"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 19 de junio de 2015

5.13. ¿Te gustaría ir a Madrid?



   La Jefatura Provincial del Movimiento ha convocado a todos los jefes locales del partido para explicarles un acto que tendrá lugar en la capital de España en unas semanas. Se trata de manifestarse contra la campaña de desprestigio y los ataques que sufren el Caudillo y su Régimen en los países democráticos y, al tiempo, arropar al Generalísimo Franco como indiscutible líder de todos los españoles. Tras el final de la II Guerra Mundial y la derrota de los países totalitarios, Alemania, Japón e Italia, solo resta España como la única nación europea en la que gobierna un dictador. Esto es una verdad a medias, hay muchas más dictaduras: la URSS y las naciones satélites que viven bajo su yugo, el vecino Portugal, así como otros muchos países sudamericanos y asiáticos, pero por muy distintas causas las democracias se ceban con el régimen franquista en el que, ciertamente, quien manda no responde ante el pueblo soberano sino únicamente ante Dios y ante la historia, tal y como repiten los voceros oficialistas.
   La información que la Jefatura Provincial traslada a sus jefes locales y que estos han de transmitir a sus afiliados y a la ciudadanía en general es que la ONU, presionada por los países comunistas y los gobernados por masones y judíos, va a condenar a España y estrangularla económicamente, más de lo que ya está. Es una muestra más de la conspiración judeomasónica contra España, otra de las frases predilectas del Caudillo. Para protestar por semejante infamia y que se entere el mundo de que los españoles no van a amedrentarse fácilmente, los sindicatos, las cooperativas, las empresas, los municipios y la gente de bien están organizando una concentración en Madrid para decir alto y claro a los extranjeros que no se metan donde nadie les llama. Los asuntos de España, afirman, hemos de solucionarlos los españoles y no necesitamos que venga nadie de fuera a decirnos como tenemos que hacer las cosas. Nosotros no vamos por ahí diciéndoles a los gabachos, a los yanquis o a los hijos de la pérfida Albión como se las tienen que arreglar, pues ellos que hagan lo mismo y que nos dejen en paz. ¿Qué es eso de decir qué Franco no representa a los españoles?, ¿quién ganó la guerra?, ¿quién nos libró de las garras comunistas?, ¿quién terminó con los masones, los liberales y los separatistas? Pues el hombre que ha hecho todo eso, y más, es don Francisco Franco Bahamonde y los españoles nunca le agradeceremos lo mucho que ha hecho por la nación.
   Cada jefe recibe el encargo de reclutar a un grupito de  gente de su confianza para que le acompañen en ese viaje a Madrid. José Vicente pone todo su empeño en la encomienda, también es una manera de atemperar el desasosiego que le embarga desde que descubrió sus sentimientos hacia Lolita. Y, sin embargo, en una muestra más del desconcierto que le atenaza es a Lolita con quien primero comenta el cometido que le han encomendado.
- ¿A ti que te parece?
- Pues qué quieres que te diga – responde Lolita con una frase que no dice nada.
- Pero algo opinarás, ¿no? – insiste José Vicente.
- Bueno, si insistes. Creo que es un montaje para consumo interno. Dudo mucho que al resto del mundo le impresione que se reúnan en Madrid cien mil personas o un millón.
- ¿No te gustaría ir?
- ¿A hacer de palmera durante unas horas? Vamos, José Vicente, seamos serios.
     La negativa opinión de Lolita no hace demasiada mella en Gimeno quien se afana en encontrar compañeros para el viaje a la capital. De ninguna manera quiere que en la Jefatura Provincial crean que no es capaz de reunir a un grupo de personas. Lo de menos es que sean afiliados o simpatizantes, lo que importa es completar la cuota de viajeros que le han asignado. En cuanto se corre la voz de la campaña de Gimeno para lo del viaje las opiniones para todos los gustos vuelan en las tertulias del café.
- ¿Y eso va a servir para algo?
- Quien sabe, a lo mejor se abarata la gasolina y aumenta el cupo del racionamiento.
- Eso no lo verán tus ojos, pardillo.
- Bueno, si lo montan será por algo, ¿no?
