"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 4 de octubre de 2013

2.12. ¿Hace una apuesta?

   Sergio vuelve a estar en la playa al día siguiente de su penosa experiencia, en la que a punto estuvo de pringarse, por culpa de la descocada manera de conducirse del putón verbenero de Mariasun, así la ha calificado. Se ha dicho a sí mismo que hoy sin falta ha de abordar a Lorena. Cuando ve llegar a la muchacha, junto a sus amigas, da un paso adelante, pero su intención se disuelve como una burbuja de lluvia primaveral al descubrir con pavor que Mariasun se dirige en su busca. Se levanta de un salto, coge apresuradamente la esterilla de mimbre, la toalla, la crema bronceadora y el libro que ha estado leyendo y sale disparado sin mirar atrás. No le importa lo que puedan decir de su escapada. Todo vale antes de que aquella calientapollas le ponga la mano encima.

   La espantada de Sergio está siendo motivo de las chirigotas de la pandilla que especialmente se ceban con Mariasun.
- Lo tuyo es de campeonato, tía. No sé qué le hiciste ayer al pichafloja del madrileñito, pero en cuanto te ha visto ha huido como un conejo.
- Si a todos te los ligas así no te vas a comer una rosca en todo el verano.
- Como no te pongas de rebajas como el Corte Inglés te vas a quedar sin un tronco al que echarle la zarpa.
   Para tapar bocas y rebajar la general rechifla, Mariasun hace sus amigas una revelación. Sabe cuánto les gustan los cotilleos y más si atañen al sexo.
- ¿Sabéis una cosa de ese pasmao? Anoche mientras bailábamos le arrimé la mandarina y se le puso más dura que una piedra. Por un momento creí que iba a correrse. Y no creáis, por el bulto me pareció que está bien armado, pero en algo tenéis razón, es un flojeras, al cabo de un ratito se le quedó morcillona. No creo que nadie saque nada de ese capullo, pero si alguna se anima lo puede intentar. Yo no pienso dedicar a ese sieso ni un minuto más.

   Lorena, que tiene enfilada a Mariasun, recoge el guante:
- Lo que pasa es que no sabes cómo manejar a un tío como ese. Te aseguro que, como me lo proponga, a ese chorbo le puedo tener comiendo de la mano en menos de una semana. ¿Hace una apuesta? – pregunta mirando a Mariasun.
- ¿Qué nos jugamos? - Es la respuesta de la aludida.
- La que pierde se paga unas rondas en casa Chelo.
- Unas rondas, pero sin barra libre, eh – precisa Mariasun.
- Hecho, y ve guardando pasta para pagar el pedo que nos vamos a coger – anticipa Lorena, como muy segura de sus posibilidades.
- ¿Te lo piensas tirar? – quiere saber la cotilla de Anabelén.
- Si hace falta echar un quiqui me sacrificaré, pero igual no es necesario. Lo que pienso hacer es ligármelo, le haré creer que estoy loquita por sus huesos y luego lo dejaré tirado como una colilla. Nos vamos a reír mogollón.

   Un día más Sergio vuelve a la playa, hay pocos más sitios en Senillar dónde ir en verano, pero se oculta de las miradas ajenas tras un tenderete de helados. Considera que allí está a salvo de las acometidas de la loca de Mariasun. Lo que menos podía esperar es que quien se le acerca esta vez es Lorena. La jovencita en plan modoso y hasta algo compungido lo aborda.   
- Perdona, ¿puedo hablar contigo un momento? – sin esperar respuesta continúa -. Verás, me lo han pedido las amigas, queremos pedirte disculpas por el comportamiento de Mariasun. Es una borde y una pringada. No sé qué opinión te habrás formado de las pibas de aquí, pero quiero decirte que la mayor parte; bueno, ninguna es como esa cabeza loca. He querido decírtelo porque no soporto la idea de que pienses que las demás somos tan ordinarias y descaradas como ella. Sólo quería decirte eso. Adiós.
   Apenas la jovencita ha dado tres pasos cuando Sergio reacciona, se levanta como un resorte y corre tras ella.
- Por favor, espera un momento. No quiero que te vayas sin darte las gracias. Ha sido muy guay y muy valiente por tu parte contármelo. Ah, me llamo Sergio – y le tiende la mano.
- Hola Sergio. Yo me llamo Lorena. Nos dijo la tontorrona de Mariasun que eres de Madrid. ¿Es verdad?

   Es la excusa que necesitaba el muchacho para soltar el lastre de su timidez. Casi sin darse cuenta, se encuentra sentado en la ajustada superficie de la esterilla y a su lado, ¡benditos sean los hados!, la jovencita más maravillosa del mundo está charlando con él con toda naturalidad, como si se conocieran de siempre. Y nada que ver con la descarada de la otra. Lorena parece ser una chica simpática, modosa, muy normalita y que más que charlar por los codos sabe escuchar atentamente. Cuando Sergio le cuenta que también él es medio senillarense el diálogo se hace más fluido por momentos.
- ¿O sea, que tu familia es de aquí? ¡Qué guay! Cuéntame cómo es eso.
- De aquí es la familia de mi madre. Mi abuelo es Andrés Roca, seguramente lo conocerás por su apodo, el Punchent.
- Lo conozco, aunque creo que nunca he hablado con él, pero sé quién es y hasta donde vive. Bueno, eso en un pueblo pequeño como éste es lo normal, aquí, aunque sólo sea de vista, nos conocemos todos. En cambio, a ti no te había visto nunca.
- Es que vivo en Madrid y al pueblo sólo me traían mis padres de vez en cuando, pero como murió la abuela ahora paso las vacaciones con el abuelo.
- Que envidia me das, lo chulo que debe de ser vivir en una gran ciudad como Madrid. ¿Y qué haces, estudias o trabajas?

   A partir de la pregunta, clásica donde las haya durante generaciones, surge otro Sergio: aplomado, parlanchín, desenvuelto y hasta gracioso. Tiene mucho que contar, sobre su vida, sus estudios, lo que piensa ser de mayor… En el transcurso de la charla hasta descubren que sus madres fueron a la escuela del pueblo en los mismos años, por lo que han de conocerse. En una pausa de la charla, Lorena se queja del mucho calor que hace y Sergio sugiere que en el agua estarán mejor. Sin dudarlo, ambos se sumergen en el mar. En efecto, dentro la calorina es mucho menor. Sergio la reta a una carrera. Enseguida ve que no ha sido buena idea, Lorena nada rematadamente mal y en cuanto da unas cuantas brazadas traga un sorbo de agua y comienza a toser. Salen del mar y, para reparar su error, la invita a un helado. Sentados en la heladería, y con Sergio hablando por los codos ante la atenta actitud de Lorena, discurre la mañana que para el muchacho ha sido la más maravillosa de todos cuantos veranos recuerda.

   Aquella noche, en la amplia y destartalada habitación en la que duerme Sergio, el muchacho no hace más que repetir: ¿será posible que una chica tan maravillosa me esté haciendo caso?