"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

viernes, 22 de enero de 2021

Libro II. Episodio 76. Entonces, ¿voy sola o me acompaña?

   Metidos de lleno en 1901 y unas semanas después de que Julia Manzano cumpla diecinueve años, una charla intrascendente entre su cuñado y el tío Bisojo cambia el rumbo de su vida. Luis Campos es uno de los placentinos que no ha cambiado de droguería, el motivo es obvio, no va a ir a la tienda de quien fuera novio de su esposa. Esta mañana se ha acercado a la vieja droguería a comprar un preparado para sus vacas.

   -Buenos días, tío Elías, ¿qué tal va el negocio?

   -Pa que te voy a engañar, Luis, de pena. Desde que ese judas de Carreño abrió su tienda, las ventas han caído en picao. Te lo cuento porque eres un buen cliente, pero no lo comentes por ahí. Y pensar que to lo que sabe ese hipócrita se lo enseñé yo. Cría cuervos y te sacarán los ojos.

   -Estoy de acuerdo con usted, ese mañego no es de fiar, es más falso que un duro sevillano. Pero debe ser un espabilao porque me han dicho que siempre tiene la tienda llena de gente.

   -Listo lo es, pero más falso que Judas ¡Así le parta un rayo! –Maldice el Bisojo que cambia de tema-. Ya que también eres comerciante y tenemos confianza, una pregunta: ¿tienes problemas con los del ayuntamiento por la contribución sobre las compraventas y cambios?

   -¿Se refiere a La Alcabala, no?

   -Sí y también, aunque sea indirectamente, a lo que nos toca del Repartimiento de la Contribución de Consumos. Es que Lupe -y baja la voz para que no le oiga la dependienta- es una buena vendedora, pero con las cuentas y el papeleo se hace la picha un lío. A mis años, y con lo achuchao que estoy, he de seguir ocupándome de albaranes, impuestos y facturas. Es lo que peor llevo, casi más que haber perdido media clientela.

   -Afortunadamente, yo eso lo tengo solucionao. Mi cuñadita Julia, la hermana chica de la Consuelo, estudió contabilidad con la maestra que le lleva las cuentas al Bronchales, y to lo referido a las contribuciones y cuentas lo borda. Desde que se lo encargué, ya no he tenido que preocuparme más de esos asuntos. Y encima, lo hace gratis. Una ganga, vamos.

   El Bisojo se ha quedado con la copla y tras meditarlo se le ocurre una idea: ¿y si tantea a la cuñadita de Campos para que le lleve las cuentas? En la ciudad no hay muchos que sepan hacerlo y los pocos que saben están saturados de trabajo. Si la jovencita le dice que no, se quedará como está. Si le dice que sí, puede que se enfade Luis, ¿pero qué puede perder?, ¿un cliente?,  ¿alguien que es más un conocido que un amigo? Encima la chica trabaja gratis para su cuñado, eso quiere decir que por poco que le pague le parecerá bien. ¿Pero cómo acercarse a ella sin que el de la lechería se entere? Idea un sencillo plan: ordena a Lupe que aborde a la joven cuando salga de paseo y le diga que quiere hablar con ella, pero que no se lo cuente a nadie. Le quiere hacer una propuesta que le gustará.

   A Julia, el mensaje del tío Elías le produce más curiosidad que otra cosa. ¿Qué puede querer de ella un viejo como el Bisojo? Pero lo que le perturba es la coletilla de que no se lo cuente a nadie, lo que hace que recele del aviso. Piensa que igual el Bisojo es un viejo verde y quiere hacerle proposiciones indecentes. Ha oído contar que algún viejo rijoso ha llegado a pagar mucho dinero por desflorar a una jovencita. Decide no acudir a la cita, pero la curiosidad la lleva a contárselo a su mentora para conocer su opinión.

   -Doña Pilar, tengo que contarle algo –y refiere a la maestra lo del mensaje del viejo droguero-. Lo que más me inquieta es que quiere que no se lo cuente a nadie, me temo que pueda ser una encerrona. ¿Qué me aconseja?, porque Dios sabe lo que puede proponerme ese viejo.

   -Desde luego…, déjame pensar –y tras unos minutos cavilando refiere a Julia lo que ha pensado -. Opino lo mismo que tú, si vas sola a la droguería puede prepararte una encerrona, aunque lo dudo pues el tío Elías está para pocos trotes, pero nunca se sabe… Hay otra opción, si te parece bien se me ocurre que, en tu lugar, sea yo quien vaya a hablar con él. Y en función de lo que diga valoraré si debes ir a verle o no. Conozco bien al tío Elías, hace años negocié con él y sé lo retorcido que puede llegar a ser, pero también sé cómo manejarlo. ¿Qué te parece?

   -Me parece una idea estupenda. Y, por supuesto, le doy las gracias. ¿Qué haría yo sin sus consejos?

   Julia se marcha a casa con sensaciones que no sabe cómo calificar. En su monótona existencia, el mensaje del tío Elías ha supuesto toda una novedad. Está más tranquila desde que doña Pilar ha tomado las riendas del asunto, pero no deja de preguntarse: ¿para qué querrá hablar conmigo el Bisojo si ni siquiera me conoce? ¿Querrá hacerme una proposición indecente?

  Pilar ha preferido visitar al Bisojo en su hogar en lugar de ir a la droguería.

   -Que sorpresa, doña Pilar, usted por aquí. Hace mucho que no la veía, pero no es raro, llevo una vida muy rutinaria, de casa a la tienda y de la tienda a casa. ¿Qué se le ofrece?

