"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 8 de septiembre de 2017

Capítulo 5. Un romance en el filo de la navaja.- 17. Boccato di cardinale



   Álvarez y Ponte han quedado con Grandal en verse sobre las cinco de la tarde. Tras comer la paella, ambos se han echado un ratito para hacer la imprescindible siesta. Su sueño debe de ser profundo porque no oyen el timbre. El excomisario, que es quien está llamando, tiene que aporrear la puerta para que sus amigos despierten.
-Perdona, Jacinto, nos hemos quedado sobados –se excusa Álvarez.
-Y sordos. Manolo, ¿todavía está en el sobre?
-Ahora sale, se está refrescando la cara. ¿Qué tal Chelo, no te ha puesto mala cara por dejarla sola? –pregunta Álvarez.
   Grandal va a responder cuando aparece Ponte que le da un abrazo.
-Jacinto, te estábamos esperando como agua de mayo –dice Ponte y dirigiéndose a Luis le recuerda- Hemos quedado con Martínez sobre las cinco y cuarto.
-¿Quién es Martínez? –quiere saber Grandal.
    Álvarez le cuenta la cena de la noche anterior y como trabaron amistad con un desconocido que resultó ser también aficionado a jugar al dominó.
-… y hemos quedado con él que nos vemos esta tarde para echar una partida. Mientras no venga Amadeo será el cuarto que nos falta.
-¿Y de dónde ha salido ese paisano?
-Solo sabemos que se llama Francisco Martínez, que se aloja en el hostal y que le gusta el dominó –explica Álvarez.
-Y que no le gusta que le hagan preguntas –añade Ponte.
   Los tres amigos se dirigen a la terraza del hostal donde, en efecto, sentado en una mesa de la terraza está esperándoles el llamado Martínez, que no es otro que Curro Salazar. Ante sí tiene un café y una copa.
   Álvarez hace las presentaciones.
-Si me permiten me gustaría invitarles a esta primera ronda –pide Curro que sigue usando el falso apellido de Martínez-. Es una manera como otra de agradecerles que me acepten como compañero de juego.
-Anoche ya nos invitó. Si volvemos a aceptar va a pensar que se ha juntado con unos gorrones. Haremos como en Madrid, que pague las consumiciones la pareja que pierda –propone Ponte.
-¿Eso es coñac? –pregunta Grandal señalando la copa medio vacía de Curro.
-Sí señor. Es uno de mis pequeños vicios. Si tomo café sin acompañarlo con una copa es como si me faltara algo. Y eso a pesar de que un amigo de Jerez cuando me ve tomarlo me recuerda el dicho de su tierra: el vino para beberlo y el coñac para venderlo. ¿A usted también le gusta?
-Me gustaba y aún lo sigo tomando pero en pequeñas dosis, las que me permite la úlcera.
-Bueno, basta de cháchara –corta Álvarez al tiempo que vuelca las fichas de la caja que acaba de traerles el camarero-. ¡Qué mierda de dominó!, parece de juguete. Mañana voy a traer el mío que es un dominó de verdad y no esta porquería.
   Echan a fichas la formación de las parejas.
-Bueno, señor Ponte  le toca jugar conmigo. Como estoy algo desentrenado espero que me perdone los fallos que pueda cometer que seguro que serán muchos –se disculpa Curro con falsa modestia.
-Por favor, llámeme Manolo que es como me llaman mis amigos.
-Yo creo que lo que hemos de hacer es dejarnos de ringorrangos y tutearnos. –sugiere Álvarez.
-Por mí, encantado. Y llamadme Curro que es como me llaman los amigos, y que como sabréis es la versión andaluza de Francisco.
-¿Eres andaluz –pregunta otra vez Álvarez.
-Pues sí, pero he vivido en otras muchas partes. Os habréis dando cuenta de que apenas sí tengo acento y es que he recorrido muchos sitios. ¿A cuántos puntos soléis jugar? –una vez más Curro cambia de tema de conversación.
-Al mejor de tres partidas.
   En cuanto han hecho un par de juegos, Ponte constata que Curro es un buen jugador, bastante mejor que él, aunque tiene la tendencia de jugar para sí sin tener en cuenta que forman un equipo. El resultado final es de dos a uno a favor de Álvarez y Grandal que están más acostumbrados a jugar de pareja. Después de los obligados comentarios sobre la marcha de las partidas y las diversas incidencias ocurridas, se produce una pausa en la charla. Antes de que la reiniciación pueda deparar derroteros incómodos para un fugitivo, Curro formula una pregunta genérica de un tema muy actual y que aparentemente no presenta peligro.
-No sé si habéis leído hoy la prensa, ¿pero qué os parece el hecho de que Sánchez no negociará con Rajoy la oferta para su investidura?
-¿Dónde has leído eso? Esta mañana he estado ojeando el ABC y lo que decía es que el PP ofrece sostén territorial al PSOE a cambio de desbloquear la investidura –comenta Ponte.
-Lo leí en El País, es una de las noticias que trae en la portada –contesta Curro.
