"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 11 de marzo de 2022

Libro III. Episodio 135. Cada uno habla de la feria…

 

   Cada vez es mayor el número de países que se involucran en la guerra, lo que da pie a que uno de los contertulios del casino lance la pregunta de si el gobierno español seguirá el mismo camino.

   -Si lo hiciera demostraría que no tiene ni un gramo de sentido común –declara el doctor Lavilla-. A nosotros no se nos ha perdido nada en esa carnicería.

   -Entonces, ¿por qué los italianos, un pueblo con fama de pacífico, se han metido en la guerra? –quiere saber Carreño.

   -Según he leído en el ABC parece que el gobierno italiano ha estado negociando con ambos bandos con el objetivo de completar la unión de los territorios de población de lengua italiana y al mismo tiempo conseguir fronteras de más fácil defensa. Alemanes y austro-húngaros les prometieron unos territorios muy exiguos por lo que Italia, para conseguir lo que buscaba, ha terminado comprometiéndose con la Entente –explica Liaño.

   A Julio lo que le preocupa es que el ejemplo de Italia arrastre al gobierno de turno, pues los gobernantes españoles suelen mostrarse inseguros en política internacional. Queda algo más tranquilo cuando días después la Presidencia de Gobierno publica una nota en la que se reafirma la neutralidad de España.

   -Que sigamos neutrales, que eso es un chollo –afirma Julio, porque a él le está yendo muy bien el conflicto con la compraventa de ganado.

   En efecto, la contienda está siendo una bicoca para todos aquellos que tienen algo que vender, no importa lo que fuere, puesto que las potencias beligerantes lo compran todo sin reparar en gastos. Con lo cual los precios se disparan y la inflación sube como la espuma. En contraposición, para aquellos que nada pueden vender salvo su trabajo la guerra es un castigo porque los salarios crecen a un ritmo mucho menor que los precios, con lo cual el poder adquisitivo se debilita día a día. Otra dramática consecuencia de la guerra es que los productos de primera necesidad escasean y se encarecen lo que provoca motines y conflictos laborales protagonizados por los dos grandes sindicatos, la CNT y la UGT, que reclaman aumentos salariales.

   A los Carreño los problemas bélicos les quedan grandes, en cambio situaciones mucho más caseras les plantean problemas. El que tienen hoy es que la dependienta de la droguería, Antonina, embarazada del que será su segundo hijo, ha de causar baja porque está en vísperas de llegar a término. Es lo que comenta Julia a su marido.

  -Bueno, pues habrá que buscarle un sustituto –admite Julio-. Aunque mejor una sustituta, que las mujeres cobran menos –puntualiza.

  -Lo que no deja de ser una injusticia flagrante –se lamenta Julia.

  -Es posible, pero siempre ha sido así y siempre lo será –replica el marido, al tiempo que piensa que su esposa es demasiado liberal. Si la oyeran en el casino más de uno se escandalizaría. A buen seguro que esas ideas se las ha inculcado mi madre, sospecha.

   -Eres un carca, marido, estoy convencida de que eso cambiará algún día. Quizá cuando las mujeres tengamos derecho al voto. Ah, el recambio de Antonina tendrás que buscarlo tú, estos días ando de cabeza con la finalización de las obras de casa de los Viqueira.

   -No te preocupes, yo me encargo. Hablando de los Viqueira, ¿has vuelto a ver al pisaverde de Cortés?

   -Le veo a menudo cuando visito la obra. No lo reconocerías, ¿te acuerdas de lo chulo y lo arrogante que era? Pues ahora es más bien un pobre hombre a quien su suegro trata con la punta de la bota y lo tiene acoquinado. Me han contado que al principio de su casamiento con la hija de Viqueira pretendió llevar la misma vida de antes, golfear todo el día sin darle un palo al agua y tirarle los tejos a toda mujer que se cruzara en su camino. Pues bien, dicen las malas lenguas que el portugués encargó a un par de compatriotas que le explicaran que en casa de los Viqueira ese modo de vida era inaceptable. No se sabe que clase de explicación le dieron, se rumorea que una buena paliza, pero el resultado fue que le cortaron las garras al león, que ahora más bien parece un cachorro asustadizo.

   Julio ha estado buscando el reemplazo de Antonina y le ha costado encontrar una dependienta que se adapte al perfil que tienen en mente: que sea joven, con buena facha, que tenga desparpajo, que sonría fácilmente, que sepa leer, escribir y las cuatro reglas y mejor si es soltera y sin compromiso. Después de entrevistar a muchas candidatas al final encuentra lo que busca. Mercedes se llama la candidata elegida aunque, como ella indica, prefiere que le llamen Merche.

   -Tenemos sustituta de Antonina, pasado mañana la reemplazará. O mucho me equivoco o creo que he dado en el blanco. Cumple con todos los requisitos del perfil que habíamos trazado, quizá es algo más joven de lo que teníamos pensado, pero por lo demás puede valer. Échale un vistazo cuando venga y ya me dirás qué te parece –explica Julio a su esposa.

