"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 8 de abril de 2022

Libro III. Episodio 139. Mientras los Carreño veranean nace la URSS

 

   El novio, con el que Merche se ha quitado a Julio de encima, no existe, se lo ha inventado la joven como cortafuego contra los avances del jefe, y es que, además del chorreo que le echó Julia en su día, también cuenta el recordatorio que le susurró Lupe en cuanto la familia se marchó a Punta Umbría.

   -Merche, bonita, la jefa se va, pero para ti como si no. Ni se te ocurra hacerle la más mínima carantoña al jefe porque me chivaré, y en cuanto llegue Julia te va a poner de patitas en la calle. ¡Conque ojo al Cristo que es de plata!

   Al estar en plan de soltero de verano, Julio puede permitirse mayores licencias y una de ellas es que sus visitas al casino son más frecuentes. El doctor Lavilla, que se ha convertido en todo un experto en Rusia, tiene a sus contertulios al día de lo que la prensa internacional ha bautizado como la Revolución Rusa. Aunque lo que más interesa a los contertulios es el devenir del conflicto bélico. Así, en la segunda mitad de julio el comandante Liaño cuenta a sus amigos que el Reichstag alemán ha hecho una declaración de paz para detener la guerra.

   -Comandante –pregunta Julio que, por lo que le va en ello, se ha puesto alerta al oírlo-, lo que ha dicho sobre la paz, ¿quiere decir que los alemanes están rindiéndose?

   -Ni mucho menos, pero intuyo que comienzan a sentirse acorralados y la entrada en el conflicto de los Estados Unidos ha hecho que esa sensación se intensifique.

   Ajenos por completo a los vaivenes bélicos y a las disquisiciones sobre los mismos que llevan a cabo los contertulios del pater familia, el resto de los Carreño veranea plácidamente en Punta Umbría disfrutando de los últimos días de playa. Álvaro, bajo la supervisión de su madre, enseña a nadar a Julián y a Jesús y a la pareja de amigos sevillanos que tampoco saben. El hecho de ser el mayor parece que le confiere un especial status de liderazgo que los demás hermanos aceptan sin rechistar.

    Las madres siguen en sus tumbonas charlando y contándose confidencias que quizá no se atreverían a hacerlo en otro entorno.

   -¿Así que tenéis una dependienta que le ponía ojitos a tu marío? ¿Y cómo ha terminao er asunto? –Julia cuenta a la sevillana la charla que tuvo con Merche y como desde entonces se han terminado los coqueteos de la joven.

   -¿Y no te preocupa que ahora que tu mario se ha quedao solo sea él quien la busque?, mira que los hombres solo piensan con la bragueta y en cuanto pueden la meten en caliente.

   -Creo que Julio ya está mayor para andar detrás de las faldas de una veinteañera y, además, la chica está advertida, como tenga el menor desliz la pongo en la calle.

   -Yo no estaría tan tranquila. Los hombres, por mu mayores que sean, lo del triquitriqui lo tienen siempre metio entre seja y seja y a la que te descuidas ya s´an liao.

   La charla se ve alterada porque los chiquillos se han peleado y la niña sevillana busca el apoyo de su madre acusando a Pili de haberle tirado de las trenzas. Las madres ponen paz y dada la hora que es recogen los bártulos y cada familia regresa a casa.

   -Pili, eres imposible, ¿por qué has tenido que pegarle a la pobre Rocío, qué te ha hecho?

   -No le ha hecho na, mamá. Se ha puesto furiosa porque el tato le hace más caso a Rocío que a ella –se chivatea Julián, y luego, en voz baja para que no le oiga su madre, agrega-. Es que el tato y la Rocío son novios.

   El mes de julio ha concluido y los Carreño regresan a Plasencia. La estancia en la ciudad es corta porque en unos días se desplazarán a Pinkety donde pasarán agosto. El padre lleva a la familia con la Fiat y los deja en la finca, donde los reciben los medieros y sus tres niños, que cuando estuvieron la vez anterior no llegaron a conocerlos. Los hijos del tío Venancio tienen entre dos y siete años y al principio tratan con desconfianza a los recién llegados, pero en unos días ya están todos formando una piña bajo el mando de Álvaro. Los chavales creían que no se lo pasarían tan bien como en la playa, pero pronto descubren que los campos, las arboledas, las praderas y los arroyos pueden ofrecerles esparcimientos que acaban gustándoles más que la repetitiva vida del mar y la arena.

   -¿Y por qué dices que habéis estao en el océano?, si dónde habéis estao es en el mar, ¿no? –pregunta el mayor del mediero, al que llaman Chapi sin saber si es su nombre o un apodo familiar.

   -Porque en Punta Umbría, donde hemos veraneado, está el océano Atlántico y no el mar. Te gustaría verlo –le explica Álvaro.

  -Me valdría con un mar aunque fuera pequeñino, nunca he visto ninguno.

