"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 31 de enero de 2014

2.46. Un profe al que seducir

   El señor Andrés el Punchent formula una pegunta a su nieto que le descoloca:
- ¿Te gustaría dar clases particulares?
- ¿Clases particulares?, ¿yo?, ¿de qué, a quién, cuándo?
- Hijo, una de las cosas que más me repatea de la gente con estudios es que si les haces una pregunta en vez de contestar te responden con más preguntas. Y tú eres un buen ejemplo. ¡Pues no eres nadie preguntando! – Se ríe el anciano -, pero creo que tengo respuestas para casi todas. Verás, Rosario la Maicalles me ha contado que una de las familias más ricas del pueblo, los Arbós, está buscando un profesor de matemáticas para una de sus hijas, creo que su nombre es Consuelo aunque todos la llaman Chelo, que estudia bachillerato. Parece que la muchacha no es lo que se dice muy buena estudiante y suspendió esa asignatura. Por eso su madre está tratando de encontrar alguien que le enseñe en plan particular.
- Abuelo no soy profesor de matemáticas y además ya tengo trabajo. Puedes creértelo o no, pero después de currar ocho o nueve horas me quedan pocas ganas de hacer algo más que no sea descansar.
- Los fines de semana los tienes libres, podías dedicar parte de ese tiempo a enseñar algo de lo mucho que sabes a esa chiquita. Por un lado ganarías un dinerillo curioso, pero eso es lo de menos, lo mejor es que te serviría para refrescar tus conocimientos. Dado que, por ahora, has dejado los libros puede ser una forma estupenda de que no te oxides demasiado.

   El abuelo Punchent ha terminado convenciendo a su nieto y por medio de la Maicalles hace llegar a los Arbós que Sergio Martín, estudiante de ingeniería, estaría encantado de dar clases de matemáticas a la niña. Cuando Elvira Arbós, en realidad se apellida Hernández pero le gusta que la llamen por el apellido de su marido, se entera de qué familia procede el posible profesor de su hija se coge un enfado monumental con la correveidile que es quien le ha ido con la noticia.
- ¿Otra vez me quieres colocar al hijo de la Punchenta?, ¿pero qué os pasa con ese donnadie?
- Elvira, yo no pretendo colocar al hijo de Lola – la Maicalles se hace la ofendida - . Que recuerde es la primera vez que te hablo de ese chico. Y los Punchent no dieron el primer paso, fui yo quien habló con el señor Andrés. Tendrías que estarme agradecida por haber encontrado el profesor que buscas para tu hija. Te aseguro que es un chico muy formal y juicioso, no es ningún chisgarabís.
   Elvira recapacita, tiene razón la chismosa, quien le habló del hijo de la Punchenta no fue ella sino la alcahueta de Julieta la Rajolera.
- Perdona, Rosario, tienes razón, es que llevo unos días muy suelta de los nervios. A ver, explícame lo de ese chico con detalle.
   Rosario le describe todas las virtudes que, según ella, adornan al nieto de Andrés el Punchent:
- …¿y dónde vas a encontrar en el pueblo uno que estudia para ingeniero?, con la de matemáticas que tiene que saber.
- Y si estudia para ingeniero, ¿qué hace en el pueblo en mitad del curso, cómo no está en Madrid? – la pregunta de Elvira rebosa lógica y suspicacia.
- Porque está de novio con la chica de los Vercher y de momento ha colgado los libros para estar cerca de ella.
   Este último dato es el que al final decide a Elvira a aceptar al chico. Si el chaval está encoñado con la descocada hija de los Vercher no hay peligro de que intente ser algo más que el profesor de matemáticas de su niña.

   Chelo Arbós está peleándose con su madre. No es una escena muy habitual puesto que se llevan razonablemente bien, con quien la primogénita de la casa se lleva a matar es con su padre, pero afortunadamente para ella el carroza, como le llama a sus espaldas, no suele meterse en los asuntos domésticos.
- Mamá, no necesito ningún profesor particular. ¿Qué he suspendido las mates?, ¿y qué? Más de la mitad de la clase cateó y seguro que a ninguno le han puesto un profe en casa. Cómo se enteren los colegas del instituto el cachondeo puede ser fino. Ni lo sueñes, vamos.
- Claro que lo necesitas. Y es culpa tuya. Si no te hubieses emperrado en irte del colegio del Sagrado Corazón y marcharte al instituto seguro que no hubieses suspendido. Como vuelvas a catear otro año tu padre te mata, peor aún ha dicho que te va a meter en un internado, conque tú misma.
- Al fósil del carroza sólo se le ocurren salidas de cuando reinaba Carolo. Y menos mal que lo de la inquisición ya se acabó, que si no me mandaba a la hoguera.
- ¡Chelo, no hables así de tu padre! Piensa que sólo quiere lo mejor para ti.
- Querrá lo mejor, pero como lo disimula.
   A pesar de sus protestas, la amenaza del internado es más que suficiente para que Chelo, aunque a regañadientes, acepte lo del profesor particular.

   En las primeras clases la relación entre el novato docente y la díscola estudiante es fría, distante y poco satisfactoria. Él no sabe muy bien cómo explicar a su ocasional alumna las nociones matemáticas y, en más de una ocasión, se arma un lío. A ella le importan un higo los conceptos, los teoremas y las demostraciones. Sergio ha aprendido con rapidez de sus propios errores pedagógicos y también ha descubierto que una de las cualidades más eficaces para enseñar es la paciencia. A ella se encomienda y termina dando resultado.
- Oye, profe, esto es la tercera vez que me lo explicas. Te repites más que un tartaja. ¿No te aburre ser tan pesadito?, a mí un montón – declara una displicente Chelo.
- Ya sé que te lo había explicado y no, no me aburre. Y te amenazo – lo dice con una sonrisa – que te lo explicaré otras cien veces como sigas haciendo mal los ejercicios que te pongo. Otra cosa en la que también me repito: te he dicho mil veces que no me llames profe, mi nombre es Sergio y así me llaman todos. Si no te gusta mi nombre puedes llamarme Martín que es mi apellido, pero como continúes llamándome profesor me voy a dirigir a ti como señorita Arbós – la sonrisa vuelve a acompañar a sus palabras.
- ¡Ay, no, por Dios, señorita Arbós, no! Cómo lleguen a enterarse mis colegas el cachondeo puede ser de despelote.

   Burla burlando la relación entre profesor y alumna va limando sus aristas y termina siendo francamente buena. Sólo hay una laguna para Chelo, aunque Sergio sólo es poco más de tres años mayor que ella le trata como si fuera una niñata, algo que reconcome a la muchacha. Y decide darle una lección, le va a seducir y le mostrará que de niña nada de nada. No se anda por las ramas y no planea una trama seductora excesivamente sutil, se limita a desabrocharse los suficientes botones de la blusa hasta dejar entrever el sujetador de blonda con efecto balconette que gusta lucir, pese a que su madre le ha prohibido que se lo ponga hasta que sea mayor de edad.
   Sergio se apercibe inmediatamente de lo que pretende la muchacha: ponerle nervioso mostrándole el prometedor valle que discurre entre los dos erectos promontorios que son la mejor prueba de la insultante juventud de su propietaria. Opta por hacerse el sueco ante lo que considera una chiquillada. Como él parece no darse por enterado, Chelo eleva la apuesta, se arrodilla encima de la silla y se inclina sobre la mesa camilla para ver mejor el folio en el que Sergio está trazando un gráfico, pero lo que realmente hace es mostrar una espléndida panorámica de su incitante busto. Momento en el que entra Elvira que de vez en cuando pasa por la salita para echar un vistazo. La escena que ve, aparentemente más tórrida de lo que realmente es, la escandaliza.
- Chelo, siéntate como Dios manda y haz el favor de abrocharte esa blusa inmediatamente.

