"Los Carreño"

Este blog guarda cinco novelas cuyo autor es Zacarías Ramo Traver. Una trilogía sobre Torreblanca (Castellón): “Las dos guerras de Aurelio Ríos”, la guerra civil en ese pueblo mediterráneo. “La pertinaz sequía”, la vida de la posguerra. “Apartamento con vistas al mar”, el boom inmobiliario y la crisis del 2008. “El robo del Tesoro Quimbaya”, el hurto de unas joyas precolombinas del Museo de América. “Una playa aparentemente tranquila”, un encausado del caso ERE, huyendo de la justicia, se refugia en una recóndita playa (Torrenostra). Salvo la primera, las demás están en forma de episodios. Ahora está publicando otra novela en episodios, Los Carreño, que es la historia de dos generaciones de una familia real e irrepetible, entre 1889 y 1949, período en el que suceden hechos tan significativos como: el Desastre del 98, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, la aparición del fascismo, la Guerra de África, la Dictablanda, la II República, la Guerra Civil y el franquismo.

martes, 13 de mayo de 2014

4.7. Ensayo y error

   En la reunión que mantienen los hombres de BACHSA sobre el intento de un grupo de jóvenes locales de manifestarse en contra de la urbanización de la Marina se discute sobre la oportunidad de organizar un acto público en el que las autoridades locales pudiesen explicar los beneficios que para el pueblo supondría dicha urbanización.
   El experto en mercadotecnia, que apenas ha intervenido, toma la palabra:
- Si me permiten, no considero que un acto público sea lo más adecuado para nuestros intereses y más si los intervinientes fueran los miembros del Ayuntamiento. Generalmente, salvo que sus ediles sean una excepción, la mayoría de los políticos de poblaciones pequeñas como ésta no suelen ser muy hábiles con la oratoria y el manejo de masas; su capacidad suasoria deja mucho que desear. Otro inconveniente es que en un acto público es difícil negarse a contestar preguntas y quizá no todas puedan tener una respuesta satisfactoria. Por otro lado, está por ver que la juventud acudiera a un acto de esas características.
- Entonces, Bernabé, ¿qué propones? – pregunta Cardona a su experto.
- Tengo que pensarlo, Juan Antonio, pero si me das unos días te presentaré la planificación de una estrategia destinada a desactivar, en la medida que sea posible, esa protesta juvenil y tratar de ganarnos a los padres de esos muchachos, pues dudo que a ellos les podamos convencer. En definitiva, intentaremos ganar ese tiempo al que te referías.

   Garcés toma la palabra, parece que tiene algo nuevo que decir:
- Acabo de darme cuenta de algo que puede tener su importancia. Me refiero a los chicos que encontré en nuestras oficinas. No me había dado cuenta hasta ahora de qué clase de muchachos son.
- ¿A qué te refieres? – quiere saber Cardona.
- A que todos ellos o, al menos, la mayoría son chavales del pueblo que estudian en el instituto de Benialcaide.
- ¿Y eso qué tiene que ver? – pregunta malhumorado Arbós.
   Quien responde a la pregunta es Cardona:
- Pues que eso me da la razón a lo que predije cuando le hice varias preguntas al joven operario que vino a reparar la instalación eléctrica. Recordaréis que comenté que el colectivo de jóvenes del pueblo que trabajan es el pozo donde encontraremos agua suficiente para apagar cualquier conato de incendio – Cardona sigue con su afición por las metáforas.
   El técnico en estudio de mercados remacha la cuestión:
- Respaldo lo que acaba de decir Juan Antonio. Si son estudiantes, eso quiere decir que serán una minoría, como supongo también que la mayoría de los jóvenes del pueblo sí deben trabajar físicamente. Ese es un hecho que nos puede favorecer.
- Bien – concluye Cardona -. Bernabé estudiará todos los datos que tenemos sobre el problema y me presentará un plan para contrarrestarlo. Estaremos en contacto.

