Guillem Armengol,
concejal de urbanismo, tiene que plantear al comité ejecutivo de su partido la
propuesta presentada por los representantes de BACHSA de urbanizar el litoral
de Senillar. Antes de tratarlo con sus correligionarios, le cuenta a su mujer
la reunión mantenida con los empresarios. Tiene más fe en el olfato político de
su costilla que en el de sus compañeros.
- … y esto es, en resumen, lo que nos han explicado. ¿Qué
opinas?
- No sé qué decirte, Guillem, porque lo que acabas de contar
parece un cuento de las mil y una noches. Lo único que parece claro es que se
trata de un plan muy ambicioso en el que los millones se van a mover a
paletadas y si andamos listos alguno se nos puede quedar en la mano.
- El problema es como presentarlo a mi gente y qué posición
tomar. Si doy mi aprobación al plan siempre habrá algún cantamañanas, como
Ibáñez, que saldrá diciendo que no somos más que los palmeros del PSOE, y si
estoy en contra me acusarán de oponerme al progreso del pueblo. Total, que haga
lo que haga me va a coger el toro.
- Haz una cosa. Preséntalo sin tomar partido y deja que los
demás digan lo que piensan, pero déjate abiertas todas las opciones. Oye, y
antes de que os reunáis ¿no podrías recabar más información para saber a qué
atenerte?
- En la reunión, además de los promotores, el alcalde y yo, sólo
estaban Arbós y Garcés. Del primero no puedes esperar que nos diga nada, si
sabe más cosas a quien se las contará será a los del PP. Y el segundo, si
conoce algo más sustancioso sobre el proyecto ya se lo habrá soltado a la
comisión ejecutiva socialista. No puedo recurrir a nadie.
- Creo que nos olvidamos de alguien que, aunque no estaba en
la reunión, seguro que está metido en el ajo. Me refiero a Agustín Badenes. Ya
sabes que en el pueblo no se mueve un duro sin que él no tenga algo que ver.
Siguiendo el
consejo de su esposa, Armengol visita al director local de Cajaeuropa con quien
mantiene buena relación. Agustín Badenes le saluda muy efusivamente.
- Hombre, Guillem, que caro te vendes. Vienes ni que caído
del cielo porque tenía pensado hablar contigo para hacerte una propuesta que
creo que te resultará muy interesante, pero primero cuéntame cual es el motivo
de tu inesperada y grata visita – el bancario, siempre cauto, prefiere que
primero hable su interlocutor.
- Verás, Agustín, vengo a pedirte consejo porque la verdad
es que no sé cómo plantear al partido lo que voy a contarte.
- Sabes, Guillem, que me tienes a tu disposición para cuanto
quieras, pero la política no es mi fuerte – se excusa Badenes.
- Es un problema político pero que tiene mucho que ver con la economía, por eso
quiero saber tu opinión que siempre he valorado muchísimo porque eres la mejor
cabeza que conozco en lo que se refiere a los números – aduce, adulador, el
político -. Se trata del asunto de la urbanización de la costa, del que supongo
que estarás al corriente.
- Me pides consejo, Guillem, y te lo voy a ofrecer
gustosamente, pero con una condición: la de que no debes divulgar lo que te voy
a contar. De entrada, te adelanto mi opinión: este proyecto será lo mejor que
le ha ocurrido a Senillar en toda su historia. ¿En qué me baso para ser tan rotundo?
En que se trata de un plan muy sólido y con una financiación por todo lo alto.
No sólo están detrás del mismo unos empresarios que han acreditado su buen
hacer en Benialcaide y en otros lugares, también lo está mi caja. Por ello, y
estoy resumiendo mucho, la postura no puede ser otra que manifestarse a su
favor sin ningún género de dudas.
- En principio estoy de acuerdo contigo – acepta Armengol
para a continuación matizar su aprobación -, pero intento pensar no en el ahora
sino a plazo más largo. Digamos que en una década. Imagínate que aquí comienza
a construirse a troche y moche, en consecuencia esto se llenará de gente de
fuera. Muchos de esos forasteros podrían terminar quedándose. En cuánto toda
esa patulea entre en el censo municipal, ¿quién nos asegura qué es lo que
votarán?, ¿qué pasará con partidos como el mío? Es el aspecto político el que
me preocupa, no el económico.
