En la reunión que mantienen los hombres de
BACHSA sobre el intento de un grupo de jóvenes locales de manifestarse en
contra de la urbanización de la Marina se discute sobre la oportunidad de
organizar un acto público en el que las autoridades locales pudiesen explicar
los beneficios que para el pueblo supondría dicha urbanización.
El experto en mercadotecnia, que apenas ha
intervenido, toma la palabra:
- Si
me permiten, no considero que un acto público sea lo más adecuado para nuestros
intereses y más si los intervinientes fueran los miembros del Ayuntamiento.
Generalmente, salvo que sus ediles sean una excepción, la mayoría de los
políticos de poblaciones pequeñas como ésta no suelen ser muy hábiles con la oratoria
y el manejo de masas; su capacidad suasoria deja mucho que desear. Otro
inconveniente es que en un acto público es difícil negarse a contestar
preguntas y quizá no todas puedan tener una respuesta satisfactoria. Por otro
lado, está por ver que la juventud acudiera a un acto de esas características.
-
Entonces, Bernabé, ¿qué propones? – pregunta Cardona a su experto.
-
Tengo que pensarlo, Juan Antonio, pero si me das unos días te presentaré la
planificación de una estrategia destinada a desactivar, en la medida que sea
posible, esa protesta juvenil y tratar de ganarnos a los padres de esos
muchachos, pues dudo que a ellos les podamos convencer. En definitiva,
intentaremos ganar ese tiempo al que te referías.
Garcés toma la palabra, parece que tiene
algo nuevo que decir:
-
Acabo de darme cuenta de algo que puede tener su importancia. Me refiero a los
chicos que encontré en nuestras oficinas. No me había dado cuenta hasta ahora
de qué clase de muchachos son.
- ¿A
qué te refieres? – quiere saber Cardona.
- A
que todos ellos o, al menos, la mayoría son chavales del pueblo que estudian en
el instituto de Benialcaide.
- ¿Y
eso qué tiene que ver? – pregunta malhumorado Arbós.
Quien responde a la pregunta es Cardona:
- Pues
que eso me da la razón a lo que predije cuando le hice varias preguntas al
joven operario que vino a reparar la instalación eléctrica. Recordaréis que
comenté que el colectivo de jóvenes del pueblo que trabajan es el pozo donde
encontraremos agua suficiente para apagar cualquier conato de incendio –
Cardona sigue con su afición por las metáforas.
El técnico en estudio de mercados remacha la
cuestión:
-
Respaldo lo que acaba de decir Juan Antonio. Si son estudiantes, eso quiere
decir que serán una minoría, como supongo también que la mayoría de los jóvenes
del pueblo sí deben trabajar físicamente. Ese es un hecho que nos puede
favorecer.
- Bien
– concluye Cardona -. Bernabé estudiará todos los datos que tenemos sobre el
problema y me presentará un plan para contrarrestarlo. Estaremos en contacto.
El consejo directivo de BACHSA se ha tomado
muy en serio la posibilidad de la protesta, así como el impacto que puede tener
entre la población. En realidad más que a la opinión local a lo que temen los
empresarios es al eco mediático que se puede generar. Mientras el descontento
se circunscriba al ámbito del municipio saben que pueden controlar o, como
poco, minimizar los daños que puedan producir las quejas. Ahora, si la protesta
trasciende los límites del pueblo son conscientes de que controlarla se puede
convertir en algo muy difícil y, en el mejor de los supuestos, mucho más
costoso.
El departamento de marketing, tras un
concienzudo análisis, presenta al consejo el bosquejo de un plan estratégico
para contrarrestar el germen de rechazo contra los planes expansivos de los
constructores. Consiste, básicamente, en montar una especie de muestra centrada
en dos ejes fundamentales: uno es visualizar como eran los sectores del Torreón
y aledaños, así como el de la Marina antes de que se urbanizaran; de este
último sector un conjunto de infografías, porque todavía no hay obra hecha,
ilustra cómo quedará la zona. El otro eje está integrado por los datos
macroeconómicos: curvas de desarrollo, inputs del sistema productivo local,
ingresos del Ayuntamiento antes y después del boom inmobiliario, crecimiento
del producto interior bruto del pueblo y un largo etcétera. Varias maquetas,
paneles informativos, fotografías, vistas aéreas y un vídeo propagandístico
completan el cuadro.
- No
está mal, Bernabé - opina Huguet
- ¿Y
esto quién lo va a manejar?, me refiero a quién lo va a organizar, financiar,
explotar y dirigir pues – quiere saber Arechabaleta.
-
Ïñigo, hoy vienes con la boina puesta, ¿verdad? ¿Qué quién va a hacer todo
eso?, ¿pues quién va a ser?, nosotros. No esperarás que lo hagan los cebollinos
del Ayuntamiento – la ironía de Cardona no parece hacer mella en el vasco.
- A mí
esto de la muestra no me parece mal, pero lo veo como frío, con poca garra,
echo en falta algo de calor humano, de contacto personal. Por ejemplo, eso que
sugirió Arbós de montar un acto público explicándole al personal el proyecto
urbanizador – estima Bricart.
- Si
me permites, Oriol – vuelve a intervenir el experto -, lo del acto público lo
desechamos desde el primer momento. ¿Por qué? Cualquier acción con público es
como abrir un melón, nunca sabes lo que encontrarás dentro, si será bueno o
sabrá como un pepino. De ninguna manera debemos correr ese riesgo. En cuanto al
contacto personal, está previsto que la empresa a contratar, que será la que
diseñe el contenido y realizará el montaje de la muestra, mande un equipo de
azafatas, debidamente formadas e informadas, para que atiendan a los visitantes
y den respuesta a sus preguntas.
- ¿Y
si los guayabos de las azafatas se tropiezan con un atravesao qué solo haga
preguntas inconvenientes e insidiosas, qué pasará?, ¿cómo saldrán del
atolladero? pues – pegunta, reticente, Arechabaleta.
- Como
dije al principio de mi intervención – responde el experto -, lo que he presentado
no es más que un borrador del plan de contramanifestación, faltan por diseñar
muchos detalles, entre ellos algunos referentes a los interrogantes que plantea
Arachebaleta con muy buen tino. Si me dais unos días más acabaremos de trazar
los flecos que están sin perfilar, pero así a bote pronto quiero recordar que
nadie espera que unas azafatas tengan todas las respuestas. Se las instruirá
adecuadamente para que ante preguntas comprometidas o de contenido problemático
remitan a unos técnicos que mandará la empresa en próximos días.
-
Técnicos que, por supuesto, no aparecerán – apunta Huguet.
-
Bueno, dependerá de las preguntas que se hagan. Si las interpelaciones
planteadas tienen respuestas que no sean nocivas para nuestros intereses sí
podemos enviar a posteriori a unos supuestos técnicos que podrán contestarlas.
Si las consultas formuladas encierran una carga dañina para nosotros o son de
imposible respuesta, desde la óptica de nuestros intereses, entonces
naturalmente no habrá ningún técnico que asome su jeta por allí.
- ¿Y
crees, Bernabé, que con esa medida será suficiente para desactivar la protesta?
– inquiere Bricart cuyo dudoso semblante es patentemente explícito sobre sus
dudas acerca de la bondad de la medida.
- En
la sociología de masas no hay nada seguro ni suficiente, Oriol. Dicho más
claramente: no, no creo que la muestra baste. Seguramente no será más que el
primer acto de un conjunto de medidas que iremos pergeñando en función de cual
sea la respuesta de la opinión pública.
- O
sea que vamos de ensayo y error – sintetiza Cardona.