"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 22 de abril de 2014

LIBRO IV (y último) EL OCASO 4.1. Un germen de protesta

   A raíz de la publicación en el periódico comarcal El Pregoner de que está en marcha el proceso de aprobación del PAI de la Marina que contaría con un puerto interior, el cual, aunque no se dice explícitamente, se sobreentiende que se construiría sobre los marjales, se desata en el pueblo un torrente de opiniones encontradas. No se habla de otra cosa. Paradójicamente, nadie dijo una palabra cuando comenzó a urbanizarse la partida del Torreón y aledañas; es más, a casi todos les pareció bien que se urbanizara aquella zona, quizá porque era el territorio más pobre del término municipal. En el caso del PAI de la Marina ocurrió algo parecido en las primeras fases del proceso: ni en la etapa de información pública, ni durante el plazo de presentación de alegaciones apenas si hubo comentarios que trascendieran al común de la población.
   En cambio, ahora son muchas las voces que claman contra la urbanización de la Marina, posiblemente porque en su almendra está el humedal de la marjalería, paraje que va unido a la memoria y a las vivencias infantiles de los lugareños. Quien más quien menos de los nacidos en Senillar había ido de niño a nadar en los canales del humedal o recordaba como pescaba ranas o capturaba tortugas en las acequias existentes entre marjal y marjal.
   Sea por motivos sentimentales o por no se sabe qué, pero cada día es mayor la contestación de la calle contra el proyecto. Claro que la protesta, al menos de momento, se hace de manera netamente española: echar toda clase de pestes y reniegos contra el plan en bares, tertulias y reuniones, pero sin ir más allá. Es lo que Pascual Tormo ha bautizado como una protesta ágrafa.

   Acaso porque conoce bien el percal de que están hechos sus convecinos, el equipo de gobierno del Ayuntamiento no concede ninguna importancia a la incipiente protesta, se limita a repetir, una y otra vez, que el proyecto será una nueva y duradera mina de oro para el pueblo y que, por descontado, se urbanizará la zona, pero sin tocar los marjales. Hasta el lobby local pro-urbanismo y sus variadas terminales no le dan mayor alcance a unas quejas que casi siempre son en voz baja. De lo que sí se han ocupado los representantes locales de los constructores ha sido cortar de raíz un amago de oposición que detectaron a tiempo. Fue cuando Jaume Pellicer, que sigue siendo secretario general del PSOE local, anunció que votaría en contra en el pleno del Ayuntamiento en el que se iba a tratar del PAI. Tuvieron que recordarle que más le valía mantenerse callado o saldrían a la luz algunas de sus actuaciones en su etapa de alcalde en la anterior legislatura. La amenaza funcionó, los socialistas se limitaron a abstenerse en la votación del pleno.