- Don Manuel, ¿usted piensa ir? – pregunta un contertulio al médico.
- No, no voy a ir. Por una parte, Gimeno no me ha invitado y, por otra, lo de ir a hacer bulto para aclamar al Caudillo, porque de eso se trata, no me atrae excesivamente.
- Pues a mí, como el Gimeno me lo proponga le voy a decir que sí. Sería una buena ocasión de conocer la capital.
- Supongo que para ir habrá que estar apuntado a la Falange.
- Es posible, pero que yo sepa en el pueblo no debe haber apuntados más de una docena. También tendrán que echar mano de los que no lo son.
- Yo tampoco conozco Madrid y si por aplaudir un rato a Franco me ofrecen esa oportunidad no me importaría viajar.
- ¿Y os vais a gastar una pasta para eso?
- He oído decir que si el viaje va a ser gratis.
- ¡Y encima gratis, vaya chollo! Voy a buscar al Gimeno a ver si me apunta.
   Mientras los corrillos siguen discutiendo, Gimeno prosigue en su afán de conseguir compañeros de viaje.
- ¿Te gustaría ir a Madrid? – es la pregunta que espeta a bocajarro.
- ¿A Madrid? Pues claro. No he estado nunca, pero cuéntame, ¿de qué va eso?
   Gimeno se explaya sobre el viaje tratando de convencer a quienes está invitando al mismo. De todas las provincias irán representaciones, para que el mundo sepa lo que pensamos y lo que sentimos, también de Valencia partirán varios autobuses hacia Madrid y en uno de ellos irá un grupo de gente del pueblo.
- Tú puedes ser uno de ellos – concluye.
- Pero el viaje a Madrid cuesta un dinero y no te digo si hay que hacer noche.
- Ni un duro. No tienes que gastarte nada. Es todo gratis. Hasta nos van a dar unos bocadillos para el viaje. Va a ser un viaje de ida y vuelta, y dormiremos en el autobús.
   Algunos de los invitados, los menos, excusan su asistencia. A otros lo del viaje no les parece mal. Al final, Gimeno convence a nueve personas, la cuota de participación que le han marcado. Salvo Juanito, el gasolinero que, como excombatiente de la División Azul es un falangista convencido y agradecido pues le adjudicaron la gestión del poste de gasolina del pueblo, los demás viajan más por conocer Madrid que por otra cosa. Ya dado el consentimiento hay quien está al borde de desdecirse cuando, en la reunión que se celebra en la jefatura local para informarles de los detalles del viaje, Gimeno les indica que sería conveniente que lleven camisa falangista.
- Perdona José Vicente, pero no tengo una camisa de esas.
- Tendrás alguna camisa azul, ¿no?
- Creo que sí, pero no la de falangista.
- ¿Y quién se va a enterar? Con el frío que hace en Madrid habrá que llevar ropa de abrigo, con que se te vea algo azul debajo del jersey o del suéter será suficiente.
   El ocho de diciembre, los nueve vecinos de Senillar, bajo la batuta de Gimeno, se concentran en Valencia para sumarse a los que van a marchar a Madrid. La representación provincial sale en varios autobuses hacia la capital de la nación. El viaje, por la maltrecha carretera nacional Valencia-Madrid, es largo y tedioso. Entre el pésimo estado de conservación de la vía y la escasa velocidad de los baqueteados vehículos el trayecto se hace interminable. Por si faltaba algo, en el puerto de Contreras, la única dificultad reseñable del itinerario, el motor del autobús en el que viajan los senillenses se recalienta y del radiador empieza a salir vapor como si fuera una locomotora. Han de detenerse y esperar un par de horas hasta que la máquina se enfría, reponer el agua perdida y retomar el viaje. Antes de llegar a Motilla del Palancar, donde paran a repostar gasolina y a echar una meada, la mayoría ya se ha zampado los tres bocadillos que la organización les ha facilitado. Cuando llegan a la ciudad, ya bien entrada la noche, solo piensan dónde encontrar algo sólido que llevarse a la boca y calentar el cuerpo porque, como les habían avisado, Madrid les recibe con un serrano y cortante airecillo escasamente acogedor.