La segunda sesión de la tormenta comienza
donde lo dejaron el día anterior. La profesora Martín-Rebollo anota en el folio
del mural: ¿Se trata de una banda bien organizada o es un hatajo de chapuceros?
Quien primero responde es Atienza:
- A ese
interrogante le podríamos aplicar los mismos adjetivos que ayer formuló Michel:
por la planificación del golpe parece que estamos ante un grupo bien
organizado, pero el fallo de no haber entrado en la red apunta a que son unos
incompetentes. ¿Cómo se casa eso?, ¿cómo pueden ser al mismo tiempo tan
profesionales y tan chapuceros? Una actuación tan contradictoria es realmente
inexplicable.
- Estoy
pensando en una derivada – interviene Bernal -. Podría ser que los autores
intelectuales del golpe sí supieran que se trataban de copias, pero no se lo
hubieran dicho a los que ejecutaron el atraco.
- Es una
posibilidad, pero ¿y por qué? - se pregunta Martín-Rebollo y añade -. Los que
idearon el asalto, ¿para qué necesitaban robar unas piezas que eran meras
réplicas?
- Seguimos
en lo de inexplicable y contradictorio – resume Grandal.
- ¿Alguna
aportación más? – inquiere la moderadora que, ante el silencio a su pregunta,
prosigue – Bien. Otra pregunta de este apartado es: ¿alguien que organiza un
atraco de esta naturaleza no cuenta entre su personal hackers que barran en la
red cuanto se haya publicado sobre el objeto del robo?
- Para mí –
opina Blanchard – la respuesta a ese interrogante es contundentemente afirmativa.
No hay ni una sola banda en el campo de los robos de arte de gran entidad que
no cuente con uno o varios superespecialistas en informática. Los que planearon
el atraco sabían que lo que robaban eran copias y no piezas originales. Ahora
bien, volvemos a la misma y desconcertante pregunta ¿y aun así porque llevaron
adelante el atraco?
- Si no hay
más comentarios – habla la moderadora – la siguiente pregunta es: ¿el hecho de
no haber utilizado internet no podría echar por tierra la tesis de que éste es
un robo por encargo?
- No,
necesariamente – opina Blanchard que se está mostrando muy activo -. Los que
planearon el atraco y que, teóricamente, deberían ser los receptores de las
piezas robadas, eran conocedores de lo que se llevaban: réplicas y no piezas
originales. Aunque yo sigo opinando que éste es un vol personnalisé – define echando mano de su lengua paterna.
La moderadora mira al resto de integrantes
del grupo. No hay nadie que quiera añadir algo más.
- Bien, pues
hasta aquí el debate no ha sido demasiado fructífero. Lo resumo. A) El presunto
error de los ladrones de no haber entrado en la red es algo inexplicable y
contradictorio. B) Ese error induce a pensar que hay algo que no cuadra, pero
que no sabemos qué es. C) Creemos que los organizadores del robo sabían que
estaban robando copias, pero desconocemos porque siguieron adelante. D)
Seguimos creyendo que se trata de un robo por encargo. Como veis, las
incógnitas son más numerosas que las certezas. No queda más remedio que
proseguir, aunque dada la hora que es, opino que lo mejor sería hacer una pausa
para almorzar.
Atienza informa a sus compañeros de debate
que van a comer en un restaurante cercano y se excusa de antemano puesto que se
trata de una modesta tasca de barrio, pero con una aceptable cocina de mercado.
En la comida, el ambiente es distendido y hasta se ríen algunos chistes que
cuenta Bernal. María Victoria se las ha ingeniado para sentarse a la vera de
Grandal y aprovechando un momento en que la conversación ha decaído le dice en
voz baja:
- Jacinto, me
gustaría que un día me contaras con detalle como resolviste el caso de la calle
Leganitos.
- Lo haré
encantado – responde Grandal -, aunque ya te adelanto que tuvo que ver más la
suerte que mis habilidades detectivescas.
- La prensa
no decía eso, sino que la resolución del asesinato fue obra de tu intuición.
Mejor dicho, recuerdo que hablaban de tu olfato policíaco.
- Si
recuerdas eso también recordarás una viñeta de Diario 16 en que me
caricaturizaban como un podenco que va siguiendo un rastro. Y como supongo que
tendrás una agenda muy apretada, luego te doy mi teléfono y cuando quieras me
llamas. Yo, como todo jubilado que se precie, la tengo prácticamente vacía.
