En dos agencias sevillanas de viajes unos
empleados, bien por ser novatos, poco profesionales o estar de guasa, al ser
preguntados por sendos clientes sobre como viajar y donde encontrar alojamiento
en Torrenostra han respondido:
-¿Torrenostra?,
¿dónde cae eso?
Los dos clientes que han hecho esa gestión
no es que sean demasiado viajados ni precavidos y no se han preocupado en dejar
tras sí rastros de adónde quieren viajar, quizás porque piensan que no tienen
nada que ocultar. El primero de ellos es Francisco José Salazar, el primogénito
del antiguo Conseguidor, a quien su madre tras mucho insistir y rogar ha
convencido de que lo mejor para la familia es que avise a su padre de que se ha
descubierto su paradero y de paso pedirle ayuda para paliar su precaria situación.
El joven ha accedido a regañadientes y lo ha hecho más por su madre que por lo
que le pueda pasar a su padre si le echa mano la justicia o algunos personajes
que lo andan buscando, ¡Dios sabe para qué!. Algo que no es que le quite
precisamente el sueño. Anda escaso de caudales por lo que ha insistido en la
agencia que quiere un viaje y un alojamiento lo más barato posible.
En el mismo caso que el primogénito de
Salazar está Rocío Molina, la pinturera mozuela sevillana, ahora ya no tan
mozuela, por la que Curro perdió la cabeza en aquellos años gloriosos en los que
apaleaba los euros como si fueran gavillas en una era y que fue la principal
causante de que abandonara a su familia. El sindicalista Pepote el Salvaculos,
que fue mentor de Salazar, ha terminado convenciéndola de que, pese a la
malquerencia que ahora tiene a Curro, si le avisa del potencial peligro que
corre tendrá la oportunidad de cobrarle el favor recordándole lo del montaje de
una peluquería que le prometió el exsindicalista. Su presupuesto también es
exiguo por lo que insiste en la agencia en que tanto el hotel como el viaje han
de ser los más económicos.
Los otros que también quieren contactar con
Curro Salazar, más astutos y cautelosos, lo que han hecho ha sido meterse en
internet y han tecleado torrenostra. hoteles. Visto la existencia de un único
establecimiento hotelero, justo en el que se aloja el exsindicalista, han
derivado su búsqueda hacia las poblaciones próximas: Torreblanca, Marina d´Or,
Alcossebre, Orpesa del Mar, Benicàssim y hasta alguno ha buscado en Peñíscola y
Castellón. En Torreblanca, el municipio al que pertenece Torrenostra y por
tanto el más cercano al alojamiento de Curro, han encontrado poco donde elegir,
solo hay hostales, pensiones y paradores de carretera. En cambio, en las otras
localidades las ofertas son amplias y diversas.
Uno de los que ha entrado en internet es
Jaime Sierra, antiguo director de la Agencia de Innovación y
Desarrollo de Andalucía (IDEA), cuya cualidad más relevante para haber sido
elegido por el grupo de Felipe Muñoz es que conoce personalmente a Curro
y, sobre todo, que está en el paro lo que viene a decir que debe ser escasamente
solvente, algo relevante en el supuesto de una sanción pecuniaria de la
justicia o de una fianza si las cosas salen mal. El propósito de la camarilla
es que contacte con Salazar y le ofrezca ayuda y dinero para que, en caso de
que le capturen y tenga que declarar ante la juez instructora, dé la versión de
los hechos que ellos han elaborado.
Otro de los que andan con tiento es Alfonso Pacheco,
funcionario del Cuerpo Superior Facultativo de Ingenieros de Montes y antiguo
político de la Junta. Ha sido el elegido por el grupo formado por funcionarios
públicos y que capitanea Gabriel Salcedo. La única baza que le ha hecho
acreedor a ser el enviado estriba en que es paisano de Curro, aunque al ser
bastante más joven no llegó a coincidir con el antiguo Conseguidor en los
tiempos en que vivían en Zahara de los Atunes. Tiene un solo objetivo: convencer
a Salazar, en el supuesto de que comparezca ante la justicia, de que declare
que todos ellos, como funcionarios públicos, se limitaron a cumplir las órdenes
que sus superiores jerárquicos les dieron. A cambio se comprometen a maniobrar
para que su posible sentencia sea la más leve posible.
Un quinto enviado que tampoco ha recurrido a
las agencias de viajes es Pepillo Jiménez, más conocido como el Chato de
Trebujena que era su nombre de guerra cuando fue profesional del mundo del
boxeo. Al Chato se lo ha dado todo hecho la gente que lidera Juan Antonio
Almagro, el exconsejero que estuvo en el grupo organizado por Felipe Muñoz y
del que se apartó por no estar de acuerdo con su estrategia. Si envían al
antiguo pugilista es porque pretenden que dé un correctivo a Curro con la amenaza
añadida de que si no cierra la boca la siguiente paliza podría tener
consecuencias irremediables.
