Ponte abre el ordenador a ver que cuenta la
prensa en esta fecha de seis de abril de dos mil dieciséis. Hoy elige El País,
cuyo titular de entrada dice: El Gobierno
interviene los pagos de dos autonomías. Si es que este invento de las
autonomías seguramente que fue bienintencionado, se dice el viejo, pero su desarrollo
no ha podido ser más catastrófico; están casi todas endeudadas y así les luce
el pelo, aunque sería más correcto decir que así nos luce porque luego las
deudas las pagamos los ciudadanos de a pie. Al titular de salida apenas si le
echa un vistazo. En cambio, le llaman la atención dos noticias de
internacional. Una es: El jefe de
Gobierno de Islandia, primera víctima de los papeles de Panamá. Esto de la
corrupción de los políticos parece que se da en todos los sitios, hasta en un
lugar tan frío como Islandia, piensa Ponte. La otra noticia es: Bruselas propone cambiar el sistema europeo
de asilo. Mejor que regulen lo de la entrada de inmigrantes porque es algo
que no lo va a parar nadie por muchos muros que construyan. En esas que suena
el teléfono. Mira la pantalla, es Grandal.
- Manolo,
buenos días. Igual te pillo en un mal momento.
- ¡Qué va!,
estaba leyendo la prensa para ponerme al día. ¿Qué me cuentas?
- ¿Cuánto
hace que no visitas Zaragoza?
- Visitar,
lo que se dice visitar desde la Exposición Internacional del dos mil ocho. Fui
a verla con los chicos y nos lo pasamos chachi. Ahora, lo que es verla de paso,
en octubre del año pasado cuando fui con mi hijo a ver al primo Julián que vive
en Cintruénigo. Primero estuvimos en Barcelona y de camino a Navarra cruzamos
Zaragoza.
- Te lo digo
porque he de ir a Zaragoza por un tema de la investigación y me da una pereza
terrible hacerlo solo. Si me acompañas podíamos coger el AVE e ir y venir en el
día o quedarnos un par de días si te apetece. Solo te llamo a ti porque Amadeo
y Luis han de contar con sus costillas, pero tú eres como yo, no has de hablar
con nadie.
- El buey
suelto bien se lame – apostilla Ponte, echando mano del inagotable refranero
español.
- ¿Te animas
o qué? – reitera Grandal.
- Primero
concrétame cual es el tema por el que vas a Zaragoza, no sea que se trate de
una cuestión amorosa y en ese campo ya sabes lo que se dice: que tres son multitud
– con ello alude Ponte al romance que Grandal ha tenido en la ciudad aragonesa
con la profesora que fue secuestrada.
- No se
trata de amoríos, eso ya pasó a la historia, con Chelo tengo más que
suficiente. Verás…
Y Grandal le cuenta que el día anterior
llamó a su compañero Lucientes, comisario de Zaragoza, para preguntarle si se
había sabido algo más del secuestro de María Victoria Martín-Rebollo. Lucientes
le contó que finalmente habían descubierto el chalé en el que estuvo retenida
la profesora y que, entre otras cosas, encontraron un montón de huellas.
Grandal intentó tirarle de la lengua, pero el comisario zaragozano no le dio
más detalles. Por eso, ha decidido ir la ciudad del Ebro, para ver si en un
encuentro personal consigue más datos de lo encontrado en el chalé del
secuestro.
- … y, como
excusa del viaje, le he contado a Lucientes que voy a visitar a Mariví y que si
tengo tiempo igual me paso a tomarme una copichuela con él.
- Pues dado
lo que cuentas opino que sobro, no creerás que tu amigo se va a tragar la trola
de que vas a visitar a Mariví acompañado por un carcamal como yo. Creo que es
mejor que hagas el viaje solo.
Grandal acepta la argumentación de Ponte y
al día siguiente coge el AVE rumbo a Zaragoza. En cuanto llega se acerca a la
comisaria en la que tiene su despacho Lucientes. Ha de esperarle un buen rato
porque el comisario ha ido a la toma de posesión del nuevo jefe superior de
policía de Aragón.
- Así que
has venido a ver a María Victoria, ¿qué tal sigue, se ha repuesto?
- Todavía no
he podido verla porque está en la facultad, creo que tienen reunión de
departamento, hemos quedado para la tarde. Hablando de María Victoria, ¿qué
habéis encontrado en el chalé en el que estuvo secuestrada?
- Me han
traído el informe completo de la investigación esta misma mañana, aquí lo tengo
– y señala una carpeta llena de documentos que tiene encima de la mesa -. Con
lo de la toma de posesión del nuevo jefe no me ha dado tiempo a leerlo, solo le
he echado una ojeada, pero por lo que me han adelantado hay un montón de
huellas.
