"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 14 de julio de 2015

6.6. La respuesta de Lolita



   La controversia local sobre la necesidad de la construcción de algún tipo de obra costera que resguarde el poblado de la Marina ante futuros temporales genera opiniones para todos los gustos. Uno de los hombres con más prestigio en el pueblo, Manuel Lapuerta, opina que en la controversia suscitada será Gimeno quien le gane por la mano a Vives, opinión que no es compartida por todos. Son muchos los que apuestan a favor del alcalde. Paco, que es inculto pero no tonto, no está tan seguro de ganar el envite. Es el primero en darse cuenta de que su estrella política va declinando y que si no echa un órdago la partida la va a terminar ganando su oponente. Uno de los pocos proyectos que le quedan en cartera para llevar el agua a su molino es la petición de la construcción de un puerto o, en su defecto, un refugio pesquero o una escollera en la Marina. La correspondiente solicitud ya fue enviada a Madrid hace casi un año, pero hasta el momento no se ha recibido ninguna noticia sobre la misma. Vives decide convocar una reunión de sus amigos políticos para tomar la decisión sobre qué resolver con la petición de las obras en el barrio marítimo.
- ... y tenemos que hacer algo porque de Madrid no dicen ni pío.
- Ya se sabe, las cosas de palacio van despacio.
- Cuando quieren no es así. Mismamente el Ministerio de Obras Públicas acaba de aprobar la construcción de un nuevo espigón para el puerto de Denia, y me han dicho que esa solicitud fue posterior a la nuestra – se lamenta Vives.
- Es que yo creo que no concretamos lo que queríamos. Si mal no recuerdo pedíamos la construcción de un puerto, un refugio pesquero o una escollera. Igual en Madrid se han armado un lío y no saben muy bien lo que queremos, porque no me negaréis que no es lo mismo construir un puerto que una escollera. Yo no soy ingeniero y no entiendo de construcciones, pero se me alcanza que entre esas obras las diferencias han ser grandes – apunta uno de los asistentes.
- A mí me parece que has dado en el blanco. No tendríamos que haber pedido tres cosas sino una sola. Si lo hubiésemos hecho, a lo mejor a estas horas ya nos habrían dicho que sí – remacha otro.
   Los reunidos se enzarzan en una estéril discusión sobre qué debían de haber solicitado a la administración central, hasta que Vives da un puñetazo en la mesa y trata de encauzar el debate.
- Así no vamos a ninguna parte. Lo que está hecho, hecho está. Ahora lo que tenemos que decidir es qué vamos a hacer ante la callada por respuesta que nos están dando. Lo he pensado bien y creo que tenéis razón los que opináis que deberíamos haber hecho una sola petición. La madre del cordero es saber cuál de las tres obras que solicitamos tendría que ser la que deberíamos volver a pedir. Yo tengo hecha mi composición de lugar, pero me gustaría escuchar que opináis los demás.
   Se produce una pausa en la discusión. Da la impresión de que nadie quiere recoger el guante que ha lanzado el alcalde, hasta que uno de los asistentes, un tal Nicolás, después de carraspear, toma la palabra:
- Como nadie dice ni mu, voy a deciros lo que pienso. Yo soy partidario de que deberíamos de solicitar la obra más barata de las tres, que supongo que debe de ser la escollera. Me imagino que, como se ha dicho, entre construir un puerto y una especie de muro para resguardar las casas de los temporales tiene que haber una gran diferencia de presupuesto. Aunque construyeran un puerto no creo que los pescadores que se fueron al Grao de Valencia vayan a volver y hacer una obra de ese calado tiene que costar un riñón. En cambio, si construyen un espigón o algún tipo de defensa salvaremos la Marina y esa obra puede costar, tirando por alto, unos cientos de miles de duros. Y además, si lo conseguimos, cosa que veo posible, le habremos ganado por la mano a Gimeno y Paco se habrá apuntado un tanto.
   El resto de contertulios, que habían estado silentes hasta el momento, se muestran de acuerdo con la propuesta de Nicolás, les parece una buena idea que puede salir adelante por su bajo coste.
- Pues yo no estoy de acuerdo con esa propuesta – rebate de manera tajante Vives -. Os voy a explicar por qué. Si pedimos la escollera, en Madrid se van a preguntar ¿y para qué quiere esa gente un rompeolas?, ¿para salvar un centenar de casuchas que todas juntas no valen un real? En eso le doy la razón a Gimeno, sería más barato construir casas nuevas para los marineros que un dique costero. Creo que en esto no podemos ir de pobres y lo de la escollera es solo una solución para ir tirando, pero en el fondo no arregla nada. Hay que ir, como en el guiñote, a por las cuarenta y las diez de últimas.