   Dos días después aparece por la droguería la tal Merche que es como Julio la había descrito: joven, con un talle que Julia envidia, descarada como ella sola, sonriente y que trae un certificado de haber completado con éxito los estudios primarios; es soltera y asegura que no tiene novio, algo que pone en duda la siempre suspicaz Lupe…

   -No solo es demasiado desenvuelta sino que le gusta coquetear hasta con las farolas de la Plaza Mayor. Que una jovenzuela así no tenga quien la corteje no se lo cree ni el Bobo de Coria.

   -Mientras sea una buena vendedora, lo demás no importa –sentencia la jefa que tiene otras preocupaciones en mente pues vuelve a estar embarazada.

   En esta ocasión ya no hay nadie del entorno familiar a quien le parezca mal la preñez de Julia, al menos es lo que dicen. Todos han asumido que los Carreño tendrán tantos hijos como Dios quiera mandarles, por tanto nada que oponer, aunque doña Pilar no ha podido contener un comentario irónico.

   -El embarazo es natural, es un año par –aludiendo que desde 1906, en que nació el primogénito, cada dos años, mes arriba mes abajo, Julia trae un nuevo retoño al mundo.

   A pesar de que este será su sexto hijo, si el embarazo llega a término, ninguno de ambos padres les ha explicado a los niños que en breve un nuevo hermanito o hermanita vendrá a vivir con ellos. En esta ocasión es Julia la que decide hacerlo. No se propone explicarles cómo se engendran los niños, todavía son demasiado críos para ello, pero sí que se vayan haciendo a la idea de lo que está por venir.

   -Niños, escuchad: el papá y yo hemos creído que sería bueno que tuvierais un nuevo hermanito y estamos a punto de pedírselo a Dios. ¿Qué os gustaría que fuese hermanito o hermanita?

   Los niños quedan callados pues salvo los tres mayores lo del nuevo hermanito no acaban de entenderlo. Nadie dice nada hasta que Pili, la más descarada, se arranca.

   -Y Paca, ¿qué dice?

   -¿Qué tiene que ver Paca con un nuevo hermanito? –inquiere, sorprendida, Julia.

   -Porque papá se irá de viaje, tú te marcharás a la tienda y, al final, será Paca quien tendrá que cuidarlo.

   Julia no puede por menos que sonreír, a la mayor de sus hijas lo que es caletre no le falta. Pese a que solo tiene siete años, camino de los ocho, es capaz de anticipar lo que efectivamente ocurrirá.

   En marzo, un nuevo país entra en la contienda, pues Alemania declara la guerra a Portugal y, aunque la participación de los lusos es irrelevante dado su exiguo potencial bélico y económico, el hecho tiene un enorme eco en España dada la vecindad de ambos países. De ello se discute en la tertulia.

   -¿Y por qué se han metido los portugueses en la guerra? –pregunta Julio a quien todo lo que pueda alterar la marcha del conflicto le preocupa.

   -Como es bien sabido –contesta Liaño-, Portugal es un aliado tradicional del Reino Unido y, como los lusos todavía tienen importantes colonias en África, los británicos les solicitaron, al principio de la contienda, ayuda y protección para sus colonias en África, por lo que en años pasados se han producido enfrentamientos con las tropas alemanas en el sur de Angola que limita con el África alemana del sudeste. Al final, los teutones se han cansado y les han declarado la guerra. Pues bien, salvo lo que puedan hacer los portugueses en esa parte de África no creo que puedan aportar mucho más a la contienda.

   -Comandante, ¿lo que a mí me gustaría saber es qué hará nuestro gobierno ahora que los portugueses se han sumado a la gresca?, ¿seguiremos neutrales? –quiere saber el letrado.

   -Mi querido don Mauricio –El tonillo sarcástico de Liaño anuncia una respuesta hiriente-, acabo de explicar las más que probables causas del por qué del rifirrafe luso-alemán, pero mi caletre todavía no alcanza a discernir lo que pueda llevar a cabo nuestro gobierno porque eso pertenece al dominio de las bolas de cristal de los videntes y, como no me preste la suya, no tengo respuesta que ofrecer.

   -Yo si la tengo –tercia el doctor Lavilla sin ningún tipo de ironía-, como nosotros no tenemos colonias, porque ni al Protectorado ni al pedazo de desierto que es Ifni se les pueden calificar como tales, no vamos a tener roces con ninguno de los contendientes; por consiguiente, lo más razonable que puede hacer nuestro gobierno es mantener al país como estaba; o séase, continuar con la neutralidad, entre otros motivos, porque como no me canso de repetir en esa guerra no se nos ha perdido nada.

   -¡Uf!, que peso me quita de encima, don Enrique –exclama Julio-. Porque como neutrales nos está yendo bien, pero si nos metemos en la bronca Dios sabe qué nos puede pasar.

   -Te estará yendo bien a ti –objeta Galiana- pues, según cuentan, desde que te has hecho chalán apaleas los duros como si fuesen guijarros de río. Los que solo podemos ceñirnos a lo que vendemos en la tienda no lo estamos pasando tan bien que digamos -Julio opta por no contestar, tampoco hay nadie que quiera meterse en una discusión entre ambos comerciantes pues piensan que cada uno habla de la feria según le va en ella.

 

PD. Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro III, Los hijos, dela novela Los Carreño, publicaré el episodio 136. Un problema de faldas