  Ese día acaba el trayecto de Sergio como profesor particular. Al menos, ha conseguido varios logros. Ganarse la definitiva ojeriza de la señora de Arbós, que poco menos que lo considera un corruptor de menores, constatar que sus conocimientos matemáticos no se han oxidado, convencerse de que la docencia no es lo suyo y ganar unas pesetillas que nunca vienen mal. Hay otro logro que desconoce porque le es ajeno, también se ha ganado la simpatía y el respeto de Chelo Arbós y quizá algo más que la muchacha aún no sabe definir. Una buena cosecha de éxitos para un profesor de fortuna y al que intentaron seducir.

martes, 28 de enero de 2014

2.45. Nos costará más caro

   Los integrantes de la ejecutiva local del PSOE tienen pocas dudas sobre los resultados de la inminente consulta electoral. Llevan gobernando cuatro legislaturas, ¿por qué no cinco? 
- Deberíamos estudiar cual sería nuestro mejor aliado si no sacamos mayoría absoluta – plantea Jaume Pellicer que, además de secretario general del partido, es el actual alcalde.
- ¡Coño, Jaume, que pesimista te has levantado hoy! Claro que la vamos a sacar, como la última vez y la anterior de la anterior – objeta el optimista antropológico del grupo.
- Ojo, que no todo el monte es orégano – matiza otro -, que en las últimas ganamos a los fachas del PP por un puñado de votos y, al final, tuvimos que recurrir a esas sanguijuelas de los nacionalistas para poder seguir gobernando.
- A mí me parece bien que discutamos lo que plantea Jaume, pero es que las opciones que tenemos para posibles alianzas sobran dedos en la mano para contarlas – precisa otro miembro de la ejecutiva -. A la hora de la verdad no hay más que una: la gente de Armengol. ¿No opinas eso, Jaume?
- Por supuesto. Si necesitásemos conformar una mayoría de gobierno de progreso, es evidente que nuestros aliados naturales son la gente del UNES, pues aunque nacionalistas también son de izquierdas. Ahora bien, en su caso yo no descartaría a los del Bloc. En el supuesto de que obtuviesen un concejal que fuera quien deshiciera un posible empate – puntualiza Pellicer.
- De esos fantoches del BANS olvídate, Jaume. Esos son más carcas que los populares y no pactarían con nosotros aunque les ofreciéramos las Torres de Quart, el Micalet y la playa de la Malvarrosa en el mismo envoltorio.
- No creas, se mueren de ganas por rascar poder. Como tengan la más mínima oportunidad de tocar pelo les veo capaces de venderse por lo que vale un cucurucho de altramuces – replica Pellicer.
- De todas formas – insiste otro de los miembros -, creo que deberíamos esperar al día después y a la vista de los resultados ponernos en contacto con Armengol que, en mi opinión, es quien tiene más posibilidades de sacar algo de provecho en estas elecciones. Aunque ya veréis como, al final de la traca, vamos a revalidar la mayoría. 
- Pues no estés tan seguro – matiza el secretario general -, en el comité regional no lo tienen tan claro. Las encuestas que les pasan no son muy favorables ni mucho menos. Hay varias que pronostican una suerte de empate técnico entre el PP y nosotros, al menos a nivel de la comunidad.
- ¿Qué nos cuentas? En las declaraciones que hizo Lerma ayer mismo en Canal Nou insistió en que, a nivel autonómico, vamos a repetir la mayoría absoluta.
- Esas manifestaciones son para no desanimar a los afiliados y simpatizantes, pero en Blanquerías no las tienen todas consigo. Lo que os cuento no es para que lo vayáis largando por ahí, eh – recomienda Pellicer.
- Menuda putada sería que, ahora que parece que ha llegado el cuerno de la abundancia al pueblo, perdiéramos las elecciones – se lamenta el pesimista del grupo.
- Tranquilo, no creo que vayamos a perderlas. Es más, estoy seguro que vamos a ganarlas – Pellicer intenta remontar la moral de su gente que parece como si de pronto se hubiese desfondado -. Otra cosa distinta será la clase de mayoría que vayamos a sacar.
- Lo que sea sonará. De todas maneras, Jaume, quizá convenga que le des un toque a Armengol – pide el más precavido del comité.
- Ya se lo di. Y me contestó que hablaríamos el día después y que no cree que haya ningún problema en volver a reeditar el pacto del noventa y uno.

   Apenas pasadas veinticuatro horas, los miembros de la comisión ejecutiva socialista son convocados a la mayor urgencia. El secretario general, con gesto cariacontecido, es quien les da la noticia:
- Esta mañana, el UNES ha roto el pacto de gobierno que tenía con nosotros y se ha pasado a la oposición.
- ¿Qué nos cuentas? – pregunta aquel que ha sido el primero en recuperarse de la sorpresa que ha supuesto la noticia.
- De esos carroñeros me espero cualquier putada – asegura otro.
- ¿Y a dónde quiere ir a parar ese fantoche de Armengol sin nosotros? – inquiere un tercero.
- Danos más detalles, Jaume. Cabe suponer que habrán dado alguna justificación del porqué de una acción tan inesperada, sobre todo teniendo en cuenta que las elecciones están a la vuelta de la esquina.
- El motivo que han dado para denunciar el pacto, más bien una miserable excusa – explica un irritado Pellicer -, es que, como recordaréis, en el último pleno municipal Armengol presentó una moción para adherirnos a un manifiesto, que circula por ahí, para que el cántico que musicó Serrano deje de ser el himno oficial del País Valencià y sea sustituido por la Muixeranga. La moción no prosperó porque el PP votó en contra y nosotros nos abstuvimos, la verdad es que no recuerdo por qué. Pues bien, de aquella chorrada Armengol ha hecho causa para denunciar el pacto de progreso y dejarnos como un gobierno que tendrá que afrontar en minoría las pocas semanas que restan para las elecciones. Nos esperan unos últimos plenos que serán como transitar por un campo minado.
- Me parece, Jaume, que ahí está la explicación, en que falta un suspiro para las elecciones.
- Has dado en la diana – reconoce Pellicer -. El listo de Armengol quiere dar la impresión de que al desligarse de nosotros representa una política diferente y así presentarse ante las urnas como una opción diferenciada.
- ¿Y qué hacemos? – inquiere uno verbalizando la pregunta que todos tienen en mente.
- La verdad es que no podemos hacer demasiado. Esperar y ver qué pasa en las elecciones. Y como el resultado nos salga medianamente bien hacerles tragar a los del UNES su propia medicina. Se van a enterar esos nacionalistas de pacotilla de lo que vale un peine – remacha el secretario general.
   La última y castiza frase de Pellicer ha sido celebrada con risotadas por la mayoría de los miembros de la ejecutiva, pero hay al menos un par de ellos que siguen dándole vueltas a la noticia que les ha facilitado su secretario general.
- Oye, Jaume, y si no sacamos mayoría absoluta y pasa como en la última elección que empatamos a concejales con los peperos, ¿tienes pensada alguna solución para un escenario como ese? Lo digo porque con la espantada de los del UNES, no sé hasta qué punto estarán conformes de volver a aliarse con nosotros.
- Si empatamos a escaños con el PP, pero obtenemos más sufragios que ellos, algo que es probable, siempre podríamos gobernar en minoría aunque ello supondría tener que negociar cada propuesta que presentáramos al pleno, lo cual no deja de ser un incordio, pero saldremos adelante, en peores garitas hemos hecho guardia – Pellicer sigue tratando de tranquilizar a su hueste, por eso no duda en profetizar -. Eso en el peor de los supuestos, pero a pesar de la jugarreta que acaban de gastarnos nuestros ex socios creo que no llegará la sangre al río y que al final habrá pacto con ellos; eso sí, nos costará más caro.

viernes, 24 de enero de 2014

2.44. El ADN sindical según Dimas

   Sergio ha resuelto no moverse del pueblo y aguardar a ver si Lorena vuelve de Gandía. Como no tiene otra cosa en qué ocuparse se vuelca en el trabajo en el que pese al poco tiempo que lleva ha sido suficiente para que le pongan un apodo. Unos,  a los que les parece un señorito con ínfulas, le llaman Mealibros porque siempre lleva uno en su mochila que abre en el descanso del almuerzo, pero la mayor parte suele apodarle el Estudiante, no porque lo sea o lo haya sido sino porque dicen que se parece al protagonista del mismo nombre de la serie televisiva de Curro Romero. El mote tiene fortuna y hasta el mismo Dimas hay veces que le llama así.

   El patrón de Sergio, el señor Francisco, está leyendo unos papeles, en el destartalado cubículo al que denomina pomposamente despacho, cuando al ver entrar al capataz le espeta:
- Dimas, me vienes de perlas. Acaba de llegar una circular de la UGT informando que van a celebrar en Valencia un cursillo sobre seguridad e higiene en el trabajo. Nos invitan a que enviemos a alguien. Durará tres días y es gratis. Pienso que sería bueno tener a un tío en la empresa que estuviera al día en esas mandangas, más que nada para que los cabrones de la inspección no vuelvan a meternos un puro. ¿Qué te parece?
- Hombre, todo lo que suponga que el personal haga la faena con más seguridad en principio es bueno, pero si con el agobio de trabajo que tenemos y lo atrasados que vamos me quitas a un operario tres días me haces la santísima.
- Yo no había pensado en enviar a un oficial, ¿qué te parece si mandamos al chico ese, a Sergio?
- No se me había ocurrido. Del Estudiante sí que puedo desprenderme los días que hagan falta – acepta Dimas.

