"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 8 de mayo de 2020

Libro I. Episodio 31. Un paquete para gourmets


   Ante la pregunta de Agustín de si el próximo domingo irá a merendar con ellos, Julio vacila unos segundos, pero debido a que está intranquilo al estar en la puerta principal de Capitanía, contesta sin pensárselo demasiado.
   -De acuerdo, dile a Roser que iré.
   -Pero esta vez na de hacer marranás, eh. Me lo has prometio.
   -Te doy mi palabra, pero vete de una puñetera vez que el sargento de guardia ya es la segunda vez que sale a mirar.
   Cuando el mañego vuelve a la oficina, y mientras rellena mecánicamente unos formularios, reflexiona sobre la invitación que acaba de hacerle su paisano y su aceptación a bote pronto. Una vez más comienza a darle vueltas a la controvertida cuestión de guardar la ausencia. Recuerda lo que le explicó a Agustín el día de la Inmaculada: salir con él, su novia y con alguna amiga de ella, sea Dolors u otra chica, no supone necesariamente que no guarde la ausencia de Consuelo. Piensa que si fuera a la cita teniendo la intención de ponerle los puntos a la moza a la que acompañara eso sí que supondría no guardar la ausencia; en cambio, sí va más que nada por hacer un favor a su amigo, y sin pretensión alguna de cortejar a su acompañante, eso no supone romper la promesa que hizo a su novia.
   El domingo, cuando está a punto de cerrar la carta semanal a Consuelo, piensa si añade una posdata contándole lo que va a hacer por la tarde. La vacilación dura poco, ojos que no ven, corazón que no siente, se dice, y no cuenta nada sobre la merienda. Pasa la lengua por la parte engomada del sobre, lo cierra, lame el sello y lo pega, después de comer la echará al correo. Agustín le ha dicho que se verán con las chicas sobre las cinco y media. Esa tarde, el mañego se arregla con más cuidado que el habitual, quiere dar una buena imagen, no vayan a pensar las mozas de Inca que todos los extremeños son unos zarrapastrosos como montanchego.
   Las dos muchachas reciben a Julio con la misma cordialidad que si le vieran todos los días. Roser está más simpática que Dolors, que se mantiene amable pero un tanto distante. A medida que transcurre la tarde, la relación del cuarteto se hace más fluida y cordial y termina con ambas jóvenes escuchando encandiladas las anécdotas que les cuenta Julio sobre la vida en Capitanía. Cuando el mañego regresa a su cuarto de la calle Deanato y hace el balance de la tarde se afirma que tenía razón al pensar que un comportamiento como el que ha tenido durante la jornada jamás podría calificarse como de haber quebrantado la promesa de guardar la ausencia.
   A su vez, en Malpartida, Consuelo está cavilando qué hacer con el placentino Luis, que ha demostrado con creces ser un pretendiente con el temple de los guerrilleros que hicieron la vida imposible a Napoleón cuando invadió España. El joven vaquero sigue yendo al pueblo todos los domingos y se ha convertido en asiduo comensal en la mesa de los Manzano. Continúa tratando a Consuelo con corrección y afabilidad, y sigue sin forzar la situación de formalizar una relación que casi todo el mundo da por hecha salvo la propia interesada. Para Consuelo los diálogos con el heredero de los Campos son cada vez más fluidos y amistosos y le ayudan a soportar el tedio. Ya no siente ninguna repulsa hacia el placentino y lo encuentra divertido y ocurrente. Y hasta en algún momento llega a plantearse si estará portándose bien con Julio porque lo que prometió ante la Virgen de la Luz de guardar la ausencia es evidente que no lo está cumpliendo a rajatabla.
   Hoy, en su habitual paseo de la tarde de los domingos, Luis le está contando los planes que tiene pensados para independizarse de su familia.
   -Pienso abrir una tienda en la que se venderán productos lácteos; es decir, leche, queso y mantequilla fundamentalmente, pero también pienso vender refrescos e infusiones de toda clase, como café, té y manzanilla. Y si el negocio sale pa lante, a lo mejor monto otra tienda aquí.
   -¿Y tus padres que dicen de eso, no es una manera de que les hagas la competencia? –inquiere Consuelo que sigue interesada las explicaciones de Luis.
   -En principio mi padre se opone, pero acabaré convenciéndole.
   -Entonces lo que tienes que hacer para completar el cuadro es buscarte una moza que sepa poner buena cara a los clientes para que vuelvan a la tienda.
   -No tengo que buscar na, que la moza que quiero ya la tengo pensá, y no será necesario que ponga buena cara a nadie; bueno, a mí sí. Mi futura esposa no tendrá que trabajar en la tienda, bastará que sea la señora de la casa, y si hace algo será porque le pete.
   -Así que la moza ya la tienes pensada, ¿y si no es indiscreción puede saberse quién es? –Consuelo es cada vez más proclive a coquetear con el placentino.
   -¿Y tú me lo preguntas? Creía que ya lo sabías.
   Cada domingo que pasa, los diálogos entre la pareja discurren por cauces más directos y entran en temas más personales. Situación que es vista muy favorablemente por la señora Soledad, y sobre lo que departe con frecuencia con su hermana María.