- ¿Y qué tal
el nuevo jefe?, ¿quién es, le conozco? – Grandal cambia de tema para no se
noten sus intenciones.
- Es Marcial
Granados, de tres promociones anteriores a la mía. Buenas intenciones tiene,
ahora habrá que calibrar sus acciones porque ya conoces el dicho: de buenas
intenciones está el infierno empedrado.
Siguen charlando un rato, en el que
Lucientes es requerido en un par de ocasiones por alguno de sus inspectores.
Como en ese contexto, Grandal ve que no va a conseguir nada cambia de
estrategia.
- Paco, veo
que estás muy pillado y yo no hago más que estorbar. Se me ocurre que como a
María Victoria no la veré hasta la tarde, te invito a comer. Así podremos tener
un rato de tranquilidad y te cuento los últimos chismes que circulan por Madrid
sobre el Cuerpo.
- Te
agradezco la invitación, Jacinto, pero le prometí a Eulalia que comería en
casa, ha venido a vernos una de sus hermanas – al ver el gesto de contrariedad
de Grandal añade -. Lo que puedes hacer es darte una vuelta por los alrededores
y te pasas por aquí sobre las dos menos cuarto que habré acabado lo que tengo
pendiente y nos tomamos unas cañas, como en los viejos tiempos.
Algo antes de la hora convenida, Grandal
retorna al despacho de Lucientes.
- Me había
olvidado de lo puntual que eres – comenta el comisario zaragozano.
- Bueno,
tampoco tenía nada que hacer – y Grandal se dice: este es el momento de pedir
lo que he venido a buscar -. Oye, Paco, mientras hacía tiempo se me ha ocurrido que quizá fuera oportuno que les mandaras una
copia del expediente del secuestro de María Victoria, incluido lo del chalé, a
los colegas de la Brigada de Patrimonio; quizá ellos podrían encontrar algún
dato interesante relacionado con el robo del tesoro, ¿no crees?
- ¿Para qué
pueden querer el expediente si el Caso Inca está en stand by?
Ante la réplica del comisario, Grandal se
dice que será mejor sincerarse. Le cuenta a Lucientes la verdad: es él quien,
de forma oficiosa y fuera de todo conducto reglamentario, está completando
algunos flecos de la investigación sobre el robo del tesoro que los Sacapuntas,
por una orden emanada del poder político, no pueden realizar. Por eso necesita
una copia del informe del secuestro de María Victoria, sobre todo de lo
encontrado en el chalé en que estuvo retenida. Lucientes se queda mirando a
Grandal, se le nota que duda sobre qué responder. Tras unos instantes de
vacilación dice:
- Sabes que
no te puedo dar una copia del informe, va contra el reglamento. Si los
Sacapuntas lo quieren que lo pidan por conducto reglamentario y… - vuelve a
vacilar cuando de pronto hace un gesto como si acabara de acordarse de
algo -. Se me había olvidado, tengo que
hablar con los de narcóticos, será cuestión de cinco minutos, espérame que
vuelvo enseguida e iremos a tomarnos esas cañas – dicho lo cual, Lucientes
abandona el despacho.
Grandal no duda ni un segundo, coge el
dossier del secuestro que sigue encima de la mesa del comisario, busca el
informe sobre el chalé en el que estuvo secuestrada María Victoria y en la
impresora multifunción del despacho hace una copia del expediente. Cuando a los
pocos minutos vuelve Lucientes se lo encuentra mirando a través de la ventana
con aire distraído.
- Vamos a
por esas birras.
Por la tarde, Grandal se vuelve a Madrid.
Desde el tren llama a Atienza.
- Juan
Carlos, tengo el informe del chalé donde estuvo María Victoria. No, mejor que
no me preguntes como lo he conseguido. Estoy en el tren, en cuanto llegue te lo
envío por mensajero. Y lo que tienes que hacer es inventarte alguna historia
para que los del gabinete dactiloscópico comparen las huellas de Zaragoza con
las que están registradas en el informe del tiroteo de Fuenlabrada que os
enviaron los tricornios. A ver si hay suerte y encuentran un par de huellas
gemelas. En cuanto sepas los resultados me llamas. Otra cuestión, esto de
ayudaros me está saliendo por un ojo de la cara, ¿quién me paga la ida y vuelta
a Zaragoza?, ¿tenéis algún fondo de reptiles para gastos inconfesables? A ver
si podéis hacer algo para echar una mano a un pobre pensionista
- Algo se
podrá hacer. Lo miraré. Y gracias por tu gestión. Está claro que quien tuvo,
retuvo.
- Te has
quedado corto con la máxima, la completa dice: quien tuvo, retuvo y guardó para
la vejez.