"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 11 de octubre de 2013

2.14. Dos biografías dispares

   Todas las expectativas que Sergio había imaginado durante el invierno, mirando la borrosa imagen de Lorena pinchada en el corcho de su habitación, se ven superadas por la actitud y el comportamiento de la joven. A los ojos del chico se muestra como un dechado de buenos modales, sazonados con una pizca de coquetería, y torrentes de encanto y simpatía. El muchacho, cada vez que la jovencita le mira directamente con sus negros ojazos y esboza una media sonrisa, literalmente se funde. No es posible que tenga tanta suerte. Porque no sólo es salada como ninguna, es que está para comérsela. No es que sea una belleza espectacular, pero tiene un rostro singularmente atractivo y un cuerpazo capaz de marear al más templado.

   Como Maripili es la referencia que Sergio tiene más cercana sobre su relación con las mujeres, trata a Lorena de manera similar. Apenas si se atreve a tocarla, y no es por falta de ganas. Los vestidos de la joven son los típicos veraniegos, lo que supone que esconden poco e insinúan mucho, y cada vez que en la playa la muchacha se desabrocha el sujetador para broncearse la espalda al chico está a punto de darle un sofocón cuando ella le pide muy modosamente que se lo abroche, mientras se sujeta la parte delantera, acción que a veces le lleva a  enseñar una buena porción de sus adorables pechos. La sexualidad de Sergio, que si no ha estado dormida si al menos adormilada, despierta y de qué manera. El joven comienza a tener sueños húmedos. La figura central de los mismos es siempre la misma: Lorena. Recurre al onanismo como única salida para desfogarse. En el terreno de los amoríos, Sergio está muy verde. Su carácter más bien retraído, su formación cristiana, una vida familiar muy reglada y un miedo cerval a coger alguna enfermedad de transmisión sexual son algunos de los factores que explican que Sergio, a sus diecinueve años, sea todavía virgen.

   En contraposición, la biografía de Lorena no puede ser más dispar, casi está en las antípodas de la de Sergio. Siendo apenas una adolescente puso sus ojos en ella un chico del pueblo tres años mayor, Maximino es su nombre aunque todo el mundo le llama Maxi. Al poco tiempo de salir juntos, una tarde, en una confusa mescolanza entre el romanticismo de la entrega y la rudeza de la violación, Maxi la hizo mujer. Desde entonces fueron novios y amantes en una relación en la que el sexo, con toda suerte de fantasías, fue determinante. La relación prosiguió sin mayores contratiempos hasta que Lorena cumplió los diecisiete y el amor propio, con la impagable ayuda de los celos, se impuso al sexo.
- Me lo contaron y no quise creerlo, pero ayer volvieron a decirme que te lo estás montando con la gilipollas de la Merche.
- No digas bobadas, churri. ¿Cómo voy a perder el tiempo con una tía que no pasa de chóped del malo cuando tengo en mis brazos a un jabugo cinco estrellas?
- No te quedes conmigo, Maxi, que te conozco. Estoy hasta los moños de que vayas por ahí tratando de ligarte a la primera piba que se te cruza por delante. Y lo de la Merche ya es demasié.
- Que no, cara bonita, que no. Que para mí no hay otro chochito más que tú. ¿Dónde voy a encontrar un pastelito de cabello de ángel como el que ya tengo?

   Lorena duda, pero se siente incapaz de romper definitivamente con Maxi, se encuentra presa del bronco y viril atractivo del joven que en la cama es un tigre y, acaso, porque ha sido su primer y único hombre. La relación con su novio se convierte en una suerte de montaña rusa en la que tan pronto parece tocar las estrellas como hundirse en la sima de los celos. Hasta que una de sus amigas le rompe el corazón al confirmarle lo que temía.
- Loren, si no fueras mi mejor amiga no te lo diría, pero creo que tengo la obligación de contártelo – No está muy claro si Mariasun está pasando un mal rato o se está regodeando de antemano.
- ¿De qué va el cotilleo? – Lorena pretende imprimir a su pregunta un tono entre irónico y despectivo, pero teme lo peor.
- De cotilleo nada. Lo vi ayer con mis propios ojos. ¿Sabes quién iba de paquete en la burra de Maxi? – Dejar un espacio en silencio después una pegunta así es poco menos que obligado. Como Lorena no pregunta, Mariasun prosigue -. Pues el putón de la Merche.
- ¿Y? – es la lacónica pregunta de Lorena.
- Me lo habían dicho, pero como hay tan malas pécoras, que más parecen víboras que otra cosa, no hice mucho caso. La semana pasada también se lo contaron a Anabelén y a Verónica. Estuvimos discutiendo sí decírtelo, pero no nos atrevimos, ¡cómo estás tan encoñada con ese chulo!, pero lo de ayer fue lo que me decidió. Perdona que sea tan directa, si lo hago es por nuestra amistad, pero llevas unos cuernos más grandes que el Micalet. Eres muy dueña de hacer lo que te salga del chumino, pero desde luego si estuviera en tu pellejo ese fantasmón no me volvía a tocar ni un pelo.

   Demasiadas evidencias, pero con todo Lorena aún mantenía la leve esperanza de que lo de Maxi con la Merche no fuera más que un calentón pasajero, sospechaba que algo así ya había pasado otras veces, pero al final el joven siempre volvía a sus brazos.
   La situación terminó por quebrarse la tarde en la que estuvo esperándole pues le había prometido darle un paseo en moto. Al ver que no llegaba, se acercó al cobertizo en el que guardaba la burra, como solía llamar el mozo a su moto, para ver si estaba allí. Y estaba. Tendido en una mugrienta colchoneta y con los pantalones por los tobillos. Y aquello no era lo peor pues entre el magro colchón y Maxi estaba Merche, con la falda por la cintura,  lanzando unos gemidos que se podían escuchar desde una legua de distancia. Aquello fue el the end de la película, mitad romance mitad porno, de Lorena y Maxi.
   En el año que siguió a la ruptura con su ya ex novio, Lorena pasó por varias relaciones que siempre fueron cortas pero intensas. Sabe lo que les gusta a los hombres y no duda en complacerles. También a ella le encanta divertirse. Lo que no consigue es una relación estable. Unas veces son ellos los que, en cuanto han catado y recatado a la joven, se alejan. En otras, es la propia Lorena la que los aparta de su lado.


   Con unas vidas sexuales tan distantes y distintas la relación entre Lorena y Sergio podía discurrir por las sendas más insospechadas. Ha sido la joven quien ha marcado el terreno y lo ha hecho de forma que no se corresponde con su biografía. Desde el primer día, y no sabe muy bien por qué, decidió tener al muchacho encelado pero sin dejar que se propasara ni un pelo. La joven le incita sutilmente a que contemple y admire sus encantos que son muchos, pero no le deja ir más allá. Con lo que Sergio vive un sinvivir.