"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 3 de enero de 2014

2.38. El nudo gordiano

   Sergio ha decidido dar un tajo al nudo gordiano del dilema que le ha estado amargando en los últimos tiempos. Lorena es lo más importante para él y todo lo demás: familia, estudios, futuro queda arrumbado. No piensa regresar a Madrid, hará lo que le pide su amada, se quedará en el pueblo. Así se lo asegura a la joven una y otra vez:
- Mi amor, sólo de pensar que puedo perderte me vuelve loco. Quiero tenerte a mi lado, quiero pasar el resto de mi vida junto a ti. Me quedo en el pueblo, buscaré un trabajo y en cuanto gane el suficiente dinero te pediré que vengas a vivir conmigo.
- ¡Qué alegrón me das, cariño! Ahora sí que demuestras que me quieres de verdad. Este es el hombre del que me enamoré locamente. ¿Ya se lo has dicho a tus padres?
- Les he escrito una carta, ¿quieres leerla?

   Lorena lee la carta:
   Queridos padres: Lo primero que voy a deciros es que os quiero mucho y que nunca podré pagar lo mucho que habéis hecho por mí. Os digo esto por si os sirve de consuelo y porque sé que lo que voy a contaros os va a disgustar.
   Sabéis que estoy enamorado hasta el alma de Lorena, la maravillosa chica de que os hable. Cuando no la veo, cuando no estoy a su lado, cuando no oigo su risa y sus palabras parece que me falta el aire. No puedo vivir sin ella. Por eso he decidido no volver a Madrid y quedarme en el pueblo. De momento voy a estar con el abuelo, pero pienso buscar trabajo y en cuanto lo tenga alquilaré un piso y le pediré a Lorena que viva conmigo. Espero que me diga que sí, me hará el hombre más feliz del mundo.
   Os pido que me comprendáis y me perdonéis. Y no dudéis que os sigo queriendo más que nunca.
   Vuestro hijo Sergio.

   El chico se queda mirando a su amada y pregunta con cierta timidez:
- ¿Qué te parece?
- Guay, me parece guay. Qué bien escribes, podrías ser novelista. Yo pondría otra cosa para que se quedaran un poco más tranquilos. Les diría que no renuncias a tu carrera y que en cuanto puedas reanudarás los estudios.
- Pero sin dejarte – puntualiza Sergio.
- Claro, mi vida. Nosotros no nos separaremos nunca – asevera Lorena en una afirmación de la que no está tan segura -. Y tu abuelo, ¿qué te ha comentado de lo nuestro?
- Todavía no se lo he dicho. Voy a hacerlo esta noche. ¿Y tus padres, qué piensan de que vayamos a vivir juntos?
- Me pasa como a ti, pero no es algo que me preocupe. Digan lo que digan me lo voy a pasar por el forro.

   El señor Andrés el Punchent escucha atentamente y cuando el nieto termina su relato, se toma un tiempo para formular su opinión. Lo primero que hace es intentar cambiar la decisión de Sergio.
- Déjame decirte que la determinación que has tomado es, como poco, un tanto temeraria. Dices que te vas a quedar en el pueblo. Ese es el menor de los problemas, si quieres puedes vivir conmigo, pero tú sólo, no con un chica con la que no estés casado. Perdóname, pero estoy chapado a la antigua y hay cuestiones que ni entiendo ni apruebo. Otra cuestión que veo espinosa es lo de buscar trabajo, ¿de qué?, ¿qué sabes hacer?, ¿crees que sin tener un oficio o un título encontrarás trabajo fácilmente?
- Lorena me ha dicho que en la construcción hay trabajo para todo el mundo.
- Para trabajar en la obra hay que ser albañil, fontanero, escayolista, carpintero; en definitiva, tener un oficio, ¿tú que eres o qué sabes hacer?
- Sé bastante de electricidad, podría trabajar de instalador electricista.
- Suponiendo que encuentres trabajo de electricista, que es mucho suponer,  sigue habiendo dos problemas y muy gordos. ¿Has pensado en el enorme disgusto que vas a dar a tus padres?, ¿has valorado que les vas a amargar la vida? Y por otra parte, ¿qué hay de tus estudios, de tu carrera, de tu ilusión de ser ingeniero? ¿Todo eso lo vas a tirar por los suelos?
- Mira, abuelo, toda esa retahíla de preguntas que me haces ya me las he planteado una y mil veces y la respuesta siempre es la misma. Entre disgustar a mis padres y perder a Lorena, lo siento por ellos, pero me quedo con Lorena. Entre continuar mi carrera y dejar a Lorena, al diablo con la carrera. ¿De qué me valdría ser ingeniero y no ser feliz?
- Bueno, hijo – el abuelo decide no forzar la mano -, parece que lo tienes todo muy meditado. Sabes que siempre podrás contar conmigo, pero te vuelvo a pedir que antes de dar el paso lo pienses detenidamente. Y no lo hagas ni a la buena de Dios ni por orgullo porque puedes hace un pan como unas hostias.

