"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 14 de marzo de 2017

113. Quien tuvo, retuvo y guardó para la vejez



   Ponte abre el ordenador a ver que cuenta la prensa en esta fecha de seis de abril de dos mil dieciséis. Hoy elige El País, cuyo titular de entrada dice: El Gobierno interviene los pagos de dos autonomías. Si es que este invento de las autonomías seguramente que fue bienintencionado, se dice el viejo, pero su desarrollo no ha podido ser más catastrófico; están casi todas endeudadas y así les luce el pelo, aunque sería más correcto decir que así nos luce porque luego las deudas las pagamos los ciudadanos de a pie. Al titular de salida apenas si le echa un vistazo. En cambio, le llaman la atención dos noticias de internacional. Una es: El jefe de Gobierno de Islandia, primera víctima de los papeles de Panamá. Esto de la corrupción de los políticos parece que se da en todos los sitios, hasta en un lugar tan frío como Islandia, piensa Ponte. La otra noticia es: Bruselas propone cambiar el sistema europeo de asilo. Mejor que regulen lo de la entrada de inmigrantes porque es algo que no lo va a parar nadie por muchos muros que construyan. En esas que suena el teléfono. Mira la pantalla, es Grandal.
- Manolo, buenos días. Igual te pillo en un mal momento.
- ¡Qué va!, estaba leyendo la prensa para ponerme al día. ¿Qué me cuentas?
- ¿Cuánto hace que no visitas Zaragoza?
- Visitar, lo que se dice visitar desde la Exposición Internacional del dos mil ocho. Fui a verla con los chicos y nos lo pasamos chachi. Ahora, lo que es verla de paso, en octubre del año pasado cuando fui con mi hijo a ver al primo Julián que vive en Cintruénigo. Primero estuvimos en Barcelona y de camino a Navarra cruzamos Zaragoza.
- Te lo digo porque he de ir a Zaragoza por un tema de la investigación y me da una pereza terrible hacerlo solo. Si me acompañas podíamos coger el AVE e ir y venir en el día o quedarnos un par de días si te apetece. Solo te llamo a ti porque Amadeo y Luis han de contar con sus costillas, pero tú eres como yo, no has de hablar con nadie.
- El buey suelto bien se lame – apostilla Ponte, echando mano del inagotable refranero español.
- ¿Te animas o qué? – reitera Grandal.
- Primero concrétame cual es el tema por el que vas a Zaragoza, no sea que se trate de una cuestión amorosa y en ese campo ya sabes lo que se dice: que tres son multitud – con ello alude Ponte al romance que Grandal ha tenido en la ciudad aragonesa con la profesora que fue secuestrada.
- No se trata de amoríos, eso ya pasó a la historia, con Chelo tengo más que suficiente. Verás…
   Y Grandal le cuenta que el día anterior llamó a su compañero Lucientes, comisario de Zaragoza, para preguntarle si se había sabido algo más del secuestro de María Victoria Martín-Rebollo. Lucientes le contó que finalmente habían descubierto el chalé en el que estuvo retenida la profesora y que, entre otras cosas, encontraron un montón de huellas. Grandal intentó tirarle de la lengua, pero el comisario zaragozano no le dio más detalles. Por eso, ha decidido ir la ciudad del Ebro, para ver si en un encuentro personal consigue más datos de lo encontrado en el chalé del secuestro.
- … y, como excusa del viaje, le he contado a Lucientes que voy a visitar a Mariví y que si tengo tiempo igual me paso a tomarme una copichuela con él.
- Pues dado lo que cuentas opino que sobro, no creerás que tu amigo se va a tragar la trola de que vas a visitar a Mariví acompañado por un carcamal como yo. Creo que es mejor que hagas el viaje solo. 
   Grandal acepta la argumentación de Ponte y al día siguiente coge el AVE rumbo a Zaragoza. En cuanto llega se acerca a la comisaria en la que tiene su despacho Lucientes. Ha de esperarle un buen rato porque el comisario ha ido a la toma de posesión del nuevo jefe superior de policía de Aragón.
- Así que has venido a ver a María Victoria, ¿qué tal sigue, se ha repuesto?
- Todavía no he podido verla porque está en la facultad, creo que tienen reunión de departamento, hemos quedado para la tarde. Hablando de María Victoria, ¿qué habéis encontrado en el chalé en el que estuvo secuestrada?
- Me han traído el informe completo de la investigación esta misma mañana, aquí lo tengo – y señala una carpeta llena de documentos que tiene encima de la mesa -. Con lo de la toma de posesión del nuevo jefe no me ha dado tiempo a leerlo, solo le he echado una ojeada, pero por lo que me han adelantado hay un montón de huellas.
