"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Libro II. Episodio 111. Al fin se quitó la careta

   La mañana del domingo aparentemente discurre para Julia al igual que siempre. Asiste a misa en compañía de Pilar y Julio, toman el aperitivo en el Novedades y almuerzan fuera. En cuanto regresan a casa se disculpa, quiere echarse una pequeña siesta. Lo cierto es que no tiene sueño, pero prefiere estar sola, todavía está sopesando si acudir o no a la invitación que, a través de Toni, le han hecho los Viqueira. Sobre las cinco y algo oye la aldaba del portón, se asoma a la ventana y ve que en el umbral hay dos jóvenes aguardando a que abran, uno es Toni. Al poco suenan unos golpecitos en su puerta.

   -Julia, bajo hay dos caballeretes que preguntan por ti. Dicen que han venido para acompañarte a la reunión de esta tarde en casa de los señores Viqueira. ¿Qué les digo? –Es Pilar quien pregunta. Julia ya no vacila, tiene que salir de dudas de una vez por todas.

   -Dígales que me arreglo y en unos minutos bajo.

   En el trayecto hasta la casa de la familia portuguesa, Toni se comporta educadamente lo que hace crecer las expectativas de la joven de que no es tan malo como lo pintan. Les recibe Assunçao Viqueira, joven de una belleza sensual, con unos ojos negros como carbones, labios carnosos y un cuerpo curvilíneo. La lusitana acoge a Julia con un saludo correcto, pero frío. En cuanto comienza el sarao, Toni saca a bailar a la anfitriona para después dedicar toda su atención a la joven chinata.

   -Paloma mía, si no te lo digo reviento, me moría de ganas de volver a tenerte entre mis brazos. Y todavía deseo más volver a saborear tus labios, sentir como late tu corazoncito cuando te abrazo, cuando te acaricio…

   -Para, Toni, por favor. No sigas por ahí. Esa no es forma de hablar a una muchacha decente, ¿pero quién te has creído que soy?, ¿una cualquiera?

   -Sé bien quien eres. Eres la mujer que me quita el sueño, que me vuelve loco, que se ha adueñado de mi corazón y que no puedo quitarme de la cabeza. Y no tienes por qué escandalizarte, todo cuanto te digo me sale del alma a borbotones, como si fueran las aguas de un torrente desbordado.

   Julia está hecha un verdadero lío, no sabe qué pensar, lo que está oyendo solamente lo dice un hombre enamorado, ¡Toni la quiere!, y la constatación provoca que todos sus sentidos se disparen. Entrecierra los ojos, olisquea el discreto aroma del agua de colonia que usa el joven, la boca se le reseca, sus oídos se apoderan de todas y cada una de las palabras que susurra el galán, y sus manos acarician el cuello del joven. ¡Me quiere, me quiere!, repite una y otra vez. En un breve intermedio piensa que si la quiere, como dan a entender sus palabras, la respetará, protegerá su honra y buena fama, tendrá en cuenta que es de vidrio la mujer. No puede seguir meditando porque llega Toni con un bol de un líquido ambarino. Julia, recordando lo fácil que se le suben los licores a la cabeza, pregunta:

   -Eso no tendrá alcohol, lo digo porque no me sienta nada bien.

   -Es el genuino ponche para señoritas; es decir: agua, azúcar y limón –Lo que no dice Toni es que le ha añadido un chorrito de ron de una petaca que siempre lleva. Julia apura el bol de un sorbo pues está acalorada.

   -¿Seguro que solo lleva agua, azúcar y limón?, sabe muy fuerte.

   -¿Cuándo te he mentido, paloma mía? Lo que te digo es el Evangelio. Soy incapaz de engañar, ni en lo más mínimo, a la mujer con la que sueño hasta cuando estoy despierto. Ven a mis brazos que el baile nos espera.

