¿Lo detenemos o le damos
cuerda? Es la disyuntiva que lleva debatiendo hace más de dos horas el trío de
inspectores que coordinan el Caso Inca referido a Adolfo Martínez, el técnico
de seguridad probable cómplice de los que robaron el Tesoro Quimbaya. Hay
argumentos que apoyan tanto un supuesto como su contrario.
Eusebio Bernal es partidario
de detenerlo. Aduce que si continúa libre y descubre o sospecha que le están vigilando
puede destruir pruebas y también se corre el peligro de que sea eliminado como
le ocurrió al otro sospechoso, el asesinado Obdulio Romero. Juan Carlos Atienza
defiende la postura de no detenerle, que siga con su vida habitual a ver si de
ese modo logran detectar algún contacto de Martínez con los atracadores o de
éstos con el sospechoso. Es dudoso que el técnico pueda destruir pruebas y,
dada la red de vigilancia montada a su alrededor, es difícil que nadie pueda
atentar contra él. Y añade más:
- ¡Ojalá trataran de cargárselo! Cogeríamos más peces con el mismo
cebo.
Michel Blanchard, muy en su
papel de invitado, trata de mediar entre ambas posturas:
- Detenerlo, como propone Eusebio, tiene la ventaja de que podremos interrogarlo
a fondo y si terminase cantando quizá podríamos dar un acelerón a la
investigación del caso. Por el contrario, presenta la desventaja de que, como
opina Juan Carlos, echaríamos a perder un posible contacto del sospechoso con
los atracadores. Porque, y en eso estamos de acuerdo los tres, es más que
probable que Martínez, al igual que Romero, no forme parte de la banda y solo
sea alguien a quien sobornaron para que manipulara las cámaras. Yo me inclino,
por el momento, en dejarlo libre; eso sí, sometido a un estricto control.
- Un aspecto que no hemos tratado y que tendríamos que investigar es la
posible complicidad entre Romero y Martínez – sugiere Atienza.
- Sobre eso, mi hipótesis es que es probable, yo diría que casi seguro,
que existió algún tipo de colaboración entre ambos – afirma Bernal -. Está
probado que Martínez estuvo en el museo cuarenta y ocho horas antes de
producirse el robo. Debió ser entonces cuando manipuló las cámaras, pero no
podía dejarlas ciegas en ese momento, hubieran llamado del museo para que las
repararan. Necesitaba que alguien pulsara el botón o manipulara el chip del
dispositivo que las inutilizara y para eso tuvo que contar con Romero, que el
día del robo estaba de guardia. Si mi hipótesis es cierta, solo nos falta
descubrir las pruebas del entendimiento entre ambos y para eso él único medio
que tenemos es detener a Martínez – insiste Bernal.
- Estoy totalmente de acuerdo con tu hipótesis, Eusebio, pero no con el
corolario al que llegas. Nos aporta más que Martínez siga libre que detenido.
Le tenemos vigilado las veinticuatro horas, hemos pinchado su teléfono,
controlamos su correspondencia, seguimos incluso las andanzas de su esposa. Es
cuestión de tiempo que cometa un error y así podremos llegar al núcleo de la
banda – argumenta Atienza.
- ¿Alguno de vosotros juega al ajedrez? – es la inesperada pregunta que
formula Blanchard -. ¿No? En ajedrez hay una jugada llamada ataque a la
descubierta que es una acometida producida cuando una pieza se aparta del
camino de otra. Un caso especial de esta jugada es el jaque descubierto donde
el ataque enmascarado es un jaque. Todos los grandes maestros de este juego
coinciden en que es más efectiva mantener la amenaza de un jaque descubierto
que realizarlo, siempre que con ello no ganes material o consigas el jaque
mate.
- Vamos a ver, Blanchard – Bernal sigue sin llamar por su nombre al
inspector galo -, ¿y con ese galimatías del ajedrez qué es lo quieres decir?
- Que por el momento es más efectivo no realizar el jaque descubierto
que hacerlo. En otras palabras, es más rentable para nuestra investigación que
Martínez siga libre que detenerlo.
El apoyo del francés es
decisivo para tomar la decisión de no detener al sospechoso por el momento,
pero controlando todos sus movimientos. La decisión no es bien recibida por el
grupo de policías de apoyo encargados de ser la sombra de Martínez, ya que ello
supondrá que en plenas Navidades tendrán que estar muchas horas fuera de su
hogar. Acatan la orden porque no les queda otra alternativa, pero a sus
espaldas reniegan del trío de coordinadores del Caso Inca y todavía se mosquean
más cuando se enteran de que Blanchard ha partido hacia Paris para pasar las
fiestas navideñas entre los suyos.
