"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 6 de mayo de 2022

Libro III. Episodio 143. ¿Las mujeres deberían estudiar?

   El matrimonio Carreño acaba aceptando la propuesta de su primogénito sobre las personas que vayan a apadrinar al recién nacido Andrés, y optan porque el padrino sea Argimiro y la madrina, Paca. A la oronda mucama, entrar en ese olimpo familiar que para ella son los Carreño-Manzano le llena de orgullo y gratitud, dado que las madrinas de los demás hijos siempre fueron de la familia de uno de los progenitores. Quizá ese sea el motivo por el que, a partir del bautizo, Andrés se convierta en su ojito derecho y a quién se lo perdona todo.

   Solucionado el problema del padrinazgo, el bautismo de Andrés se lleva a cabo en la iglesia parroquial de San Martín, cuyo párroco, hace un montón de años, medió en el frustrado cortejo de Julio con Amparo Lavilla. Hasta la iglesia es Paca quien lleva al niño. Se ha hecho un vestido nuevo para la ocasión y se la ve radiante y orgullosa como si el crío fuese de ella. En la pila bautismal es Argimiro quien sostiene al neonato mientras el párroco derrama el agua sobre la cabeza del crío al tiempo que musita: Andrés, yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

   Se acerca el fin de año y Julia, se afana por preparar las fiestas navideñas. Álvaro, con los trece cumplidos, podría echar una mano en casa, pero la tradición manda que las tareas domésticas sean solo cosa de mujeres, por lo que son las niñas las que ayudan a su madre, sobre todo Pilar al ser la mayor. Julia, al ver la buena disposición de la chiquilla, comienza a introducirla en los secretos de la cocina regional en la que priman más los sabrosos ingredientes de la tierra que el arte culinario. Álvaro, junto con Julián y Jesús, se va a la droguería a ayudar a su padre pues eso si es tarea de chicos. Los Carreño están educando a sus hijos en el principio, para ellos irrevocable, de que la familia es lo primero y todos han de echar una mano en las tareas comunes. Lo que conlleva a otro fundamento que viene a ser como la piedra angular de su convivencia: familia que convive unida, permanece unida para siempre. De acuerdo a dichos principios, tanto la Navidad como las demás festividades las celebran todos juntos, hermanados como una piña. Y aunque en ocasiones, los padres han recibido invitaciones de amigos y conocidos para asistir a alguno de los saraos que suelen montarse en esa época del año, las han agradecido pero nunca las aceptaron. Como sentencia Julio:

   -Las fiestas son para estar con la familia.

   A lo que Julia remacha:

   -Y los días de diario, también.

   Precisamente, este año ha surgido un pequeño dilema sobre lo de que las fiestas son para estar con la familia. La madre de Julia acaba de cumplir los setenta y con dicho motivo sus hijos han pensado en celebrar el cumpleaños justo el día de Navidad, lo que supondrá que los Carreño tendrán que desplazarse a Malpartida, donde sigue viviendo la señora Soledad. Julio entiende la situación y, aunque no le gusta un pelo, acepta ir al pueblo de su esposa a participar en el homenaje que los Manzano van a brindar a su madre. Sin embargo Julia, que es a la que la celebración le toca más directamente, se opone frontalmente. No está dispuesta a romper el principio de que las fiestas son para estar con la familia. Ambos cónyuges discuten sobre qué hacer.

   -Si vamos al pueblo seguiremos estando en familia –argumenta Julio.

   -Sí, pero no en nuestra casa –replica Julia.

   No acaban de ponerse de acuerdo hasta que a Julio se le ocurre una posible salida.

   -¿Y por qué no cambiamos de sitio? Es decir, en lugar de comer en casa de tu madre, ¿por qué no la invitamos, así como a tus hermanos, cuñados y demás familia a que coman en la nuestra? Así matamos dos pájaros de un tiro, celebramos los setenta tacos de tu madre y al tiempo estamos con toda la familia sin salir de casa.

   -Como se nota que no eres ama de casa. ¿Sabes el trabajo que una comida con tanta gente puede conllevar?

   -Pero, reina mía, te sobran redaños para sacar adelante esa comida y otras mucho más numerosas. Además, podemos buscar ayuda externa para ese día. Contratamos dos o tres mujeres, o las que hiciesen falta, para que hagan el trabajo más pesado. Mejor todavía, ¿por qué no encargamos la comida y el servicio a uno de los restoranes locales?

   -Eso puede costar un riñón –Julia siempre es muy considerada en todo lo que sean gastos que considere superfluos.

   -Mujer, no será por dinero –fanfarronea Julio.

   A Julia la solución propuesta por su esposo acaba por no parecerle mal, pero aun así pone pegas.

   -¿Y mis hermanos no se van a enfadar?

   -No tienen por qué y más si sabemos venderles nuestra propuesta. Por otra parte, de los cuatro hermanos las tres chicas vivís aquí. Solo tendría que desplazarse Andrés con su familia y, por supuesto, tu madre. Además, se me acaba de ocurrir que podría ir con la camioneta al pueblo para recogerlos a todos, así no tendrían excusa para no venir.

