Grandal, en principio, no se planteó contar
a sus jubilados amigos la conversación que sostuvo con Blanchard en la que
analizaron las dos últimas novedades relativas al Caso Inca. Tras mucho
pensarlo, decide hacerlo. Es grande la confianza que tiene en la capacidad
analítica de sus tres compañeros del dominó, a pesar de su avanzada edad.
- El pasado
sábado estuve hablando con los Sacapuntas – opta por no contarles que solo
habló con Blanchard – y me contaron los últimos datos relacionados con el robo
del tesoro y que, realmente, son sorprendentes.
- Del caso
del robo a mí no me sorprende nada – asegura Álvarez que parece estar de buen
humor -. Me recuerda a aquel viejo chiste en el que un aficionado a los toros
contaba a otro, con la intención de tomarle el pelo, que aquella tarde iban a
torear en la Monumental el Ministro de Industria, el Embajador de Inglaterra y
el Arzobispo de Madrid. La respuesta del embromado fue: ¿y de que divisa son
los toros? Pues yo, lo mismo. Cuentes lo que cuentes, esa sería mi pregunta: ¿de
qué ganadería son los toros?
Grandal cuenta a sus atentos oyentes los
hechos en cuestión. El primero, la oferta hecha por un miembro de los servicios
cubanos de inteligencia a un agente del CNI de que si el gobierno español,
aunque estuviera en funciones, seguía apoyando decididamente las conversaciones
de La Habana podría devolverse a España unas joyas que le pertenecían,
presuntamente las piezas quimbayas robadas. El segundo, la instrucción emanada
de la cúpula policial de que se parasen las investigaciones sobre el caso hasta
nueva orden.
- Y ahora os
pregunto: ¿qué análisis hacéis de estas dos noticias?
Transcurren bastantes minutos mientras el
trío digiere la información, hasta que el decano del grupo se arranca.
- Poniendo
sobre el tapete el mensaje de los cubanos y la orden de parar las
investigaciones, tenemos a cuatro posibles candidatos como presuntos autores
del robo: las FARC, los gobiernos colombiano y cubano, y un hipotético cártel
del narcotráfico – y Ponte repite los argumentos contados por el propio Grandal
para descartar los tres primeros -…, por consiguiente, estoy de acuerdo contigo
que ese desconocido cártel de narcos es quien tiene más papeletas de ser el
autor del robo, perpetrado directamente por su gente o encargado a otra banda.
Esto, a su vez, lo ligo con el tiroteo de Fuenlabrada sobre el que el amigo del
CNI de Atienza contó que existía una alianza entre una empresa china del
polígono, la familia gitana de los Corrochanos y uno de los cárteles más
agresivos que quedan actualmente en Colombia, el llamado clan de los Varelas.
Entonces… - y Ponte deja en el aire la frase.
-
Entonces – Álvarez es quien recoge la tácita invitación de Ponte -, son los
Varelas los que tienen más probabilidades de ser los autores del robo.
¿No es ahí adónde querías llegar?
Aunque lo único que ha hecho Ponte es
reproducir el razonamiento que hizo el propio Grandal, este le jalea:
-
Manolo, te felicito. Creo que tu razonamiento es impecable. Y aceptando esa
teoría, opino que tendríamos que extraerle todo el jugo posible. Supongamos que
son los narcos quienes perpetraron el robo. Hay un dato que podría avalarlo:
los que secuestraron a la profesora Martín-Rebollo para que autentificara unas
piezas quimbayas eran latinoamericanos. Ahora bien, ¿cuál puede ser la conexión
entre los narcotraficantes y la inteligencia cubana? Otros interrogantes: ¿qué
sacan los narcos de que España apoye las conversaciones de La Habana?, ¿pueden
estar los narcotraficantes conchabados con las FARC?, porque no creo que el
gobierno colombiano esté también metido en el ajo y, pensándolo bien, tampoco
el cubano aunque sean sus servicios de inteligencia los que hayan hecho llegar
el mensaje al CNI – concluye el excomisario.
Ballarín mete baza en el coloquio.
-
Metidos en esa espiral de hipótesis, vamos a fabular sobre lo que podría haber
ocurrido mezclando lo que sabemos con lo que imaginamos. Es conocido que las
FARC se valen de algunos clanes de narcotraficantes para vender la coca que se
cultiva en las áreas que dominan y en las que cobran el llamado Impuesto al
Gramaje a otros grupos de narcos y de cocaleros. Ahí tenemos una interesada
conexión entre la guerrilla y los narcos. Podría ser, podría ser – repite – que
las FARC hubieran pedido a una banda de narcos que robaran el Tesoro Quimbaya,
no para venderlo sino para presionar a España de que mediara ante el gobierno
colombiano en el sentido de que las conversaciones que se mantienen en La
Habana alcancen un resultado positivo. Y si eso ocurre, sean cuales fueren las
cláusulas del acuerdo de paz, siempre supondrá un triunfo de los guerrilleros.
