"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Libro III. Episodio 163. Querido amigo y compañero…

   Cuando Pilar cuenta a la familia que Álvaro ha aprobado el ingreso en la Escuela Naval, los gritos y exclamaciones de contento mezclados con algún lloriqueo de pura alegría le llegan a través del hilo telefónico. Luego explica que el tato no ha podido llamarles porque ha tenido que ir adonde el tribunal a entregar no sé qué papeles. No dice nada de la borrachera para no avergonzarle. Pasada la media tarde, Álvaro despierta. Cuando Pilar le oye rebullir abre la puerta de la habitación.

   -Almirante, ¿ya se te ha pasado la moña?

   -No sé qué me ha ocurrido, hermana. Creo que mezclé bebidas que no debía…, pero ha sido tal la alegría que me hizo empinar demasiado el codo.

   -No tienes que pedir perdón, tato, yo también me hubiese cogido una buena cogorza.

   -Quiero recordar que unos chicos te han ayudado a subirme a casa, ¿quiénes eran?

   -Cuca y su hermano Borja. Si no hubiese sido por ellos no habría podido contigo.

   -¡Qué vergüenza, que me hayan visto en ese estado!, ¿qué pensarán tus amigos?

   -Tranquilo, ellos también se cogen curdas como todo hijo de vecino. Ah, he llamado a los papás y les he contado que has aprobado la oposición. No puedes imaginarte lo contentos que se han puesto y los grititos que daba Paca que también estaba pegada al aparato.

   -No les habrás dicho que… -Pilar no le deja proseguir.

   -¿Que estabas cocido?, no. Del pedo ni palabra, por lo demás solo es una anécdota. Les he dicho que no les llamabas porque habías tenido que ir adonde el tribunal a llevar unos papeles. Te lo digo para que no metas la pata cuando cuentes lo de la oposición. Ahora lo primero que vas a hacer es darte una buena ducha, te cambias de ropa y mientras te prepararé lo que papá tomaba de soltero cuando empinaba el codo más de lo debido: un café doble, varios vasos de agua y un plato de panceta y huevos. Según él es el mejor antídoto casero contra la resaca. Yo no lo he probado por lo que no te garantizo el resultado.

   Dos días después los hermanos Carreño llegan a casa. El recibimiento es apoteósico, han colgado guirnaldas y farolillos en el techo y el zaguán está presidido por un cartel que dice: ¡Bienvenido, marino! Es difícil averiguar quién está más contento, si los padres o los hijos. Álvaro está tan emocionado que casi no puede decir palabra, se contenta con estrecharlos uno a uno con toda su fuerza. Pilar, que es la más serena, toma el papel de maestra de ceremonias y se encarga de que los demás vayan apaciguándose para que el primogénito cuente con todo lujo de detalles como discurrió la oposición.

   Esa noche hay cena especial. Paca se ha lucido y ha preparado lo mejor que sabe hacer de la cocina extremeña en tiempos veraniegos. De primero una sopa fría, el ajoblanco, acompañada de uvas y torreznos. De segundo, ha hecho pipirigaña, un plato también refrescante y que en esencia constituye un picadillo de hortalizas, al que ha añadido caballa. De postre, hay bollas de chicharrones que sabe que es uno de los dulces preferidos de Álvaro.

   En la cena, y después en la sobremesa, el primogénito continúa contando como han sido los últimos días de preparación y las sensaciones que experimentó a lo largo de las distintas pruebas. Todos quieren saben más y las preguntas no cesan, hasta que la madre impone una especie de toque de queda.

   -Bueno, ya está bien, no le atosiguéis con más preguntas, tenemos todo el verano por delante para que nos lo cuente.

   -Ah, ¿pero es que no te vas enseguida a la Escuela? –pregunta, sorprendido, Julián.

   -No, ahora voy a tener casi un mes de vacaciones, que bien me las he ganado. El curso en la Escuela no comienza hasta el primero de agosto.

   -Mañana vuestros padres tienen que currar y Álvaro y Pilar estarán cansados del viaje. Es hora de irse a dormir –sugiere la madre.

   -Antes un último brindis por Álvaro –propone Julio y, levantando la copa, exclama-: ¡Bienvenido, marino, eres un orgullo para la familia!

   Los chicos se suben a la planta superior que es donde están las habitaciones, pero continúan sin dejar a su hermano mayor en paz pues aún tienen muchas preguntas que formularle.

   -¿Y cuándo ingreses en la Escuela serás guardiamarina? –pregunta Jesús que se las da de enterado

   -No, durante los dos primeros cursos eres aspirante de marinería. Solamente a partir de tercero es cuando eres guardiamarina.

   -¿Y los guardias civiles y los municipales tendrán que saludarte? –quiere saber Eloísa.

   -No necesariamente, no seré oficial hasta que termine los estudios y haya hecho las prácticas en el buque-escuela que, según me han dicho, no será el actual llamado Nautilus porque lo van a retirar. Están construyendo uno nuevo que no sé cómo se llamará.

   -¿Y vamos a poder ir a verte a esa escuela? –pregunta Concha.

   -Claro. Y ya está bien chicos, que como venga mamá y nos vea a todos aquí nos va a caer la del pulpo. Firmes, media vuelta y todo el mundo a la cama.