   -Creo que es una buena salida, cariño. Me voy a poner en contacto con Consuelo para que me ayude a convencer a Andrés y a Luisa.

   Con la ayuda de su hermana mayor, Julia logra convencer al resto de sus hermanos que la celebración del cumpleaños de su madre se haga en su casa. Julio se compromete a traer y devolver a Malpartida a su suegra, a Andrés y a su familia. En cuanto a la comida en sí, ella se encarga de todo, los demás hermanos solo habrán de ponerse de acuerdo en el regalo que le van a hacer a la matriarca. La comida navideña de 1919, en casa de los Carreño, es realmente extraordinaria por el familión que se reúne alrededor de la mesa; mejor dicho, de las mesas, porque tienen que repartir a los asistentes en dos, una para los adultos y otra para los chavales bajo la vigilancia de la omnipresente Paca.

   El matrimonio Carreño se siente realmente orgulloso al ver a su prole y a sus primos hermanos sentados en la misma mesa. Para ese día, Julia ha contratado, tanto el almuerzo como el servicio, a uno de los mejores restoranes de la ciudad, por lo que puede permitirse el lujo de dedicarse solamente a ejercer las funciones de anfitriona. . En cuanto a Julio por primera vez tiene juntas, codo con codo, a las dos mujeres de las que se enamoró. Y, casi sin quererlo, no puede por menos que compararlas. Se dice que el destino, la fortuna o lo que tenía que ser se conchabaron para que al final se haya quedado con la mejor de las hermanas, porque entre una y otra no hay color. En silencio musita una plegaria de gratitud a la Virgen de Guadalupe a la que, como buen extremeño, le tiene gran devoción. En cuanto a Julia, el motivo de su satisfacción es doble: por un lado, por haberse salido con la suya en lo de no salir de casa en un día tan señalado; por otro, en observar a la familia de su niñez y a la de su madurez juntas y bien avenidas. No se le escapa otro detalle: pese a que sus hermanos están en general bien situados, ninguno de ellos ha alcanzado el estatus económico del que ella disfruta, pues se ha convertido en la más rica de la familia Manzano con diferencia, y sus hijos están estudiando o estudiarán para ser hombres y mujeres de provecho, pudiendo alcanzar una cota de cultura como ningún otro Manzano haya podido lograr, con la excepción del tío Luis Manzano, el único hermano de su padre que estudió.

   El almuerzo discurre apaciblemente y al final todos los asistentes brindan por su madre, abuela y suegra, deseándole que cumpla muchos más años. Y hasta le cantan una coplilla que, a rebufo de la radio y del cine, se va popularizando: Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, todos te deseamos cumpleaños feliz. La señora Soledad no lo puede remediar y una furtiva lágrima serpentea por su mejilla.

   Terminado el almuerzo, mientras las mujeres se afanan en recoger la vajilla, los cubiertos y demás adminículos que restan en la mesa, los hombres se fuman unos caliqueños y charlan de todo un poco: de los negocios, la política, los toros, la familia… Es hablar de temas familiares y el marido de Luisa le plantea a Julio una pregunta que le pone en un aprieto.

    -Oye, Julio, tú que tienes experiencia en lo de enviar los chicos a Cáceres pa que estudien, ¿qué me aconsejas que haga con Mariluz, que en unos meses cumplirá los diez? ¿La mando a la capital pa que estudie el bachillerato o la meto en el colegio de las monjitas de aquí pa que le den un baño de cultura general?

   -Depende de lo que tengáis pensado que haga la niña en el futuro. Me explico, Arturo, si aspiráis a que la chiquilla haga una carrera universitaria tendría que hacer el bachillerato. Si solo deseáis que tenga una culturilla para andar por casa, el colegio de las monjitas le valdría.

   -Joder, cuñao, pareces un abogao que hablan y hablan, pero que nunca se mojan.

   -Es lo que hay, Arturo. Si no concretas difícilmente te puedo aconsejar mejor.

   -Te lo planteo de otra manera –insiste Arturo-. Tu Pili está haciendo el bachillerato, ¿eso quiere decir que pensáis enviarla a la universidad?

   A Julio la pregunta de su concuñado le coge a contramano. En ese mismo momento se da cuenta de que nunca se ha formulado preguntas referentes al futuro de su hija mayor. ¿Estudiará Pilar todo el bachillerato o le valdrá con cursar el ciclo elemental?, y si se hace bachiller, ¿hará una carrera universitaria?; eso supondrá tener que enviarla a Madrid o a Sevilla que son las ciudades más cercanas donde se pueden cursar estudios universitarios. Es cierto que ha pensado que Álvaro acabe el bachillerato y luego, si le gusta estudiar, que curse la carrera que prefiera, pero eso no se lo ha planteado respecto a Pilar. Lo tendrá que hablar con Julia, que ella seguro que ha rumiado en más de una ocasión si las mujeres deberían estudiar.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 144. ¿Tú qué quieres ser de mayor?