- Entonces, ¿qué propones?
- Que nos olvidemos de la escollera, del refugio costero y de todas esas gaitas, hay que ir por el premio gordo, a por el puerto. Si conseguimos que lo construyan, imaginaos lo que puede ser para el pueblo. Dice Nicolás que los que se han ido al Grao no volverán, eso habría que verlo, pero si no vuelven esos vendrán otros porque esta zona tiene los mejores caladeros del golfo de Valencia, la prueba es que muchas de las barcas del Grao, de Gandía y de Denia vienen a pescar aquí. Si la Marina sube también prosperará Senillar, porque si hay muchas capturas podrían montarse fábricas de conservas, de harina de pescado, y que sé yo..., de otras muchas cosas que ahora no se me ocurren. Y si lo conseguimos, y todo es ponerse a ello, no es que le ganaremos a Gimeno, es que de una jodida vez nos lo cargaremos, a él y a todos los Arbós que son el verdadero peligro. Aunque a estos últimos pienso pasarles la mano por el lomo a ver cómo respiran.
   Los que unos minutos antes habían apoyado la propuesta de Nicolás se decantan ahora por la de Vives. Volverán a rehacer la documentación de la solicitud enviada al Ministerio y pedirán la construcción de un puerto.
   Cuanto se ha referido en la reunión se lo cuenta Severino Borrás a Gimeno con pelos y señales. El conocimiento inmediato de los planes del antagonista le permiten al jefe local ir siempre unos pasos por delante. En este caso, la jugada que piensa ejecutar es informar nuevamente al Gobernador Civil del proyecto del primer edil. Al poncio provincial no tiene que gustarle nada que un alcalde de tres al cuarto se permita puentearlo reiteradamente. Otro de los movimientos que también le sopla su chivato es que Paco, en una jugada tan audaz como peligrosa, piensa invitar a los Arbós a que se unan a su causa. Como esa acción puede producirse en cualquier momento, José Vicente decide anticiparse, pero antes piensa que debería consultarlo y… ¡a quién mejor que a la que pronto será su esposa! Porque ese es el hecho que ha conmocionado su presente: el que Lolita, tras muchas cábalas y vacilaciones, le haya respondido. Y en su respuesta no ha podido ser más franca.
- Quiero ser muy sincera contigo, José Vicente. Le he dado mil y una vueltas a tu proposición. Verás: me pareces una bellísima persona, encantador, ocurrente y alguien de quien una se puede fiar; vamos, lo que se dice un tío majo de verdad. Siento por ti respeto, simpatía y hasta admiración, pero hay un pero, un pero capital: no estoy enamorada de ti. Y eso es lo que me ha hecho dudar tanto. Si sabiendo esto mantienes tu propuesta, te voy a responder que sí, que acepto ser tu novia y, si tras el noviazgo todo va bien, también estoy dispuesta a ser tu esposa. Y al igual que te digo que no estoy enamorada, también quiero que sepas que, llegado el momento, seré una buena esposa, solícita, respetuosa y que siempre, siempre, te seré fiel.
   Desde los primeros días del noviazgo Gimeno intuye que no conquistará a Lolita poniéndose romántico ni siquiera siendo detallista. Lo único que a Lolita le pone y le atrae, de una manera irresistible, es la controversia política. Cuando debaten algún tema político en el que hay que posicionarse, la mujer piensa, razona, discute y casi siempre suele terminar emitiendo una opinión plena de sensatez, unas veces, de originalidad, otras, y siempre es una opinión trufada de astucia y sutileza. Piensa que, al menos, en ese plano la hace feliz. Algo es algo, porque en el terreno de los sentimientos sigue sin estar muy convencido que los de Lolita sean tan apasionados como los suyos. Bueno, se dice Gimeno, como suelen repetir los campesinos de secano: el que en julio no trilla, en agosto no agavilla. Vamos, que lo que peor le puede ocurrir es lo de otro refrán: verdes las han segado. No se ha de precipitar. Si Lolita todavía no está madura para quererle como él la quiere, habrá que tener paciencia y seguir tratándola con mucho mimo y cuidado. Ya llegará el día en que pueda segar, trillar y agavillar de una tacada. Por el momento tendrá que conformarse con verla como se excita al debatir sobre política.