   Sergio vuelve muy ufano de Valencia por todo lo que ha aprendido en seguridad e higiene laboral. Dimas le pregunta si le han enseñado algo útil. El chico le hace un resumen sobre lo que les han explicado en el curso: plan de higiene del trabajo, prevención de accidentes, de incendios y de robos.
- De lo último todo cuanto te han dicho sobra. Para los robos el patrón tiene un arreglo con los Carmona. No hay antirrobo más seguro que un clan de gitanos en plan de: quien se lleve algo de esta obra se la juega.
- Bueno, pero todas las demás cuestiones habrá que aplicarlas en la empresa.
- Vamos a ver Estudiante, ¿tú sabes para qué nos paga el patrón?
- Para que trabajemos.
- Exacto, y ¿en qué consiste nuestro trabajo? – sigue Dimas con sus preguntas en plan socrático.
- En su mayor parte en montar las instalaciones eléctricas de apartamentos y el alumbrado callejero de las urbanizaciones.
- Muy bien, pero si en lugar de hacer las instalaciones nos dedicáramos a todas esas historias que me has contado, ¿tú crees que el patrón nos seguiría pagando? Porque si empleamos tanto tiempo en cuestiones de seguridad e higiene tendremos que sustraerlo de la tarea de los montajes y entonces instalar un apartamento o un alumbrado costará tanto tiempo que dudo mucho que Francisco pueda lograr alguna contrata porque sus costes se pondrán por las nubes.
- Bueno, visto así…, pero no me negarás que tanto la salud como la seguridad son enormemente importantes – defiende Sergio.
- Claro que no lo niego. Lo que intento explicarte es que en la realidad, sobre todo en las empresas pequeñas como la nuestra cuyos costes son siempre muy ajustados, hay que llegar a un ten con ten entre lo que debería ser y lo que se puede hacer para que el patrón saque un beneficio y pueda seguir pagándonos el jornal.

   Dimas hace una pausa, que aprovecha Sergio para sacar un paquete de tabaco y ofrecerle al capataz.
- Gracias, no gasto.
- Entiendo lo que me cuentas, Dimas, pero en el cursillo insistieron mucho en que la cantidad de accidentes laborales se ha incrementado notablemente en el último año y que, casi siempre, son las empresas las culpables.
- Esa es otra cosa que has de aprender. Para los sindicatos la culpa de casi todo la tienen las empresas, mejor dicho los empresarios. Forma parte de…, ¿cómo coño es esa palabreja que designa lo que uno lleva dentro desde su nacimiento?
- ¿El ADN?
- Si señor, pues como decía eso forma parte del adeene sindical.
- Entonces, ¿es que no estás de acuerdo con los sindicatos? Pues no lo entiendo, si me contó Cascales que eres muy rojo.
- Con qué muy rojo, eh. Es cierto que milité en el PC hasta que Carrillo aburguesó al partido, pero una cosa es creer que los sindicatos son imprescindibles, que lo creo, y otra comulgar con todo lo que hacen o dicen. Y es hora de volver al curro. Un día de estos tengo que darte una teórica sindical. Por cierto, yo sigo apuntado a Comisiones, por si no lo sabías.

   Unos días después, en la pausa del almuerzo, Dimas tiene tiempo de darle a Sergio la teórica que le tenía prometido.
- Verás, lo primero que has de saber es que los sindicatos son necesarios, más que eso son imprescindibles, porque si no existieran todavía trabajaríamos siete días a la semana y con jornadas de sol a sol. Por eso yo estoy afiliado y si tú sigues en este negocio, algo que no te deseo pudiendo seguir los estudios, también tendrías que apuntarte. A Comisiones, a UGT o al sindicato que te pete.
- ¿Hay alguna diferencia entre ellos?
- Si la hay, la verdad es que lo disimulan. Casi siempre van del bracete, salvo cuando llegan las elecciones sindicales. Entonces, por unos días, da la impresión de que se tiran los trastos a la cabeza, pero nunca llega la sangre al río. Mi compadre Villarejo, que de esto sabe un huevo, dice que la UGT ofrece más prestaciones, pero que Comisiones tiene mejores laboralistas. Vaya una cosa por la otra. Otra cuestión, que me suena que ya te expliqué, es que, siendo los sindicatos necesarios, no has de creerte a pies juntillas todo lo que cuentan. Se marcan sus faroles y sobre todo tienen sus prioridades que no siempre coinciden con las de los currantes. Acércame el botijo que con tanto darle a la sin hueso me he quedado seco.

   Sergio aprovecha la pausa para encender otro cigarrillo. Tras limpiarse la boca con el dorso de la mano, Dimas hace intención de proseguir su disertación, pero se le adelanta el muchacho con una pregunta:
- ¿Qué quieres decir con eso de que las prioridades de los sindicatos no siempre coinciden con las de los trabajadores?
- Eso hay que matizarlo, los obreros somos lo más importante para los sindicatos, por y para eso existen, pero no todo el monte es orégano. Cuando un trabajador tiene un problema con su empresa nadie le defenderá mejor y con más eficacia que un sindicato, el que sea. Dicho eso, también creo que cuando se plantean los grandes conflictos como las huelgas generales, los convenios colectivos y similares en lo primero que piensan los aparatos sindicales es en ellos mismos, y a veces en el partido del que son correa de transmisión, y sólo en tercer lugar vamos los currantes. Por eso, como creo que ya he repetido, hay que pertenecer a un sindicato, pero sin esperar que te resuelva todos los problemas y sabiendo que, en ocasiones, para ellos uno no es más que un número y poco más.
- ¿Tú has hecho huelga muchas veces? – pregunta un Sergio que se siente un tanto desconcertado por las explicaciones del capataz.
- En varias ocasiones, pero te voy a contar un secreto, siempre que me des tu palabra de que no se lo vas a largar a ninguno de esos mamelucos. Desde que trabajo con Francisco, y ya van la tira de años, no he vuelto a hacer huelga. Por ejemplo, las dos últimas huelgas generales, la del noventa y dos y la de enero del noventa y cuatro, no las hice. En ambas ocasiones me pasé la jornada en el almacén preparando el material para el curro del siguiente día, a pesar de que el resto de los operarios si la hicieron. ¿Y sabes por qué? Porque Francisco es el jefe más honrado que he tenido, aunque tiene fama de negrero, y a un patrón que es justo y considerado hay que pagarle con la misma moneda.
- La verdad, Dimas, es que después de tus explicaciones ya no sé qué pensar de los sindicatos.
- No eres el único, Estudiante, pero quédate con esta copla: son necesarios para según qué asuntos y prescindibles para según qué otros.
- Sancho te diría que para ese viaje no hacían falta alforjas, sustituyendo viaje por explicaciones – replica Sergio.
- Ahora soy yo quien no se aclara, ¿quién es ese tal Sancho? 

martes, 21 de enero de 2014

2.43. Gambito político

   Días después de la reunión del comité directivo de UNES, su secretario general, Guillem Armengol, recibe un recado a través de su mujer:
- Te ha llamado Amador Garcés. Que en cuanto te sea posible que te pongas en contacto con él.
- ¿Ha dicho qué quería?
- No, pero ha insistido en que le llames lo antes posible.
- ¿Qué querrá ese intrigante?

   Veinticuatro horas después, Armengol convoca de urgencia al comité ejecutivo del partido.
- ¿A qué coño viene tanta convocatoria? Si hace menos de una semana que tuvimos la anterior reunión – se queja Ibáñez.
- Tengo nuevas e importantes noticias que daros y, como consecuencia de ello, quiero que debatamos una nueva propuesta que traigo al comité. El otro día, Arcadi dijo algo que no ha dejado de darme vueltas en la cabeza. Afirmaste – recuerda Armengol dirigiéndose al representante de la corriente crítica - que no deberíamos ir a rebufo del PSOE. ¿Y sabes una cosa? Que después de analizarlo por el derecho y el revés estoy de acuerdo contigo al cien por cien. Ni eso ni rendirnos a ellos con armas y bagajes.
- ¿Quieres dejar de marear la perdiz y contarnos de una puñetera vez para qué nos has convocado? – pregunta visiblemente molesto Ibáñez.
- Si no me interrumpes es lo que pienso hacer. Lo que acabo de contaros viene a cuento por la actitud de los socialistas. Se les ve tan seguros de que van a contar con nuestros votos si los necesitan que ni siquiera se han molestado en explicarme qué clase de pacto van a firmar con nosotros, en el supuesto de que no obtengan mayoría absoluta. Más aún, una fuente bien informada, y no puedo revelar su nombre pues he dado mi palabra de respetar la confidencialidad, me ha soplado que en la próxima legislatura no nos ofrecerán la concejalía de urbanismo, se la van a quedar ellos. Y que si necesitasen nuestros votos sólo nos darían alguna concejalía menor y unos cuantos puestos para nuestra gente en el servicio de limpieza y en la brigada de mantenimiento.
- Si eso es cierto, Guillem, quiere decir que nos consideran bien poco, algo así como si fuéramos los costaleros de su peana – se duele uno.
- Yo no lo hubiera expresado mejor – corrobora Armengol dorando la píldora a su correligionario.
- Perdona, Guillem, pero no sé si me estoy quedando sordo o es que no soy capaz de seguir los vericuetos de tu oratoria – interviene Ibáñez con mordacidad -. Hace un momento has dicho que traías una propuesta al comité para ser debatida y todavía la estoy esperando. ¿Piensas plantearla o vas a seguir dando más vueltas que un mamado?
- Vuelvo a darte la razón, Arcadi – parece que Armengol ha optado por enterrar el hacha de guerra contra el antiguo ex secretario del partido, al menos por el momento -. Sí señor, tengo una propuesta, una especie de gambito político – ejemplifica recordando los tiempos en que soñó llegar a ser un gran maestro del ajedrez -. Y sin más preámbulos la pongo encima de la mesa: propongo formalmente al comité que denunciemos el actual pacto con los socialistas y que pasemos a la oposición.