   El consejo directivo de BACHSA se ha tomado muy en serio la posibilidad de la protesta, así como el impacto que puede tener entre la población. En realidad más que a la opinión local a lo que temen los empresarios es al eco mediático que se puede generar. Mientras el descontento se circunscriba al ámbito del municipio saben que pueden controlar o, como poco, minimizar los daños que puedan producir las quejas. Ahora, si la protesta trasciende los límites del pueblo son conscientes de que controlarla se puede convertir en algo muy difícil y, en el mejor de los supuestos, mucho más costoso. 
   El departamento de marketing, tras un concienzudo análisis, presenta al consejo el bosquejo de un plan estratégico para contrarrestar el germen de rechazo contra los planes expansivos de los constructores. Consiste, básicamente, en montar una especie de muestra centrada en dos ejes fundamentales: uno es visualizar como eran los sectores del Torreón y aledaños, así como el de la Marina antes de que se urbanizaran; de este último sector un conjunto de infografías, porque todavía no hay obra hecha, ilustra cómo quedará la zona. El otro eje está integrado por los datos macroeconómicos: curvas de desarrollo, inputs del sistema productivo local, ingresos del Ayuntamiento antes y después del boom inmobiliario, crecimiento del producto interior bruto del pueblo y un largo etcétera. Varias maquetas, paneles informativos, fotografías, vistas aéreas y un vídeo propagandístico completan el cuadro.
- No está mal, Bernabé - opina Huguet
- ¿Y esto quién lo va a manejar?, me refiero a quién lo va a organizar, financiar, explotar y dirigir pues – quiere saber Arechabaleta.
- Ïñigo, hoy vienes con la boina puesta, ¿verdad? ¿Qué quién va a hacer todo eso?, ¿pues quién va a ser?, nosotros. No esperarás que lo hagan los cebollinos del Ayuntamiento – la ironía de Cardona no parece hacer mella en el vasco.
- A mí esto de la muestra no me parece mal, pero lo veo como frío, con poca garra, echo en falta algo de calor humano, de contacto personal. Por ejemplo, eso que sugirió Arbós de montar un acto público explicándole al personal el proyecto urbanizador – estima Bricart.
- Si me permites, Oriol – vuelve a intervenir el experto -, lo del acto público lo desechamos desde el primer momento. ¿Por qué? Cualquier acción con público es como abrir un melón, nunca sabes lo que encontrarás dentro, si será bueno o sabrá como un pepino. De ninguna manera debemos correr ese riesgo. En cuanto al contacto personal, está previsto que la empresa a contratar, que será la que diseñe el contenido y realizará el montaje de la muestra, mande un equipo de azafatas, debidamente formadas e informadas, para que atiendan a los visitantes y den respuesta a sus preguntas.
- ¿Y si los guayabos de las azafatas se tropiezan con un atravesao qué solo haga preguntas inconvenientes e insidiosas, qué pasará?, ¿cómo saldrán del atolladero? pues – pegunta, reticente, Arechabaleta.
- Como dije al principio de mi intervención – responde el experto -, lo que he presentado no es más que un borrador del plan de contramanifestación, faltan por diseñar muchos detalles, entre ellos algunos referentes a los interrogantes que plantea Arachebaleta con muy buen tino. Si me dais unos días más acabaremos de trazar los flecos que están sin perfilar, pero así a bote pronto quiero recordar que nadie espera que unas azafatas tengan todas las respuestas. Se las instruirá adecuadamente para que ante preguntas comprometidas o de contenido problemático remitan a unos técnicos que mandará la empresa en próximos días.
- Técnicos que, por supuesto, no aparecerán – apunta Huguet.
- Bueno, dependerá de las preguntas que se hagan. Si las interpelaciones planteadas tienen respuestas que no sean nocivas para nuestros intereses sí podemos enviar a posteriori a unos supuestos técnicos que podrán contestarlas. Si las consultas formuladas encierran una carga dañina para nosotros o son de imposible respuesta, desde la óptica de nuestros intereses, entonces naturalmente no habrá ningún técnico que asome su jeta por allí.
- ¿Y crees, Bernabé, que con esa medida será suficiente para desactivar la protesta? – inquiere Bricart cuyo dudoso semblante es patentemente explícito sobre sus dudas acerca de la bondad de la medida.
- En la sociología de masas no hay nada seguro ni suficiente, Oriol. Dicho más claramente: no, no creo que la muestra baste. Seguramente no será más que el primer acto de un conjunto de medidas que iremos pergeñando en función de cual sea la respuesta de la opinión pública.
- O sea que vamos de ensayo y error – sintetiza Cardona.