Horas después de terminada la reunión de Vives y sus amigos en la que
acuerdan pedir a Obras Públicas la construcción de un desvío de la carretera
nacional que transita por medio de la población, Gimeno ya está al corriente de
todo lo hablado. Severino Borrás ha cumplido su papel de topo y le ha contado,
de pe a pa, cuanto se ha dicho en la reunión. Gimeno reflexiona sobre el último
plan de su adversario. No acaba de ver las ventajas que aportaría al pueblo la
desviación de la carretera, lo de eliminar el peligro que supone el paso por el
centro de tanto vehículo está claro, pero lo de la creación de establecimientos
en sus laterales cree que es una utopía. En todo caso, solo por anular el
peligro potencial del tránsito de coches por el interior de la localidad resulta
evidente que la obra será valorada positivamente por la gente y… eso supone que
Vives se apuntará un tanto. Y todo lo que es bueno para el alcalde es malo para
él. Cuando llega a esa conclusión, decide que hay que contrarrestar el plan de
sus adversarios. Su primera idea es comentarlo con Benjamín, pero la desecha.
Si quiere llegar a ser un político de los pies a la cabeza debe de aprender a
solucionar los problemas que se le plantean sin recurrir continuamente a los
consejos de su mentor. De todas formas, siente la necesidad de comentar el
asunto con alguien, de encontrar quien sea capaz de escuchar sus ideas al
respecto y, si viniera al caso, que le ofreciera sugerencias y puntos de vista
distintos. Esa persona con la que compartir impresiones no existe porque su
relación con Merceditas está todavía muy verde. En momentos así es cuando más
lamenta no estar casado, si tuviera una mujer a su lado podría compartir con
ella cualquier asunto, claro que si fuera una mujer como la niña de los Arnau
habría que oír las patochadas que se le podrían ocurrir. Al pensar en Pepita,
le viene a la mente otro nombre. Cuanto más piensa en él más refuerza la
impresión inicial de que puede ser la persona que busca. No es su esposa ni su
novia, pero en los últimos meses le ha demostrado ser alguien en quien se puede
confiar, no solo en su discreción, sino también en su capacidad de saber
escuchar y, sobre manera, en el buen juicio de sus observaciones y opiniones.
Recuerda sus agudas y sensatas opiniones cuando le contó lo de su participación
en lo del proyecto industrial. Lo decide, hablará con ella.
Gimeno busca el lugar y el momento más idóneo
y plantea sus dudas sobre el proyecto:
- Lolita, me gustaría contarte un problema
que tengo y que me dieras tu opinión.
- Depende de la clase de problema que sea, en
algunos temas no soy precisamente la mejor consejera. Y si son de tipo afectivo
ahí soy más nula todavía – Lolita presiente que su amigo le quiere plantear
algo referido a su relación con Merceditas que, por lo que le han contado, no
acaba de consolidarse.
- No es una cuestión personal ni sentimental.
Se trata de un problema político.
- Vaya, eso sí es toda una sorpresa. ¿Será
necesario que te recuerde que aquí el político eres tú? – dice la joven con una
amplia sonrisa. Que la cuestión no sea sentimental le ha quitado un peso de
encima.
- Bueno, si hay que ser precisos en el
lenguaje, tú también eres una política, ¿o no es así? – pregunta a su vez
Gimeno con aire de tomárselo a broma.
- Ambos sabemos que la causa de mi
participación en política es rellenar mis muchas horas muertas. Digamos que tú
casi eres un profesional de la política y yo no llego ni a la categoría de
aficionada.
- Serás una aficionada, pero mucho más lista
y con más olfato que la mayoría de los políticos profesionales que conozco.
- Cuando me das coba de manera tan descarada
estoy segura de que algo quieres pedirme – El tono del diálogo sigue siendo
desenfadado.
- Simplemente, quiero que escuches lo que voy
a contarte y que me des tu opinión.
- De acuerdo, soy toda oídos, pero no te
garantizo que mi opinión vaya a servirte de algo.
Gimeno le cuenta el proyecto del desvío y su valoración. Se lleva su
primera decepción al escuchar la respuesta de Lolita.