   Julia está en una nube, ¡Toni la quiere, la quiere de verdad! No le extraña cazar más de una mirada de envidia por parte de alguna de las invitadas. Hasta le ha parecido que la tal Assunçao, le mira con cara de pocos amigos. ¡Qué la zurzan, qué las zurzan a todas!, se dice la muchacha. Este hombre es mío y solo mío. Por un momento se fija en Manolo del Pino, el chico le mira con cara de perro pachón, una mirada tan tristona como amarga. ¡Lo siento, Manolo!, le dice mentalmente, pero en los sentimientos no se manda. Se nota acalorada y húmeda, en otras circunstancias estaría abochornada, ahora es la persona más feliz del mundo. De pronto su mirada se cruza con otra en la que no se lee la envidia sino la preocupación, es Maribel Quirós, su única amiga allí, pese a lo cual se sumerge otra vez en la nube rosa en la que está instalada. Toni continúa susurrándole palabras de amor y, baile a baile, la estrecha con más fuerza y la acaricia con más atrevimiento.

   -Vamos a parar un poquito, Toni, estoy muy acalorada, ¿por qué no me traes otro ponche?

   -Tus deseos son órdenes para mí, paloma mía –El hombre, a escondidas, vuelve a verter un chorro de ron en el brebaje que Julia se bebe de un sorbo.

   -¡Qué rico, que bien sienta!

   Al reemprender el baile, Julia, que por un momento parece haber recobrado la lucidez, hace lo que no ha hecho hasta ahora, preguntar.

   -Toni, ¿tú me quieres de verdad?, ¿quieres que sea tu novia en plan formal?

   -¿Pero qué preguntas son esas, paloma? ¿Cuántas veces te he dicho que estoy loquito por ti? ¿Quieres que te lo diga en francés que es el único idioma en el que medio me defiendo?

   -Lo pregunto porque eres demasiado atrevido, a la mujer que se la quiere se la respeta y tú tienes unas manos que no están quietas un momento.

   -¡Y claro que te respeto!, ¿cómo no iba a hacerlo con la mujer de mis sueños hechos realidad?, lo que pasa es que me haces perder la cabeza, me enajenas y acabo no sabiendo lo que hago. Si no te quisiera tanto como te quiero no obraría así.

   -Pero no has hablado de cortejo, de noviazgo, de matrimonio…

   -Huy, huy, huy, no corras tanto, paloma. Esas son palabras muy serias y quedan para la gente mayor. Lo que debe hacer la gente joven como nosotros es disfrutar, pasarlo bien aquí y ahora, y lo que tenga que ser, será.

  -¡Pero Toni! –se escandaliza Julia-, no todo es el presente, también hay que tener en cuenta el mañana y el qué dirán.

   -El mañana está por llegar y el qué dirán me lo paso por el forro. Tú no hagas caso a los demás y haz caso de lo que te digo, paloma mía.

   Aunque el alcohol ingerido comienza a surtir efecto, Julia tiene la suficiente lucidez para estar hecha un lío. Las palabras de Toni y su comportamiento no cuadran. Le dice que está loco por ella, pero sus manos son cada vez más atrevidas y eso no es forma de portarse con la mujer a quien se quiere. Se siente confusa. 

   -Toni, vamos a dejar de bailar. Estoy muy acalorada. ¿Tú sabes donde hay una toilette para refrescarme un poco?

   -Ven conmigo, corazón –el joven, que parece conocer bien la casa, la lleva por un pasillo y abre la puerta de lo que parece ser un dormitorio-. Ahí tienes una jofaina.

   Julia, se lava las manos, se refresca la cara y se echa agua en la nuca, luego se seca con la toalla que hay en el mueble. De improviso, Toni la abraza por detrás y sus manos cubren los pechos de la joven.

   -Me muero de ganas por besar este par de peritas, paloma.

   -¡Pero, Toni, por Dios! –solo es capaz de decir una escandalizada Julia.

   La respuesta del hombre es cogerla en brazos y echarla en la cama, se tiende al lado y la besa una y otra vez; la joven intenta zafarse pero Toni la tiene bien sujeta y no se contenta con los besos, comienza a subirle la falda. Es más de lo que Julia puede soportar.

   -¡¡No, Toni, no sigas, no sigas, para!! –clama a voz en grito sin conseguir que el hombre cese en su intentona pues sus manos ya están acariciando los muslos.

