"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 12 de mayo de 2020

Libro I. Episodio 32. Bon Nadal


   El paquete para gourmets de doña Pilar, destinado a que su hijo pueda festejar las fiestas que se avecinan, le ha llegado a Julio antes de Navidad por los pelos. Lo ha recibido el 23, gracias a que el servicio estatal de correos ha conocido importantes mejoras en los últimos tiempos que han agilizado mucho la rapidez y seguridad en el reparto postal. A Julio el envío de su madre le ha hecho enorme ilusión, no solo por su rico contenido sino porque ayudará a que la comida postnavideña, que van a preparar las chicas de Inca, sea más variada y posiblemente más sabrosa, al menos en los entrantes. En contrapartida, el envío de su madre ha puesto de relieve la ausencia de algún regalo o detalle navideño por parte de su novia. A ello se añade que las cartas de Consuelo comienzan a ser más cortas y, sobre todo, más previsibles, sus contenidos cada vez se parecen más. Le cuenta cómo van los asuntos de la economía familiar, ¡cómo si ello le importara!, algún suceso ocurrido en el pueblo o alguna charla mantenida con sus amigas, pero las confidencias amorosas, el hablar de sus sentimientos, las expresiones cariñosas son más escasas. Es solo una corazonada, pero a Julio le da el pálpito que el cariño de Consuelo se está enfriando, por decirlo de alguna manera. ¿Habrá conocido a otro?, se pregunta, ¿estará saliendo con alguien?... No puede ser, piensa, alguien me lo habría dicho, quizá Argimiro; no, él casi no sabe escribir. Quizá Carolina…, pero es más amiga de Consuelo que mía… Los temores, las dudas y unos incipientes celos, no sabe muy bien de qué o de quién, atormentan al mañego. Intenta desechar los negros pensamientos y como antídoto opta por hacerle a Consuelo lo que ella no ha hecho: enviarle un regalo navideño. ¿Y qué le podría regalar?, se pregunta. De entrada, desecha mandarle productos gastronómicos, ni Consuelo los necesita ni sabe que podría enviarle. Otra cuestión es que ya no podrá ser un regalo para Navidad porque esta habrá pasado cuando su novia pueda recibirlo, tendrá que ser para el nuevo año o quizá mejor para Reyes. Durante varios días ha estado dándole vueltas al posible regalo y no se le ocurre nada, por lo que decide pedir consejo a la dependienta de la tienda con la que tiene mayor confianza.
   - Mercè, querría enviarle algún detalle a mi novia para Reyes, pero no se me ocurre nada, ¿qué me aconsejas regalarle?
   -¿Qué edad tiene tu novia?
   -Cumplirá veinte en febrero.
   -Hay mil cosas para regalar a una al.lota de diecinueve años. Puedes comprarle un collar, una pulsera, un broche, algo de vestir, unos zapatos, un perfume…, pero antes de pensar en qué regalarle hay otra cuestión: ¿cuánto piensas o cuánto puedes gastarte?
   -No mucho, los guripas siempre estamos a verlas venir.
   -Si no puedes gastar mucho la solución la tienes aquí. Cómprale algo de la tienda, hay cosas muy monas en bisutería con las que impresionar a tu novia, y con lo bien que le caes al jefe seguro que te hace un buen descuento.
   -Gracias, Mercè, no se me había ocurrido. ¿Me ayudas a elegir?
   Después de mucho rebuscar, y con la impagable ayuda de su compañera, Julio ha elegido un fino broche de bisutería cuyo motivo principal es una eme entrelazada con una ce. Está convencido de que a Consuelo le encantará pues sabrá leer mejor que nadie el mensaje implícito que contiene el prendedor. Y como Mercè había supuesto, Carbonero le hace un generoso descuento.
   El día de Navidad discurre de forma muy diferente para los enamorados. Consuelo lo pasa en la casa familiar y rodeada por su madre y hermanos y también por tíos y primos. Es una vieja costumbre de los Manzano juntarse en Navidad, día en que suelen comer gallina en pepitoria cocinada por la tía María. De postre, los consabidos turrones y dulces regados con sidra asturiana, y luego la gente joven canta villancicos ante un rústico belén. Julio no tiene madre ni hermanos ni otros parientes con los que juntarse, ha debido conformarse con reunirse con algunos compañeros de Capitanía con los que a mediodía ha ido al cuartel de caballería a zamparse la comida extraordinaria que suele prepararse ese día, y que no deja de ser más que un rancho corriente al que se le ha añadido algunos mariscos y se ha servido vino, café y licores. Luego se han ido a una tasca del puerto y la mayoría ha cogido una buena pítima a base de mezclar diferentes clases de bebidas y acabar viendo el culo de las botellas.
   La mañana del 26, el mañego se levanta con resaca. En el primer bar que encuentra abierto se toma un café doble, varios vasos de agua y pide un plato de panceta con huevos. Remedios que le recomendó un camarada de juergas cuando alijaba en la Raya. Los caseros antídotos contra el alcohol parecen funcionar y hacia las doce se encuentra en un aceptable estado para reunirse con Agustín y las dos jóvenes que deben estar preparando la comida del día de San Esteban, que para ellos será la comida navideña. La llegada de Julio a la bajera, que servirá como eventual comedor, es celebrada con alborozo, pues ya impresionó a las mallorquinas cuando unos días antes les entregó parte del paquete que le había enviado su madre.
