"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 30 de noviembre de 2018

80. Queda en libertad con cargos


      La mañana del 19 de agosto se registra gran actividad en la sede del Juzgado de Instrucción número 4 de la Audiencia de Castellón. La juez del Valle, que ya solicitó los antecedentes penales de la única detenida hasta ahora del caso Pradera, le va a tomar declaración. Antes de ello, a Rocío Molina se le ha reconocido el derecho de asistencia jurídica gratuita. Lo que se ha hecho automáticamente al comprobar que no cuenta con recursos e ingresos económicos brutos computados anualmente por todos los conceptos que no superen dos veces el indicador público de renta de efectos múltiples, vigente en el momento de efectuar la solicitud al tratarse de persona no integrada en ninguna unidad familiar. El día anterior, la detenida recibió la visita de la abogada de oficio que la administración de justicia ha designado para que la represente. Lo primero que Rocío le ha contado a su letrada, una mujer joven que hace sus primeras armas en la defensa de oficio, es que tiene información que puede ser relevante para esclarecer la muerte de Francisco Salazar, pero que no dirá nada hasta negociar con la fiscalía. La abogada le indica que de momento no hay beneficios que negociar, pues lo más probable es que la jueza, tras interrogarla, la deje en libertad, quizá con cargos aunque también eso es dudoso.
-¿Usted tuvo algo que ver con el fallecimiento de Salazar? –le pregunta directamente la letrada.
-Se lo juro por Nuestra Señora de Palomares, que es la patrona de mi pueblo, que no he tenío na que ver con la muerte der pobre Curro. ¡Con lo que yo le quería!
-En ese caso, lo más probable es que la dejen en libertad sin cargos. Por consiguiente, mi consejo legal es que le cuente a la señora jueza todo lo que sabe.
   Rocío se resiste, tiene muy asimilado lo de los tratos con la fiscalía que tan recurrentes son en las series televisivas americanas. En algún momento de la entrevista, la andaluza también le cuenta la aventura del maletín que, según sigue manteniendo, se lo llevaron para ver si dentro se encontraban los papeles de la Seguridad Social de Curro.
-¿Acaso se llevaron el maletín violentando a su dueño? –pregunta la letrada.
-Quia, no señora, si er pobresito Curro no se enteraba de na.
-Si no existió ningún tipo de violencia o intimidación a la hora de apoderarse de ese bien ajeno se la podrá acusar de hurto, pero eso supone una pena menor en función de la cuantía del dinero que había en el maletín.
-Pero señora abogá, no fue un robo, solo queríamos encontrar los papeles de la Seguridá Sosiá de mi novio.
-Eso lo decidirá su señoría, pero si pudiéramos probar lo que afirma podría defenderla de esa acusación. Porque el hurto exige como requisito la existencia de una intención especial del autor, lo que técnicamente se conoce como elemento subjetivo que es el ánimo de lucro. Si usted no buscaba lucrarse con el contenido del maletín sino encontrar unos documentos la acusación de hurto decaería. Y como además no llegaron a abrir la valija, dudo que su señoría vaya a acusarla de la intención de hurto. En cualquier caso, le reitero que lo mejor para usted es que declare todo lo que me ha contado. Y si la jueza le pregunta por el maletín, dígale lo de la tarjeta sanitaria. Una cuestión que no me ha quedado clara y que su señoría le preguntará es el motivo de su desplazamiento desde Sevilla a Torrenostra.
   Rocío duda un poco. No cree que la favorezca contar que trataba de ayudar a un prófugo por lo que opta por mantener la inventada historia de los dineros que le adeudaba Curro.
-¿Existe algún tipo de documento que pruebe la existencia de esa deuda?
-Desgrasiadamente, no. Ya puede figurarse que entre novios no se firman papeles.
-Si no hay un documento que pruebe la existencia de esa deuda, pero si puede probarse la relación que tuvo usted con el fallecido, su señoría le podría otorgar el beneficio de la duda. Hablaré con el fiscal y quizá podamos conseguir que salga libre y sin cargos, aunque si la jueza dicta auto de apertura de juicio oral tendrá que volver a comparecer en el proceso, pero solo como testigo.
-¿Qué es eso der juisio oral? –inquiere Rocío.
   La novata abogada, al ver la ignorancia supina de su cliente, pretende lucirse:
-Con el auto de apertura de juicio oral se trata de determinar si las diligencias instructoras practicadas permiten deducir la existencia de un hecho punible atribuible a un concreto sujeto. Es decir, de reconocer, en definitiva, el derecho de acción penal, como derecho al proceso y a la sentencia. El contenido mínimo y necesario que debe integrar el auto lo constituyen los pronunciamientos decretando la apertura del juicio oral y la determinación del órgano competente para el enjuiciamiento.
   La andaluza apenas si ha sacado algo en limpio tras la redundante explicación de la abogada, pero no pregunta más. Recuerda lo que solía decir Curro: “Con los abogaos cuanto menos se hable mejor, les preguntas algo y nunca contestan na que puedas entender”.