   De pronto, la puerta se abre de un empellón y alguien grita:

   -¡¿Qué está pasando aquí?! –La que ha entrado es la anfitriona y parece encolerizada-. En mi cama no, hasta ahí podríamos llegar. Ya estáis saliendo de aquí cagando leches –Para ser portuguesa maneja el lenguaje barriobajero hispano de manera impecable-. Si queréis follar buscar otro sitio. ¡Fuera!

   Julia se muere de vergüenza, está aturdida por lo sucedido y más aún por lo que hubiera podido pasar si Assunçao no llega a aparecer. Toni, en cambio, ni se ha inmutado, incluso se ha permitido al salir pellizcar la mejilla de la portuguesa. Desnortada, Julia solo piensa en abandonar la casa y alejarse de Toni. Ve a Manolo del Pino y se le acerca.

   -Manolo, no me encuentro nada bien. Podrías hacerme el favor de acompañarme a casa, te lo ruego.

   -Por supuesto, Julia. Dame un segundo –el joven se da media vuelta y al instante regresa con otro joven-. Jorge Escalante nos acompañará. Cuando quieras.

   El regreso a casa se le hace eterno a Julia. Sus acompañantes, que se han dado cuenta de lo alterada que está la muchacha, no la han molestado con sus preguntas, ni siquiera han charlado entre sí. El silencio es como un leve bálsamo para la atribulada chinata de cuya mente no se aparta la escena de lo sucedido en la habitación de la Viqueira.

   -Gracias Manolo, gracias Jorge, habéis sido muy amables –y la muchacha entra en la casa.

   -¿Qué tal el sarao? –le pregunta Pilar al verla.

   -Muy bien, Pilar. No voy a cenar, he picado algo y no tengo hambre, pero estoy cansadísima. Voy a acostarme. Ya le cuento mañana. Buenas noches.

   En cuanto llega a su habitación la joven rompe a llorar a todo trapo. Está literalmente destrozada. Creía que Toni la quería, pero no es así. Se ha quitado la careta y ha demostrado lo que realmente es: un sinvergüenza, un canalla que ha querido deshonrarla. Como ha podido ser tan ingenua y creerse el palabreo galante del rufián. Mucho estoy loquito por ti, eres la mujer de mis sueños, pero lo único que pretendía era abusar de ella. ¡Que cerdo, que ruin, que granuja, que rastrero, que miserable…! A Julia se le agotan los sinónimos. Y sigue llorando como una Magdalena, no solo por la vil conducta de Toni, sino también por el abrupto fin del sueño de haber creído encontrar al hombre de su vida. Se da cuenta que ha pecado de ingenua y de soberbia, con algo más de humildad habría sabido valorar que todos los consejos que le dieron en los últimos días sobre la personalidad de Toni coincidían en que no era persona de fiar, y así ha sido pues al fin se quitó la careta.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 112. ¿Llegó a…?

 

viernes, 17 de septiembre de 2021

Libro II Episodio 110. Es de vidrio la mujer


   La noche del domingo Julia vuelve a dormir mal. Ha seguido dándole vueltas a lo que para ella significa Toni Cortés, y lo que para el galán puede significar ella. ¿Me querrá de verdad?, se pregunta una y otra vez. No me ha pedido que sea su novia, pero me ha dicho que está loco por mí, y eso es tanto como decir que me quiere. Y yo, ¿le quiero? No sé…, pero sí me gusta mucho y me causa sensaciones que hasta ahora no había conocido. Eso tiene que ser amor, ¿qué otro sentimiento podría ser si no?…

   Durante la mañana del lunes, cada vez que Julia oye la campanilla de la puerta mira quién entra en la droguería con una mezcla de temor y expectación, esperando que sea Toni. Un poco antes del mediodía quien aparece es el Bisojo a echar un vistazo a los últimos artículos para la tienda que han llegado. Mientras el viejo droguero inspecciona los nuevos productos, la joven continúa preocupada y abstraída, estado que no se le escapa al viejo.