El sexto hombre que ha recibido el encargo
de establecer contacto con Salazar es Carlos Espinosa, escogido por el grupo de
empresarios que comanda Eduardo Gálvez. Espinosa es hombre curtido en viajes de
todo tipo. Al contrario que el Chato no ha necesitado a nadie para organizar su
viaje a la Costa de Azahar, zona que conoce bien porque durante un tiempo
dirigió un hotel en la ciudad de Castellón de La Plana. Su misión es conseguir
que Curro acepte irse al extranjero con el respaldo de la camarilla
empresarial.
Hasta hay un séptimo enviado que es el que
tiene el encargo más drástico: liquidar a Curro si no se aviene a marcharse al
extranjero y que es el plan B del grupo de Gálvez. Se trata de un georgiano de
Anaklia llamado Grigol Pakelia, al menos ese es el nombre que figura en su
pasaporte; mejor dicho, en uno de sus pasaportes. Llegó a España ejerciendo de
chulo de dos jóvenes eslavas que terminó entregando a una de las mafias rusas
que operan en la Costa del Sol a cambio de una sustanciosa compensación en la
que se incluía su integración en la banda de hampones. Si sus jefes lo han
elegido para realizar el trabajo encargado por Gálvez y sus amigos es porque
quizá sea, de entre los integrantes de la banda, el que parece menos ruso. Los
antepasados georgianos de su familia materna le han legado una piel cetrina y
unos ojos oscuros, de tal forma que podría pasar por español, lengua que ha aprendido
rápido con esa extraña facilidad que tienen los caucasianos para los idiomas. Viaja
ligero de equipaje, quizá lo que más pesa en su bolsa es una Griazev-Shipunov
GSh-18, pistola de última generación y que es una de las que equipa a las
fuerzas especiales rusas, las temidas Spetnaz. Una característica única de la
GSh-18 es el marco polímero compuesto de fibra de vidrio reforzada con
poliamida, lo que reduce el peso de la pistola y aumenta su fiabilidad en las
circunstancias más adversas. Otro de sus rasgos es su capacidad para perforar
chalecos antibalas de segunda clase, algo que ninguna de sus competidoras en el
mercado armamentístico ha conseguido, ni la austriaca Glock ni las alemanas
SIG-Sauer y Heckler & Koch. Le han facilitado los datos personales de su
objetivo y contemplando la foto de Salazar, Pakelia considera que no va a tener
ninguna complicación en pasaportarlo, podrá liquidarlo con las manos o con su
inseparable cuchillo plegable afgano, que no es la mejor arma blanca del mundo,
pero que le sirve de recordatorio de uno de los episodios más dramáticos de su
enrolamiento en el ejército ruso. Durante la guerra de Afganistán, un día los
muyahidines tendieron una emboscada a su pelotón. Cuando uno de ellos le
arrancó el cinturón, le bajó el pantalón hasta las rodillas y sintió el
contacto de unos dedos ásperos en su pene comprendió horrorizado que iba a
castrarle, algo que los muyahidines hacían a los prisioneros del Ejército Rojo;
la inopinada llegada del resto de su destacamento lo salvó. Desde entonces
guarda la llamada lohar afgana como
si fuera el amuleto que le preserva intactas sus partes pudendas. La banda no
ha necesitado ir a una agencia de viajes ni entrar en internet para organizar
el viaje de su hombre a la Costa de Azahar, les ha bastado una inocente llamada
telefónica a uno de sus compinches indicándole que su amigo Pako, es el nombre
de guerra de Grigol por su relativa proximidad fonética con Pakelia, irá a
pasar unos días con él.
Siete son los enviados por las diferentes
camarillas para entrevistarse o lo que sea con Curro. Dos que quieren ponerle
en guardia de que su escondite ha sido descubierto y, al tiempo, pedirle
dinero. Cuatro que pretenden pactar con él para que, en su caso, haga unas
declaraciones previamente cocinadas o que se vaya al extranjero. Y uno cuyo
objetivo es que se quede dónde está pero bajo unos palmos de tierra. Estos
siete, no se sabe si galgos o podencos, son lo que se encaminan a una playa
perdida, y demasiado tranquila al decir de algunos, del litoral que recibe el
turístico apelativo de la Costa de Azahar. Quien primero llegue o quien
primero hable con Curro, ¿se llevará el premio de lograr que acepte su
propuesta?
PD.- Hasta
el próximo viernes