   Pese a vivir en una ciudad en la que el campo está a un tiro de piedra del centro urbano, es en Pinkety donde los pequeños Carreño descubren la naturaleza y sus innumerables bellezas y misterios. Los chicos del mediero les enseñan los mejores árboles para trepar, a buscar nidos, a cazar pajarillos y ranas, a distinguir entre un conejo de monte y una liebre, qué comidas son las que más gustan a los cerdos, las gallinas y los conejos. Descubren que los caracoles se comen, lo mismo que las ranas. Aprenden a montar en burro y en la balsa completan el aprendizaje de la natación con un estilo nada ortodoxo pero que les vale. Y Julia encuentra el remanso de paz y sosiego que tanta falta le hacía. Durante cuatro semanas se olvida de las tiendas, de Interplás y de cuantos proyectos bullen en su mente. El verano termina y los Carreño abandonan Pinkety con la firme resolución de volver porque para los niños es un paraíso.

   En tanto la Gran Guerra sigue su trágico curso, pero es en noviembre cuando los acontecimientos se desarrollan por cauces inesperados en la lejana Rusia.

   -Ya sé que siguen poco interesados de lo que ocurre en Rusia, pero aun así no me resisto a contárselo –se excusa Lavilla-. Ha caído el gobierno provisional y los líderes bolcheviques, Lenin y Trotsky, se han hecho con los puestos de mando. Y tras el segundo congreso de los Sóviets, Lenin ha sido nombrado Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo. Ah, y una curiosidad, el país ha dejado de llamarse Rusia, desde ahora su nombre es la URSS.  

   -La URSS, ¡lo que faltaba!, ¿y eso significa algo o solo es otro capricho de esos comunistas? –La pregunta de don Mauricio no se sabe bien si es en serio o se está chanceando.

   -La URSS es el acrónimo de Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, así se llamará Rusia desde ahora.

   -Para mí sigue siendo Rusia, la de toda la vida. Eso de la URSS durará cuatro días –sentencia el letrado.

  Galiana el ferretero susurra a Julio que está a su lado:

   -¿Qué coño es un acrónimo?

   -Luego te lo cuento.

   El último trimestre del año transcurre rápido y, casi sin darse cuenta, la Navidad se echa encima. Los Carreño andan atareados en su preparación, de la del fin de año y de los Reyes Magos, el día mágico de los pequeños. El seis de enero de 1918 será una fecha difícil de olvidar para los cuatro hermanos más pequeños del clan: Julián, Jesús, Eloísa y Concha. Tanto Álvaro como Pili no cuentan porque ellos ya están en el secreto. Un año más, los Reyes Magos han visitado el hogar de los Carreño y han dejado un montón de regalos para la chiquillería, pero lo que más ha impactado a los críos es que esta vez los soberanos han debido hacer una parada en la casa, las huellas dejadas son incuestionables pues se bebieron la sidra que les habían dejado, el balde de agua para los camellos aparece seco y de la alfalfa tan solo quedan unas briznas.

   -Mamá, papá, los Reyes han estado aquí. Se han bebido la sidra y los camellos se han comido la alfalfa –Los pequeños están atónitos, ante la sonrisa cómplice de sus hermanos mayores.

   En cuanto pasan Reyes, la vida familiar de los Carreño retorna a su ritmo habitual. Los niños al colegio, Julia a dirigir las tiendas y Julio reinicia sus correrías por la región y provincias aledañas, hasta que llega la Semana Santa, que este año discurre del 24 al 31 de marzo. El droguero no viaja durante esa semana y puede disfrutar de la familia y de sus amigos tertulianos que se apresuran a ponerle al día. En el pasado diciembre comenzaron a sucederse acciones encaminadas al fin de la sangrienta contienda. Una ha sido la firma de un armisticio en el frente oriental entre Rusia, Alemania y Austria-Hungría. Otras noticias destacadas han sido que la URSS se ha convertido en una república democrática federal, que Turquía ha solicitado el armisticio a la Entente y, que tras el armisticio, se ha firmado un tratado de paz entre el Imperio Alemán, el Austrohúngaro, el Imperio Turco y la URSS. Con dicho tratado, Alemania refuerza su frente occidental con los efectivos del  oriental que ya no necesita.

   -Entonces, si Alemania sale reforzada en su frente occidental, ¿eso quiere decir que los alemanes están ganando la guerra? –pregunta Julio.

   -Más bien quiere decir que al desaparecer en la práctica el frente oriental, todo el esfuerzo bélico se trasladará al frente occidental –resume Lavilla.

   -¿Y eso que supone, don Enrique? –quiere saber Galiana.

   -Pues que franceses, británicos, y ahora también los yanquis, necesitarán más que nunca de animales de tiro y carne como los que les vende Carreño –Los contertulios, incluido el buenazo de Lavilla, no desperdician la ocasión de soltarle alguna pulla al droguero sobre sus nuevas actividades mercantiles. En el fondo muestran un poco de envidia pues saben que su compañero de tertulia se está haciendo rico con dicha actividad.

   La mayor parte de la primavera, Julio ha estado sin aparecer por la tertulia porque, como anticipó el doctor Lavilla, los contendientes necesitan más que nunca de víveres y animales de tiro y carga, ya que las batallas, que se llevan a cabo en territorio francés y belga, son interminables. Cuando a fines de mayo Julio vuelve al casino, sus amigos solo pueden contarle que la Entente y los Aliados se han enfrentado, y va por cuarta vez, en Ypres con resultado de momento incierto.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 140. ¡¿Qué tu marido te pega?!