A unos quinientos cincuenta quilómetros de
Tavira donde Curro Salazar se aburre como un muermo, en la capital de la vecina
España un grupo de viejos está matando el tiempo en la sala de juegos del
Centro Municipal de Mayores “Infante Don Juan”, sito en el Paseo de Moret. A
esos centros antes se les llamaba Hogar del Pensionista o del Jubilado, pero
cuando a la sociedad le dio la fiebre del eufemismo y se puso de moda usar expresiones
políticamente correctas, voces como jubilado o pensionista desaparecieron y
fueron sustituidas por otras como gente de la tercera edad o mayores. A los que
están enfrascados en sus partidas lo del cambio de vocablos se les da una higa.
En una ocasión la redactora de un periódico gratuito elaboró una encuesta sobre
el tema de cómo preferían que se les llamara. Hubo respuestas de todo tipo:
desde el que contestó “por mi nombre”, pasando por el que dijo “como quieran,
siempre que antepongan el don”, hasta quien dio por respuesta “menos cabrón
consentido, como les salgan de las pelotas”.
Los pensionistas juegan al mus, al dominó, al
ajedrez o están de tertulia. Los más vocingleros son los de las cartas con sus
envites, faroles y órdagos. Los ajedrecistas parece que ni respiran, tan concentrados
están. En los grupos del dominó lo que más se oye es el golpeteo de las fichas
contra las mesas. En una de ellas están cuatro jubilados que, junto al fugitivo
que se muere de tedio en Tavira, serán protagonistas de esta historia, aunque
en estos momentos no pueden imaginárselo. Los nexos que les unen es que son
amigos, están jubilados y viven en las cercanías del centro. Sus nombres: Manuel
Ponte (Manolo para los amigos pese a que es octogenario), exempleado de Iberdrola.
Amadeo Ballarín, exferretero y septuagenario. Luis Álvarez, exempleado del
Canal de Isabel II y que ya cumplió los setenta y Jacinto Grandal, excomisario
de policía y el más joven del cuarteto. Amadeo y Luis siguen felizmente
casados. Manuel es viudo y Jacinto se supone que está divorciado aunque esa
cuestión es tabú, ninguno de sus amigos habla jamás del tema; también es el
único que no tiene nietos, los otros tres son abuelos en ejercicio.
Sus partidas de dominó llevan repitiéndolas
dos veces por semana desde hace varios años. El ritual es siempre el mismo:
primero se toman los preceptivos cafés en el bar del centro que, de momento, no
pagan ni el camarero les reclama el importe porque sabe que cobrará cuando la
pareja que haya perdido pase por la barra para abonar la cuenta. Eso es todo lo
que se juegan: quién paga el café. No suelen tomar mucho más, una pensión
española no da como para tirar cohetes. Tras coger caja donde se guardan las
fichas, blancas por delante y negras por detrás, antes de sentarse sortean
quienes van a jugar de pareja. Los dos que saquen las fichas más altas contra
los que saquen las más bajas. En la caja también se guarda una hoja plegada en
la que anotarán las puntuaciones del juego y un pequeño lápiz de los que se
ofrecen en Ikea. Suelen jugar a treinta decenas y al mejor de tres partidas. Luego
acostumbran a estar un rato de palique en el que hablan de todo un poco: del
tiempo, los problemas de salud, de deporte, de política, de lo que han leído en
los periódicos o han visto en la tele. También hablan de sus nietos pero sin
pasarse, saben que a Grandal es un tema que le aburre.
Esta tarde juegan de parejas
Álvarez-Ballarín contra Grandal-Ponte. Cada uno de los jugadores expresa
en la forma de jugar su personalidad. Álvarez es posiblemente el mejor jugador, le pierde que, como suele
decir Ponte en tono jocoso, está poco menos que convencido de que el juego lo
inventó él, lo que le lleva a estar regañando constantemente a su pareja de
turno. Ballarín es el más sistemático, juega como si se tratara de una partida
de ajedrez lo que le lleva a efectuar jugadas que los demás no acaban de
entender; por fortuna no es de los que se enfadan fácilmente cuando ha de
aguantar las chanzas de sus compañeros. Grandal es un buen jugador que sabe
explotar su intuición en percibir los puntos débiles del contrario, como
contrapartida se despista a menudo lo que hace que a veces cometa fallos de
principiante, cuando eso ocurre se lo llevan los demonios porque es de los que
quieren ganar hasta cuándo sueñan. Ponte es un jugador del montón, tiene a su
favor que sigue poseyendo una excelente memoria por lo que, cuando presta
atención algo que no siempre ocurre, es capaz de recordar las fichas jugadas
por los demás; su punto flaco es que le da igual ganar que perder, por ello es
frecuente que haya días que preste escasa atención al desarrollo del juego.
Hoy, en el primer juego sale
Álvarez porque tiene el seis doble, tras él juega Ponte que vocea uno de los
aforismos del juego:
-La salida matarás tengas o no tengas más.
