El 15 de agosto, el Ferragosto de los
italianos, es una fiesta de carácter laico en la península transalpina, en
cambio en España se caracteriza por la celebración de un sinfín de festejos en
honor a las diferentes advocaciones de la Virgen María. Ello no es óbice para
que también haya toda clase de actos y manifestaciones civiles: regatas de
piraguas, exposiciones de arte, exhibiciones de deportes rurales e incruentas batallas
de moros y cristianos. También es la fecha en la que Amadeo Ballarín prometió a
su mujer que volvería a Huesca.
-¿Pero de
verdad tienes que irte, no puedes estirarlo una semanita más? Piensa en el
gilipollas de tu yerno y verás cómo encuentras razones para quedarte –sugiere
Álvarez maliciosamente.
-Ya me
gustaría, Luis, pero le prometí a Asunción que el día de su onomástica estaría
con ellos. Siempre hemos celebrado ese día en familia y no voy a cambiar la
costumbre por el mala sombra de Manel.
-¿Quién coño
es Manel? –inquiere Ponte.
-Mi yerno.
Fue bautizado como Manuel, pero desde que se ha hecho independentista está
emperrado en que le llamemos Manel.
-Y viviendo
en Huesca, ¿de qué coño es independentista? –quiere saber Grandal.
-Es
independentista catalán porque, aunque nació en Huesca, su familia proviene de Tamarite
de Litera, un pueblo oscense que está enclavado en la denominada Franja de
Aragón y donde se habla el catalán.
-El mundo de
los soplapollas es inabarcable –sentencia Grandal.
-¿Y qué
vamos a hacer si te vas? Nos quedaremos sin poder jugar al dominó –se lamenta
Álvarez.
-Bueno, ya
encontraréis un cuarto. Aquí hay más gente que juega –apunta Ballarín.
-Pero casi
todos son unos muermos de cuidado.
Esa misma tarde los cuatro jubilados reciben
una visita inesperada.
-A las
buenas tardes, caballeros –saluda el viejo que se ha acercado hasta la mesa.
-Hombre,
Pedro, ¿pero qué haces tú por estos lares? –es Ponte quien responde al saludo
del recién llegado-. Os presento a mi buen amigo, Pedro Ramo. Somos vecinos de
barrio.
Tras invitar a Ramo a que se siente con
ellos, Ponte se interesa por los motivos de que su vecino esté en Torrenostra.
-Es que nací
aquí. Soc un torreblanquí, como diría
un paisano. Y tengo una casa junto al mar. Lo raro no es que yo veranee en Torrenostra,
lo que sí es sorprendente es que lo hagas tú.
Ponte explica a Ramo los motivos por los que
está pasando el mes de agosto allí.
-A ti te
tengo visto por la playa –interviene Álvarez-. Recuerdo un par de veces que fui
a la terraza de El Perero y estabas jugando al dominó.
-No es raro,
solía jugar allí todas las tardes. Y digo solía porque ya no es así. Teníamos
montada una partida desde hace muchos años, pero la edad no perdona y unos por
unas causas y otros por otras al final me he quedado sin compañeros para jugar.
Precisamente, me he acercado hasta aquí para ver si encontraba con quien echar
una partidita.
-Vienes como
anillo al dedo. Ya tenéis a mi sustituto –anuncia Ballarín.
Álvarez explica al vecino de Ponte que
Ballarín debe volver a Huesca y que les hará falta un cuarto para completar el
imprescindible cuarteto.
-No sé si
estaré a vuestra altura –comenta modesto Ramo-. ¿A qué hora comenzáis?
-Sobre las
cuatro y media más o menos.
-Pues
entonces hasta mañana. Ahora me voy que me esperan mis nietos.
Tras partir Ramo, Ponte cuenta a sus amigos
algo más de su vecino del barrio de Gaztambide.
-Vive en mi
misma manzana aunque en diferente calle y alguna que otra vez nos hemos
emparejado llevando los carritos de nuestros nietos. También he jugado al
dominó algunas veces con él en el Centro de Mayores de Chamberí al que voy poco
porque me pilla lejos. Es buena gente.
-¿Qué edad
tiene? –quiere saber el cotilla de Luis.
-Es de mi
quinta. Otro jovencito, vamos.
-¡Anca! –Ballarín
llama a la camarera que se ha asomado a la puerta de la cafetería-. Por favor,
sirve a estos amigos lo que quieran que habrá que celebrar mi despedida.
-¿Ya se va,
don Amadeo?, ¿tan pronto? Todavía queda mucho verano –A la camarera le caen
bien los viejos, no es que den grandes propinas, pero son clientes fijos, nunca
se propasan y dan poca guerra.
-La
obligación es antes que la devoción, hija. Es el santo de mi mujer.
-Y uno de los
tres jueves del refrán –añade Álvarez que recita-. Tres jueves hay en el año
que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la
Ascensión.