   -¿Qué te pasa, Julina?, aunque a tu edad lo más probable es que sea un mal de amores –El Bisojo no sabe cuan certera es su suposición, y sorprendentemente la muchacha, que nunca ha hablado con el patrón sobre su vida privada, admite que ese es su problema.

   -Hay un mozo que me lleva a mal traer y no sé qué hacer.

   -Escucha, Julina, no sé mucho de amoríos, y además se me pasó el arroz hace tiempo, por lo que soy la persona menos indicada pa aconsejarte, pero una cosa sí puedo decirte: no se construye un negocio, y donde digo negocio puedes poner un noviazgo, no se construye dando muestras gratis. O sea, que aplícate el cuento.

   Durante la tarde, Julia continúa esperanzada de que Toni aparezca por la tienda en cualquier momento, pero el tiempo transcurre sin que el joven haga acto de presencia. Ni siquiera en la noche está esperándole en la puerta para acompañarla en su regreso a casa. Y lo mismo ocurre en los días siguientes, como si el galán se hubiese esfumado. Julia no deja de culparse por no haber acudido a la cita. La preocupación de la muchacha no se le escapa a Pilar que la conoce como si la hubiese parido.

   -Julia, hija, ¿qué te pasa?, ¿no estás bien?, ¿te encuentras indispuesta o tienes un problema en el trabajo?

  Puesto que, de diversas maneras, la maestra no hay día que no se interese por ella, un mediodía, durante el almuerzo, Julia apunta, solo apunta, que sí está preocupada y hace una pregunta sin entrar en detalles.

   -Pilar, usted que tiene mucha experiencia de la vida, ¿me podría decir si hay alguna regla para saber si un hombre que te requiere va con buenas intenciones o solo pretende pasar el rato?

   Pese a la falta de concreción de la joven, Pilar sospecha sobre quien puede ser el más que probable causante de la preocupación de Julia, y como el tal Toni le pareció desde el primer momento un gavilán, acude en socorro de la paloma.

   -Pues sí la hay, hija, y es tan simple como exacta. Si un hombre te respeta es que va en plan serio. Si no te respeta, solo pretende divertirse. Sobre eso hay un poemilla que escribió Cervantes en el Quijote que es muy ilustrativo al respecto –y la maestra declama-: Es de vidrio la mujer…, no me acuerdo bien cómo sigue. Lo buscaré y te lo copiare. Cervantes como poeta deja que desear, pero la moraleja del poema responde a tu pregunta.

   Por la tarde, Julia continúa con su obsesión mirando a la puerta cada vez que alguien entra y rumiando los consejos que le han ido dando. Se da cuenta de que el Bisojo y doña Pilar, cada uno a su manera, le han dado el mismo consejo: que no se entregue antes de casarse, que la honra de una mujer, una vez que se la han quitado, es irrecuperable. Si Toni vuelve a requerirla, tendrá que decirle que debe respetarla o si no que se busque a otra con la que pasar el rato. Sin embargo, lo que más sigue pesando en el hondón de sus sentimientos es que Toni no ha vuelto a aparecer, y se culpa de ello. Tomó una mala decisión al no ir al merendero y es posible que haya echado a perder lo que podría haber sido el amor de su vida. Pese a todo, sigue sin tener demasiado claro sus sentimientos por el joven. Le gusta, mucho, pero continúa sin saber si eso significa que está enamorada de él. Como sigue muy interesada por el joven, le pide a Lupe que indague más sobre el mozo

   Aquella misma noche, cuando Julia llega a su habitación encuentra un papelito encima de la mesilla de noche, es el poema cervantino del que le habló la maestra.

Es de vidrio la mujer,

pero no se ha de probar

si se puede o no quebrar,

porque todo podría ser.

Y es más fácil el quebrarse.