-Os recuerdo que, como suele decirse, el dominó lo inventó un mudo y
que el reglamento de la Federación Española de Dominó dispone que debe salir el
jugador que haya cogido la ficha de puntuación más alta sin que sea necesario
salir con el seis doble. Además no se debe comentar nada hasta finalizar la
partida –A Ballarín le gusta ponerse en plan ordenancista.
A pesar de las advertencias
del exferretero los jubilados trufan el juego con toda suerte de comentarios y sobre
todo de los latiguillos del mismo: repetirás como un gallo hasta que te quedes
fallo, la mano respetarás por siempre jamás, doblador de primera jugador de
tercera, a blancas dice el refrán que el cierre a tu cuenta van, si la del
contrario das es porque tú llevas más, ficha nueva no des que sufrirás un revés,
si el dominó aseguras te dejarás de aventuras y así una larga retahíla.
En uno de los juegos Ponte
dice que pasa. Otro jubilado que está de mirón mete baza:
-No pasa, señor Ponte, tiene ficha para jugar.
-Los mirones callan e invitan a tabaco –apunta, sarcástico, Grandal
dirigiéndose al mirón.
-¿Quién sale?
Esa es otra, a pesar de que se la dan todos
de inmejorables jugadores, lo cierto es que con frecuencia nadie recuerda a
quien le toca salir. Entonces el que lleva la cuenta del tanteo tiene que
recurrir a contar el número de juegos realizados, comenzando por el que salió
la primera vez que para eso está la inicial de su nombre al principio de la
tabla de conteo. Cuando acaban la última partida recogen las fichas y
las guardan en la caja.
-Os recuerdo
que el próximo día no voy a poder venir. Como ya han comenzado las vacaciones
escolares he de cuidar a los nietos –anuncia Ponte.
-Ídem del
lienzo –corrobora Álvarez -, aunque en honor de la verdad he de decir que en mi
caso quien se lleva el marrón de atender a los pequeñajos es la parienta.
-Veis. Esa es
una de las ventajas de haberse casado joven, la de tener nietos pero ya
crecidos a los que no solo no hay que cuidar sino que no quieren saber nada de
los abuelos –confiesa Ballarín.
Grandal, a quien aburren esas charlas de
abuelos, cambia de tercio con una pregunta que sabe que va a tener eco:
-¿Qué os ha parecido
el resultado de ayer? –Se refiere a las elecciones generales que, por segunda
vez en seis meses, han hecho acudir a los españoles a las urnas.
-Pues que
punto arriba punto abajo ha vuelto a repetirse el resultado de la anterior
elección –responde Ponte que añade sentencioso -. Para ese viaje no hacían
falta alforjas.
-Con una
salvedad: que los socialistas han registrado el peor resultado de su historia.
Solo han sacado ochenta y cinco escaños –precisa Ballarín -. Hasta han perdido
diputados en feudos tan suyos como Andalucía o Extremadura.
-A mí lo que
me extraña es que no hayan perdido más votos, sobre todo en una comunidad como
la andaluza en la que el partido está enfangado con el caso ERE que es un
escándalo vergonzoso. Si hasta están imputados los dos últimos presidentes de
la Junta y media docena de exconsejeros. Y eso si nos referimos a los cargos
más destacados porque si contamos los personajes secundarios pringados el número
se multiplica –comenta Álvarez.
-Precisamente
algunos de esos personajillos son, por lo que se cuenta, los que más pasta se
han llevado. Especialmente los que hacían de intermediarios en las jubilaciones
presuntamente fraudulentas y las subvenciones a empresas que no estaban
presentando un ERE –precisa Grandal.
-Os olvidáis
de otro capítulo –recuerda Ponte -. La gente de las consultoras, de los bufetes
de abogados y hasta de los sindicalistas, ¡lo que es el colmo!, que se han
llevado una millonada cobrando comisiones muy por encima del valor de mercado
intermediando entre la Junta y los trabajadores.
Grandal vuelve a dar otro giro a la
conversación:
-¿Sabéis la
última de mis colegas del caso Inca? (*). Ayer me contó un amigacho que les han
propuesto para otorgarles la Cruz con distintivo rojo de la Orden al Mérito
Policial por haber resuelto el robo del Tesoro Quimbaya. El próximo tres de
octubre, festividad de los Santos Ángeles Custodios que son los
patronos de la policía, se las impondrán.
-Ya estamos como siempre, en lo de que unos cardan la lana y otros se
llevan la fama. El robo del tesoro, prácticamente, lo resolvimos los mendas –afirma
Álvarez, englobando en su mirada a los cuatro de la mesa –y no nos han puesto
ninguna medalla ni nos han subido la pensión.
-Eso no va a ser así –replica Grandal -. Me ha soplado un pajarito que
es posible que también nos impongan alguna condecoración.
-¡Ojalá nos saliera otro caso como el del robo del tesoro! –añora Ponte.
-No caerá esa breva –dice fervorosamente Ballarín como si fuera una
jaculatoria.
(*)Caso Inca:
vid. en este blog la novela “El robo del Tesoro Quimbaya”
PD.- Hasta
el próximo viernes