   -Bon Nadal –le saluda Roser dándole un tímido beso en la mejilla.
   -Bon Nadal –le desea Dolors que le da otro beso no tan tímido.
   -Paisano, no sé si sabes que Bon Nadal es feliz Navidad en polaco –le traduce Agustín -. Seguro que lo que van a preparar estas reales hembras va a estar como pa echar regüeldos, pero sin ánimo de hacer de menos a naide lo que te envío tu señora madre es lo mejor de lo mejor. Y, chacho, lo reconozco, hasta me he emocionao pues el salchichón, el morcón y sobre to el jamón de mi pueblo me han hecho recordar nuestra bendita tierra.
   -Aunque sea a toro pasado, felices navidades a todos y perdonadme por si no estoy muy lúcido, pero todavía no se me he pasado del todo la resaca. Ayer estuve con los compañeros de Capitanía y cogimos una buena cogorza, y eso que no fui de los que más le dio a la botella, pero aun así todavía tengo el estómago revuelto –se justifica Julio.
   -No te preocupes, que lo que estamos cocinando te lo sentará -asegura Roser-. Dolors, tú que eres la mestra de la cuina cuéntale al extremeño lo que vamos a comer pa que vaya chupándose los dedos.
   Dolors explica que el menú navideño constará de unos entrantes en los que serán fundamentales los embutidos que mandó doña Pilar. Después, una sopa rellena, seguida de un fiambre de gallina con tiras de huevo, y luego unos escaldums de pavo y lechona. Y como postres: turrones, almendras, higos secos y barquillos. Y remata su explicación contando que la sopa lleva una pasta llamada colzets, carne picada mitad ternera-mitad cerdo, un par de huevos y para salpimentarla hierbas aromáticas y un poquito de nuez moscada. Julio, que por primera vez ha oído hablar de esa nuez, se interesa por la especia.
   -Oye, Dolors, y la nuez moscada, ¿qué clase de nuez es?
   -Es la semilla de un árbol que se cría en países de mucho calor. Se utiliza para aliñar sopas, salsas, croquetas y plats al forn. Aquí la trajeron unos holandeses y mi señora la usa a veces pues da muy buen sabor. Ya verás lo que estamos preparando, seguro que te gustará. ¿A qué nunca has comido platos así? –pregunta Dolors, muy ufana por sus habilidades gastronómicas. El mañego reconoce que en verdad nunca probó ninguno de los platos que las jóvenes están preparando y admite que, por lo que está viendo, la cocina mallorquina es mucho más sofisticada que la extremeña y utiliza unos ingredientes y condimentos de los que jamás había oído hablar.
   Los sabrosos y contundentes platos, acompañados de un tinto de Binissalem que entra sin sentirlo y la malvasía de Mallorca que han catado en los postres terminan por dejarlos medio piripis, tanto que acaban bailando al son de las coplas que, a voz en grito, entonan ambas muchachas. Julio, al sentir el calor del sinuoso cuerpo de Dolors, se arrima a ella más de lo que los buenos modales aconsejan y, ante su asombro, la inquera no lo rechaza. En algún momento del baile le asalta la idea de ir más lejos, pero a pesar de que su lucidez es más que dudosa por efecto del alcohol no lleva adelante su propósito. En ningún momento de la velada, Dolors se ha insinuado o ha coqueteado con él más allá de las expresiones cariñosas y de los roces ocasionales originados por el vino y la propia fiesta que termina con ambas jóvenes cantando a dúo, y no lo hacen nada mal, un villancico en su lengua natal: Allà dalt de la muntanya, un àngel als pastors diu: Hola, hola, eixiu, eixiu! Lantararà, rarararará! Hola, hola, eixiu eixiu, què Jesús és nat i és viu!, y del que Julio solo es capaz de traducir allá arriba en la montaña.
   Ha pasado la Navidad y Consuelo Manzano encara el nuevo año de 1890 con la esperanza de que sea mejor que el anterior. El placentino Luis sigue terne en su proyecto de convencerla de que es el mejor partido posible, por supuesto infinitamente mejor que el mañego. La chinata comienza a tener dudas sobre si enamorarse de Julio fue un arranque salido del hondón donde anidan los sentimientos más profundos o, en buena parte, se debió a darle en la cresta a su madre por pretender manipularla con la serie de pretendientes que le ha ido buscando.
   En Palma, Julio Carreño bastante tiene con combatir la soledad en días tan señalados. La comilona y posterior fiesta del día de San Esteban fue fantástica y reconoce que se lo pasó muy bien. Quizá el vino y los licores, que tan generosamente libaron, fueron la causa de que todos estuvieran especialmente alegres y simpáticos. La palma se la llevó Dolors que, pese a su fama de arisca, no pudo estar más cariñosa. Al mañego, volver a tener una real hembra entre sus brazos le hizo despertar su hombría y en algún momento de la velada estuvo tentado de insinuarse a la joven mallorquina a ver hasta donde le dejaba llegar. No pasó del pensamiento a la acción, pero… se quedó con las ganas de decir algo más que Bon Nadal. Quizá lo intente sí se repite la velada.

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro I de Los Carreño, publicaré el episodio
33. Un singular artilugio