Y no es cordura ponerse

a peligro de romperse

lo que no puede soldarse

   Los versos no le gustan, considera que son demasiado explícitos y la rima le parece tosca, pero, como dijo Pilar, la moraleja que encierran no deja lugar a dudas. Al día siguiente, Lupe tiene nuevas sobre Toni y no son las mejores. Le confirma que la mala fama del mozo es conocida por media ciudad y que, al parecer, lo de la criada que empreñó es cierto. Además también es jugador y en más de una ocasión ha contraído deudas de juego que no ha podido saldar, han debido de ser sus padres quienes le han tenido que sacar del atolladero, y hasta en una ocasión se vieron forzados a vender una finca. Y lo último que ha podido averiguar es que se comenta que también está rondando a una moza llamada Assunçao Viqueira, hija única de una familia portuguesa afincada desde hace años en la ciudad donde regentan un comercio de importación de café y productos lusitanos a granel.

   -Una joya, vamos –resume Lupe que agrega-: Mira, Julina, aunque al principio me caías mal pues me quitaste el puesto de encargada, has terminao por ganarme. Lo digo porque no soy quien pa meterme en tu vida, pero ese mozo no te conviene. Ten cuidao con él porque, por lo que cuentan, con sus malas artes te la puede liar, y tú eres mu cándida.

   Todos los consejos, todas las referencias que recibe Julia van en el mismo sentido: Toni Cortés es tóxico y su compañía no puede depararle más que problemas y disgustos. A pesar de ello, en cuanto Toni vuelve a aparecer por la droguería, Julia lo olvida todo y solo tiene ojos para el joven que la mira cariñosamente y con una atractiva sonrisa en sus labios. Es viernes por la tarde y el mozo se ha colado en la trastienda. En cuanto entra Julia, la coge entre sus brazos, le levanta la barbilla y la besa, primero la frente, luego los ojos para finalmente darle un beso en la boca que la vuelve a dejar sin resuello. La joven ha de recurrir a su gran voluntad para desprenderse de los brazos del galán.

   -Toni, por favor, no puedes estar aquí. ¿Acaso quieres poner mi honra en entredicho?

   -Tu honra es la mía, paloma, pero si me porto como lo hago no es culpa mía, es tuya. Y lo es porque en cuanto te veo solo pienso en abrazarte, en comerte a besos, en acariciarte. Es un impulso que no puedo contener.

   -Pues tendrás que hacerlo. No podemos seguir así, ¿qué diría la gente si vieran cómo me tratas?

   -La gente que diga lo que quiera. Lo único que vale es lo que digamos nosotros y yo te lo he dicho y te lo repito: estoy loquito por ti, paloma mía, tesoro de mis entrañas, luz de mi vida… -Toni no continúa porque en el vano de acceso a la trastienda aparece Lupe.

   -No quisiera interrumpir, pero hay una clienta que pregunta por ti, Julina.

   -Ahora mismo voy –contesta la chinata con la cara arrebolada y un leve temblor de manos. Al desaparecer Lupe, le exige al joven-: Toni, vete, por favor, no te lo volveré a repetir.

   -No hará falta, paloma mía, solo decirte que el domingo estamos invitados a una merienda en casa de Asun, una amiga que tiene muchas ganas de conocerte. Y para que no me hagas lo del domingo pasado, iré a buscarte con otro compañero para llevarte a casa de los Viqueira. ¡Y no me falles, corazón!

   Lo que resta de jornada a Julia se le pasa en un suspiro. Su cabeza es un torbellino y sus sentimientos fluctúan de la ilusión a la desesperanza. Toni le ilusiona, no puede negarlo, nunca ha sentido por un hombre lo que le hace sentir el joven galán, aunque continúa sin tener demasiado claro si lo que siente por él es amor. Y eso la desespera porque su cabeza se ve incapaz de controlar sus sentimientos y porque es consciente de que el joven puede arruinar su honra, su futuro, su vida. Es de vidrio la mujer, recuerda.

   Cuando cierra la tienda, Julio, a falta de Pilar, la está aguardando para acompañarla hasta casa. La muchacha le saluda con un apagado ¡hola! El mañego nada más verla intuye que la joven continúa con problemas y sospecha quien es el causante, pero no hace la menor alusión al respecto. Se limita a acompañarla sin darle siquiera conversación. Cuando llegan a casa de Pilar, la joven le pregunta:

   -¿No quieres entrar a saludar a tu madre?

