Sergio ha decidido dar
un tajo al nudo gordiano del dilema que le ha estado amargando en los últimos
tiempos. Lorena es lo más importante para él y todo lo demás: familia,
estudios, futuro queda arrumbado. No piensa regresar a Madrid, hará lo que le
pide su amada, se quedará en el pueblo. Así se lo asegura a la joven una y otra
vez:
- Mi amor, sólo de pensar que puedo perderte me vuelve loco.
Quiero tenerte a mi lado, quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. Me quedo
en el pueblo, buscaré un trabajo y en cuanto gane el suficiente dinero te
pediré que vengas a vivir conmigo.
- ¡Qué alegrón me das, cariño! Ahora sí que demuestras que
me quieres de verdad. Este es el hombre del que me enamoré locamente. ¿Ya se lo
has dicho a tus padres?
- Les he escrito una carta, ¿quieres leerla?
Lorena lee la
carta:
Queridos padres: Lo primero que voy a
deciros es que os quiero mucho y que nunca podré pagar lo mucho que habéis
hecho por mí. Os digo esto por si os sirve de consuelo y porque sé que lo que
voy a contaros os va a disgustar.
Sabéis que estoy enamorado hasta el alma de
Lorena, la maravillosa chica de que os hable. Cuando no la veo, cuando no estoy
a su lado, cuando no oigo su risa y sus palabras parece que me falta el aire.
No puedo vivir sin ella. Por eso he decidido no volver a Madrid y quedarme en el
pueblo. De momento voy a estar con el abuelo, pero pienso buscar trabajo y en
cuanto lo tenga alquilaré un piso y le pediré a Lorena que viva conmigo. Espero
que me diga que sí, me hará el hombre más feliz del mundo.
Os pido que me comprendáis y me perdonéis. Y
no dudéis que os sigo queriendo más que nunca.
Vuestro hijo Sergio.
El chico se queda
mirando a su amada y pregunta con cierta timidez:
- ¿Qué te parece?
- Guay, me parece guay. Qué bien escribes, podrías ser
novelista. Yo pondría otra cosa para que se quedaran un poco más tranquilos.
Les diría que no renuncias a tu carrera y que en cuanto puedas reanudarás los
estudios.
- Pero sin dejarte – puntualiza Sergio.
- Claro, mi vida. Nosotros no nos separaremos nunca –
asevera Lorena en una afirmación de la que no está tan segura -. Y tu abuelo,
¿qué te ha comentado de lo nuestro?
- Todavía no se lo he dicho. Voy a hacerlo esta noche. ¿Y
tus padres, qué piensan de que vayamos a vivir juntos?
- Me pasa como a ti, pero no es algo que me preocupe. Digan
lo que digan me lo voy a pasar por el forro.
El señor Andrés el
Punchent escucha atentamente y cuando el nieto termina su relato, se toma un
tiempo para formular su opinión. Lo primero que hace es intentar cambiar la
decisión de Sergio.
- Déjame decirte que la determinación que has tomado es,
como poco, un tanto temeraria. Dices que te vas a quedar en el pueblo. Ese es
el menor de los problemas, si quieres puedes vivir conmigo, pero tú sólo, no
con un chica con la que no estés casado. Perdóname, pero estoy chapado a la
antigua y hay cuestiones que ni entiendo ni apruebo. Otra cuestión que veo
espinosa es lo de buscar trabajo, ¿de qué?, ¿qué sabes hacer?, ¿crees que sin
tener un oficio o un título encontrarás trabajo fácilmente?
- Lorena me ha dicho que en la construcción hay trabajo para
todo el mundo.
- Para trabajar en la obra hay que ser albañil, fontanero,
escayolista, carpintero; en definitiva, tener un oficio, ¿tú que eres o qué
sabes hacer?
- Sé bastante de electricidad, podría trabajar de instalador
electricista.