   La maestra no se anda con circunloquios y entra de lleno en el asunto que le lleva allí.

   -Verá, señor Elías, he estado dando clase durante seis años a Julia Manzano. Creo que sabe quién es, la cuñadita de Luis Campos. Y la muchacha me ha cogido un gran cariño que es correspondido. Por eso no le extrañará que me haya contado el recado que usted le ha hecho llegar por medio de su dependienta.

   -¿Y…? –el Bisojo, que no se esperaba a la mensajera, no quiere cogerse los dedos y no dice una palabra de más.

   -Julia no sabe para qué quiere hablar con ella, cuando ni siquiera la conoce. Pero lo que más la ha desconcertado es que le haya pedido que no se lo cuente a nadie. Por eso no se ha atrevido a visitarle, tenga en cuenta que solo tiene diecinueve años, hace poco que los cumplió. Por lo que me ha pedido que en su lugar venga yo. Solo tengo una pregunta que hacerle: ¿para qué quiere hablar con ella?

   El Bisojo, que sabe más por viejo que por diablo, está preguntándose que puede esconderse detrás del papel de mensajera de la maestra y malpiensa: éstas lo mismo han recelado que iba a proponer a la muchacha alguna sinvergonzonería, y ante ese pensamiento no puede menos que esbozar una irónica sonrisa. ¡Pues bueno estoy yo, como para andarme con jueguecitos sexuales! Deja pasar un lapso de tiempo, recreándose en la impaciencia de la aragonesa. Cuando ve que Pilar está a punto de volver a preguntar le cuenta su propósito.

   -Verá, doña Pilar. Lo de que la muchacha no se lo contara a nadie era más que na pa que su familia no se enterara y me pudiera chafar el plan que tengo pensao. Como esa muchacha lleva la administración de la lechería de su cuñao, pensé que a Luis no le gustaría que se la quite. Porque tengo intención de pedirle a esa jovencita que trabaje pa mí llevando las cuentas del negocio y que también despache si hace al caso. Según me he informao usted le enseñó cálculo y contabilidad y a mí me vendría al pelo una persona así. La empleada que tengo es buena en el mostrador, pero una calamidad con las cuentas. Ese es mi propósito y estoy dispuesto a pagarle un salario a convenir.

   Pilar no esperaba esa propuesta del tío Elías, por eso no venía preparada para dialogar sobre un posible empleo. Opta por ganar tiempo y juega la baza de la consulta.

   -Muy bien, señor Elías. En nombre de Julia le agradezco su propuesta, pero no puedo darle ninguna respuesta, tengo que consultarlo con ella y que decida si habla o no con usted. Tendrá noticias nuestras.

   Pilar llama a Julia y le cuenta la propuesta del Bisojo. La muchacha no sabe si reír o llorar. ¡Un trabajo!, le ofrecen un trabajo y no es uno cualquiera, nada menos que llevar la administración de uno de los comercios más conocidos de la ciudad. Y supone que le pagarán como es debido.

   -Entonces, doña Pilar, ¿qué hago, voy a hablar con el señor Elías?

   -Sí…, aunque estoy pensando que tendrás que negociar el salario y no tienes ninguna experiencia en eso.

   -Usted me ha dicho que el señor Elías no es mala persona. Supongo que me pagará lo que me merezca.

   -Sí, Elías no es mala gente, pero más agarrado que un chotis. Si no te haces de valer te pagará una miseria. Le conozco bien, tuve que negociar con él hace años la comisión y el salario de mi hijo y sé cómo se las gasta en ese terreno.   

   -Entonces, ¿por qué no hace una cosa?, ¿por qué no negocia usted el sueldo por mí?, ¿cuánto cree que debería pagarme?

   -Eso depende de varios factores. Del tiempo que tengas que dedicar al trabajo, de que además de llevarle las cuentas quiera que también trabajes tras el mostrador, de que puedas llevar la administración en tu casa o tengas que ir a la tienda…

   -¿Cuánto cree usted qué debería pedirle?

   -No lo sé, pero una buena referencia puede ser lo que ganan la mayoría de trabajadores. Los peones suelen ganar tres o cuatro pesetas diarias y los oficiales cinco o poco más. Tu trabajo como contable está dentro de este último grupo, por lo que como mínimo debería pagarte 120 pesetas mensuales, y negociando quizá algo más.

   -¡Ciento veinte pesetas! Consuelo me daba un duro al mes.

   -Ya que has citado a tu hermana..., si llegas a un acuerdo con el Bisojo, ¿cuándo piensas contárselo y también a su marido? Lo pregunto porque igual te ponen pegas.

   -La verdad es que no he pensado en ello. Ya me las arreglaré, pero lo primero es: ¿voy a ver al señor Elías? Y otra cosa, me gustaría que me acompañara usted. Va a ser mi primera entrevista de trabajo y no sé si sabré arreglármelas.

   Pilar queda pensativa. Entiende la inseguridad de la joven. Nunca se ha visto en una situación así y no deja de ser una muchacha aunque haya cumplido los diecinueve.

   -Pienso que si te acompaño parecerá que no tienes confianza en ti misma y darás una imagen de persona insegura, lo que no es la mejor tarjeta de visita cuando se opta a un trabajo como el que te propone el tío Elías. Por otra parte, ese viejo zorro te puede liar fácilmente a la hora de negociar tu salario porque tiene más conchas que un galápago.

   -Entonces, ¿voy sola o me acompaña?

 

PD.- Hasta el próximo viernes en que, dentro del Libro II, Julia, de la novela Los Carreño, publicaré el episodio 77. ¿Cuánto vamos a resistir?