   Algunas exclamaciones, a medias entre el desconcierto y el estupor, son la inmediata respuesta que recibe la propuesta del secretario general.
- ¡La leche, esa sí que es buena! – es lo primero que se le ocurre decir a uno de los asistentes.
- ¿Es una coña o qué? – pregunta Ibáñez tan mosqueado como asombrado.
- ¡Joder, Guillem, ahora el que me he perdido soy yo! – exclama otro de los presentes.
- ¿Lo has pensado bien, vas a dejar el momio de urbanismo? – quiere saber un cuarto.
- Lo he meditado detenidamente – afirma Armengol y añade sus razones-. Y es la mejor prueba que puedo daros de que estoy dispuesto a cualquier sacrificio personal con tal de que sea la totalidad del partido quien gane. A ver si soy capaz de explicarme. No comulgo con la posición radical que suele mantener Arcadi, pero reconozco que a veces suelta verdades como puños. Una de ellas es que para llevar a la realidad nuestro programa de construir un país nuevo, libre e independiente, es imprescindible conseguir el poder, pero no a cualquier precio, no al que pretenden pagar nuestros actuales aliados pues parece que están dispuestos a comprar nuestros votos por un plato de lentejas. Pues bien, la mejor manera de hacerles ver su error es dejarles en minoría, aunque sea por un corto periodo.
- ¿Y qué conseguiríamos con eso? – se interesa otro.
- Pues que de esa manera, tan simple como eficaz, les daremos una lección sobre cuánto nos necesitan y de que no nos vamos a conformar con unas cuantas migajas. Si en la próxima legislatura quieren contar con nosotros será para estar sentados en lugar preferente de la mesa, junto a ellos, no detrás de ellos.
- Vamos a ver si nos aclaramos – interviene Ibáñez -. Llevamos casi cuatro años gobernando en coalición con los socialistas y ahora, a unas semanas de las elecciones, ¿propones que denunciemos ese pacto y pasemos a la oposición?
- Lo has resumido perfectamente – corrobora adulador Armengol -, y si me dejáis os explicaré más detalladamente lo que he planeado. El primer paso será presentar una moción o pedir al alcalde algo que no pueda darnos, al negarse alegaremos que ese rechazo es suficiente motivo para que denunciemos el pacto con el PSOE. El segundo paso será volver a la oposición y votar en contra de cualquier propuesta que haga el equipo de gobierno durante esas semanas. De esa forma, el personal visualizará el hecho de que somos una fuerza diferente y que si es necesario nos enfrentamos a los socialistas. Estoy convencido de que esa postura nos beneficiará por partida doble: por una parte, nos dará votos y, por otra, les haremos ver a la gente del PSOE cuanto nos necesitan.
- No me parece una mala jugada – acepta Ibáñez -, pero nuestro ideario nacionalista se…
- Perdona que te corte, Arcadi, pero no es momento de perder el tiempo en discusiones sobre idearios u otras gaitas. Esta es la hora en que las palabras sobran y sólo los hechos valen. Creo que será más eficaz que nos ciñamos a debatir la propuesta que acabo de plantear y después votarla, sin enredarnos en disquisiciones doctrinales.

   El debate se convierte, una vez más, en un enfrentamiento a cara de perro entre Ibáñez y Armengol. El secretario general no admite los planteamientos que hace el líder del sector crítico, sólo le concede un modesto triunfo: que el pretexto que vayan a usar para romper el pacto de gobierno sea de claro matiz nacionalista; aun con esa concesión Ibáñez sigue peleando hasta que Armengol corta la discusión y exige que se vote su propuesta. Como en anteriores ocasiones el resultado es de tres votos a favor del plan del secretario general, uno en contra, el de Ibáñez, y una abstención, la del propio Armengol. Queda aprobada la propuesta: el UNES romperá su pacto con el PSOE y concurrirá libre de toda atadura a los próximos comicios. Sólo resta por saber sí al final de la partida del gambito político propuesto por Armengol el resultado será de triunfo, derrota o quedará en tablas.

viernes, 17 de enero de 2014

2.42. Lorena hace mutis

   Hace varios días que Sergio no consigue dar con Lorena, parece como si se hubiese esfumado entre la calima que sobrevuela el mar en las madrugadas de mucho calor. Ha ido a todos los sitios que la muchacha suele frecuentar, pero en vano. Ha preguntado a sus amigas, que se lo han quitado de encima diciéndole que no saben dónde puede estar, le da la impresión de que mienten, pero no ha habido manera de sacarles nada. No sabe qué hacer ni a quién recurrir. Su nerviosismo se ve reflejado en su trabajo, no da una a derechas. Ante la protesta de uno de los oficiales a los que ayuda, Dimas le llama la atención:
- Chaval, me ha dicho el Herminio que llevas unos días que no estás en lo que debes estar. Aquí se viene a currar y a dar el cien por cien. No pareces el mismo de hace un mes, ¿se puede saber qué coño te pasa?
- Es que… tengo problemas.
- Esa respuesta no me sirve, todos tenemos problemas de un tipo u otro. Y los problemas yo los divido en dos grupos: los que se solucionan por las bravas y los que remedia el tiempo. ¿A qué grupo pertenecen los tuyos?
- La verdad, Dimas, es que no lo sé. Es…, bueno, se trata de mi novia.
- Pues tienes dos salidas: te arreglas con tu moza o la mandas a hacer puñetas, pero en el tajo te olvidas de la novia y de si estás a bien o a matar con ella, ¿te ha quedado claro?, ¿sí? Pues mejor que sea así porque como reciba otra queja te ponga de patitas en la puta calle. Aplícate el cuento.

   Sergio llega a casa destrozado, encima de que no puede encontrar a su amada, le han dado un toque muy serio en el trabajo. En cuanto ve su mohíno semblante, el abuelo Andrés barrunta que su nieto tiene dificultades.
- ¿Qué te pasa, hijo?, tienes mala cara.
- No me pasa nada, abuelo, estoy bien.
- Mira, si no quieres no me lo cuentes, pero que tienes algún contratiempo, eso, tan seguro como que me llamo Andrés.
   El chico admite que su abuelo tiene razón y le cuenta lo que pasa:
- … y el rapapolvo que me ha pegado Dimas casi es lo de menos, lo peor es que Lorena ha hecho mutis, ha desaparecido, no la encuentro por ninguna parte y eso que la he buscado por todo el pueblo. Hasta me he atrevido a ir a su casa y preguntar por ella, pero sólo he conseguido que su madre me haya dicho que se ha ido, pero no a adónde. Suponiendo que me haya contado la verdad.
- ¿Quieres que lo intente yo? Me refiero a enterarme de si es cierto que está fuera del pueblo.
- ¿Lo harías por mí, abuelo?

   El señor Andrés, que conoce bien a sus paisanos, sabe a quién preguntar. Rosario la Maicalles le sopla que la Lorena está pasando unos días en Gandía, en casa de una tía suya, una hermana de su padre. Al parecer la muchacha está descontenta con su trabajo de camarera en el chiringuito playero y se ha ido a la ciudad ducal a ver si allí encuentra algún curro que le convenga más. Si fuera así, posiblemente no vuelva al pueblo. La noticia deja a Sergio hecho polvo.
- ¿Y ahora qué hago abuelo?, ¿me voy a Gandía?
- No te precipites, hijo. Las cosas hay que pensarlas en frío y ejecutarlas con tino. Ya verás cómo tu chiquita acaba volviendo. Una cosa que yo sí haría es insistir ante sus amigas, pero no cuando estén juntas, sino una a una.
- ¿Para qué preguntarles?, ahora ya sé dónde está.
- Es que no es eso lo que debes preguntar, lo que has de sonsacarles es por los auténticos motivos por los que tu moza ha tomado la determinación de marcharse y, sobre todo, que papel juegas tú en esa decisión. Si  consigues una respuesta a esa cuestión, entonces podrás plantearte las tres únicas salidas que veo a la situación. Una es volverte a Madrid, quizá sea la más sensata. Otra, quedar y esperar a ver qué pasa. La tercera, que es la más descabellada y por eso no te la recomiendo, es irte a Gandía.
   Sergio se toma un respiro para reflexionar sobre la propuesta de su abuelo, no necesita demasiado tiempo.
- Me quedo y esperaré.