Si aceptamos este argumento, se convierte en la respuesta a la segunda pregunta
de Jacinto sobre ¿qué sacan los narcos de que España apoye las conversaciones
de La Habana?
-
Brillante, Amador – le felicita Álvarez -. Y si se me permite trataré de
contestar al tercer interrogante de Jacinto. ¿Pueden estar los narcos
conchabados con las FARC? La respuesta también está en la argumentación de
Amador. El hilo que conecta a ambos grupos es el común negocio de la coca.
Guerrilleros y narcos tienen negocios comunes que pueden verse alterados si el
gobierno colombiano en lugar de optar por la paz, cediendo ante los
narcoguerrilleros, decide seguir una política de exterminación de cualquier
grupo armado que opere en su territorio. Las FARC se juegan que no se les tenga
en cuenta los miles de muertos que llevan a sus espaldas y los narcos poder
seguir con su fabuloso negocio. Resumiendo, narcos y FARC están conchabados.
- Luis, tu
argumentación no tiene que envidiar nada a la mía – aplaude Ballarín.
- ¡Jo,
macho!, esto parece un concurso de pelotas, pero como nadie ha contestado al
primero de mis interrogantes voy a hacerlo yo – dice Grandal -. Preguntaba: ¿cuál
puede ser la conexión entre los narcos y la inteligencia cubana? Por lo que he
leído en internet, los contactos de las FARC con sucesivos gobiernos
colombianos se remontan a principios de mil novecientos ochenta. Incluso se
llegaron a firmar pactos, como “Los acuerdos de La Uribe”, rotos más tarde.
Luego, a lo largo de la década de los noventa, durante la presidencia de Andrés
Pastrana, el gobierno colombiano mantuvo continuas conversaciones con la
guerrilla para logar un acuerdo de paz. Representantes de ambas parte llegaron
a reunirse en varios países europeos. En esa época, incluso llegaron a
entrevistarse el presidente Pastrana y Manuel Marulanda, el jefe histórico de
las FARC. Hubo múltiples acuerdos que acabaron siendo rotos por una u otra
parte, siendo la guerrilla la más activa en los rompimientos. Durante todos
esos años fueron muchos los organismos internaciones que actuaron como
mediadores en el conflicto, la OEA, la UE, el gobierno estadounidense, el Grupo
de Río, etcétera, pero por unas u otras causas nunca se logró un acuerdo que
fuera respetado por ambas parte – Grandal toma un buche de café que ya se quedó
frío y prosigue -. En dos mil dos, es elegido presidente de Colombia Álvaro
Uribe, decidido partidario de combatir frontalmente a los grupos violentos. La
actividad de las guerrillas, entre las que también había que contar con las AUC
o Autodefensas Unidas de Colombia, se incrementó, así como la conexión de los
grupos guerrilleros con los narcotraficantes. A finales de la primera década
del dos mil hubo fuertes tensiones entre Venezuela y Colombia, al acusar el
gobierno de este país a Hugo Chávez, presidente venezolano, de amparar a las
FARC. Todo siguió más o menos igual hasta la llegada al poder del actual
presidente colombiano, Juan Manuel Santos, que ya en el dos mil once manifestó
a la guerrilla su intención de retomar las discusiones para lograr una paz
duradera. Ello dio lugar al establecimiento de reuniones presenciales en Cuba
de ambas partes en conflicto. Conversaciones que a fecha de hoy siguen
manteniéndose y que, al parecer, tienen traza de llegar a buen puerto.
Aprovechando que Grandal apura su segunda
taza de café, Ponte le interpela.
- Jacinto,
no te lo tomes a mal, pero la lección que nos estás dando sobre los problemas
colombianos más o menos ya la sabemos, ¿por qué no das directamente la
respuesta a tu primera pregunta?
- Tienes
toda la razón. ¿Qué conexión puede haber entre las FARC y los cubanos? Para mí
es evidente. El gobierno de los hermanos Castro es el más fuerte valedor de la
guerrilla colombiana que siempre ha alardeado de su marxismo y que tiene a Cuba
como referente de esa doctrina política en el continente americano. Un triunfo
de las FARC es tanto como un triunfo de la política cubana. Esa es la conexión.
- Entonces,
solo nos falta cerrar el círculo que ha iniciado Jacinto con sus preguntas –
afirma Ponte -. ¿Quién empieza a cerrarlo?