"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 6 de enero de 2015

2.7. Los sentimientos no tienen por qué ser razonables


    Durante las fiestas de San Antonio, Lolita pasea con aire entre castizo y señorial por el centro del Rabal, su figura brilla como un faro en medio de la ocre mediocridad de sus acompañantes. Delante de la farmacia de José Sanchís, un hombre todavía joven, de reluciente calva, con gafas y bien vestido para lo que es usual en el pueblo, no la pierde de vista. Le gusta su pelo castaño, su cara suavemente redonda con un asomo de mofletes en sus mejillas cubiertas de diminutas pecas, su bien formada boca en la que unos labios gordezuelos parecen ser promesa de tiernos y cálidos besos. No es una belleza excepcional, pero tiene algo que te atrapa. Se fijó en ella el día anterior y, desde entonces, cada vez que la ve pasar no deja de seguirla con la mirada.
   De la botica sale un hombre avejentado, con poco pelo, fibroso y con más arrugas en su cara que un mapa en relieve de los Cárpatos. Va vestido como un dandi de los años veinte y muestra una serie de tics capaz de poner nervioso a un registrador de la propiedad. Al verle, el hombre joven le pregunta: 
- Tío, ¿quién es esa chica? La más alta y chic de las que van con mantilla.
- Mmm..., es la hija de la señora Leo, María Dolores, pero todos la llaman Lolita. Su madre tiene la tienda de modas que hay en esta misma calle. Realmente, creo que es ella quien la regenta. Recuerdo que…
- Don José, ¿qué tal, cómo está? – un hombre vestido de pana interrumpe al boticario.
- Hombre, Sebastián, precisamente quería verte. No sé si te dieron mi recado.
- Me lo dieron, por eso he venido y me he permitido molestarle hablando como está con este señor. Si lo prefiere, vuelvo en otro momento.
- De ninguna manera, es de confianza. Te presento a mi sobrino Enrique, es hijo de mi hermana Claudia. Este es mi mediero, Sebastián, el que me lleva los huertos. Enrique está terminando la carrera de farmacéutico.
- Mucho gusto don Enrique. Así que va para boticario como su tío, buen oficio ese, mejor que el de labrador.
   Don José le cuenta al mediero que su sobrino, al que solo le faltan un par de asignaturas para terminar la carrera, está haciendo prácticas porque tiene la intención de traspasarle la farmacia en cuanto se jubile.

   La joven que ha impresionado al sobrino del boticario está pasando su particular vía crucis. Lolita después de meses en que los lagrimales se le han secado de tanto llorar, tras muchos rezos al Cristo del Calvario y hasta a Santa Rita de Casia, patrona de las causas imposibles, ha resuelto dejar de compadecerse y cambiar de actitud. Como mil veces le han repetido, tanto su madre como sus amigas, no será la primera ni la última que rompa con el novio. Sabe que es así, pero le resulta difícil explicar a los demás que los sentimientos no tienen por qué ser razonables. Ha querido a Rafael, y pese a todo le sigue queriendo con toda su alma. Ha sido su primer y único amor. El hombre al que se lo dio todo, con el que soñaba, reía, gozaba y la hacía sentir la mujer más feliz del mundo. Cuando se da cuenta de que piensa en pasado, las lágrimas vuelven a deslizarse por sus mejillas, pero es un llanto silencioso y calmo. Sabe que la cicatriz que la ruptura ha causado en su alma no se borrará jamás, pero seguir sintiendo lástima de sí no le ayudará ni conseguirá que Rafa vuelva a su lado. Tiene que ser valiente. Sus amigas insisten en que le queda toda una vida por delante y que lo que sobran son hombres.
   Lo del pasado verano fue la gota que hizo rebosar el vaso de su paciencia y de su orgullo. Rafael había llegado al pueblo a finales de junio y hasta el tres de julio, recuerda muy bien la fecha, no fue a buscarla. Se mostró tan pancho, como si hubiesen estado de cháchara el día anterior, hasta saludó a su madre como si nada. Cuando se quedaron solos la trató como si fuera una perdida, como supone que los hombres deben de tratar a las… putas. Después de comérsela a besos y acariciar todo su cuerpo, la obligó a ponerse de rodillas ante él y lo que le pidió que hiciera era… tan repugnante que solo de pensarlo le dan arcadas. Algo se rompió dentro de ella, ese no era el hombre al que se había entregado, al que quería más que a su vida, al que estaba dispuesta a seguir hasta el fin del mundo. No sabe de dónde sacó el coraje, pero le echó de casa y le pidió que no se le ocurriera volver a poner los pies en ella, que para él como si estuviera muerta. Suelta el enésimo suspiro de la tarde. Se echa un poco de agua fría en la cara y se obliga a pensar como una mujer adulta, como lo que es. No puede seguir suspirando por un hombre que la trata como a una golfa y que solo busca en ella el sexo más aborrecible y vicioso. Se acabaron los lamentos y los lloros, se terminaron los rezos, ha de finalizar la reclusión que ella mismo se ha impuesto, para eso mejor sería meterse monja de clausura y sabe perfectamente que no tiene ni pizca de vocación religiosa. Como se ha dicho en tantas ocasiones: de mañana no pasa que he de comenzar una nueva vida. Está firmemente dispuesta a que esta vez sea verdad. Lo primero será buscar otras maneras de emplear el mucho tiempo en el que está ociosa.
                                                                            
