"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 11 de enero de 2019

86. Festes patronals de Torreblanca del 21 al 31 d´agost, 2016


   Grandal, con la ayuda de Anca, ha tramado un encuentro que parezca fortuito entre él y la pareja. Tras un principio incierto por su falta de tacto, con la colaboración de la joven consigue encauzar la conversación hacia dónde le interesa: la participación del joven torreblanquí en lo que aconteció en la habitación de Curro Salazar. Superados unos iniciales titubeos, Vicentín se siente encantado de que una persona tan cualificada como el excomisario preste tanta atención a su relato:
-… y justamente ese día estaba muy cabreado porque la preciosidad que tengo al lado, y que es la novia más guapa de la provincia incluidas las Islas Columbretes –el joven se ríe de su gracieta-, me había dicho que debíamos romper. Me sentó tan mal y tenía tal disgusto que estaba como una hiena y no sabía qué hacer. A primera hora de la tarde, cuando creí que ya habría terminado la recogida del comedor y Anca ya no estaría tan atareada, me acerqué al hostal para hablar con ella y arreglar el malentendido. Hasta eso de las siete no pude encontrarla. Iba con Rocío y andaban muy apuradas. Fue cuando la andaluza me propuso que las acompañara a la habitación de Mar…, digo de Salazar. Acepté cuando también me lo pidió Anca…
-Imagino que debió de ser impactante ver a…, por cierto, ¿cómo estaba Salazar? –Grandal recurre a sus viejos trucos de interrogador para que las respuestas vayan por el camino que le interesa.
-¿Qué cómo estaba? Recuerdo que dije que el tipo estaba como para diñarla y que se debería llamar urgentemente a un doctor. Yo no sé de medicina, pero no era necesario ser un matasanos para ver que aquel fulano estaba más cerca de palmarla que otra cosa.
-En ese momento es cuando Rocío –interviene Anca- dijo que de llamar al médico y a una ambulancia ya se había encargado Espinosa. Lo digo porque lo de que no llegase el doctor no se nos puede culpar a nosotras –se disculpa la rumana.
-Entonces entramos –prosigue Fabregat- y fue cuando vimos al guiri…
-¿No te extrañó la presencia de un extranjero? –pregunta Grandal.
-Pues no sé qué decirle. Como en el puente de la Virgen de Agosto hay tanto forastero… Lo cierto es que en ese momento no me chocó que estuviera allí un guiri.
-Y cuando el extranjero se fue, ¿qué hicisteis?
   Vicentín cuenta como Rocío le pidió que les ayudara a abrir un maletín metálico de los que tienen cerradura numérica. Creían que dentro estarían los papeles de la Seguridad Social de Martínez por si hubiera necesidad de ingresarlo en un hospital. Algo que confirmó la propia Anca al explicar que habían registrado el resto del equipaje y que lo único que les faltaba por mirar era er jodío maletín, como repetía Rocío cada dos por tres, que estaba cerrado y que no sabían dónde estaban las llaves.
-Por cierto, que entonces no quise hacer ningún comentario, pero me parece, cariño –dice dirigiéndose a su novia-, que pecasteis de paletas. Un maletín con cerradura numérica no necesita llaves, solo hay que saber la clave –aclara el joven con aires de superioridad.
-¿Y qué hiciste a continuación? –Grandal le anima a seguir.
-Ayudarlas en lo del maletín. Las explicaciones que dieron me parecieron tan lógicas que no lo dudé ni un momento. Y el resto creo que ya lo sabe.
   Grandal sale defraudado de la conversación. El joven nini no le ha contado nada que no supiera. Su esperanza de que aportara alguna pista nueva se ha esfumado. Se consuela cuando recuerda que una de las armas más poderosas de la policía para desentrañar un crimen es la paciencia. No le queda otra que encomendarse al santo Job, patrono de los pacientes. Su contenido malhumor desaparece como por encanto en cuanto recibe la llamada de sus dos enviados a los campos de golf.
-¡Jacinto, premio! Hemos encontrado rastros de Espinosa en los dos campos que hemos visitado –explica Álvarez-. Estuvo jugando, primero en el Club de Golf Costa de Azahar que es el que está en El Grao, y días más tarde en el Club de Campo del Mediterráneo que está en un pueblo llamado Borriol y que es donde se hizo golfista Sergio García.
-Estupendo. ¿Algún dato interesante? –quiere saber Grandal.
-Pues que parecía una persona muy correcta, que es un buen aficionado, tiene hándicap cuatro, y que no contrató un cadi sino que alquiló un carrito de golf. Ah, presentó una tarjeta de socio del Marbella Golf Country Club y como domicilio dio el del hotel del Golf Playa del Grao de Castellón. No hemos sacado gran cosa porque aparte de los de administración parece que no habló con nadie más.
-Cómo os viene en cierto modo de paso, ¿por qué no os acercáis al hotel en el que estuvo a ver si podéis enteraros de algo más?
-¿Quiénes decime como nos presentamos para preguntar por Espinosa?
-No se me ocurre nada, lo dejo en vuestras manos.
-Oye, pregunta Manolo que si al Campo de Golf de Panorámica, el que está en el pueblo de San Jorge, ¿tenemos que ir?