   Lo que también hace Sergio es seguir el consejo de su abuelo y abordar a las amigas de Lorena, pero individualmente, tal y como sugirió el señor Andrés. A la primera que consigue acercarse es a Verónica.
- Te voy a pedir un favor muy grande, quiero preguntarte si sabes por qué se ha ido Lorena del pueblo.
- ¿Por qué? ¿Te haces el tonto o es que lo eres? ¿Por qué va a ser? Porque le has mentido y le has hecho quedar, y a mí con ella, como una fantasiosa o, lo que es peor, como una trolera – es la airada respuesta de la amiga.
- Verónica, no entiendo nada. Qué es eso de que he mentido, ¿se puede saber en qué?
- ¿En qué va a ser? En tus estudios, en tu capacidad de convertirte en electricista en unos días. Y las pánfilas de nosotras te creímos. Y a la hora de la verdad resulta que no vales ni para aprendiz.
- Yo nunca le dije eso a Lorena. Sólo le conté la verdad, que he estudiado electrónica y        que eso supone una buena base para todo lo referente a trabajar en el ramo de la electricidad. Pero es falso que le dijera que podía convertirme en instalador electricista en poco tiempo.
- No, sí palabritas no te faltan, pero la realidad es la que es. ¿De qué trabajas? De aprendiz o de ayudante, que viene a ser lo mismo. Y supongo que si mi tío no te ha dado el pasaporte es porque yo te recomendé. Y hazme un favor, vete por donde viniste y hasta luego Lucas – remata Verónica que se ha puesto castiza.

   Con Anabelén el resultado de la charla es similar, aunque no se muestra tan agresiva como Verónica, pero informarle no le informa de nada. Sólo le resta Maribel. El comienzo de la conversación es más alentador.
- Siento lo que os ha pasado, Sergio. Sé lo muy enamorado que estás de Lorena, pero estas cosas ocurren. Ella se había hecho muchas ilusiones contigo. Estaba loca de contento pensando en que iba a tener su propio pisito y que podía escapar de su casa; no sé si sabes que se lleva a matar con su madre. Entonces, descubrir que con lo que ganas hacía imposible cumplir su sueño le ha supuesto un enorme disgusto – le explica Maribel.
- Quien primero se llevó el berrinche fui yo cuando me dijeron que sólo me podían coger como ayudante, pero así están las cosas. De todas formas, me ha dicho Dimas que en unos meses puede convertirme en un instalador aceptable. Entonces ganaré un buen dinero. Todo es cuestión de esperar ese tiempo. Me harías un gran favor si se lo contaras a Lorena.
- Si la veo no dudes que lo haré, pero tendrá que ser cuando vuelva, si es que regresa, claro.
- ¿Tú crees que es posible que no regrese? – la pregunta la ha formulado Sergio con un hilo de voz.
- No lo sé, pero Lorena es capaz de todo. Es mi amiga y la quiero bien, pero también sé que es muy egoísta y siempre va a su bola. Y lo siento por ti, Sergio. Creo que eres un tío majo y una buena persona. Y te diré más, conozco a más de una y más de dos que no les importaría nada estar en el lugar de Lorena – la última parrafada la acompaña Maribel con su mirada puesta en los ojos de Sergio y una suave sonrisa en los labios.
   El chico no se da cuenta de ello, está demasiado ocupado en pensar por qué Lorena ha hecho mutis por el foro.

martes, 14 de enero de 2014

2.41. Que frío hace fuera del poder

   Lo que pueda pasar con los resultados de las próximas elecciones municipales no sólo preocupa a los grandes partidos, también las formaciones minoritarias trabajan para que el desenlace de los comicios sea lo más favorable posible para sus siglas. Son conscientes de que si consiguen algún concejal puede ser el que haga decantar el fiel de la balanza a uno u otro lado. Por eso el comité ejecutivo del UNES, acrónimo de Unió Nacionalista dEsquerres Senillenques, bajo la batuta de su secretario general Guillem Armengol, está ocupado en diseñar la estrategia sobre los posibles pactos poselectorales si el resultado de las urnas les es tan propicio como esperan.
   La habitación está cargada de humo, tanto que algunas volutas blanquecinas han quedado encalladas en un rincón del desordenado habitáculo lleno de cajas de bebidas. El debate, en el seno del comité, ha sido movido, pero por el momento reina un espeso silencio. El mutismo lo rompe Armengol:
- Insisto. Mi opinión es que de ninguna manera deberíamos pactar con los socialistas antes de las elecciones. Eso sería tanto como pegarnos un tiro en el pie. No creo necesario recordar que si en esta legislatura hemos gobernado juntos fue porque vinieron a pedir nuestro voto cuando no alcanzaron la mayoría absoluta. Y a día de hoy no es seguro, ni mucho menos, que el PSOE gane los próximos comicios.
- Pues yo no creo que Aznar consiga ganar. Hoy por hoy, a nivel del estado español, hay más progresistas que fachas – sentencia otro asistente, todo un peso pluma por su falta de envergadura y hasta de pelo.  
- A mí me parece que la postura de Guillem es la más cauta. El hecho de que  seamos un partido de izquierdas no debería condicionar en ningún modo las posibles alianzas del mañana – afirma un tercero.
- A lo que acabas de decir yo le pondría algunos peros. Si somos de izquierdas es por algo y no deberíamos meternos en la cama con ningún partido del facherío. Antes que juntarnos con cualquier formación que huela a derechona propongo que nos quedemos en la oposición – insiste el pequeñajo.
- No jodas, Arcadi. ¿Tú sabes que frío hace fuera del poder? Además, ya hemos estado demasiados años en la oposición, justo todos los que tú ocupaste la secretaría general.

   Arcadi Ibáñez acusa el rehilete que acaba de clavarle Armengol donde más duele y protesta airadamente:
- Hice lo que debía de hacer, no como otros. Y podría estar de acuerdo contigo en que para convertir en realidad nuestro programa es imprescindible conseguir el poder, pero no a cualquier precio. Si para estar en el gobierno hemos de prostituir nuestras ideas no cuentes conmigo.
- Vamos a ver, compañeros – Armengol prefiere dirigirse a todo el comité en vez de enzarzarse en un cara a cara con Ibáñez, sabe que dialécticamente puede ser un rival peligroso -, estoy de acuerdo en que si estamos en política es para, junto con el resto de fuerzas nacionalistas, hacer país e implantar nuestro programa y, en el nivel municipal, sólo podremos hacerlo si manejamos alguna cuota de poder. Y para conseguirlo tenemos que jugar duro y no andarnos con gaitas. No podemos contentarnos con ser un partido de nacionalistas de izquierdas más puros y progresistas que nadie, pero que a la hora de la verdad no nos comemos una rosca. Tenemos que aprender de los socialistas. ¿A cuántos de sus postulados marxistas han tenido que renunciar para alcanzar el poder? A todos cuantos han sido necesarios. ¿Y cuáles han sido los resultados de esas renuncias; mejor dicho, de su pragmatismo? Pues que llevan trece años en el gobierno del estado español y de la autonomía.
- Lo que hayan hecho o vayan a hacer los socialistas me importa un carajo – protesta airado Ibáñez -, lo que aquí estamos ventilando es lo que nosotros vayamos a hacer.
- Naturalmente, Arcadi. Por eso me permito recordaros que en la legislatura que está dando sus últimas boqueadas hemos tocado poder por primera vez, gracias a que una mayoría del partido, ajustada pero mayoría al fin y al cabo, votó a favor de que firmáramos el pacto de progreso con el PSOE. Sabéis tan bien como yo las ventajas que nos ha reportado tener en nuestras manos la concejalía de urbanismo, máxime con la cascada de obras que hay en marcha o proyectadas. ¿Podéis imaginaros cuánto puede suponer eso para las arcas del partido?

   Ibáñez está en un tris de contestar: ¿para las arcas del partido o para las tuyas?, pero no se atreve a verbalizar su reflexión. Lo que si hace es proseguir con su oposición a los planteamientos del secretario general:
- Entonces, Guillem, si te he entendido bien, lo que propones es que no acordemos nada con el PSOE antes de los comicios, pero que luego sigamos a su rebufo y volvamos a pactar con ellos. Pues bien, ese planteamiento nos lleva a un escenario en el que tendremos menos fuerza que si pactamos antes. Si hacemos lo que propones dudo mucho que los socialistas, si son la minoría mayoritaria, acepten incluir en el programa de gobierno de la coalición nuestras históricas reivindicaciones.
 - Te recuerdo, Arcadi, que nuestras reivindicaciones las vamos consiguiendo pasito a paso. Por sólo citar algunas: en esta legislatura la banda municipal no ha tocado ni una vez el himno de Serrano, no se han vuelto a instalar banderolas blaveras en las fiestas y hemos celebrado con gran éxito los correllenguas anuales.
- Tal como lo cuentas hasta parece que todo eso es una hazaña descomunal, pero no son más que migajas. Y la verdad es que nos estamos olvidando del contenido de la doctrina fusteriana – se lamenta Arcadi.

