Grandal reúne a sus amigos para contarles
que los policías han accedido a ayudarles para que puedan proseguir las
investigaciones sobre el robo del tesoro que, oficialmente, están en stand by. Condición sine qua non es que todo se haga con la mayor discreción posible y
siempre al margen de los conductos oficiales.
- Bueno, ¿y
qué tienes pensado hacer? – pregunta Álvarez que suele ser el más impaciente.
- Todavía no
lo tengo perfilado del todo. El planteamiento en el que había pensado es cómo
conectar el suceso del polígono de Fuenlabrada con el secuestro de Zaragoza.
Son dos escenarios diferentes, con protagonistas distintos, pero me da en el
olfato que hay algo o alguien que une ambos incidentes. Lo que no he conseguido
hasta ahora es encontrar ese nexo. Es lo primero que deberíamos investigar.
- O sea, que
si te he entendido bien lo que quieres es encontrar algún vínculo que una lo
del tiroteo con lo del secuestro, ¿no es así? – reitera Ballarín que, como
antiguo ferretero, es amante de la precisión.
- Así es.
¿Qué creéis qué podría ser? Vamos a hacer una tormenta de ideas. Decid lo
primero que se os ocurra aunque pueda parecer una chorrada – les anima Grandal.
- Bueno,
algo común a ambos sucesos es que los dos son hechos delictivos – apunta Álvarez
y añade -, aunque creo que eso puede formar parte del capítulo de chorradas.
- En cuanto
al alguien, en Zaragoza participaron sudamericanos; en Fuenlabrada, gitanos y
chinos. No parece que haya ninguna conexión – comenta Ballarín.
- A raíz de
lo que acaba de decir Amadeo, creo recordar que nos comentaste – apunta Ponte
dirigiéndose a Grandal – que también estuvieron en el tiroteo del polígono algunos
vigilantes armados. ¿Recuerdas si eran españoles o guiris?
- En este
momento, no. Será cuestión de pedirles a los Sacapuntas una copia del
expediente. ¿Se os ocurre algún otro punto común más? – repregunta Grandal.
Ante el silencio a su pregunta, el
excomisario propone:
- Bien, pues
en tanto no encontremos nexos entre ambos episodios, vamos a centrarnos en el
hecho de la participación, en algún modo, de latinoamericanos en ellos. En el
secuestro de María Victoria tenemos su propio testimonio de que los
secuestradores eran sudamericanos. En cuanto a lo del tiroteo del polígono,
sabemos que la policía especula que un cártel de narcos colombianos, los
Varelas, estuvo en cierto modo detrás de aquel suceso, pero falta la
constatación de que también lo estuvieran de facto.
- Supongo
que la policía tendrá un expediente informativo con todos los detalles del caso
– apunta Álvarez.
- Pues así
es, Luis, ya lo comenté. Y antes de que se me olvide voy a pedirlo ahora mismo
– dice Grandal.
Y dicho y hecho, coge teléfono y llama a
Atienza.
- Juan
Carlos, soy Grandal, necesito el expediente del tiroteo del polígono de
Fuenlabrada. ¿Puedes hacer una copia y mandármela por mensajero?
- ¿El
expediente completo o te vale un resumen?
- El completo.
- Pues no lo
tengo. Ese caso lo investigó la UCO de la Guardia Civil y a nosotros nos
mandaron solo un resumen. Habría que pedírselo, pero ya sabes que nuestra
relación con ellos no es la mejor del mundo. Es una torpeza y un sinsentido,
pero así están las cosas.
- Bueno,
pues mándame el resumen, pero si lo que busco no está tendréis que armaros de
paciencia y pedir el archivo completo.
- ¿Te lo
envío a tu domicilio?
- Sí, por
favor y cuanto antes mejor.
En cuanto termina la charla con Atienza, que
ha sido seguida atentamente por los viejos, y antes de que Grandal pueda añadir
algo, sale a la palestra la petición de los que, además de policías amateurs, también
ejercen de abuelos.
- Jacinto –
habla Ponte como decano del grupo -, como hoy es sábado, nosotros tres tenemos
que echar una mano con los nietos. Por tanto, creo que podríamos dejarlo aquí y
volver a reunirnos el lunes – es decir eso y acordarse de lo que el trío llama
“los lunes de Grandal” en alusión a que es el día que el excomisario lo dedica
a su amiga Chelo, por lo que rectifica -. Bueno, o el martes, supongo que por
un día más no pasa nada.
Y en eso quedan, la siguiente reunión será
el próximo martes a las once horas.