   -No, la veré el domingo. Buenas noches y que tengas felices sueños.

   Julia agradece al hombre su comportamiento y su tacto y por eso le da un cariñoso beso en la mejilla.

   -Buenas noches, Julio. Eres un buen hombre y un buen amigo. Gracias –y desaparece en el interior de la casa.

   Esa noche, por si no tenía más problemas en los que meditar Julia tiene otro: ¿qué hago, acepto o no la invitación para ir a casa de la tal Asun? Y de pronto recuerda que Toni dijo que era en casa de los Viqueira. Debe de ser la chica que, según cuenta Lupe, está rondando Toni, la tal Assunçao. ¿Cómo puede rondarla y decirme que está loco por mí? Eso no puede ser, o engaña a esa chica o me engaña a mí… o a ambas. Ahora está utilizando la lógica y los sentimientos se han hecho a un lado. No, no debo ir, se está burlando de mí…, pero ¿y si de quien se burla es de la portuguesa?, ¿cómo saberlo? Tras mucho meditarlo llega a la conclusión de que la única forma de enterarse es acudiendo a casa de los Viqueira. Irá y verá cómo se comporta Toni de quien comienza a dudar que sea verdad que la quiere de manera honesta. Y yo, ¿le quiero o es otro sentimiento que no sé definir? En todo caso, he de tener cuidado; es de vidrio la mujer, vuelve a recordar.

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 111. Al fin se quitó la máscara

viernes, 10 de septiembre de 2021

Libro II Episodio 109. El corazón tiene razones que la razón no entiende

   El beso de Toni ha dejado a Julia aturdida y conmocionada. Ha de volver a apoyarse en la repisa porque las piernas siguen fallándole, su ritmo cardíaco se ha disparado y nota una sensación que es tan nueva para ella como turbadora, se ha mojado. Necesita tiempo para recuperarse, necesita que las piernas recobren su firmeza, que su corazón se calme y ha de entrar en el precario baño para recomponerse. Cuando sale se ha recuperado algo, aunque sus mejillas siguen arreboladas y su corazón continúa desbocado. En el trayecto hasta casa apenas se entera de lo que van contándole sus dos acompañantes.

   -Buenas noches –es su lacónica despedida y entra como una exhalación en casa. Tiene mucho en qué pensar.

   En cuanto llega a su dormitorio comienza a desnudarse, cuando unos golpecitos suenan en la ventana. Se acerca y, ante su espanto, allí está Toni. El joven ha escalado la pared y está haciéndole gestos para que abra. Julia no sabe qué hacer, lo primero es ponerse la bata. Haber cubierto su semidesnudez parece que la ha hecho serenarse. Entreabre con tiento la contraventana.

   -Ahora mismo te bajas. Como sigas ahí un minuto más mañana voy a ser la comidilla de toda la ciudad. Por Dios te lo pido, Toni, vete.

   -Tranquila, paloma mía, solo quiero recordarte que mañana por la tarde te espero en el merendero de la Curva. No me falles, corazón, o me tiro al río –dice con una sonrisa, tras lo cual desciende.

   Esa noche, Julia es incapaz de dormir. Su mente se ha convertido en una noria en la que dan vueltas sin parar las sensaciones experimentadas en la trastienda de la droguería. Lo que más la perturba es el beso y el efecto que le ha causado, más que efecto ha sido una reacción tan desmedida de su cuerpo como no recordaba. El hecho de haberse mojado no se aparta de su mente. ¿Me habré enamorado? ¿Es así como se reacciona cuando uno se enamora?, se pregunta. No tiene respuesta puesto que una sensación así jamás la ha vivido. Lo que resulta patente es que Toni le atrae, pero es una atracción ante la que se siente tan temerosa como excitada. Y Toni, ¿también debe sentir lo mismo por mí?, vuelve a preguntarse. Recuerda sus palabras, dichas con tanta convicción como apasionamiento: que le tiene loco, que para él es la mujer más maravillosa del mundo, que está siempre presente en su pensamiento, que…, todo eso solo se le dice a la persona a la que uno quiere, piensa. Pero un nubarrón no deja de sobrevolar sus evocaciones, también le han llegado chismes sobre el proceder del joven. Lupe le ha contado que tiene fama de mujeriego y de que es capaz de cualquier trapisonda con tal de conseguir el favor de una mujer y, lo que es casi peor, que acostumbra a jactarse de sus conquistas con los amigos. ¿Solo seré una conquista más para él o de verdad está enamorado de mí? Me ha llamado paloma mía, ¿considera que ya soy suya, solo por besarme? No puede seguir pensando, su razón va por un camino y sus sentimientos por otro. Continúa sintiendo unas sensaciones tan agradables como perturbadoras. Clareando la mañana, sus ojos se cierran.