   -¿Cómo va lo de la chica con el placentino? –se interesa María.
   -Pues ahí están. La niña sigue emperrá con el muerto de hambre del mañego, pero Luis mantiene el tipo y continúa viniendo tos los domingos y fiestas sin faltar una. A ver si es verdá aquello de que el que la sigue la consigue.
   -No sé a quién ha salio Consuelín, pero puñetera y cabezona lo es un rato.
   -¡Me lo vas a decir! Es igualina que su padre que en gloria esté, no hay na que le pete tanto como llevarme la contraria y hacerme rabiar. Alguna vez he pensao en decirle que lo del mañego me paece bien, igual entonces lo dejaba.
   -Bueno, mientras siga la cosa así, te libras de tener que pagar a alguien pa que te lleve las cuentas y sobre to los tratos con los prestamistas porque con los contaos bancos que hay se ha de tratar con ellos.
   -Eso es verdá, no hay mal que por bien no venga.
   En Palma, Julio tiene bastante más trabajo del habitual en la bisutería. Este jueves anda rapidito pues quiere llegar al comercio antes de la hora de apertura. Se sorprende al encontrar delante de la tienda a su paisano Agustín.
   -Chacho, te estaba esperando, te traigo un recao.
   -Pues rapidito, que voy flechado.
   -¿Qué planes ties pa Navidá?
   De momento, Julio no sabe qué responder. Ni siquiera había pensado que la próxima semana será Navidad. El recuerdo hace que una ola de añoranza de su tierra y sus seres queridos le envuelva. De pronto se da cuenta de que será la primera Navidad que va a pasar fuera de su casa, lejos de su madre y su novia, y que la va a pasar en la más triste soledad.
   -Que planes voy a tener, los de todos los festivos: escribir a Consuelo y a madre y aburrirme más que una farola. Como mucho, igual nos juntamos unos cuantos compañeros en el quiosco de caballería, nos tomaremos unas botellas y cogeremos un pedo de campeonato.
   -Las chicas tienen un plan distinto. Verás… -Y Agustín le cuenta lo que han pensado Roser y Dolors. Ellas han de trabajar en Navidad porque ese día sus señoras organizan la comida navideña para la familia, pero al día siguiente, festividad de San Esteban, aunque sus patronos también tienen comida familiar, les van a dar el día libre porque no las van a necesitar para que ayuden en la cocina. Y es que en Sant Esteve, como lo pronuncian en la isla, la mayoría de familias mallorquinas tiene la costumbre de aprovechar las sobras de la comida del día anterior, es decir del día de Navidad. Lo más habitual que cocinan son canelones, pues el relleno que llevan es la carne sobrante de la escudella que se prepara en la fiesta navideña, y que es un plato que consiste en un caldo colado de carne y hortalizas, en el que se cuece arroz, fideos u otro tipo de pasta.
   Julio le interrumpe.
   -Chacho, que te he dicho que tengo prisa. No me cuentes la historia de cómo preparan los mallorquines las navidades que no tengo tiempo para eso.
   -Bueno, iré al asunto. Que las chicas han pensao que el día de San Esteban, o sea el 26, podríamos celebrar juntos la Navidá, aunque fuera un día después. Ellas se encargan de preparar la comia. Incluso la Roser ha conseguio que su señora le preste una bajera, en la que no guardan más que trastos, pa que podamos comer allí. Nosotros solo tendríamos que apoquinar algo de dinero pa ayudarlas en las viandas que habrá que mercar pa la comilona. ¿Qué te paece?
   La oferta de Agustín, o mejor sería decir de las chicas de Inca, le gusta a Julio. Eso puede ser lo más cercano a celebrar la Navidad en compañía de amigos, aunque no sea el día 25, pero entre esa invitación y tomarse unas botellas en el quiosco media un abismo. No tiene que pensarlo demasiado.
   -Dile a las chicas que por mí encantado. Que me parece una gran idea y que les agradezco mucho que se hayan acordado de mí. Y ya me dirás si puedo ayudar en algo más que en apoquinar los reales que hagan falta. Es más, como sé que siempre estás a dos velas, pagaré tu parte y si hace falta algo más pondré lo que sea necesario. Y ahora, tengo que dejarte que están abriendo la tienda.
   Puesto que la Navidad está encima, la madre de Julio ha pensado en darle una sorpresa a su hijo que a veces presume de gourmet. Le está preparando un paquete para que pueda degustar algunas de las exquisiteces del terruño, a lo que añade los dulces navideños más tradicionales: turrón de Jijona y de Alicante, mazapán de Toledo, pan de Cádiz, mantecados de Antequera, polvorones de Estepa,  peladillas de Alcoy y una botella de vino espumoso de San Sadurní de Noya. A lo que ha sumado algunos de los productos extremeños más famosos: un quilo de jamón ibérico de Montánchez, una selección de embutidos en la que hay chorizo, salchichón, morcón, lomo curado y morcillas. Una botellita de aceite de oliva virgen extra de la Sierra de Gata, una torta del Casar, un bote de pimentón de La Vera y unos bombones de higo de Almoharín. La nota que mete dentro del paquete para gourmets acaba con la felicitación obligada para las fiestas que se avecinan: Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.

PD.- Hasta el próximo martes en que, dentro del Libro I de Los Carreño, publicaré el episodio
32. Bon Nadal