   Lorena todavía no les ha dicho nada a sus padres sobre irse a vivir con Sergio. Piensa hacerlo en el último momento. En cambio, si lo comenta con sus amigas más íntimas, entre las que hay variedad de opiniones.
- Estás loca, Lorena, ¿irte a vivir con ese pardillo?, pero si no le quieres – afirma Anabelén.
- Pues yo creo que lo que piensa hacer Lorena es guay. ¿Os imagináis?, ser la señora de tu casa, no tener que dar cuentas a nadie y disponer a tu antojo de un chorbo que besa el suelo que pisas y que está dispuesto a partirse el lomo para que vivas como una reina. Un chollo como ese para mí lo quisiera – comenta Verónica.
- Yo creo que las dos tenéis algo de razón. Lo que dice Verónica es como el guión de una película de amor en tecnicolor, sólo tiene un pero que lo acaba de apuntar Anabelén, que no le quieres. ¿Serás capaz de meterte todos los días en la cama con un tío que no te da ni frío ni calor? – pregunta Maribel.
- No os voy a mentir, es cierto que no estoy enamorada de él, pero Sergio es un cielo. Es un chico tierno, cariñoso, incapaz de engañarme y que, como habéis dicho, se partirá el alma trabajando para que no me falte de nada. Si conocéis una salida mejor decídmelo.
- ¿Y qué pasará cuando vuelva Maxi? – la pregunta de Maribel pone un rictus de despecho en el semblante de Lorena.
- Cuando vuelva el cerdo de Maxi, y con él la puta de Mariasun, no pasará nada. Ese es un capítulo de mi vida que está muerto y enterrado – es la acerada respuesta de Lorena y, para que no se le note su crispación, cambia de registro -. Oye, Vero, ¿te acordarás de recordarle a tu tío Francisco que si le puede encontrar un curro a Sergio?
- Descuida, esta misma noche se lo digo.

   La determinación del joven ha supuesto para sus padres un terrible mazazo. No saben cuál de las decisiones de su hijo les resulta más dolorosa y todas juntas son como una carga explosiva que dinamita todos sus sueños y proyectos. Le han razonado, le han expuesto argumentos de todo tipo para que vea el increíble disparate que va a cometer. Han instado, rogado, suplicado, amenazado; todo ha sido en balde. Sergio no da su brazo a torcer, la pasión que siente por la muchacha puede más que las desesperadas súplicas de su madre, que los serenos razonamientos de su padre. Está consternado por darles tamaño disgusto, pero su decisión no tiene vuelta atrás.   
   El único consuelo que les queda a los padres es la vaga promesa del chico de que, en algún momento que no precisa, piensa terminar la carrera. Lo que por ahora parece ser una decisión inquebrantable es que deja los estudios, se queda en Senillar, se va a poner a trabajar y en cuanto gane su primer jornal alquilará un apartamento, en el que vivirá con Lorena. Punto final.  Por fin ha decidido cortar el nudo gordiano que atenazaba su vida.