El juez Rafael Correa ha declarado el secreto
del sumario del caso Tornasol, pese a ello la instrucción tiene más agujeros
que un queso Emmental por los que se cuelan un chorro de datos que alimentan a
la prensa que ha hecho del caso uno de sus temas estrella. En el ámbito local,
la noticia de que los integrantes del actual y del anterior Ayuntamiento están
presuntamente implicados en posibles sobornos incrementa las habladurías
populares: que si en una caja de las oficinas municipales han encontrado no sé
cuántos millones de pesetas, que si varios de los empresarios concernidos han
huido al extranjero, que los concejales del equipo de gobierno se están pensado
dimitir, que hay una mano negra que lo está moviendo todo, que… La imaginación
popular se desborda, en buena medida es lógico ya que desde el final de la ya
lejana guerra civil el pueblo no vivía unas jornadas tan controvertidas como
las actuales.
En
los partidos políticos comienza una carrera cuya meta no es otra que intentar
salvarse de la quema que se avecina. Los que están en el poder para mantenerlo y los que militan en la oposición para
suplantar a los anteriores. Los que pueden buscan blindarse ante el temor de
que se desate una caza de brujas. Aquellos que lo tienen peor son los que no
están aforados ni cuentan con grandes recursos para entorpecer la investigación
que el juez Correa ya ha puesto en marcha. Entre ellos están los políticos
locales y los representantes de BACHSA en el pueblo. Por ese motivo José Ramón
Arbós convoca una reunión en un hotel de Albalat elegido para ocultarse de los
reporteros que continúan intentado entrevistarle. A la cita acuden su socio
Amador Garcés, el alcalde Javier Blasco y el concejal de urbanismo Guillem
Armengol. Vuelve a faltar uno de los convocados: Agustín Badenes.
- ¿Qué sabes de Agustín? – es
lo primero que inquiere el alcalde.
- Sigo sin saber nada,
parece como si se lo hubiese tragado la tierra – contesta Arbós -, pero lo que
ahora importa es como solucionamos esta papeleta.
- Yo he hablado con un amigo
que es profesor de la facultad de Derecho de Valencia – explica Armengol - y me
ha dicho que antes de que el juez de Madrid me cite a declarar debería buscarme
un buen abogado,
- Pues para ese consejo no
hace falta ser catedrático – ironiza Arbós -. Yo ya lo tengo. Es quien nos
explicó lo de la diferencia entre imputado y acusado.
- A mí – interviene Blasco –
me han aconsejado lo mismo en el partido y, además, me han insistido en que no
haga ninguna declaración a la prensa.
- Yo creo que nos estamos
preocupando demasiado – apunta Garcés -. Tened en cuenta que en esta cacería
nosotros no somos más que piezas pequeñas y no creo que se esté montando todo
este pollo por unos políticos locales o por unos comisionistas de pueblo. Somos
poco arroz para tanto pollo.
- Bueno – interviene otra
vez Arbós -, ya oísteis el otro día a mi abogado. Aquí se trata de negarlo
todo. Ah, y otra cosa: nada de entrevistas ni declaraciones a la prensa y menos
a la tele. Y sobre el fondo del asunto: de momento capear buenamente el
temporal y esperar a ver si escampa.
Escampar
no escampa. Al contrario, la tormenta arrecia por días y se complica en todas
sus vertientes. La última noticia que se conoce del magistrado Correa es que ha
mandado una comisión rogatoria a Andorra y otra a Suiza, paraísos fiscales o al
menos países con una legislación laxa en el control de fondos de procedencia
incierta, y dónde al parecer podrían haber evadido parte de su fortuna los
miembros del consejo de BACHSA. En esta ocasión el auto pone de los nervios a
los socios de la almendra central de la empresa.
- Esto se está poniendo del
color de la tinta del calamar – comenta muy gráficamente Oriol Bricart.
- Cierto es. Y lo que temo
es que se pueda poner peor – puntualiza Juan Antonio Cardona.
- Mientras solo nos toquen
el bolsillo… - apunta Rodrigo Huguet para añadir -. A nadie nos gusta que nos
saquen los cuartos, pero a lo que tengo miedo es a la cárcel, he oído historias
que le ponen a uno los pelos de punta.