   Armengol no entra al trapo de la denuncia de Ibáñez y expone una nueva información:
- Hace unos días invité a unas cañas a Chimo el Saurí, le tiré de la lengua y me contó que le da en la nariz que podríamos obtener el mejor resultado de nuestra joven historia. Eso supone que…
   Ibáñez interrumpe la exposición de Armengol:
- Si basas toda tu estrategia electoral en lo que te haya podido contar el Saurí, apañados estamos. ¿Acaso no sabes que ese viejo chocho le dice a cada uno lo que quiere oír?
- No sólo es el Saurí quien dice eso, Ibáñez – asegura otro -. Mi cuñado Alberto, que como cartero habla con todo el mundo, también cree que esta vez podemos sacar tajada.
- A mí lo que diga tu cuñado, el Saurí o Perico de los Palotes me la trae al fresco – brama Ibáñez -, lo importante es que, en el poder o en la oposición, no deberíamos abandonar jamás nuestros postulados de ayudar, en la medida de nuestra fuerza, a conseguir un País Valencià libre e independiente y, en su día, miembro de la confederación dels Paisos Catalans.
- Todo eso me parece muy bien, Arcadi. No voy a discutir que es nuestro gran reto, pero para llegar a esa meta todavía tiene que llover mucho. De momento tendremos que conformarnos con lo que hay.
- Tampoco yo niego que tengas razón en pretender buscar solución a los problemas inmediatos, a las contingencias del aquí y ahora, pero lo que no debemos consentir de ninguna de las maneras – e Ibáñez eleva la voz – es prostituir nuestro credo y pactar con cualquier partido que no sea de izquierdas o, en su defecto, que no asuma íntegramente nuestros postulados.

   Ante los mudos asentimientos de algunos de sus correligionarios, Armengol opta, una vez más, por la diplomacia:
- Por supuesto. Eso no está en cuestión.
- Guillem, ¿y tú has tanteado a los del PSOE? ¿Qué estarían dispuestos a ofrecernos si les damos nuestro apoyo? – indaga otro con la intención de enfriar el debate.
- De entrada casi puedo aseguraros que retendríamos urbanismo y todo lo que conlleva. También podríamos volver a colocar a algunos de los nuestros en la brigada municipal de mantenimiento y en el servicio de limpieza. Mirar, llevamos la tira dándole vueltas al asunto y empiezo a estar hasta la coronilla. Al final, encima de la mesa sólo hay dos propuestas. La de Arcadi, que en definitiva es forzar al PSOE a pactar antes de las elecciones, y la mía, esperar y ver qué pasa. Como no hay más cera que la que arde, propongo que dejemos de seguir dándole a la sin hueso y votemos. ¿De acuerdo? – ante el mudo asentimiento de los demás, Armengol prosigue - ¿Votos a favor de la propuesta de Arcadi?
   El aludido levanta la mano. Otro dirigente está a punto de secundarle, pero lo piensa mejor y deja su mano donde estaba.
- ¿Votos a favor de la mía? – continúa Armengol.
   Se alzan tres manos. Armengol, con cierta sorna añade:
- Como secretario general del partido me abstengo. Se aprueba la propuesta de esperar a las elecciones y ver qué pasa por tres a votos a favor, uno en contra y una abstención. Se levanta la sesión.

viernes, 10 de enero de 2014

2.40. Paciencia y barajar

   A Sergio las elecciones le importan un rábano, de hecho ni siquiera piensa votar, tendría que ir a Madrid para hacerlo pues es donde está empadronado. En lo que está ahora es en ponerse el mundo por montera si fuera necesario y romper con su pasado, hacer lo que sea para que Lorena no le abandone. Una vez que ha dado carpetazo a los libros lo que más le urge es encontrar trabajo.
   El tío de Verónica cumple la promesa que le hizo a su sobrina y admite a Sergio en su empresa familiar de instalaciones eléctricas. A Dimas, el capataz y hombre de confianza de Francisco Solbes, le basta una jornada para constatar que el chico está muy verde y no tiene ninguna experiencia.
- Francisco, el chaval que me has mandado, sirve de poco. Por lo que me habías dicho creía que podría desenvolverse medianamente bien, pero no es así. Tú verás que hago con él. 
- ¡Coño!, pues eso no es lo que me contó mi sobrina. Según ella iba para ingeniero del ramo.
- No digo que no, pero para el trabajo que hacemos está más verde que un espárrago.
- Bueno, pues cuando llegue mañana al tajo dile que se vuelva por donde ha venido, que no nos sirve.

   Dimas tiene la costumbre de llegar al trabajo antes que ninguno de sus operarios. Así tiene tiempo de evaluar la faena del día anterior y de preparar las tareas a realizar en la jornada. Cuando llega al bloque donde están trabajando se encuentra con la sorpresa de que alguien se le ha adelantado, Sergio.
- ¿Cómo tan temprano, chaval?
- Me gusta ser puntual, y además quería hablar con usted antes de que llegasen los demás.
- No me trates de usted, no soy tan viejo.
- Viejo no lo es, pero uno de mis profesores nos decía que hay que tratar de usted y con mucho respeto a las personas mayores en edad, dignidad y gobierno.
- Eso suena a catecismo de los de antes. Lo de respetar a los mayores me parece bien y más ahora que los jóvenes tratan a todo el mundo como si fueran de la misma quinta. De todas maneras, en el curro no nos andamos con protocolos ni zarandajas y todos nos tuteamos. Y bien, ¿de qué me querías hablar?

   El día anterior Sergio se dio cuenta rápidamente de que sus conocimientos teóricos le servían de bien poco, al menos por el momento, para la instalación de líneas de distribución eléctrica de baja tensión. Sin conocer la conversación mantenida entre sus jefes, sospecha que pueden prescindir de su concurso y antes de que eso ocurra ha pensado que la única persona que le puede salvar es el capataz.
- Ayer me di cuenta de que una cosa es la teoría y otra la práctica. Usted sabe mucho mejor que yo que en este momento no estoy preparado para hacer el mismo trabajo que cualquiera de sus oficiales, pero le prometo que puedo aprender y que estoy dispuesto a hacer lo que sea para demostrarle que puedo ser útil a la empresa.
- Vaya, me gusta la gente que es capaz de reconocer sus limitaciones. Hay que ser muy hombre para admitir que, pese a tener estudios, uno no sabe hacer determinadas cosas. Dice mucho a tu favor, pero hay un problema, eres demasiado mayor para cogerte de aprendiz.
- Aprendiz no, pero sí ayudante o auxiliar de instalador.
- ¿Y tú sabes lo que hace un ayudante? – pregunta un escéptico Dimas.
- Sí señor. Entre otras tareas, la carga y descarga de material, el empotrado de tubos, paso de cables, montaje y desmontaje de andamios, mantenimiento de herramientas y medios auxiliares, limpieza de los locales en que se trabaja, etcétera.
- Veo que sí lo sabes. ¿Y estás dispuesto a llevar a cabo todas esas faenas?
- Sí señor. Esas y cualesquiera otras que usted pueda, perdón, que puedas mandarme – es la rotunda respuesta de Sergio.
- Me dijiste que terminaste la formación profesional de grado superior, ganarías más dinero y estarías mejor considerado si trabajaras en lo tuyo.
- Sí pero entonces tendría que irme del pueblo y eso es lo último que pienso hacer.
   Una intuición cruza la mente de Dimas: este tío está encoñado con alguna chavala de por aquí y por eso no quiere irse. No sabe el capataz que atinada es su impresión. Todavía hace una postrera tentativa:
- De ayudante vas a ganar poco y trabajar mucho.
- Lo de ganar poco me fastidia, pero me aguantaré, en cuanto a trabajar mucho es algo que no me asusta.

   Cuando Dimas tiene la diaria charla con el patrón le da su opinión:
- Francisco, creo que me equivoqué con el chico que recomendó tu sobrina. No vale para oficial, pero si no estoy desencaminado lo valdrá en unos meses. Es joven, pero bragado, de los que se viste por los pies.
- ¿Has pensado que es demasiado mayor para cogerlo de aprendiz?
- Claro, pero nos servirá como ayudante. Y, ya te digo, o estoy perdiendo olfato o en medio año lo puedo convertir en un buen instalador.
- Pocas veces te equivocas, Dimas, pero si le hago un contrato de ayudante va a ganar cuatro perras. Y mi sobrina me contó que buscaba un curro para alquilar un piso e irse a vivir con su novia.
- Ese ya no es mi problema, jefe. Los contratos y los sueldos son cosa tuya. Te repito que a mí me vale como ayudante, en todo lo demás ni entro ni salgo.
   Como Francisco tiene una fe absoluta en la capacidad de Dimas para juzgar al personal no lo duda y contrata a Sergio como ayudante de oficial electricista. Y le da un plazo de seis meses para que demuestre si es capaz de aprender el oficio lo suficiente para convertirse en oficial. Por el momento, además de las tareas propias de todo ayudante, y dado que tiene una formación académica que no posee nadie en la empresa, le encarga de dos tareas específicas: lo relativo a la seguridad y salud en el trabajo y la prevención de riesgos laborales. La poca atención que le ha prestado a esos apartados le ha valido una multa de la inspección de trabajo que le hizo jurar en arameo. No está dispuesto a que le vuelva a pasar y quizá el chico pueda solucionárselo, desconoce el oficio, pero sabe de papeles.