   Se despierta cuando oye golpes en la puerta, es Pilar que la espera para desayunar antes de ir a oír misa a las Carmelitas Descalzas. Se mira en el espejo, se ve pálida y desmejorada, pero el mejor indicador de que ha pasado una noche en duermevela son sus profundas ojeras. Aunque no es partidaria de coloretes y potingues, se maquilla para eliminar en lo posible las ojeras y darle un poco de color a sus mejillas. Tras el desayuno, aparece Julio que, como todos los domingos, las escoltará hasta el convento. Julia sigue silente y cuando le preguntan algo contesta con brevedad, su cabeza continúa estando en otra parte. Teme que de un momento a otro aparezca Toni y no va a saber cómo recibirle y como compaginar su presencia con los Carreño, pero al galán no se le ve por ahora. En un momento del santo oficio Julia se da cuenta de que, medio escondido tras una columna, Toni le está haciendo señas, el índice de su mano derecha señala a su mano izquierda con los cinco dedos extendidos y hasta cree entender lo que está diciendo sin palabras: te espero a las cinco.

   Al salir del convento, Julia, con el corazón en un puño, mira a todos lados. Es consciente de que a Toni le sobra atrevimiento para acercarse a ellos y… ¡Dios sabe qué puede hacer o decir! Se tranquiliza al no verle. Durante el aperitivo, primero, y el almuerzo, después, la muchacha no piensa en otra cosa: ¿ir o no ir a la Curva?, si va ¿qué puede pasar? Tal y como ha demostrado Toni presiente que es capaz de todo… y si la vuelve a besar…, si la vuelve a besar teme que no sabrá controlarse y…

   -Julia, hija, estás como ausente. ¿Te pasa algo?

   -No, Pilar, es que he pasado una mala noche y apenas si he dormido. Por eso estoy un poco alicaída.

   -Igual es una bajada de tensión, ¿te pido una copita de licor carmelitano para animarte? –se interesa, solícito, Julio.

   -No, gracias. Lo que haré será echarme un poco al llegar a casa, a ver si recupero algo de sueño.

   En su habitación, lo último en lo que piensa Julia es en dormir. Sigue debatiéndose entre ir o no al merendero. Con el paso de los minutos parece serenarse y comienza a razonar. Si va, no sabe lo que puede ocurrir, de Toni espera cualquier cosa. Si no va, el joven posiblemente se enfadará y, si lo hace, igual no vuelve a verle. ¿Podré soportar no volver a verle?; y si estoy enamorada de él, algo que todavía no soy capaz de discernir, ¿me veré con fuerzas para renunciar al hombre que hace que mi corazón lata tan aprisa que parece que se me va a salir del pecho? Hasta que un ramalazo de sensatez le señala la respuesta: no puede ir, no debe ir, no es razonable ir. No puede ir porque intuye que no sabrá controlarse. No debe ir porque va contra la costumbre imperante que una joven de buena reputación vaya sin pareja o sin otras chicas a un sitio donde hay baile. No es razonable ir porque yendo puede perder más que ganar.