- A mí todo esto me
preocupa, pero solo hasta cierto punto – comenta Íñigo Arechabaleta -. En esta
mierda de país la justicia funciona de puta pena y además el dinero todo lo
puede. Lo que realmente me encocora es no saber quién es el canario que ha
cantado todo lo que publica la prensa. Le daría una buena mano de hostias y
luego se lo cedería a nuestros amigos italianos para que terminaran de pasarlo
por la túrmix. Por cierto, ¿dónde coño está el signore Montofarni? Hace días que no se le ve el pelo.
- Se volvió a Italia más
cabreado que una mona – contesta Bricart que dirigiéndose a Cardona pregunta -.
Antes has dicho que se puede poner peor, ¿a qué te refieres?
- Según nuestros abogados es
casi seguro que Correa nos acuse, al menos, de blanqueo de capitales, fraude
fiscal, cohecho y tráfico de influencias. Si es así, va a dictar prisión
provisional para todos nosotros.
- ¡No! – grita Huguet para
añadir con evidente preocupación -. ¿Y eso no hay forma de pararlo?
- Depende del juez –
responde Cardona encogiéndose de hombros.
Los temores se confirman. El magistrado Correa
dicta una resolución mediante la cual impone prisión preventiva a los
consejeros de BACHSA. Para los miembros que integran el directorio de la
empresa el juez decreta prisión incondicional, comunicada y sin fianza. En el
auto el juez justifica dicho acto procesal estableciendo que hay fuertes
indicios de culpabilidad, que puede existir riesgo de fuga y que los acusados
pueden destruir pruebas necesarias para el desarrollo del proceso. Para el
resto de los miembros del consejo la prisión será eludible previo pago de una
fianza de cien millones de pesetas, cada uno. Además de la prisión provisional,
el magistrado también ha acordado la retirada del pasaporte, la prohibición de
salir de España y la obligatoriedad de presentarse ante la sala semanalmente.
Si violasen cualquiera de los mandatos del auto los acusados entrarían en
prisión.
Ahora toca a los políticos. El juez llama a
declarar al actual alcalde y al concejal de urbanismo, así como a los que
tuvieron ambos cargos en la anterior legislatura. Al parecer los indicios de
los posibles delitos cometidos por los políticos locales no son tan
concluyentes como los que han llevado a la cárcel a los empresarios por lo que
el magistrado, tras interrogarles, les deja en libertad con cargos. Por el contrario,
el juez, a petición de la fiscalía, decreta prisión provisional eludible
mediante el pago de una fianza de cuarenta millones de pesetas y la retirada de
su pasaporte para el consejero autonómico del Territorio por presunta
falsificación de documentos públicos, entre otros el estudio medioambiental
necesario para la autorización del PAI de la Marina de Senillar, y por presunto
cohecho. Es la noticia que más destacan los medios porque, hasta el momento, es
el político encausado de mayor relieve. En los corrillos locales, uno de los
aspectos que más llama la atención de lo que se va conociendo sobre las
providencias que está tomando el juez Correa son las elevadas sumas que se
piden como fianza para eludir la cárcel.
- Cuarenta quilos por un
consejero es mucha pasta. Hay algunos meses que no llego a ganarlo – ironiza
uno de los operarios que trabaja en el tajo en la cuadrilla que dirige Dimas.
- Pues si te parece mucho
cuarenta millones por un politicastro, ¿qué te parecen cien por cada uno de los
mandamases de BACHSA? – arguye otro.
- ¿Y qué pasa con la pasta
de la fianza, ya no vuelven a verla? – pregunta otro.
- Eso depende – contesta
Dimas -. Una vez que se ha pagado la fianza, el dinero permanece en una cuenta
bancaria designada por el juzgado hasta la celebración del juicio sin que nadie
pueda tocarlo. Y cuando acaba el juicio el acusado puede recuperarla siempre
que sea absuelto o que se den otras circunstancias que no conozco en detalle,
pero que supongo que serán las que imponga el juez.
-
¿Sabéis lo que os digo? – se pregunta en plan retórico otro operario para
inmediatamente darse la respuesta -. Que a esos chorizos no se les tendría que
devolver ni una peseta. Dios sabe la de millones que han robado. Lo dicho, ni
una puta peseta.