de 2023

Libro IV. Episodio 16. Álvaro opta por el bando nacional

Los guardias civiles, que han hecho parar el correo de La Coruña, al llegar al departamento de Álvaro recaban la documentación a los viajeros, y al ver que el joven es militar uno de los números le saca al pasillo, le hace el saludo reglamentario y, con algún recelo, pregunta:

   -A sus órdenes mi oficial. ¿Me puede decir adónde va?

Álvaro le explica que a Ferrol a incorporarse a su destino. El guardia da la explicación por buena, vuelve a saludarle y sigue su ronda. Al volver al departamento, los paisanos que han visto el saludo del guardia se callan y no vuelven a preguntarle más. En la estación de Coruña hay bastantes guardias civiles y de asalto que piden documentación al buen tuntún, a Álvaro le echan un vistazo y al verle bien vestido ni siquiera lo abordan. Coge un taxi y da la dirección del arsenal de Ferrol. El taxista ha intentado en un par de ocasiones darle conversación, pero ante las respuestas monosilábicas de su pasajero acaba por callarse. Los pequeños pueblos que atraviesan parecen dormidos, apenas si se ve gente por sus calles, hasta que llegan a Puentedeume donde les para un control de la Guardia Civil que, tras identificar a conductor y pasajero y recibir la pertinente explicación del motivo del viaje, los dejan seguir.

En los muelles y en el arsenal de Ferrol hay mucho movimiento, aunque solo unos cuantos buques atracados cuando debería estar fondeada la mayor parte de la flota del Atlántico. El Velasco sigue en dique seco, junto al acorazado España y el crucero Almirante Cervera. Álvaro ha aprovechado el viaje para cambiar el traje de civil por el de uniforme. Al subir al destructor suena un silbato y en la meseta del portalón Álvaro se cuadra y saluda a la bandera.

   -Se presenta el alférez de navío, Álvaro Carreño.

Tras devolverle el saludo, el oficial de guardia de puente, que tiene la misma graduación que el placentino, le estrecha la mano.

   -Osú, quillo, ¿y qué cojones hases aquí?, ¿pero tú no estabas de permiso o es que te han echao de casa? –inquiere el oficial con su inconfundible gracejo cordobés.

Álvaro explica a su compañero la pequeña odisea por la que ha pasado, pero le interesa más saber qué está ocurriendo en la base.

   -¿Qué se ha hecho de la flota? Aparte del Velasco, el España y el Cervera solo veo patrulleros, remolcadores y poco más.

Su compañero le cuenta que, conocida la noticia del golpe en el Protectorado, el gobierno ha decidido enviar sus mejores navíos de guerra hacia el Estrecho para cortar el paso a las tropas acantonadas en África. De Ferrol han zarpado los cruceros Cervantes y Libertad y, del Cantábrico el acorazado Jaime I. Con lo que la base departamental se ha quedado sin buques listos para combatir.

   -¿Y el Viejo ha dado alguna orden? –Así es como se refieren al comandante del Velasco.

   -Estamos en estado de alerta y con los permisos francos de ría canselados. También ha ordenado que se dejen las pequeñas reparasiones que faltaban porque el buque debe estar listo para haserse a la mar en cuanto lo ordenen…

Al no terminar la frase Larios, que así se apellida su compañero, Carreño le urge.

   -¿Quién ha de dar la orden?

   -Eso es lo bueno, quillo. De mí para ti que en este momento no hay Dios que sepa quién es el baranda que tiene la sartén por el mango. Anda, deja el petate en el camarote y preséntate al Viejo.

El capitán de corbeta, don Manuel Calderón comandante del Velasco, recibe al joven oficial con un suspiro de alivio.

   -Hombre, Carreño, no puede imaginarse cuanto me alegra verle porque me han informado que las comunicaciones con la capital acaban de cortarse. Le creía en Madrid. Cuénteme cómo ha podido llegar.

Álvaro cuenta sus pasos en Madrid hasta que, en el ministerio, un capitán de corbeta le dio la orden de reintegrarse a su destino. Y pregunta a su comandante cuál es la situación en la base y en su entorno.

   -En este momento, hasta donde sé, la situación es incierta. Parece que únicamente en Vigo se ha echado a la calle la gentuza de la izquierda, pero somos muchos los que estamos dispuestos a dar un paso al frente para que comunistas, masones y separatistas no se apoderen de la República. ¿Puedo contar con usted?, dígamelo con franqueza porque, si nos unimos a nuestros compañeros de África, ese paso no tendrá marcha atrás.

   -Siempre a sus órdenes, mi comandante. Y permítame añadir que estoy de acuerdo con usted, la gente de bien no debemos consentir que sigan gobernando España los que permiten quemar iglesias y conventos y que se asesine impunemente por no pensar como ellos.

   -Gracias, Carreño. No esperaba menos de usted. Que el oficial de guardia le dé el alta, y espere mis órdenes. No descarto que tengamos que poner la dotación en el muelle por lo que deberá estar preparado para lo peor.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro IV, Las Guerras, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 17. Rojos y nacionales