"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 26 de mayo de 2020

Libro I Episodio 36. Las dudas son cada vez mayores


   Pasada la revisión médica, a los dos días comienzan las pruebas más exigentes del examen a cabo segundo. La primera es un ejercicio escrito para comprobar la capacidad de redacción y el conocimiento de la lengua española. Cuando se publican las notas en el tablón de anuncios del cuartel de artillería de costa, lugar en que se llevan a cabo las pruebas, Julio tiene que acordarse una vez más de su madre, gracias a sus dictados obtiene una nota de 9,5 sobre 10. Como posteriormente le contó el sargento Fernández, que se ha tomado muy a pecho que su soldadito no solo apruebe sino que saque un buen número, el tribunal consideró que tanto la sintaxis como el dominio ortográfico de Carreño fueron los mejores del grupo de aspirantes. Como las pruebas son eliminatorias, tras la prueba de lengua el número de candidatos disminuye. El segundo ejercicio, también escrito, consiste en contestar preguntas sobre las Reales Ordenanzas de las fuerzas armadas. Es el examen al que Julio más teme pues es el que peor ha preparado. Tiene suerte y lo saca adelante con una más que aceptable nota, un 6,8. Esta prueba ha sido crucial ya que el número de aspirantes queda por debajo de las plazas en liza. En ese momento, el mañego es el tercero de la lista de candidatos por lo que recibe la felicitación anticipada de Fernández.
   -Si estuvieras compitiendo en unas olimpiadas, con el número que tienes ahora ganarías la medalla de bronce. Que seas medallista es un orgullo para esta Secretaría, no deberías de bajar de ese puesto. Por tanto, leña al mono que es de goma.
   Finalmente, se celebra la temida prueba oral. Prueba que es el coco para todos los examinandos porque al ser el objeto del examen tan amplio, preguntas sobre cultura general, es imposible no tener fallos. Puesto que en el sorteo inicial, para ver porque apellido se comenzaba a examinar, salió la letra ele, Julio ha tenido tiempo para ver la clase de preguntas que más repite el tribunal. Y se da cuenta que uno de los vocales, un teniente que debe de estar puesto en geografía, insiste en preguntar sobre orografía e hidrografía española y que, si el examinando da muchos datos sobre lo preguntado, al tribunal no le importa el tiempo que emplee, con lo cual queda menos tiempo para otras preguntas. El mañego reza para que le pregunten sobre cuestiones geográficas, pues es una de las materias que su madre le machacó haciéndole rellenar interminables mapas mudos. Llegado el momento del examen, la primera pregunta que plantea uno de los vocales es una que en principio parece facilita.
   -Defina el fusil.
   -Es un arma de fuego portátil de cañón largo que…
   -Bien –le corta el vocal-. Díganos las diferencias entre fusil, carabina y mosquetón.
   -Pues… el fusil es el arma más usada en el ejército, en cuanto a la carabina… -Julio no recuerda mucho más y se embarulla en la respuesta. Está pagando sus ausencias en las clases de teórica del campamento. El oficial desiste de seguir interrogando y pasa el testigo al teniente que suele preguntar de geografía.
   -¿Cuál es el río más importante de España? –La pregunta es ambigua y tiene trampa.
   El mañego se dice que no solo debe dar con la respuesta correcta, sino además lucirse para borrar la mala impresión que ha podido dejar en el tribunal su incompleta respuesta sobre las armas de fuego.
   -Con su permiso, mi teniente, su pregunta me exige precisar la respuesta por lo que tendré que extenderme. Si solo nos referimos a la longitud el río más largo es el Tajo y, por tanto, podría ser el más importante, aunque aproximadamente un veinte por ciento de su recorrido discurre por Portugal. Pero si nos referimos solamente al curso dentro de la nación española, el más largo es el río Ebro. También en cuanto a caudal es el primero. Además, si mi teniente lo permite, tengo que agregar que el Ebro también es el río que atraviesa más regiones de España, pues nace en Fontibre, provincia de Santander que pertenece a Castilla la Vieja, pasa por Las Vascongadas, discurre por Navarra, cruza Aragón y desemboca en Los Alfaques, cerca de Tortosa, ciudad que pertenece a Cataluña. Por lo que se podría afirmar que globalmente el Ebro es el río más importante de España…
   -Bien, bien, ya veo que estás puesto en geografía, algo que para un militar siempre es una disciplina importante –le corta el oficial.
   El presidente del tribunal, capitán de ingenieros, le formula otra pregunta que realmente es una ratonera.
   -¿Quién reina ahora en España?
   Julio se apresura a contestar pues sabe la respuesta, pero en el último segundo se da cuenta de la trampa que encierra la pregunta y modifica su contestación.
   -En este momento quien ejerce la jefatura del estado es la regente doña María Cristina de Habsburgo-Lorena, augusta madre de su hijo que, cuando cumpla la mayoría de edad, será rey de España con el nombre de Alfonso XIII.
   El presidente del tribunal, con un amago de sonrisa, ordena:
   -Puede retirarse, soldado.