Después del almuerzo, el grupo
vuelve a la Brigada. La moderadora escribe en el portapapeles mural una de las
preguntas que enunció en la presentación: ¿Los ladrones sabrán a estas alturas
que lo que robaron eran simples réplicas? Bernal es quien primero habla:
- No tenemos datos para contestar con un sí o un no tajante a ese
interrogante, pero sí los tenemos para afirmar que es probable que sigan sin
saberlo. Razones hay varias, pero creo que esta es suficiente: si supieran que
lo que tienen en su poder no son más que copias, ¿por qué asesinaron a Obdulio
Romero y a su cuñado? y ¿por qué, al parecer, siguen vigilando a Adolfo
Martínez?
- Si no recuerdo mal, Eusebio, esta mañana hemos aceptado que los
autores intelectuales del robo sí saben que lo que tienen son réplicas – rebate
Blanchard, al que le sigue gustando buscarle las coquillas al inspector de la
Judicial -. Y por otra parte, no es lógico que los seguimientos de los cómplices
que residen aquí los hagan los ejecutores del robo por su cuenta y riesgo. Algo
así no es propio de la mano de obra, sino de los que pagan sus salarios.
- ¿Y por qué afirmas tan rotundamente que aquí solo residen los empleados
del museo considerados cómplices?, ¿por qué no puede estar en el país toda o
parte de la banda?, ¿acaso tienes datos que los demás desconocemos? – replica
un irritado Bernal a quien el francés le cae peor cada día.
- Caballeros, por favor, - María Victoria intenta atajar la discusión
sobre la nueva incógnita que ha introducido el galo -. No nos dispersemos,
hemos de volver a la pregunta que está en el portapapeples.
Con el propósito de ayudar a
María Victoria a reconducir el debate, Grandal interviene:
- Creo que la pregunta de si los ladrones sabrán a estas alturas que lo
que robaron eran simples réplicas es un tanto superflua. Que los atracadores ya
sepan o no que lo que afanaron eran copias dudo que nos pueda llevar a deducir
algún dato que nos sea útil – comenta Grandal.
- Estoy en buena medida de acuerdo con Jacinto – aduce María Victoria
-. Por lo que propongo que, si no hay opiniones contrarias, la incluyamos en el
apartado de preguntas a considerar posteriormente. ¿Estáis de acuerdo?
Nadie dice nada, por lo que Martín-Rebollo
continúa con el siguiente interrogante. Escribe: ¿Qué podría pasar si los
atracadores se enteraran de que su botín no vale nada o, para ser más precisos,
vale lo que valga el oro de las réplicas? Es Bernal el primero en intervenir:
- Una pregunta que comienza con qué podría pasar no está muy bien
formulada que digamos. Poder, podría pasar de todo. Por tanto, cualquier
respuesta podría ser válida. Y si nos adentramos en el mundo de las hipótesis
podríamos llegar a reconstruir el caso con datos hipotéticos y eso, ¿dónde nos
llevaría? A todas partes y a ninguna. Este interrogante o debe reformularse de
manera más lúcida o debe parar al cubo de la basura.
Los otros miembros del grupo
se quedan un tanto perplejos ante la innecesaria agresividad de Bernal con la
moderadora y también molestos ante la visible incomodidad de María Victoria con
la falta de tacto de Bernal. Atienza interviene para que el ambiente grupal no
se deteriore.
- Propongo que esta pregunta, remodelada o en su formulación actual,
pase al grupo de la segunda ronda.
Todos, Bernal incluido,
aceptan la propuesta de Atienza. La moderadora retoma la palabra:
- Ahora, entramos en el segundo apartado de la presentación basado en
el hecho de que las autoridades españolas están ocultando a la opinión pública
que las piezas robadas no son las originales. El primer interrogante que se
desprende es: ¿Cuáles pueden ser los motivos que llevan al Gobierno a no hacer
pública la noticia de que las piezas robadas no son las originales?
El inspector de Patrimonio es quien contesta:
- Este interrogante podría tener múltiples respuestas. Hay una que
corre en el ámbito museístico y que afirma que es el fruto de un pacto
reservado entre los gobiernos de España y Colombia. El ejecutivo colombiano, en
un momento en que sus negociaciones de paz con las FARC están en su punto
álgido, no quiere que la opinión pública del país se distraiga, entre comillas,
en otros asuntos. Insisto que es algo no confirmado.
- Quizá otro motivo sea que en este momento tenemos un Gobierno en
funciones y eso limita su capacidad de ejercer los poderes propios del
ejecutivo – arguye Blanchard.
- Es posible, pero hay que recordar que el robo del tesoro fue el
veintidós de octubre del pasado año y en esa fecha el Gobierno estaba en la
plenitud de su capacidad ejecutiva. – replica Grandal.
El debate vuelve a
embarullarse sobre los posibles motivos de porque el Gobierno calla. Visto lo
cual, la moderadora resuelve que lo mejor es cerrar la sesión y que, quizá tras
consultar la almohada, el día de mañana tengan las ideas más claras.