-No creo que visitara un campo que está a casi noventa kilómetros de Castellón. Centraos en el hotel del Grao. Ah, y lo estáis haciendo tan bien como esperaba. Esta tarde nos vemos.
   Grandal se zampa en un santiamén la comida dietética que le ha dado por preparar a su novia Chelo, que aprovecha las vacaciones veraniegas para mejorar la línea algo que es necesario para su exigente trabajo de hostess de lujo, y se marcha a Torrenostra para jugar la cotidiana partida e intercambiar impresiones sobre el caso Pradera con sus amigos y ayudantes. Antes ha vuelto a llamar al sargento Bellido, pero su móvil sigue apagado o fuera de cobertura. Cuando llega a la terraza de los Prados ya le están esperando los otros tres jugadores. Están hojeando un folleto del que Ramo les está explicando su contenido.
-¿De qué va la explicación? –pregunta curioso Grandal.
-Pedro, que nos ha traído el programa de las fiestas del pueblo que han empezado hoy –le informa Álvarez.
-Alguien me dijo que comenzaban el 22 –comenta Grandal.
-Es la fecha en la que comienzan siempre, pero este año, no sé por qué, las han adelantado –y Ramo le tiende el programa al excomisario.
   Grandal echa una ojeada a la portada en la que sobre un fondo en el que hay una iglesia y una ermita emerge el pitón de un toro, todo ello coronado por estallidos de fuegos artificiales. En un lateral aparece el rótulo: Festes D´agost. Torreblanca del 21 al 31 D´agost. 2016. Abre la primera página y debajo del escudo del pueblo se lee: L´Ajuntament desitja a tots el veïns y visitants unes Bones Festes. No sigue leyendo.
-¿Y creen esos lumbreras del Ayuntamiento que los visitantes que no hablamos valenciano vamos a leer este panfleto? –pregunta con más ironía que enojo.
-Lo que son las programaciones diarias de las fiestas también están en español –explica Ramo.
-Bueno. Dejémonos de fiestas y vamos a lo nuestro. Volver a contarme el viaje golfístico de esta mañana y, sobre todo, si habéis sacado algo en limpio del hotel en el que estuvo Espinosa –inquiere Grandal dirigiéndose a Ponte y Álvarez.
   Ponte resume el viaje a los clubes de golf de Borriol y del Grao y en cuanto al hotel del Golf Playa del Grao en el que se alojó Espinosa no han sacado mucha información, al menos que sea relevante.
-Más o menos nos han dicho lo mismo que en los campos: que era una persona correcta, dejaba las propinas adecuadas y pese a lo poco que habló uno de los recepcionistas nos contó que debía de ser del oficio por un par de detalles que tuvo y que no llegó a explicarnos porque llegó un cliente reclamando algo y ya no tuvo tiempo de decirnos más –cuenta Ponte.
-Manolo, te olvidas de lo del supermercado –recuerda Álvarez.
-Ah, sí. El recepcionista que habló con nosotros nos dijo que el día de la fiesta de la Asunción Espinosa preguntó dónde había un supermercado de la cadena Mercadona que estuviera cerca del hotel. Salió y un rato más tarde le vio entrar portando una bolsa con el logotipo de esa cadena, pero no nos contó nada más.
-¿Y un tipo como Espinosa para qué querría ir a un supermercado y además de una determinada cadena? –pregunta Grandal sin dirigirse a nadie en concreto.
-Hombre, a los súper se va a comprar –precisa Álvarez que inmediatamente se da cuenta de la obviedad que acaba de decir por lo que se apresura a matizar-. Me refiero que lo interesante sería saber qué compró.
-Interesante deducción –le anima Grandal-. ¿Y sabéis a que súper de Mercadona fue?
-Ahí nos has pillado –comenta Ponte con una media sonrisa-. Eso no lo preguntamos.
-Pero para eso está internet –apunta Álvarez-. Ahora mismo lo sabremos –Y dicho y hecho, saca el móvil y pulsa el icono de Cortana. Aparece un círculo con la pregunta: ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar, Luis? y en la parte inferior: Escribe aquí para buscar. Álvarez teclea: mercadona cercano a hotel golf playa del grao, y espera. La demora es breve, en unos segundos Cortana contesta: Mercadona de Avenida de Ferrandis Salvador, s/n, El Grao.
-Estupendo, Luis. Ahí es donde tendréis que hacer la próxima visita. A ver si sois capaces de averiguar qué compró en ese súper el llamado Espinosa.
-No querrás que vayamos ahora –se queja Álvarez.
-No seas quejica, Luis. Por descontado que no. Es una tarea que podéis hacer mañana en vez de haraganear tomando cañas.
-Jacinto –interviene Ramo truncando la conversación sobre el súper-, he pensado que, aunque ahora todo el mundo está motorizado, quizá alguien de los que haya podido venir a ver a Salazar lo haya hecho en taxi. Y al irse es posible que haya utilizado algún taxi del pueblo. Lo digo porque aquí solo hay dos taxistas y da la casualidad que conozco a ambos. Bueno, para ser más preciso, personalmente solo conozco a uno, al otro conozco a su padre. Digo esto porque si te parece bien les podía preguntar o presentártelos para que los interrogues tú sobre los servicios que realizaron el día de la Asunción.
-Muy buena idea, Pedro. No había pensado en esa posibilidad. ¿Qué haría yo sin vosotros? –pregunta retóricamente Grandal dando coba a sus flamantes ayudantes.

PD.- Hasta el próximo viernes