   En la alcoba matrimonial, los padres están conversando sobre alguna de las derivadas a tener en cuenta al haber aprobado la oposición el primogénito.

   -Tendremos que reajustar las cuentas a partir del próximo mes –comenta Julia-. Aunque el tío Luis dijo que la estancia en la Escuela corre a cargo de la Marina, algunos gastos tendremos que afrontar.

   -No se tratará de grandes cantidades y es lógico, ten en cuenta que en cuanto ingrese se convertirá en un militar y tendrá que ser la Armada la que cubra sus gastos. Al principio creo que solo tendremos que aprovisionar el dinero que necesite para sus gastos personales y poco más.

   -¿Crees que será feliz en la Marina? –Las madres nunca pierden de vista la vida emocional de sus hijos. De pronto Julia se da cuenta que han tenido un desliz en el recibimiento dispensado a sus dos hijos mayores- ¡Cagondié! –Es el mayor taco que se permite -. Hemos metido la pata, marido, más por omisión que por acción. Nos hemos olvidado de Pilar.

   -¿Qué hemos olvidado? –Julio no sabe a que olvido se refiere Julia.

   -Pues que muchas enhorabuenas para Álvaro, pero no nos hemos acordado que Pilar ha aprobado el primero de Farmacia y encima con unas notazas de la pera. Si no la felicitamos no dirá nada, pero lo va a sentir, a veces parece muy desapegada, pero no lo es tanto como le gusta presumir.

   -Es verdad, con lo de la oposición se nos ha olvidado Pilar. Pero eso tiene arreglo, mañana a primera hora ve a la tienda de Boliches y cómprale un bonito regalo. No repares en el precio.

Cómprale algo para el verano, seguro que se te ocurrirán cosas que le puedan gustar.

   -No creas que Pilar es tan fácil de contentar, desde que está en Madrid se nos ha hecho muy pochola, como dice, y lo que le gusta a ella a mí me parece demasiado moderno y, sobre todo, atrevido. Pero, bueno, algo encontraré. Y les diré a los pequeños que también la feliciten.

   Julio se duerme, pero Julia no lo consigue. El olvido que han tenido con Pilar la ha desvelado. Se levanta procurando no hacer ruido y baja a la cocina a tomarse un vaso de leche caliente que es lo que da a los niños cuando tienen insomnio. Para entretenerse, mientras le llega el sueño, hace un repaso general de la situación escolar de sus hijos. De Álvaro ya no tienen que preocuparse, su vida parece encarrilada aunque solo está en primero de carrera; puede decirse lo mismo de Pilar. Julián, con sus quince años cumplidos, también está encauzado, el próximo curso 25-26 será el último que acuda a la academia Magister y luego comenzará el aprendizaje del oficio de droguero junto a su padre. En cuanto a Jesús cursará el tercero de bachillerato en Cáceres, donde el próximo curso le acompañará Eloísa que hará primero de bachiller. Concha, con sus ocho años, sigue yendo a la escuela del pueblo. Andrés, de seis años, y Ángela, de cinco, también están escolarizados en la ciudad. Finalmente, el benjamín, Froilán, con sus dos años es el que menos guerra da. Antes de que la venza el sueño, todavía tiene un recuerdo para la que fue su maestra y acabó siendo la abuela de sus críos, Pilar Lahoz. Le prometió que haría lo imposible para que todos sus hijos, sin distinciones de sexo, tuvieran estudios y por ahora lo está logrando. No es mal balance por el momento, claro que todavía queda mucha tela que cortar.

   La familia se va a Los Caños de Meco a pasar una quincena junto al mar y el padre, como es habitual, se queda en la ciudad para atender los negocios familiares. Esta vez va a tener un ayudante, Julián que, tras mucho insistir, se ha quedado con él para comenzar su aprendizaje. El chaval está loco de contento, sobre todo porque Julio le ha prometido que le enseñará a conducir.

   Pocos días después de la marcha de la familia a la playa gaditana, en casa de los Carreño se recibe una carta dirigida al Sr. D. Álvaro Carreño Manzano y cuyo remite dice: Escuela Naval Militar. Armada española. San Fernando (Cádiz). La primera reacción de Julio es reenviar la carta a su hijo a Los Caños, luego piensa que quizá contenga algo urgente que tenga que contestarse rápidamente. Puesto que va dirigida a su hijo no se atreve a abrirla; ante la duda pone un telegrama dirigido a su primogénito: Recibida carta Escuela Naval. Stop. La mando o la abro. Stop. Urgente respuesta. La contestación no se hace esperar: Ábrela. Julio coge un abrecartas y rasga el sobre. La carta lleva el membrete de la Escuela, debajo del cual se lee: Comité de Dirección. El encabezamiento reza: Querido amigo y compañero:… El contenido del texto, en síntesis, se limita a felicitar al nuevo aspirante por haber aprobado la oposición, y comunicarle que desde ese momento forma parte de la gran familia de la Marina española, de ahí lo de amigo y compañero. Julio se tranquiliza e inmediatamente le pone otro telegrama a su hijo: Solo es carta felicitación. Stop. No hay más. Stop. Abrazos.

   Estos de la Marina son más cumplidos que un luto, se dice Julio.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, La segunda generación, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 164. El desembarco de Alhucemas