   Para Sergio ha sido un duro palo enfrentarse con la realidad del mundo laboral y sus exigencias. No se atreve a contarle a Lorena que, por ahora, de instalador electricista nada de nada y que no lo va a tener fácil, pero si se lo confía a su abuelo.
- Hijo, las cosas son como son. No tienes ninguna experiencia, por eso te han puesto de aprendiz. Un oficio hay que aprenderlo desde abajo.
- Abuelo, eso pasaría cuando tú eras joven, pero ahora las cosas sin distintas o, mejor dicho, deberían de serlo. ¿Para qué me sirve entonces el título de técnico superior en la rama de electrónica industrial? ¿Para qué me valen los estudios de la escuela de ingenieros?
- Mira, Sergio, yo no entiendo mucho de estudios ni de títulos, pero sé cómo funcionan las cosas en el mundo de los oficios. El hecho de que tengas un título de formación profesional y hayas hecho parte de los estudios de ingeniero supone que sabes bastante teoría, seguro que mucho más que los oficiales que tiene Francisco, pero de práctica apuesto a que estás pez. Y es natural, no has trabajado nunca. Y una cosa es saber algo de teoría sobre un oficio y otra muy distinta poder realizarlo en la práctica.
- ¿Entonces, qué hago?
- Paciencia y barajar, hijo, paciencia y barajar.

   La moral de Sergio se viene todavía más abajo cuando recibe su primera paga. Con el magro contenido del sobre que ha recibido le va a resultar imposible alquilar un piso y mucho menos mantener a dos personas. Ya no le puede ocultar a Lorena por más tiempo que sus proyectos van a tener que retrasarse.
- ¡Qué me dices!, ¿sólo te pagan esa miseria?, ¡pues vaya mierda! – la decepción y la rabia de Lorena se plasman en la exclamación que le ha salido de las entrañas. Trata de calmarse -. Hay algo que no me cuadra. ¿Cómo es tan miserable el cabronazo de Francisco para darte esa mierda de sueldo? Yo creía que los oficios de la construcción estaban mucho mejor pagados y no digamos los de un electricista.
- Ese es el problema, que no me pagan como a un oficial, sino como a un ayudante – confiesa Sergio que hasta ahora no se atrevió a contarle la verdad a su novia.
- ¿Y por qué te pagan como ayudante, a ti que eres medio ingeniero?
- Porque ni soy medio ingeniero, como dices, ni conozco el trabajo de un instalador electricista. He de aprenderlo porque lo que hacen no viene en los libros, tengo que ir adquiriendo experiencia y esa sólo la da la práctica.
- Sergio, tú me has estado engañando. Yo que le había dicho a Verónica que te recomendara a su tío porque en cuatro días te ibas a hacer el amo de la empresa y entonces Francisco no iba a tener más remedio que pagarte lo que no está en los escritos, y ahora va y resulta que te tienen de aprendiz. Eres un miserable y encima me has hecho quedar como una gilipollas. No te lo voy a perdonar nunca. Olvídate de mí para los restos – Lorena se marcha hecha una furia y deja a Sergio desconsolado y sin saber qué hacer.

martes, 7 de enero de 2014

2.39. Todos tenemos un precio

   Las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 1995 se aproximan y los aparatos de los partidos se afanan en preparar sus estrategias de última hora. Les preocupa especialmente el problema de los posibles pactos que, dada la singularidad de la ley electoral, son imprescindibles en muchas ocasiones. En Senillar se presentan a las elecciones cuatro partidos políticos: el PSOE, el PP y los nacionalistas de izquierdas del UNES y los de derechas del BANS. Ante las posibles sorpresas que puedan deparar las urnas las directivas de los partidos dedican mucho tiempo a elucubrar sobre previsiones de resultados y de futuras alianzas.
   Las reuniones para analizar los posibles pactos poselectorales no sólo las llevan a cabo las ejecutivas de los partidos, también las efectúan los poderes fácticos que tienen mucho que ganar o perder según qué fuerza política vaya a gobernar el Ayuntamiento. Se trata de controlar no sólo a las formaciones políticas sino también a sus militantes más destacados, en especial a los que van de cabecera del cartel electoral. El hecho de pertenecer a un determinado partido no es tan determinante como la clase de pasta de que está hecho cada dirigente o, como suele decir sarcásticamente Oriol Bricart, su proclividad a ser bizcochable.

   Los directivos de BACHSA, el nuevo poder fáctico emergente en la localidad, han instado a sus representantes locales a que sigan muy de cerca la preparación y desarrollo de la campaña electoral y el cabildeo de los pactos poselectorales si fueran necesarios. Agustín Badenes, el director local de Cajaeuropa, se reúne con José Ramón Arbós y Amador Garcés, ambos muñidores locales de los constructores, para debatir y poner de acuerdo sus estrategias con que obtener réditos para sus intereses sean cuales fueren los resultados electorales.
- Supongo que estaréis de acuerdo conmigo en que nuestro principal objetivo debe de ser dejar atado lo del día después de las elecciones. No podemos correr el albur de que salga un resultado imprevisto y nos reviente el negocio, ahora que todo va viento en popa – pontifica el bancario.
- Por supuesto, Agustín, pero tranquilo que ya lo tenemos medio encarrilado. Y aún en el peor de los casos no será la primera vez que le hemos dado la vuelta a un resultado que no nos gustaba – se ufana Arbós.
-¿Qué pálpito tenéis sobre posibles resultados? – se interesa Badenes.
- Por lo que hemos estado husmeando por ahí creemos que puede haber un empate entre PSOE y PP. Tampoco descartamos que uno de ambos saque un concejal más, pero parece improbable que alguno de ellos obtenga la mayoría absoluta – Garcés es quien responde.
- ¿Ese resultado significa qué los nacionalistas sacarán algún escaño? – quiere saber Badenes.
- Es probable. Lo más parecido que tenemos aquí a una empresa que haga encuestas sobre intención de voto es lo que barrunta el tío Chimo el Saurí, que es un lince para tomar el pulso al ambiente. Anteayer hablé con él y me comentó que es casi seguro que volverán a salir los del UNES y que hasta es posible que puedan sacar un par de concejales – informa Garcés.

   La información parece preocupar a Badenes que vuelve a preguntar:
- ¿Eso presupone una nueva coalición PSOE-UNES?
- No creas que está tan claro. Por una parte dependerá del resultado y por otra de lo que los nacionalistas exijan y de lo que el PSOE esté dispuesto a ofrecerles – responde Arbós.
- Entonces, ¿qué estrategia tenéis pensada?- inquiere Badenes.
- Estamos en ello, pero va ser complicado, aunque de peores hoyos hemos salido. Hemos analizado detenidamente los posibles escenarios que se pueden dar tras las elecciones y, tras darle muchas vueltas, empezamos a vislumbrar posibles salidas que no resulten excesivamente gravosas para nuestros intereses – quien ahora responde es Garcés.
- ¿Y cuál es el escenario poselectoral más probable? – Badenes sigue pidiendo más concreciones.
- El panorama que se vislumbra es el siguiente. Si se confirma, como parece casi seguro, que ni PSOE ni PP logren la mayoría absoluta y que los del UNES obtengan una o dos concejalías, las posibles combinaciones poselectorales quedan reducidas a socialistas más nacionalistas o populares más nacionalistas – explica Garcés.
- Luego los del UNES tendrán la llave de los pactos – resume Badenes y añade -. Si esa conclusión es válida, ¿tenéis pensado cómo controlar a los nacionalistas?