- ¿Y qué tal el nuevo jefe?, ¿quién es, le conozco? – Grandal cambia de tema para no se noten sus intenciones.
- Es Marcial Granados, de tres promociones anteriores a la mía. Buenas intenciones tiene, ahora habrá que calibrar sus acciones porque ya conoces el dicho: de buenas intenciones está el infierno empedrado.
   Siguen charlando un rato, en el que Lucientes es requerido en un par de ocasiones por alguno de sus inspectores. Como en ese contexto, Grandal ve que no va a conseguir nada cambia de estrategia.
- Paco, veo que estás muy pillado y yo no hago más que estorbar. Se me ocurre que como a María Victoria no la veré hasta la tarde, te invito a comer. Así podremos tener un rato de tranquilidad y te cuento los últimos chismes que circulan por Madrid sobre el Cuerpo.
- Te agradezco la invitación, Jacinto, pero le prometí a Eulalia que comería en casa, ha venido a vernos una de sus hermanas – al ver el gesto de contrariedad de Grandal añade -. Lo que puedes hacer es darte una vuelta por los alrededores y te pasas por aquí sobre las dos menos cuarto que habré acabado lo que tengo pendiente y nos tomamos unas cañas, como en los viejos tiempos.
   Algo antes de la hora convenida, Grandal retorna al despacho de Lucientes.
- Me había olvidado de lo puntual que eres – comenta el comisario zaragozano.
- Bueno, tampoco tenía nada que hacer – y Grandal se dice: este es el momento de pedir lo que he venido a buscar -. Oye, Paco, mientras hacía tiempo se me ha ocurrido  que quizá fuera oportuno que les mandaras una copia del expediente del secuestro de María Victoria, incluido lo del chalé, a los colegas de la Brigada de Patrimonio; quizá ellos podrían encontrar algún dato interesante relacionado con el robo del tesoro, ¿no crees?
- ¿Para qué pueden querer el expediente si el Caso Inca está en stand by?
   Ante la réplica del comisario, Grandal se dice que será mejor sincerarse. Le cuenta a Lucientes la verdad: es él quien, de forma oficiosa y fuera de todo conducto reglamentario, está completando algunos flecos de la investigación sobre el robo del tesoro que los Sacapuntas, por una orden emanada del poder político, no pueden realizar. Por eso necesita una copia del informe del secuestro de María Victoria, sobre todo de lo encontrado en el chalé en que estuvo retenida. Lucientes se queda mirando a Grandal, se le nota que duda sobre qué responder. Tras unos instantes de vacilación dice:
- Sabes que no te puedo dar una copia del informe, va contra el reglamento. Si los Sacapuntas lo quieren que lo pidan por conducto reglamentario y… - vuelve a vacilar cuando de pronto hace un gesto como si acabara de acordarse de algo  -. Se me había olvidado, tengo que hablar con los de narcóticos, será cuestión de cinco minutos, espérame que vuelvo enseguida e iremos a tomarnos esas cañas – dicho lo cual, Lucientes abandona el despacho.
   Grandal no duda ni un segundo, coge el dossier del secuestro que sigue encima de la mesa del comisario, busca el informe sobre el chalé en el que estuvo secuestrada María Victoria y en la impresora multifunción del despacho hace una copia del expediente. Cuando a los pocos minutos vuelve Lucientes se lo encuentra mirando a través de la ventana con aire distraído.
- Vamos a por esas birras.
   Por la tarde, Grandal se vuelve a Madrid. Desde el tren llama a Atienza.
- Juan Carlos, tengo el informe del chalé donde estuvo María Victoria. No, mejor que no me preguntes como lo he conseguido. Estoy en el tren, en cuanto llegue te lo envío por mensajero. Y lo que tienes que hacer es inventarte alguna historia para que los del gabinete dactiloscópico comparen las huellas de Zaragoza con las que están registradas en el informe del tiroteo de Fuenlabrada que os enviaron los tricornios. A ver si hay suerte y encuentran un par de huellas gemelas. En cuanto sepas los resultados me llamas. Otra cuestión, esto de ayudaros me está saliendo por un ojo de la cara, ¿quién me paga la ida y vuelta a Zaragoza?, ¿tenéis algún fondo de reptiles para gastos inconfesables? A ver si podéis hacer algo para echar una mano a un pobre pensionista
- Algo se podrá hacer. Lo miraré. Y gracias por tu gestión. Está claro que quien tuvo, retuvo.
- Te has quedado corto con la máxima, la completa dice: quien tuvo, retuvo y guardó para la vejez.