"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 17 de septiembre de 2013

2.7. ¿Esos mirlos blancos existen?

   El consejo de administración de BACHSA ha enviado a Senillar a dos de sus directivos, Oriol Bricart y Rodrigo Huguet, acompañados por un arquitecto. La finalidad del viaje es ponerse en contacto con el director de la sucursal local de Cajaeuropa, un tal Agustín Badenes, y ver in situ la costa.
- Don Oriol, don Rodrigo, encantado, les estaba esperando – El responsable de la caja se deshace en mieles.
- Nada de don, Oriol y Rodrigo a secas – requiere Bricart -. Te presento a Manolo Toresano, arquitecto y, lo que es más importante, amigo. Espero que si terminamos trabajando en el pueblo también podamos contar con tu amistad, para nosotros cuenta más que los negocios – Y dirigiéndose al arquitecto pregunta -. Manolo, ¿por dónde empezamos?
- Creo que lo mejor será conocer la playa y el marjal.

  La playa es una franja en la que alternan la arena y los cantos rodados, de poco más de un par de kilómetros en total y con una anchura entre quince y sesenta metros. En los extremos está coronada por un pequeño cordón dunar de cantos rodados.
- Oriol, playas como ésta hay mil – es lo primero que se le ocurre a Huguet.
- Sí pero que tengan terreno disponible no tantas. Creo que tiene posibilidades, aunque verdaderamente los del departamento de marketing tendrán que hacer virguerías para darla a conocer y no resultará fácil ni barato – comenta Bricart y, dirigiéndose a su cicerone, pide -. Vamos a ver el marjal.
   Unos caminos de tierra polvorienta les llevan al marjal, una antigua albufera que ha devenido en una zona húmeda litoral separada del mar por un cordón de gravas y cantos rodados, con algunas zonas de playa arenosa.
- Este paraje, desde una perspectiva urbanística, tiene una enorme capacidad de desarrollo, Oriol. Infinitamente mucho más que la playa – opina el arquitecto y añade -. Sólo de imaginar lo que sería diseñar un puerto interior me pone.
- No vendamos la piel del oso antes de cazarlo, Manolo. Previamente a gastar un duro habrá que hacer muchos números, hablar con mucha gente y estudiar todos los detalles a fondo. Badenes, ¿el marjal son campos comunales o pertenecen a particulares? – se interesa Bricart.
- Un cuarenta por ciento, aproximadamente, es propiedad municipal y el resto de particulares, casi todos gente de Senillar.

   Los empresarios estiman que ya se han hecho una idea global del territorio y deciden indagar sobre otras cuestiones:
- Cambiando de tercio, nos ha dicho Moltó que te llevas bien con los del Ayuntamiento... – Huguet deja el final de la frase en el aire.
- Me llevo estupendamente con todos, con los que mandan y con los que están en la oposición, eso va con mi oficio. Un banquero no debe de cerrarse a ningún potencial cliente, así que le pongo buena cara a todo el mundo, incluso a los que no son clientes y, en especial, a los políticos.
- Si al final decidimos edificar aquí, Badenes, ¿con quién tendríamos que hablar? Me refiero a los que tengan la sartén por el mango, no a los que parece que mandan y a la hora de la verdad no son los que tienen la última palabra – precisa Bicart.
- Pues depende de vuestros planes. En este momento, el Ayuntamiento está gobernado por una coalición del PSOE y los nacionalistas de izquierdas. El alcalde se llama Jaume Pellicer, secretario general de los socialistas y entre cuyos amigos me cuento. He de añadir, para que no haya malos entendidos, que también soy amigo de Javier Blasco, que es el presidente de los populares. O sea que en este momento tendríais que negociar con los socialistas, al menos teóricamente.
- ¿Y qué pasará si en las elecciones del noventa y cinco no gana el PSOE? – quiere saber Huguet.
- Lo más probable es que gane. Los socialistas llevan varias legislaturas seguidas gobernando. Hasta la anterior habían tenido mayoría absoluta y en la actual, que empataron con los populares, firmaron un pacto de gobierno con los nacionalistas de izquierdas. Aunque en política, y más en la municipal, nunca puedes estar seguro del resultado hasta que no se abren las urnas.

   Los empresarios esperan que el bancario continúe con sus explicaciones sobre la política local y sus gerifaltes, pero se ha callado, por eso Bricart le insta:
- Antes has dicho que en este momento tendríamos que negociar con los sociatas, y has añadido que al menos teóricamente, ¿qué has querido decir con esa acotación?
- Ya veo, Oriol, que no se te escapa una – reconoce, adulador, el bancario –
Sé que vuestra empresa es una de las constructoras más importantes y está especializada en promocionar grandes proyectos, lo que supone largos plazos de gestión. Por ese motivo opino que no os interesa tratar directamente con las directivas de los partidos locales, ni con los que están gobernando ahora o con los que puedan hacerlo en el futuro. ¿Por qué?, porque las ejecutivas de los partidos son cambiantes, así como las listas de candidatos que se presentan a las elecciones. Y se puede dar el caso de que las personas con las que ahora habléis estén defenestradas en los próximos comicios. Aquí, como en toda tierra de garbanzos, el canibalismo político está a la orden del día.
- ¿Entonces con quién coño hablamos? – pregunta, desabrido, Bricart.
- Considero que sería más efectivo ir por un vía indirecta, quizá algo más lenta, pero también más segura, sobre todo a largo plazo.
- Explícate, Agustín, porque los acertijos se me dan muy mal – inquiere un tanto molesto Bricart.
- Se trataría de buscar a aquellas personas que, sin estar en las ejecutivas de ninguno de los dos partidos mayoritarios, tengan el suficiente ascendiente en ambas fuerzas políticas para llevar el agua al molino de vuestros intereses que, si no estoy mal informado, también serán los de la caja. Personas que al no aspirar a estar en los órganos de dirección o en las listas electorales no son vistas con recelo ni provocan animadversión.
- O sea, que lo que nos recomiendas es que busquemos a unos lobistas o, por decirlo en lenguaje electoral, a unos muñidores de favores políticos que estén bien posicionados con los respectivos partidos, pero no que pertenezcan a sus cuadros directivos. ¿No es eso? – precisa Huguet.
- Yo no lo hubiese resumido mejor – asevera el bancario, una vez más adulador.
- ¿Una de esas personas podrías ser tú? – inquiere maliciosamente Huguet.
- De ninguna manera. Tanto por el reglamento de régimen interior de la caja como por convicción personal, estoy al margen de los avatares políticos. Y aunque trato continuamente con los políticos jamás meto mis narices en sus asuntos.
- Entonces, ¿esos mirlos blancos existen o no?, y si existen, ¿dónde los encontraremos? - pregunta un escéptico Bricart.