La inminente Navidad también
altera el ritmo de trabajo del cuarteto de jubilados. Grandal solo tiene a
Chelo con quien pasarla, pero en las fiestas navideñas las escorts tienen trabajo intensivo. Al parecer, el número de ejecutivos,
industriales y hombres de negocios que se sienten solos en unas fiestas tan
ligadas a la familia es elevado. Por lo que el excomisario ha de afrontar la
pascua más solo que la una, por eso es partidario de continuar trabajando y descansar
solo los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes, para luego proseguir las
investigaciones. Su propuesta recibe un rechazo frontal. Ponte es el primero
que se niega y explica sus motivos:
- Jacinto, conmigo no cuentes desde hoy hasta que pasen los Reyes. Mi
hijo David viene desde Estados Unidos a pasar las Navidades. ¿Cómo voy a
decirle que le dejo solo porque tengo que hacer no sé qué investigaciones? En
cuanto a mi hija, ídem de lienzo. En cuanto llegan las vacaciones navideñas le
falta tiempo para soltarme a sus críos para que jueguen con el abuelo. Hasta
tiene el programa de actos preparado. El veinticuatro ya tengo que llevarlos
por la mañana a ver Cortylandia en el Corte Inglés de Preciados.
- Les encantará, Manolo – es Ballarín quien le ha interrumpido -. Este
año representa la fantasía de un tren conducido por el lobo de las nieves
seguido de vagones con pequeños pasajeros que ha ido recogiendo a lo largo de
sus viajes por la Navidad. Un zorro va contando la historia mientras el resto
le va coreando con sus canciones. Estuve hace unos días con mis nietos y se lo
pasaron pipa.
- Por la tarde hay que poner el belén – prosigue Ponte -. Por la
noche tenemos cena de Nochebuena. El
veinticinco ni te cuento. Y después hemos de llevar a los chavales a la feria
de la Plaza Mayor a curiosear los puestos donde venden las figuritas para el
nacimiento, hay que ir a Lhardy a tomar su consomé y degustar las croquetas,
comprar regalos de Papá Noel y Reyes, llevar a los nietos al Circo Price, al
zoo de la Casa de Campo y un inacabable etcétera.
- Pues yo tengo un programa parecido al de Manolo, pero al que hay que
añadir el aspecto religioso que él ha eludido o se ha olvidado. La Misa del
Gallo, la Adoración del Niño, la vigilia de fin de año y alguna que otra actividad
que ahora no recuerdo – añade Ballarín.
- Toda esa programación que cuenta Manolo es solo para dos nietos,
imaginaos lo que será para los que tenemos siete como yo – arguye Álvarez para
terminar rematando la jugada -. O sea, Jacinto, que hasta pasados los Reyes
puedes olvidarte de nosotros.
- Así no vamos a ninguna parte. ¿Cómo vamos a adelantar la
investigación si ahora paramos durante quince días? Eso no puede ser. Una cosa
es que hagamos fiesta los días de Navidad, Año Nuevo y Reyes, pero no el resto.
Esos son días laborables.
- Sí, claro, para los currantes, pero a nosotros ya nos dieron de baja
en ese apartado – replica con humor Álvarez.
- Compréndelo, Jacinto, ten en cuenta que antes que jubilados somos
abuelos y éstas son unas fechas en las que los críos no tienen cole, pero los
padres siguen trabajando porque, como bien has señalado, los días entre fiestas
siguen siendo laborables. Alguien tiene que atender a los chavales y para eso
están los abuelos – Ponte está a en un tris de añadir algo así como: si
tuvieras nietos lo comprenderías, pero no lo hace, mejor no hurgar en la
lamentable biografía familiar del excomisario.
- Claro, los abuelos estáis para malcriar a los nietos. Así crecen los
críos de ahora que no respetan nada ni a nadie – despotrica Grandal, un punto
irritado al ver que se va a quedar sin auxiliares durante dos semanas al menos.
- Naturaca – replica Álvarez que se ha puesto en plan castizo -. Los
abuelos estamos para dar gusto a los nietos en lo que pidan, que para decirles
que no y ponerlos firmes ya están los padres. Nosotros lo hicimos cuando nos
tocaba, ahora les toca a ellos.
- O sea, Jefe, que a reserva de que nos llamemos para felicitarnos y
como siempre se ha dicho: Felices Navidades y próspero Año Nuevo – Ballarín
pone el The end a la charla y al 2015
en espera de lo que les pueda deparar el 2016.