   Tomada la decisión, los nervios comienzan a ceder y sus razonamientos pasan a ser más lúcidos. Y reflexiona que lo realmente importante no es si ir o no al merendero. Lo verdaderamente esencial es descubrir si está o no enamorada de Toni. Cierto es que el joven le gusta, le atrae, la excita, pero… ¿gustar, atraer y excitar son sinónimos de querer? ¿Esas sensaciones son suficientes para sentirse enamorada? Piensa que desde el momento en que está analizando lo que le ocurre el enamoramiento es, como poco, dudoso. Y recuerda la frase de un pensador francés que en alguna ocasión le ha escuchado a doña Pilar: el corazón tiene razones que la razón no entiende. ¿Será eso lo que me pasa?, ¿que mi corazón va por un lado y mi razón por otro? Tras mucho meditar desiste, sus sentimientos siguen siendo confusos y no encuentra en ellos una respuesta concluyente.

   Puesto que por el camino emprendido es incapaz de encontrar una explicación que le aclare el torbellino de sensaciones y sentimientos que experimenta, opta por cambiar de método de exploración y se obliga a un profundo examen de introspección, pero dejando los sentimientos aparte, si es que es capaz. Y decide aplicar uno de los métodos que le ha enseñado su maestra. Diseña un cuadro de doble entrada: en el eje de las ordenadas hace tres apartados marcados con un + (rasgo positivo), un - (negativo) y un ? (dudoso). En el eje de las ordenadas va escribiendo los rasgos a considerar en ¿su pretendiente?: físico, inteligencia, carácter, seriedad, simpatía, educación, afabilidad, honradez, palabra, capacidad para ganarse la vida, ¿será buen marido?, ¿será buen padre?, ¿me tratará como reina o sierva?, ¿sabré lo que piensa con solo mirarle?... No puede seguir porque alguien llama quedamente a la puerta.

   -¿Sí?

   -¿Has podido descansar? –es Pilar quien pregunta.

   -No todo lo que debía, pero algo sí. Estaba haciendo una lista de cosas que tengo que hacer mañana –se disculpa Julia, guardando papel y lápiz en el cajón de la mesilla de noche.

   -¿Te apetece echar unas partiditas?, así te distraes. Ha venido Etelvina y somos cuatro.

   Julia piensa que lo que menos le apetece ahora es jugar al parchís, pero Pilar, seguramente sin proponérselo, ha acertado en algo, necesita distraerse, necesita rebajar la tensión anímica que le ha provocado tanto pensar en el problema encarnado en Toni Cortés.

   -Buena idea. Me arreglo un poco y ahora bajo.

   En las dos primeras partidas, suelen echar tres, Julia está totalmente descentrada, deja pasar varias oportunidades de escapar a la amenaza de las fichas de los rivales y no sabe colocarse en las casillas adecuadas para, si tiene fortuna con el dado, poder matar fichas de los demás. En un receso del juego en que se quedan solos, Julio le dice:

   -Julia, bonita, daría la isla de Cuba, si fuera mía, para saber en qué piensas.

   -No pienso en nada. ¿Por qué lo dices?

   -Porque estás con nosotros, pero tu cabeza está a mil leguas de aquí.

   -No, lo que pasa es que sigo estando un poco cansada.

   -Lo que tú digas, pero te conozco demasiado bien y sé que esa cabecita tan bien amueblada que tienes está ¡Dios sabe dónde!, pero desde luego no en la partida. De todas formas, tranquila, tu secreto, el que fuere, está a buen recaudo conmigo. Y si en algo puedo ayudarte, sabes que siempre puedes contar conmigo.

   Que atento y afable se ha vuelto Julio. Me trata como si fuera su hermana pequeña, se dice Julia. Y por un momento piensa que acaso sería oportuno contarle lo que le pasa, seguro que sabría aconsejarla bien… Pero loca, se dice, ¿cómo le vas a pedir que te aconseje sobre Toni si aún espera que le contestes a su declaración? Y por asociación compara a ambos hombres. No tiene claro quién gana y quién pierde en la confrontación, por lo que decide que, en el inconcluso cuadro que está confeccionando incorporará también a Julio, quizá eso le ayude a clarificar sus sentimientos por Toni. Quizá la introspección le sirva para dilucidar lo que le ocurre.

       

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 110. Es de vidrio la mujer