   El interrogatorio de la Molina por la Jueza de Instrucción es breve. La andaluza, pese al consejo de su abogada, solamente le cuenta a la juez lo que antes le contó al sargento del puesto local de la Guardia Civil de Torreblanca. Tras acabar la declaración, la jueza decreta la puesta en libertad de Rocío, pero con cargos al mantener su condición de investigada por los supuestos delitos de omisión del deber de socorro, como dispone el artículo 489 bis del Código Penal, y el de hurto de acuerdo a lo que establece el artículo 234 del citado Código. Como le explica la abogada a Rocío al salir del juzgado:
-Queda en libertad con cargos.
   Mientras tanto, el excomisario Grandal cavila en cómo ayudar al sargento Bellido en el esclarecimiento de la muerte de Francisco Salazar. Tras detenida reflexión llega a la conclusión de que los hilos para tirar del ovillo del caso son los testigos que tiene más a mano, aquellos que residen en el pueblo: la camarera de la habitación 16, su novio, la patrona y los empleados y clientes del hostal. Su mejor baza es Anca puesto que es la que más trato tuvo con el fallecido y la gente que iba a verle. Como no tiene potestad para citarles, le pide al sargento que maniobre para poder hablar con la rumana, pero sin carácter oficial. Bellido, a través de la señora Eulalia, consigue que la joven acceda a dialogar con Grandal. El cebo para convencer a la rumana ha sido contarle que se trata de un antiguo comisario de policía que sabe mucho más derecho penal que el abogado del pueblo, y que le puede ayudar en el problema que tiene con la justicia. La joven acepta la ayuda sin mayores reparos pues conoce a Grandal como uno de los integrantes de la partida de dominó en la terraza del hostal.
   Tal como han quedado, el expolicía recoge a la camarera al final de la calle Diagonal y se la lleva en su coche a una cafetería de Alcossebre para evitar las miradas indiscretas y que se disparen los rumores. Antes de entrar en materia, Grandal le pinta a la muchacha un horizonte penal preocupante. Trata de que se asuste lo suficiente para que en su declaración no se deje nada en el tintero. Para ello utiliza la información que le ha facilitado el sargento: si fuera condenada, aunque fuera por un delito menor, ello podría repercutir en la situación de su familia que entró en España con visado de turista y podrían deportarlos a Rumanía. Le pide que le hable de su relación con Francisco Salazar. La joven le cuenta su trato con quien ella conocía como Curro Martínez y como desde el primer día empatizaron porque el andaluz era un hombre simpático cuando se lo proponía y sabía un montón de chistes y chascarrillos, además de que era de los pocos clientes que daba buenas propinas. Anca se guarda para sí que llegaron a intimar en un par de ocasiones. Y va relatando su relación con Curro hasta que llega al día en que le pegaron la paliza. Ahí es donde hace su primera pregunta Grandal:
-Cuéntame lo de la paliza con más detalle, por favor.
-Un día, el nueve de agosto exactamente, alguien vio salir del hostal al señor Martínez, digo Salazar, acompañado de otro hombre, un desconocido. Se dirigieron a la zona que hay en la calle de atrás del hostal, donde están las pistas deportivas, y allí el desconocido, al parecer sin venir a cuento, le propino una paliza al señor Salazar que le produjo la fractura de dos costillas.
-¿Salazar dio muestras de que conocía a su agresor?
-No sé si le conocía, pero dijeron que salieron del hostal hablando amigablemente.
-Esa agresión nunca fue denunciada. ¿Sabes por qué Salazar no la denunció?
-No, señor comisario…
   Grandal la interrumpe.
-Por favor, llámame Grandal o Jacinto. Aquí no soy comisario sino un amigo que quiere ayudarte.
-Lo que decía señor Grandal, no sé porque no lo denunció. Sí le oí decir que prefería no meterse en líos con los picoletos. Esa palabra que no conocía solía repetirla. Luego me enteré que se refiere a la Guardia Civil.
-Bien. ¿Quién fue la persona que hizo huir al agresor?
-Eso sí lo sé. Un señor muy educado y amable, creo que es ingeniero, del mismo pueblo que el señor Salazar, de Zahara de los Atunes, en la provincia de Cádiz. Creo que se llama Alfonso. Vino a ver a su paisano y lo encontró de casualidad cuando le estaban arreando una somanta de puñetazos y patadas que le dejaron como un santo cristo. Y al día siguiente, el mismo señor se llevó a Salazar a Castellón para que los médicos le hicieran una revisión. Fue cuando le confirmaron lo de las fracturas de costillas.
-¿Sabes dónde se alojaba el ingeniero?
-En un hotel de Orpesa, pero no sé exactamente en cual. Ah, se me olvidaba, el señor Alfonso estaba con su mujer, aunque yo no llegué a conocerla.
  Como Grandal se ha dado cuenta de que la joven comienza no sabe bien si a cansarse o aburrirse decide dar por concluida esta primera fase de la conversación.
-Gracias, Anca, eres de gran ayuda. Mañana proseguiremos la charla.

PD.- Hasta el próximo viernes