En cuanto Anca se va por las bebidas
Jacinto, que no desperdicia la ocasión de meterle una puya a Álvarez, le
corrige:
-Luisito, en
lo que atañe al santoral estás más verde que una papaya. El día quince de
agosto es la Asunción de María y puede caer en cualquier día de la semana, de
hecho este año cae en lunes. El jueves del refrán que has mencionado es el día
de la Ascensión del Señor que se celebra en Pascua. Jesús ascendió al cielo,
María es ascendida, pues ella no es Dios.
-¡Joder con
el exseminarista! –se cachondea Álvarez.
Cuando vuelve Anca con la comanda, Ponte le pregunta:
-Niña, ¿cómo
está el señor Martínez?, ¿mejoran sus fracturas?
-Está mejor,
pero todavía le duelen y duerme malamente pues según la postura que adopta le
dificulta la respiración.
-¿Sabes si
al final presentó la denuncia de su agresión ante la Guardia Civil? –pregunta
Grandal.
-No estoy
muy segura, don Jacinto, creo que no.
El excomisario mueve la cabeza en gesto
negativo y murmura entre dientes:
-Ese tipo no
es trigo limpio, tan cierto como me llamo Jacinto.
Al tiempo que discurre este diálogo, en
Alcossebre Rocío Molina, como no la dejan visitar a Salazar, trama como podría
conseguir hablar con su antiguo novio para reclamarle los dineros que en su día
le prometió. Previo pago de un pequeño soborno, ha tirado de la lengua a una de
las empleadas del hostal y se ha enterado de varias cuestiones. La principal es
que solo su hijo y las camareras acceden al cuarto del exsindicalista. Puesto
que su relación con Francisco José no puede ser peor, únicamente le queda la
opción de servirse de alguna de las chicas de servicio. También le cuentan que
entre todas ellas es la llamada Anca la que mayormente atiende las necesidades
del dolorido Curro. Y que la rumana tiene fama de ser una desvergonzada a la
que le gusta mucho el dinero. “Tendrá que ser Anca -se dice- la que me sirva
para contactar con Curro”.
Aquella tarde cuando Anca termina su jornada
de trabajo, que como en tantos días ha sobrepasado con creces las horas
reglamentarias, encuentra a Rocío que parece esperarla. La joven camarera
intenta esquivarla, pero la andaluza se le planta delante.
-Perdona,
Anca, pero tenemos que hablar. Será solo cuestión de unos pocos minutos. Y
podría ser interesante para ti, podrías ganar un dinero fásil.
Lo del dinero fácil es lo que decide a la
joven rumana a aceptar la invitación de la andaluza.
-Vamos a
sentarnos en cualquier sitio que no esté muy concurrido y hablamos –sugiere
Rocío.
La rumana lleva a la andaluza a un paseo que
está a espaldas de las calles que dan al mar, los llamados Jardines de Cabrera,
donde se sientan en uno de los bancos de madera a los que dan sombra unas
moreras de denso ramaje. Rocío ha elaborado una historia con la que trata de
convencer a la joven.
-Verás,
Anca, se trata de una historia complicá, pero voy a intentar resumirla. El
señor Martínes –ha optado por no revelar la verdadera personalidad de Salazar-
y yo fuimos novios casi seis años. Durante ese tiempo compartimos muchas cosas,
entre otras montamos una peluquería para lo que pedimos un crédito hipotecando
para ello un piso de mi propiedá. Las mensualidades de la hipoteca las
pagábamos a medias. Pues bien, desde hase bastantes meses Martínes ha dejado de
abonar las mensualidades con lo que tengo que afrontar yo todos los pagos. Y ha
llegao un momento en que ya no me queda pasta, en el banco me han dicho que
tendrán que ejecutar la hipoteca y me voy a quedar en la calle. Por eso estoy
aquí, pa pedirle a Martínes que me abone lo que me debe. Esta es mi triste
historia y a buen seguro que estás pensando: ¿y a mí que me va y que me viene
todo eso?
Anca no contesta, sigue mirando a la
andaluza con recelo. Visto lo cual, Rocío sigue con su falso relato.
-Verás. Solo
he podido hablar con Martínes una ves, antes de lo de la palisa, y me prometió
que me daría el dinero nesesario para resarsirme de lo que me debe y además de
que me adelantaría la cantidad sufisiente pa las mensualidades de la hipoteca
de lo que resta de este año. Como no he vuerto a verle no me ha podio haser efectivas
esas cantidades que se asercan a los veinte mil euros –Roció ha soltado una
cifra a voleo-. Lo que te pido es que me fasilites un encuentro con Martínes y
como el que argo quiere, argo le cuesta, estoy dispuesta a recompensarte ese favor.
¿Qué te paresen sien euros?
-¿Cien euros?,
por esa cantidad no muevo ni un dedo. Si mi patrona se entera de que te he
dejado subir a la habitación de don Francisco, con lo estricta que es, puede
ponerme de patitas en la calle. No voy a arriesgar mi trabajo por esa miseria.
-¿Y
dosientos?
PD.- Hasta
el próximo viernes