   Cuando Julio deja la sala un grupo de compañeros se abalanzan para felicitarle pues, al decir de muchos de ellos, ha sido el mejor examen oral que han oído hasta la fecha. Incluso alguno se atreve a pronosticar:
   -Ya verás cómo vas a ser el número uno de la promoción.
   El mañego se reintegra a la Secretaría de Justicia, donde le aguarda un sonriente sargento.
   -Bueno, Carreño, parece que has cumplido, y por lo que me cuentan hasta es posible que seas medallista. Como sea así, te voy a dar tres días de permiso.
   Julio, ante el buen talante del sargento, trata de aprovechar la ocasión.
   -Mi sargento, ¿y en lugar de tres días no podrían ser tres semanas?, así me daría tiempo a viajar a mi tierra y pasar unos días con los míos, que llevo más de un año sin verles.
   Fernández se queda mirando al mañego como si estuviera calibrando qué contestarle. Cuando lo hace su tono es irónico.
   -Carreño, ¿no conoces el refrán que dice abusar no es usar, sino mal usar? Pues aplícate el cuento.
   Después le explicará Beltrán que ha tenido suerte pues el último guripa que se atrevió a pedirle un permiso al sargento, de entrada mandó que le pelaran al cero y en cuanto llegó un nuevo reemplazó lo devolvió al regimiento al que pertenecía.
   -Estás de suerte, Carreño, Fernández ha debido tener un buen día, pero no tientes la suerte que te puede salir el tiro por la culata –le aconseja Beltrán.
   -O sea, que de pedir permisos para ir a casa, nada de nada.
   -La Voz de Capitanía –Así es como llaman los guripas a la cadena de rumores que circulan habitualmente entre la tropa, sin que nunca quede claro lo que tienen de real o ficticio ni de dónde nacen- a veces cuenta que a tal o cual sorchi le han dado un permiso de más de quince días, pero ya va para dos años que entré en La Almudaina y no he conocido a nadie que haya tenido esa potra.
   La incredulidad de que hace gala su compañero de despacho es uno de los puntos fuertes de su siguiente carta a Consuelo. Si el ejército se porta tal y como sostiene Beltrán es muy posible que pasarán los tres años de mili sin que consiga un permiso para volver a Malpartida. La única nota de alivio que puede contarle es que, como intuía o quizá ya sabía Fernández, aprobó el examen para cabo segundo. Otrosí -expresión que el mañego desconocía y que la ha aprendido en los textos jurídicos que manejan en la Secretaría-, es que no solo aprobó sino que ha sacado el número uno. Y el sargento cumplió su promesa, le ha dado tres días de permiso. ¡Qué lástima no estar en Malpartida para disfrutarlos junto al amor de su vida! Es lo que dice el mañego en su carta, lo que hace es bien diferente: ha invitado a Dolors a ver una función de varietés que ponen en el Recreatiu, luego han estado tomando copas por los bares de mala reputación del puerto y han terminado en un cuchitril que le ha costado dos duros.
   Consuelo le contesta que se alegra mucho de que sea cabo… y poco más. Las cartas de la joven son cada día más cortas e inexpresivas, como si no supiera qué decirle. En cambio, su madre le cuenta que ya lleva las cuentas del tío Bronchales y que resulta increíble que, alguien con tan pocos conocimientos como el usurero, haya podido amasar la fortuna que tiene. También ha descubierto lo que quizá fuera el motivo principal por el que el tío Dimas ha querido contratarla. Resulta que el prestamista se ha enterado, a su edad, que existe algo llamado interés compuesto que para su negocio puede ser un filón aurífero. Le ha tenido que explicar que ese concepto se refiere a cuando los intereses generados por una inversión se añaden al principal y, por tanto, dichos intereses generan también intereses. Esto hace que la deuda crezca más rápido y que la ganancia para el que presta sea mayor. Su madre acaba el relato contándole como le echó un jarro de agua fría al usurero al explicarle que el Código Civil de 1889 fijó el interés de los préstamos en el tipo anual del 6%, y que el interés compuesto es una práctica prohibida.
  La primavera ha dejado rápidamente paso al verano que es tórrido en Malpartida y bastante más suave en Palma por la influencia del mar. Afortunadamente para Consuelo, quedaron atrás los tiempos en que su madre la obligaba a ir al campo a vigilar a los braceros y no tiene que sufrir el calor que castiga las comarcas extremeñas. Ahora pasa casi todo el día en casa, que al ser un edificio de gruesos muros, altos techos y que da a dos calles es bastante fresco por lo que el calor es tolerable. Reparte su tiempo entre realizar los quehaceres domésticos, tener al día las cuentas familiares y… pasear y conversar con el placentino Luis, cuyas visitas ya no solo se circunscriben a los domingos. Ahora llega los sábados y los pasa casi todo el día haciendo compañía a la muchacha. Por las noches el vaquero ha encontrado acomodo en casa de la tía María. Y los domingos los pasan juntos hasta que el joven regresa a Plasencia. Lo de guardar la ausencia se está quedando en los huesos, y lo que es peor: las dudas de Consuelo, dado el tiempo que le resta de mili a su novio, son cada vez mayores.

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro I de Los Carreño, publicaré el episodio
37. La prueba del nueve