   Arbós y Garcés se miran para ver quien contesta. Lo hace José Ramón:
- Directamente no los controlaremos, pero esperamos hacerlo a través de los pactos que el PSOE o el PP, esto último poco probable, acuerden con ellos. Ésta, al menos, es mi opinión, aunque Amador discrepa.
- ¿Por qué discrepas? – pregunta Badenes dirigiéndose a Garcés.
- Si se cumplen los pronósticos de Chimo el Saurí – explica Garcés -, el escenario PSOE más UNES es el que nos puede crear más quebraderos de cabeza por la deriva que estoy detectando en la ejecutiva de mi partido y que se puede resumir en que esta vez no piensan ceder la concejalía de urbanismo a los nacionalistas. Si eso ocurre se puede llegar a una situación complicada y, hasta cierto punto, ingobernable. Y lo que necesitamos es tener un gobierno sólido, pero al mismo tiempo con la fragilidad que supone estar atado a una alianza que siempre puede romperse. Por eso, y que lo proponga yo parece un chiste, nuestra mejor estrategia sería conseguir un pacto, en principio contra natura, entre el PP y los nacionalistas del UNES. Algo que, y también parece una broma, José Ramón pone en cuarentena.
- Y lo pongo porque me parece una sandez – reprocha Arbós a su socio -.Los del UNES jamás pactarán con nosotros aunque les ofreciéramos el oro y el moro. Esos pájaros son más rojos que La Pasionaria.
- Serán todo lo de izquierdas que quieras, José Ramón, pero es quienes mejor saben meter la mano en el cajón del pan – replica Garcés -. Por eso, si el PP les hace una oferta que no puedan rechazar se meterán el izquierdismo en el fondo de la faltriquera o donde hiciera falta.
- ¿Tienes datos para estar convencido de ello o sólo es un presentimiento? – inquiere Badenes.
- Estoy razonablemente seguro y me apoyo en un hecho. Por primera vez la gente del UNES ha podido paladear las mieles del poder y por eso creo que harán lo imposible para seguir en el machito.
- ¿Aunque tengan que renunciar a sus convicciones? – pregunta un incrédulo Arbós -. Eso les puede resultar muy duro.
- José Ramón, como dijo no sé quién, no hay nada más duro que estar en la oposición – replica Garcés.
- En todo caso, será cuestión de probar lo que propone Amador, al fin y a la postre todos tenemos un precio – dogmatiza Badenes.

viernes, 3 de enero de 2014

2.38. El nudo gordiano

   Sergio ha decidido dar un tajo al nudo gordiano del dilema que le ha estado amargando en los últimos tiempos. Lorena es lo más importante para él y todo lo demás: familia, estudios, futuro queda arrumbado. No piensa regresar a Madrid, hará lo que le pide su amada, se quedará en el pueblo. Así se lo asegura a la joven una y otra vez:
- Mi amor, sólo de pensar que puedo perderte me vuelve loco. Quiero tenerte a mi lado, quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. Me quedo en el pueblo, buscaré un trabajo y en cuanto gane el suficiente dinero te pediré que vengas a vivir conmigo.
- ¡Qué alegrón me das, cariño! Ahora sí que demuestras que me quieres de verdad. Este es el hombre del que me enamoré locamente. ¿Ya se lo has dicho a tus padres?
- Les he escrito una carta, ¿quieres leerla?

   Lorena lee la carta:
   Queridos padres: Lo primero que voy a deciros es que os quiero mucho y que nunca podré pagar lo mucho que habéis hecho por mí. Os digo esto por si os sirve de consuelo y porque sé que lo que voy a contaros os va a disgustar.
   Sabéis que estoy enamorado hasta el alma de Lorena, la maravillosa chica de que os hable. Cuando no la veo, cuando no estoy a su lado, cuando no oigo su risa y sus palabras parece que me falta el aire. No puedo vivir sin ella. Por eso he decidido no volver a Madrid y quedarme en el pueblo. De momento voy a estar con el abuelo, pero pienso buscar trabajo y en cuanto lo tenga alquilaré un piso y le pediré a Lorena que viva conmigo. Espero que me diga que sí, me hará el hombre más feliz del mundo.
   Os pido que me comprendáis y me perdonéis. Y no dudéis que os sigo queriendo más que nunca.
   Vuestro hijo Sergio.

   El chico se queda mirando a su amada y pregunta con cierta timidez:
- ¿Qué te parece?
- Guay, me parece guay. Qué bien escribes, podrías ser novelista. Yo pondría otra cosa para que se quedaran un poco más tranquilos. Les diría que no renuncias a tu carrera y que en cuanto puedas reanudarás los estudios.
- Pero sin dejarte – puntualiza Sergio.
- Claro, mi vida. Nosotros no nos separaremos nunca – asevera Lorena en una afirmación de la que no está tan segura -. Y tu abuelo, ¿qué te ha comentado de lo nuestro?
- Todavía no se lo he dicho. Voy a hacerlo esta noche. ¿Y tus padres, qué piensan de que vayamos a vivir juntos?
- Me pasa como a ti, pero no es algo que me preocupe. Digan lo que digan me lo voy a pasar por el forro.

   El señor Andrés el Punchent escucha atentamente y cuando el nieto termina su relato, se toma un tiempo para formular su opinión. Lo primero que hace es intentar cambiar la decisión de Sergio.
- Déjame decirte que la determinación que has tomado es, como poco, un tanto temeraria. Dices que te vas a quedar en el pueblo. Ese es el menor de los problemas, si quieres puedes vivir conmigo, pero tú sólo, no con un chica con la que no estés casado. Perdóname, pero estoy chapado a la antigua y hay cuestiones que ni entiendo ni apruebo. Otra cuestión que veo espinosa es lo de buscar trabajo, ¿de qué?, ¿qué sabes hacer?, ¿crees que sin tener un oficio o un título encontrarás trabajo fácilmente?
- Lorena me ha dicho que en la construcción hay trabajo para todo el mundo.
- Para trabajar en la obra hay que ser albañil, fontanero, escayolista, carpintero; en definitiva, tener un oficio, ¿tú que eres o qué sabes hacer?
- Sé bastante de electricidad, podría trabajar de instalador electricista.
- Suponiendo que encuentres trabajo de electricista, que es mucho suponer,  sigue habiendo dos problemas y muy gordos. ¿Has pensado en el enorme disgusto que vas a dar a tus padres?, ¿has valorado que les vas a amargar la vida? Y por otra parte, ¿qué hay de tus estudios, de tu carrera, de tu ilusión de ser ingeniero? ¿Todo eso lo vas a tirar por los suelos?
- Mira, abuelo, toda esa retahíla de preguntas que me haces ya me las he planteado una y mil veces y la respuesta siempre es la misma. Entre disgustar a mis padres y perder a Lorena, lo siento por ellos, pero me quedo con Lorena. Entre continuar mi carrera y dejar a Lorena, al diablo con la carrera. ¿De qué me valdría ser ingeniero y no ser feliz?
- Bueno, hijo – el abuelo decide no forzar la mano -, parece que lo tienes todo muy meditado. Sabes que siempre podrás contar conmigo, pero te vuelvo a pedir que antes de dar el paso lo pienses detenidamente. Y no lo hagas ni a la buena de Dios ni por orgullo porque puedes hace un pan como unas hostias.

   Lorena todavía no les ha dicho nada a sus padres sobre irse a vivir con Sergio. Piensa hacerlo en el último momento. En cambio, si lo comenta con sus amigas más íntimas, entre las que hay variedad de opiniones.
- Estás loca, Lorena, ¿irte a vivir con ese pardillo?, pero si no le quieres – afirma Anabelén.
- Pues yo creo que lo que piensa hacer Lorena es guay. ¿Os imagináis?, ser la señora de tu casa, no tener que dar cuentas a nadie y disponer a tu antojo de un chorbo que besa el suelo que pisas y que está dispuesto a partirse el lomo para que vivas como una reina. Un chollo como ese para mí lo quisiera – comenta Verónica.
- Yo creo que las dos tenéis algo de razón. Lo que dice Verónica es como el guión de una película de amor en tecnicolor, sólo tiene un pero que lo acaba de apuntar Anabelén, que no le quieres. ¿Serás capaz de meterte todos los días en la cama con un tío que no te da ni frío ni calor? – pregunta Maribel.
- No os voy a mentir, es cierto que no estoy enamorada de él, pero Sergio es un cielo. Es un chico tierno, cariñoso, incapaz de engañarme y que, como habéis dicho, se partirá el alma trabajando para que no me falte de nada. Si conocéis una salida mejor decídmelo.
- ¿Y qué pasará cuando vuelva Maxi? – la pregunta de Maribel pone un rictus de despecho en el semblante de Lorena.
- Cuando vuelva el cerdo de Maxi, y con él la puta de Mariasun, no pasará nada. Ese es un capítulo de mi vida que está muerto y enterrado – es la acerada respuesta de Lorena y, para que no se le note su crispación, cambia de registro -. Oye, Vero, ¿te acordarás de recordarle a tu tío Francisco que si le puede encontrar un curro a Sergio?
- Descuida, esta misma noche se lo digo.

   La determinación del joven ha supuesto para sus padres un terrible mazazo. No saben cuál de las decisiones de su hijo les resulta más dolorosa y todas juntas son como una carga explosiva que dinamita todos sus sueños y proyectos. Le han razonado, le han expuesto argumentos de todo tipo para que vea el increíble disparate que va a cometer. Han instado, rogado, suplicado, amenazado; todo ha sido en balde. Sergio no da su brazo a torcer, la pasión que siente por la muchacha puede más que las desesperadas súplicas de su madre, que los serenos razonamientos de su padre. Está consternado por darles tamaño disgusto, pero su decisión no tiene vuelta atrás.   
   El único consuelo que les queda a los padres es la vaga promesa del chico de que, en algún momento que no precisa, piensa terminar la carrera. Lo que por ahora parece ser una decisión inquebrantable es que deja los estudios, se queda en Senillar, se va a poner a trabajar y en cuanto gane su primer jornal alquilará un apartamento, en el que vivirá con Lorena. Punto final.  Por fin ha decidido cortar el nudo gordiano que atenazaba su vida.