   Camila Tena está sentada en la mesa camilla removiendo el brasero ya que, por mucho que los senillenses se jacten en sostener lo contrario, hay muchos días en invierno que hace frío. Su rostro se distiende en una sonrisa al ver quien viene a visitarla.
- Lolita, hija, que agradable sorpresa. Pasa y siéntate. Cuanto tiempo sin saber de ti.
- Por eso he venido a verte, porque hace tiempo que no hablamos. Y me he dicho voy a ver cómo está Camila. Y lo más importante, preguntarte como llevas el embarazo.
- Lo llevo muy bien. Hasta ahora no he tenido más que las molestias normales. Todo eso que dicen de antojos y de esas historias de embarazadas, nada de nada. Para mí que son cuentos chinos. Para ser el primero lo llevo francamente bien – reitera.
- Verás, Camila, últimamente he estado poco sociable, prácticamente no salía de casa y me he dicho que sería bueno volver a… - no encuentra las palabras que den forma precisa a lo que quiere explicar – a llevar una vida normal. Creo que todavía puedo hacer muchas cosas y he pensado en aquello que me dijiste de la Sección Femenina. ¿Todavía sigue en pie la oferta o ya habéis encontrado otra persona?
- Me encanta oír esas palabras, Lolita – da la impresión de que la alegría de Camila es sincera -. No, no hemos pensado en otra persona. Le pedí al nuevo jefe que, hasta que tú no dieras una respuesta, mantuviera el puesto libre y ha cumplido su palabra. No parece mal chico José Vicente. ¿Le conoces?, ¿sí? Yo no le había tratado hasta ahora, pero me ha producido buena impresión. Es educado, amable y hasta tiene buena facha. Pero de ti para mí, del ideario falangista sabe muy poco, aquí no han debido darse cuenta porque son un hatajo de paletos indocumentados, pero a los que hemos leído los textos de El Ausente no se nos engaña fácilmente – afirma Camila.
- Entonces, ya me dirás cuál es el siguiente paso a dar.
- Ir a hablar con Gimeno... Espera, haré algo mejor: invitaré a José Vicente una tarde de éstas a tomar café y así podréis hablar con tranquilidad. Y da por descontado que si no te parece bien lo que te proponga o posteriormente no te encuentras a gusto con la tarea la dejas, y aquí paz y después gloria.

   Lolita está tan decidida a cambiar de modo de vida que ni siquiera le importa tener que trabajar a las órdenes de Gimeno de quien no tiene, precisamente, muy buena opinión. Se dice que solo le verá de Pascuas a Ramos y que, por tanto, no la va a importunar demasiado. De todos modos, en su primera entrevista quiere dejar las cosas claras.
- Si vamos trabajar juntos antes quisiera puntualizar unas cuantas cosas. Lo primero es que entre usted…
- Perdona que te corte, Lolita, pero si vamos a colaborar en una obra falangista como la Sección Femenina nadie entenderá que me trates de usted. Sabes perfectamente que el tuteo forma parte de nuestro estilo. Por consiguiente, dime lo que quieras, pero de tú, por favor.
- Bien, de tú. Tienes que saber que mi colaboración se ceñirá estrictamente a los asuntos de la delegación. Fuera de ella no habrá ninguna relación entre nosotros, salvo la que imponga la obligada cortesía. Lo cual supone que se acabaron tus visitas al Calvario cuando yo esté allí o que acudas a mi tienda con cualquier excusa. ¿Queda claro? 
- Claro como el agua clara. ¿Qué más quieres puntualizar?  
   Lolita esperaba otro tipo de reacción de Gimeno. Le considera un hombre correcto, pero inseguro y más bien mediocre, un tiralevitas más para la corte de los Arbós, y en lo que atañe a ella un moscardón inoportuno, molesto y pesado. Sin embargo, la fría naturalidad con la que parece haber aceptado su posicionamiento la ha descolocado.
- Mmm…, de momento lo que he dicho – parece que se le han olvidado otras cuestiones a puntualizar.
- Por mi parte – ahora es el turno de Gimeno - solo quiero añadir dos cosas. Una es que tienes carta blanca para llevar la delegación de la forma que creas más pertinente. Para allanar tu comienzo le he pedido a Camila que te ayude en las primeras semanas. La otra es darte las gracias por aceptar el envite y decirte que estoy absolutamente convencido de que harás un gran papel.
   De ese modo, más bien frío y aséptico, comienza la andadura de Lolita Sales como nueva delegada de la Sección Femenina de Senillar.