-O sea, que la constitución del nuevo gobierno está bloqueada –dice Álvarez-. Si es que la cabra siempre tira al monte. Sánchez al fin y al cabo es más rojo que Fidel Castro y lo que terminará haciendo es aliarse con los muchachos de Podemos para formar un gobierno de los que llaman de progreso. ¡Menudo progreso! Al final lo que formarán será un nuevo Frente Popular, como en el treinta y seis.
-Para el carro, Luis, no seas extremista. El PSOE de ahora no es el del treinta y seis y en cuanto a los niñatos de Podemos solo son unos revolucionarios de salón. Ninguno de ellos ha cogido en su vida un pico, toda la fuerza se les va por la boca –replica Grandal- ¿Tú qué opinas Curro?
   La directa pregunta de Grandal mete a Salazar en un apuro. Si cuenta lo que de verdad piensa pondrá de manifiesto su izquierdismo de manual y se ganará la enemiga de sus nuevos y vejestorios amigos que por lo que opinan son unos fachas de cuidado. Está tratando de encontrar una respuesta que sea políticamente correcta cuando Ponte le salva del compromiso.
-Os queréis dejar de cháchara política de una vez. Gobierne quien gobierne a los jubilados como nosotros nos van a dar para el pelo igualmente. Por tanto, dejaros de politiqueos y hablemos de cualquier otro asunto que sea más agradable y real. Por ejemplo de la cena de esta noche. Jacinto –pregunta dirigiéndose a Grandal-, ¿te quedas a cenar con nosotros o vuelves a Marina d´Or?
-¡Coño, se me había olvidado decíroslo! Chelo me ha pedido que esta noche seáis nuestros invitados. Va a hacer espaguetis a la vóngole con almejas que es uno de los platos que mejor le salen. Y de postre unas natillas de vainilla con caramelo que es otra de sus especialidades. Ah, y me ha dejado bien claro que no aceptará un no como respuesta. O sea, que si no queréis que la tenga de morros lo que resta de verano, esta noche cenamos en casa de Jennifer.
-¿Quién es Jennifer? –pregunta Álvarez tan curioso como siempre.
-La amiga de Chelo que nos ha prestado el apartamento. En realidad, su verdadero nombre es Nicolasa, el de Jennifer es, digamos, su nombre de guerra –y dirigiéndose a Curro le explica-. No te invito porque a Chelo no le gusta que lleve a desconocidos. Habrá más ocasiones para que puedas venir con nosotros.
-Faltaría más. No tienes porqué disculparte. Estoy a pensión completa, por tanto no tengo que preocuparme por las cenas, aunque como los menús suelen ser repetitivos alguna noche voy a comer a otra parte, como anoche a la pizzería.
-¿Aquí hay una pizzería? –indaga Grandal que, ante el gesto afirmativo de Álvarez, explica-. Estupendo, ya tengo excusa para traerme alguna noche a Chelo pues le encantan las pizzas y así podremos montar una partida nocturna que hace la tira de años que no hacemos ninguna.
   Álvarez y Ponte se han puesto de tiros largos porque saben que a Chelo le gusta la etiqueta, quizá porque en su profesión la etiqueta brilla por su ausencia. La mujer esta radiante, pocas veces tiene la oportunidad de lucir sus habilidades culinarias. Durante la cena explica a los amigos de su novio, así suele llamar a Grandal, la receta de la pasta que ha preparado. Ha puesto las almejas en agua fría con sal que ha cambiado un par de veces para que suelten la arena, durante unas dos horas, y luego las ha escurrido bien. Después las ha puesto en una cazuela con agua hirviendo para que se abran y ha guardado el caldo. Mientras tanto ha puesto la pasta a cocer. En otra cazuela con agua ha echado sal y laurel y cuando comienza a hervir ha añadido los espaguetis y los ha cocido durante ocho minutos, tras lo cual los escurre. Ha picado unos ajos y los ha freído en una sartén con aceite y cuando se han dorado ha incorporado las almejas. Ha agregado el caldo de la cocción y lo ha dejado hervir durante un par de minutos, después los ha retirado del fuego y los ha triturado hasta conseguir la salsa. Ha cortado por la mitad unos tomates cherry y los ha salteado en una sartén, luego ha mezclado los espaguetis con la salsa de las almejas para que se conjunten bien todos los ingredientes. Finalmente, ha puesto en la base del plato los espaguetis con la salsa de almejas y los ha decorado con los tomates cherry y unas hojas de albahaca.
   Los invitados, exagerando la nota, se deshacen en elogios ante la buena mano que Chelo ha mostrado tener. A la mujer se la ve radiante ante los plácemes de los amigos de su novio pues no está acostumbrada a ellos. Ponte pone la guinda a  las alabanzas expresándolo en italiano:
- Chelo esto es boccato di cardinale.

PD.- Hasta el próximo viernes