- Pues a mí me parece una excelente idea. Si
vivieras en el Rabal como yo aprobarías el desvío. No puedes imaginarte la de
ruidos y molestias que provoca el paso de los vehículos. También reconozco que
ese tránsito le da vida al pueblo, sobre todo a la gasolinera de la plaza y a
algún bar como el de las Molineras. Yo misma he pasado muchas horas detrás de
los visillos viendo el paso de los automóviles e imaginando adónde van y de
dónde vienen. Ahora bien, en cuanto al respaldo popular que pueda tener el
proyecto, en caso de llevarse a cabo, creo que dependerá de a cuantos pueda
perjudicar.
- Pienso lo mismo, a más perjudicados más
descontentos.
- No necesariamente. Como los damnificados
siempre serán solo una pequeña parte de la población, la mayoría dirá que lo
siente con la boca pequeña, pero en el fondo se alegrará. Voy a decirte algo
que en boca de una mujer puede parecer fuera de lugar, pero así es como pienso.
¿Sabes cuál es la exclamación española más castiza y que con mayor fruición
utilizan nuestros compatriotas?: ¡Qué se jodan! Aquí, y este pueblo no es una
excepción, hay mucha gente que está dispuesta a quedarse tuerta con tal de que
sus enemigos queden ciegos.
- Entonces, ¿qué me aconsejas, qué postura
debería de adoptar?
- Depende de respuestas a preguntas como:
¿qué pretendes conseguir apoyando o torpedeando el proyecto?, ¿piensas en el
bien del pueblo o solo en el tuyo?, ¿te conformas con ser un hombre de paja de
los Arbós o aspiras a volar más alto?
José
Vicente ignora las dos primeras preguntas aunque son las esenciales, lo que le
ha dolido es lo de ser calificado de hombre de paja y acusa el puyazo.
- Hombre, Lolita, no soy tan títere de
Benjamín como crees. Pienso por mi cuenta.
- No ha sido mi intención ofenderte – La
joven se ha dado cuenta de que quizá tanta sinceridad sea un arma de doble filo
-. Lo que quería decir es que todo el mundo sabe quién te propuso para jefe y
que los Arbós son tus aliados naturales en la pelea contra Vives. Prueba de
ello es que supongo que ya les pediste su opinión.
- Ves, no me conoces tan bien como crees. No
hablé del asunto con ningún miembro del clan. Es más, no lo hice con nadie. Tú
eres la primera persona, y posiblemente la única, con la que comento este
asunto.
No
ha sido tanto lo que acaba de escuchar, sino el tono sinceramente dolido que ha
empleado Gimeno lo que acaba de ganar la voluntad de la joven de ayudar en todo
cuanto pueda a su amigo.
- Si es así, José Vicente, te daré mi
opinión, pero antes hay una cuestión previa y que es determinante. Uno de los
pasos que siempre pensé que debías de adoptar es desvincularte de los Arbós. No
te molestes, pero en el pueblo están convencidos de que no eres más que uno de
sus correveidiles. Acabas de demostrarme que se equivocan y no sabes cuánto me
alegro. Si quieres llegar a ser alguien has de aprender a andar solo, sin
necesidad de tacatacas, pero has de hacerlo con mucho tiento puesto que si no
lo haces con prudencia se te puede volver en tu contra.
- ¿En mi contra, en qué sentido?
- En que tu puesto en la cooperativa depende
de Leoncio o, lo que es lo mismo, de los Arbós. Si te vuelves contra ellos te
puedes quedar con la brocha de la jefatura en la mano, pero sin la escalera del
trabajo bajo tus pies. Ya me dirás entonces qué diablos haces.
- Eso ya lo había pensado. Lo que no atino es
cómo resolverlo.
- Como te he dicho, poco a poco y sin que
parezca que intentas cortar los lazos que te unen a ellos. La baza más
importante para que puedas ser autónomo es que tu puesto no dependa de su
voluntad. Has de conseguir que te hagan fijo, de plantilla o como se diga. Ese
será el campanazo que anunciará tu libertad también en el terreno político.
- Da gusto oírte, Lolita. Eres la repera. Jamás
pude imaginar que llegaras a ser tan certera en tus análisis. No voy a tener
más remedio que nombrarte mi consejera áulica.
- No sabes tú dar coba fina ni nada. En eso
eres un artista – otra vez lo dice con la boca chica, pero la vanidad le sale
por todos los poros -, pero volvamos al principio, hay unas preguntas que no
has contestado y la más importante es: ¿qué quieres hacer con tu vida?