- Suponiendo que encuentres trabajo de electricista, que es
mucho suponer, sigue habiendo dos
problemas y muy gordos. ¿Has pensado en el enorme disgusto que vas a dar a tus
padres?, ¿has valorado que les vas a amargar la vida? Y por otra parte, ¿qué
hay de tus estudios, de tu carrera, de tu ilusión de ser ingeniero? ¿Todo eso
lo vas a tirar por los suelos?
- Mira, abuelo, toda esa retahíla de preguntas que me haces
ya me las he planteado una y mil veces y la respuesta siempre es la misma.
Entre disgustar a mis padres y perder a Lorena, lo siento por ellos, pero me
quedo con Lorena. Entre continuar mi carrera y dejar a Lorena, al diablo con la
carrera. ¿De qué me valdría ser ingeniero y no ser feliz?
- Bueno, hijo – el abuelo decide no forzar la mano -, parece
que lo tienes todo muy meditado. Sabes que siempre podrás contar conmigo, pero
te vuelvo a pedir que antes de dar el paso lo pienses detenidamente. Y no lo
hagas ni a la buena de Dios ni por orgullo porque puedes hace un pan como unas
hostias.
Lorena todavía no
les ha dicho nada a sus padres sobre irse a vivir con Sergio. Piensa hacerlo en
el último momento. En cambio, si lo comenta con sus amigas más íntimas, entre
las que hay variedad de opiniones.
- Estás loca, Lorena, ¿irte a vivir con ese pardillo?, pero
si no le quieres – afirma Anabelén.
- Pues yo creo que lo que piensa hacer Lorena es guay. ¿Os
imagináis?, ser la señora de tu casa, no tener que dar cuentas a nadie y
disponer a tu antojo de un chorbo que besa el suelo que pisas y que está
dispuesto a partirse el lomo para que vivas como una reina. Un chollo como ese
para mí lo quisiera – comenta Verónica.
- Yo creo que las dos tenéis algo de razón. Lo que dice
Verónica es como el guión de una película de amor en tecnicolor, sólo tiene un
pero que lo acaba de apuntar Anabelén, que no le quieres. ¿Serás capaz de
meterte todos los días en la cama con un tío que no te da ni frío ni calor? –
pregunta Maribel.
- No os voy a mentir, es cierto que no estoy enamorada de
él, pero Sergio es un cielo. Es un chico tierno, cariñoso, incapaz de engañarme
y que, como habéis dicho, se partirá el alma trabajando para que no me falte de
nada. Si conocéis una salida mejor decídmelo.
- ¿Y qué pasará cuando vuelva Maxi? – la pregunta de Maribel
pone un rictus de despecho en el semblante de Lorena.
- Cuando vuelva el cerdo de Maxi, y con él la puta de
Mariasun, no pasará nada. Ese es un capítulo de mi vida que está muerto y
enterrado – es la acerada respuesta de Lorena y, para que no se le note su crispación,
cambia de registro -. Oye, Vero, ¿te acordarás de recordarle a tu tío Francisco
que si le puede encontrar un curro a Sergio?
- Descuida, esta misma noche se lo digo.
La determinación
del joven ha supuesto para sus padres un terrible mazazo. No saben cuál de las
decisiones de su hijo les resulta más dolorosa y todas juntas son como una
carga explosiva que dinamita todos sus sueños y proyectos. Le han razonado, le
han expuesto argumentos de todo tipo para que vea el increíble disparate que va
a cometer. Han instado, rogado, suplicado, amenazado; todo ha sido en balde.
Sergio no da su brazo a torcer, la pasión que siente por la muchacha puede más
que las desesperadas súplicas de su madre, que los serenos razonamientos de su
padre. Está consternado por darles tamaño disgusto, pero su decisión no tiene
vuelta atrás.
El único consuelo
que les queda a los padres es la vaga promesa del chico de que, en algún
momento que no precisa, piensa terminar la carrera. Lo que por ahora parece ser
una decisión inquebrantable es que deja los estudios, se queda en Senillar, se
va a poner a trabajar y en cuanto gane su primer jornal alquilará un
apartamento, en el que vivirá con Lorena. Punto final. Por fin ha decidido cortar el nudo gordiano
que atenazaba su vida.