   La postura entre los círculos locales del poder de que aquí no pasa nada tiene una excepción: Agustín Badenes. Desde su atalaya de Cajaeuropa ha olfateado que, por ahora, la protesta es un modesto riachuelo, pero si no se lo represa a tiempo puede convertirse en un impetuoso torrente. Por eso cita a su socio Arbós para hacerle partícipe de su preocupación.
- José Ramón, hay que atajar cuanto antes esas habladurías que corren por el pueblo sobre la Marina o terminaremos teniendo un disgusto. Es mucho lo  que nos jugamos en el negocio.
- Tranquilo, Agustín, mis paisanos son de los de ladrar mucho, pero morder poco. Y, si no, a las pruebas me remito. En el período de información pública apenas si hubo gente que se acercara al Ayuntamiento a preguntar sobre el PAI y ¿cuántas alegaciones hubo?, creo que tres o cuatro y de escasa entidad.
- Sigo sin estar convencido. Creo que es una mala política la del no sabe no contesta que es la que está manejando el Ayuntamiento – Badenes no da su brazo a torcer.
- Te insisto en que no te preocupes. En el Ayuntamiento solo había un peligro cierto, que la oposición montara un pollo cuando se tratara lo del PAI, pero ya nos encargamos de hacerle llegar un recado a Pellicer que, como sabes, surtió efecto. En este pueblo no protestan ni los muertos y tampoco los vivos. Aquí mucho bla, bla, bla, pero luego son de los de dame pan y llámame tonto.
- José Ramón, puedes opinar lo que quieras, pero me reafirmo en la idea de que algo tendríamos que hacer. La falta de información es lo que genera más bulos y rumores y estos no hacen más que inyectar oxígeno a la hoguera de los dimes y diretes.
   Arbós, visto el empecinamiento de Badenes, opta por ceder.
- Bueno, para que te tranquilices, así a bote pronto se me ocurre que quizá fuese suficiente con organizar un acto público al que se convocaría a la ciudadanía y en el que se le daría una información lo más detallada y visual posible, obviando por supuesto cualquier referencia a los marjales.
- Pero en un acto de ese tipo no puedes controlar a todo el personal y siempre saldrá un cantamañanas que querrá conocer lo que se vaya a hacer con los marjales en un futuro – objeta Badenes.
- Ese es un riesgo que habrá que correr, para contrarrestarlo se pueden llevar una serie de respuestas preparadas para tranquilizar al vecindario. De todas formas creo que hay que pensarlo más despacio. Mira, lo que voy a hacer es ponerme en contacto con Bricart para que la gente de BACHSA nos ayude a preparar un plan de desinformación lo más completo posible.
- Creo que es mejor que lo hables con Cardona. Cierto que Bricart es mucho más expeditivo, pero bastante menos sutil y para desinformar, como dicen los italianos, le manca fineza – apunta el bancario.

   Los temores de Badenes comienzan a ser reales. Sin que nadie pueda precisar cuándo y dónde se gestó el primer conato de rebeldía, ha comenzado a circular entre la juventud más comprometida del pueblo un grito de protesta. De momento es una queja que no tiene forma ni siquiera mucha sustancia. Los chicos, al igual que sus mayores, se limitan a parlotear pero poco más. Con la llegada del verano y la vuelta de los jóvenes que están estudiando fuera del pueblo parece que la oposición a la urbanización de la Marina comienza a consolidarse.
   Una tarde, Pascual Tormo recibe la visita de un grupito de muchachos, ninguno de los cuales debe de tener más de veinte años.
- Pascual, nos gustaría saber tu opinión sobre lo que está pasando con la Marina – plantea Chelo Arbós, que parece ser la portavoz del grupo.
- ¿Y para qué queréis saber mi opinión? – contesta un reticente Torno.
- Verás, en este pueblo no abundan las personas como tú. Eres el único profesor universitario que vive aquí y, por si no lo sabes, todos tenemos una gran opinión de ti. Nos consta que estás interesado por la preservación del medio ambiente.
- No sé de dónde habéis sacado eso, pero por si no lo sabéis no pertenezco a ninguna asociación de ecologistas.
- Lo sabemos, como también que nunca te has negado a estampar tu firma en los manifiestos en defensa de la naturaleza y de su conservación.
- Eso es cierto, pero exactamente ¿qué es lo que queréis de mí?
- Que nos aconsejes sobre cómo encauzar la protesta contra la urbanización de la marjalería.
- Según reitera la alcaldía y la concejalía de urbanismo, el marjal no se va a tocar, solo se van a urbanizar los sectores más externos – les informa Tormo.
- ¿Y tú crees lo que dicen? – pregunta irónicamente Chelo -. Primero fue el Torreón, luego los sectores contiguos, después la parte periférica de la Marina, ahora ¿cuánto crees que tardarán los constructores en poner sus garras en los marjales? De todas formas, Pascual, quédate tranquilo que esto no ha sido más que un sondeo para conocer tu opinión sobre lo que está ocurriendo. Ahora ya sabemos que eres de lo que no se mojan ni debajo de la ducha. Que te aproveche y abur.