Esa misma tarde, Grandal recibe la copia de
una sinopsis del expediente del tiroteo en el Polígono Cobo Calleja de
Fuenlabrada. Se pone las gafas para leer y abre el expediente. Casi al término
del mismo encuentra algo que le hace volver atrás para releer el párrafo: “Al
final de la acción nos encontramos con tres individuos fallecidos, un gitano,
un oriental y uno de los guardias de seguridad de nacionalidad colombiana,
varios heridos de distinta gravedad y un cierto número de participantes que
lograron huir…”.
- O sea, que
hubo, al menos, un sudamericano inmerso en el suceso – comenta Grandal en voz
alta -. Claro que si falleció en el tiroteo no pudo estar en Zaragoza pues el
secuestro fue mucho después. Supongo que habrá detenidos y algunos que lograron
huir, aunque increíblemente el resumen no lo dice…
No termina la frase, lo que hace es volver a
llamar a Atienza.
- Juan
Carlos, el resumen que me has enviado es insuficiente. Voy a necesitar el
expediente completo y actualizado porque lo del polígono fue la penúltima
semana de enero. ¿Qué los picoletos te van a poner pegas? Hombre, usa tus
naturales encantos – nada más decirlo, Grandal se muerde los labios, no es la
frase más oportuna para decírsela a un policía de quien sus compañeros aseguran
que pierde aceite; rectifica -, me refiero a que tus dotes diplomáticas son
bien conocidas. ¿Qué estás seguro de que no te lo van a mandar? – mientras
dialoga con Atienza, Grandal trata de recordar a quién conoce de la Benemérita
que esté aun en activo cuando un nombre viene a su memoria -. Mira, acabo de
acordarme de que tengo un buen amigo entre los del tricornio. Voy a hacer una
llamada. Si no funciona, te volveré a llamar para que, pese a tus reparos, seas
tú quien lo intente. Un abrazo.
En cuanto cuelga, llama a la comandancia de
la Guardia Civil de Castellón.
- Soy el
comisario Jacinto Grandal, quisiera hablar con el coronel Tresreyes, por favor.
Grandal es consciente de que, por muy viejos
conocidos que sean, el coronel antes que amigo suyo es guardia civil por lo que
no le extrañaría que se negase a lo que va a pedirle: que presione a la UCO del
Cuerpo para que remita el expediente completo de lo del polígono a la Brigada
de Patrimonio. Decide que lo mejor es contarle la verdad a su amigo, pero una
verdad algo maquillada.
- Hombre,
Jacinto, ¿qué es de tu vida? Desde que estuviste por estos pagos buscando a
unos calés no he sabido nada más de ti – el vozarrón de Tresreyes hace vibrar
el altavoz del teléfono.
- Por eso te
llamo, Alejandro, por un fleco que todavía anda suelto sobre la misma investigación
por la que buscaba a una familia gitana, a la que por cierto terminé encontrando.
Como te comenté en su día sigo ayudando, oficiosamente claro está, al grupo de
colegas que investigan el robo del Tesoro Quimbaya. Hace algo más de tres meses
hubo un tiroteo en un polígono de Fuenlabrada, no sé si te suena.
- Sí,
hombre, es un caso que lo investiga la gente de mi tocayo Palacios – precisa el
coronel.
-
Efectivamente, pues bien, los hombres de Palacios nos mandaron una sinopsis del
caso, pero han surgido nuevas pistas y necesitamos el expediente completo de
aquel suceso. Sabes bien, porque lo hemos comentado en más de una ocasión, los
ridículos recelos que existen entre nuestros dos cuerpos – Grandal hace una
pausa -. ¿Sabes qué te digo?, que me estoy enrollando mucho, voy al grano. La
gente de la UCO se hace la remolona y no acaba de mandarnos el archivo completo
del caso. Alegan no sé qué historias de que les falta completar algunos datos.
Yo creo que son simples excusas. Lo que te pido es el favor de si puedes llamar
a Palacios para que nos envíe el expediente. Si no te es posible – está en un
tris de decir o si no quieres, pero lo obvia -, lo entenderé y no por eso dejaré
de acudir al homenaje que se está preparando con motivo de tu pase a la reserva
– Grandal con su última frase intenta tocar la tecla sentimental de Tresreyes
que, en efecto, está a punto de cumplir la edad para pasar a la situación de
reserva.
Hay un breve silencio hasta que Tresreyes
contesta:
- Tranquilo,
amigo, mañana llamaré a Palacios, a ver de qué humor se ha levantado.