- Veamos, Guillem. Te preocupa lo que pueda pasar en una
década. Es una preocupación razonable, nadie puede garantizarte en ese plazo
dónde estará tu partido, si tú seguirás siendo el secretario general, si os van
a votar o no y si continuaréis formando parte del equipo de gobierno. Es una
ecuación con demasiadas incógnitas por despejar. Dicho esto también te digo
que, en tu piel, de lo que me preocuparía sería de las elecciones del próximo
año. Si obtenéis representación municipal en el noventa y cinco y, además, sois
la fuerza que desequilibra el fiel de la balanza no tendrás que volver a
preocuparte de nada hasta el noventa y nueve. Y convendrás conmigo que para el
año próximo, por muy rápido que vaya todo, el padrón del pueblo seguirá siendo
el mismo que hoy.
Armengol encuentra
muy razonable la explicación de Badenes, pero sigue con las reservas que le
suscita pensar en sus correligionarios.
- Eso último es cierto, pero insisto en que mi gente puede
ver peligros en el proyecto a medio y largo plazo.
- Si mi información es correcta, el único que de vez en
cuando se te enfrenta es Ibáñez, pero el resto de la directiva te come de la
mano. No tendrás problema para convencerles y si alguien guarda alguna reserva
desaparecerá cuando le expliques lo que puede suponer esta operación para
vosotros.
- Agustín, tendrás que ser más claro porque esta última
parrafada no acabo de entenderla.
- Lo que te voy a decir es una información que has de
manejar con extremada prudencia. El proyecto va a suponer el movimiento de
miles de millones y cuando se maneja dinero en tan ingentes cantidades es
natural que todo aquel que tenga algo que ver con el mismo obtenga algún
beneficio. Y no estoy hablando de nada ilegal sino de la praxis mercantil
habitual. Un ejemplo para que lo entiendas mejor. Cuando un comercial te vende
café, bebidas o lo que sea obtiene una determinada comisión. Es una de las formas
de retribuir su trabajo. Pues bien, el concejal de urbanismo va a tener una
descomunal tarea si el proyecto presentado sigue adelante. Por tanto, será
correcto y hasta justo que obtenga su correspondiente comisión. ¿Me sigues?
- Sí, pero eso no va a bastar para los del comité. Soy el
único del partido que está en el Ayuntamiento.
- Eso va a cambiar en unas semanas. En cuanto comience a
concretarse el proyecto podrás colocar no sólo a tu comité en pleno, sino a más
de la mitad de tus afiliados. Y todos tendrán su correspondiente momio.
- Agradezco de veras tu interés y es un favor que algún día
te devolveré, lo que no sé es cómo podré montar un tinglado para colocar a
tanta gente.
- Eso te lo solucionaré yo, también te explicaré como me
podrás devolver el favor, pero de eso hablaremos otro día. Ahora lo que
deberías hacer es reunir a tu gente, transmitirles lo que te he explicado, pero
sin darles demasiados detalles, y convencerles que lo mejor que puede hacer el
partido es apoyar decididamente el proyecto porque va a ser una eficaz manera
de hacer país – el bancario utiliza a sabiendas una de las frases favoritas de la
jerga nacionalista -. E idéntica postura deberás adoptar en el consistorio.
- Tengo mis dudas de que alguno de los cenutrios del comité
no se ponga digno y me la líe parda – Armengol sigue mostrando su reserva
respecto a la postura que puedan adoptar su conmilitones.
- Lo que debes hacer antes de reunirlos es hablar con cada
uno de ellos en privado y explicarles que el proyecto les hará ricos, ya verás
como a la hora de votar van a estar todos contigo.
- Menos Ibáñez.
- Bueno, el que haya un voto en contra no es mala cosa, lo
puedes vender como ejemplo de lo bien que funciona la democracia en el partido.
Y para terminar te hago un vaticinio: en tres o cuatro años vas a ser uno de
los hombres más poderosos de Senillar. Ah, insisto, de lo que hablemos, chitón.